jueves, 12 de abril de 2012

CAMBIOS DE PARADIGMAS

Vivimos tiempos de cambios de paradigmas. Durante 2000 años hemos vivido bajo el mismo paradigma y hoy advenimos a un replanteamiento total. En todo este tiempo se han producido algunos cambios sociales, pero en última instancia han estado inscritos dentro del mismo paradigma. Solo han sido cambios formales o han sido tautologías para ir perfeccionando al paradigma que los envuelve. Este paradigma tiene sus inicios hace unos 4000 años en el  Oriente Medio cuando surgen las primeras concepciones y actitudes patriarcalistas en desmedro de las posiciones matriciales en que vivió la humanidad por miles de años. Mientras el hombre vagaba por distintos lugares en busca de alimentos, la mujer asentada en un sitio se dedicaba a la investigación de su espacio geográfico y cósmico, para paulatinamente ir despertando la medicina, la astronomía, el arte, la agricultura, etc., por lo que ella dirigía, organizaba y distribuía la vida comunal.
La vida se desenvolvía en un nivel de equilibrio y armonía aceptable, en la que ella cuidaba de que todos sean beneficiados equitativamente, como buena madre. No hay ningún vestigio de una sociedad explotadora o abusiva en la época matricial de toda la humanidad. Pero esta hermenéutica con forma de vida “cosmunitaria” y de interrelación integral con su medio, llegaría a su fin con el sedentarismo y por la ambición de ciertos hombres, particularmente de quienes se dedicaban al intercambio y trueque de productos. Los cuales se fueron especializando y al mismo tiempo buscando maneras de cómo sacar más ventajas. Proceso en el que inventan el comercio (dinero + mercancía), las matemáticas (contabilidad) y la escritura fonética (fijación taxativa), lo cual les daría poderío económico y finalmente direccional. Con ellos, además se transportaban costumbres, culturas, tecnologías y luego enfermedades, conquistas, guerras… y consecuentemente el derrumbamiento paulatino del sistema matricial con todas sus leyes, principios, organismos y estructuras de tipo horizontal e integrativos.

Paralelamente se iría instaurando su opuesto excluyente: la lógica patriarcalista, con sus nuevas instituciones privatizadoras, materialistas y separatistas, las cuales llegaron a su consolidación en la Grecia socrática, platónica y aristotélica. Fueron principalmente ellos quienes la sistematizaron y la estructuraron en una serie de instituciones ideológicas y administrativas que las denominaron la civilis y la polis. A partir de ellos surgirá posteriormente el racionalismo, el reduccionismo, el materialismo, el antropocentrismo, el etnocentrismo, el colonialismo, el eurocentrismo, la cosificación, el mecanicismo, el positivismo, etc., etc. Estas concepciones de corte jerárquico, centralista, dogmático y empírico se irían perfeccionando en estos 2000 últimos años a través de varios modelos sociales, desde la monarquía y la aristocracia con luchas entre esclavos y esclavizadores, luego a un sistema de tipo feudal con la confrontación entre hacendados y campesinos, posteriormente a uno de tipo mercantilista con la oposición entre conservadores y liberales, para finalmente desarrollar uno de tipo capitalista neoliberal y su contraparte socialista totalitario. Los cambios fueron básicamente tecnológicos pues las estructuras de poder continuaron manteniéndose iguales. Ni el socialismo logró terminar con todo ello, lo único que consiguió fue crear un capitalismo de Estado,  ya que pensó que simplemente había que cambiar la superestructura del sistema para generar los cambios desde arriba, cuando el meollo está a nivel de la raíz constitutiva del paradigma civilizatorio de corte verticalista y economicista.

 Sus modelos de gobierno en la división en los tres poderes, la democracia, etc., hasta su último modelo económico el denominado desarrollo, no han resuelto los conflictos ni las crisis, las que más bien se han ido sucediendo una tras de otra. Y esto se debe a su ontología basada en el dogma de lucha de contrarios: para los marxistas la lucha de clases es el motor de la historia, y para los liberales es la competencia mercantil (mercadolatría) la que resuelve los males sociales. Para los izquierdistas es el Estado dirigido por la clase proletaria la que regula la vida social, y para los derechistas es el libre mercado el que ordena todo el sistema. Lo cierto es que ahora nos encontramos en la crisis más aguda del sistema androcéntrico y logolátrico, especialmente a nivel económico, religioso y militar. Paradójicamente lo más grave se está viviendo en aquellos territorios que fueron la “patriz” embrionaria y expansionista del sistema monoteísta-monárquico: Irán-Irak (Mesopotamia), Egipto, Palestina-Israel-Siria, Grecia e Italia.

En medio de esta crisis extrema que se expande hasta los cimientos y pilares del sistema monista-monomaníaco y contranatura, se despierta el vitalismo en el mundo entero a través de las múltiples voces identificadas con el ecologismo, el ambientalismo, el etnicismo, el misticismo, el feminismo, la sensitividad, el culturalismo, la holisticidad, el relativismo… para trastrocar y refundar la vida en su totalidad. Y este camino de replanteamiento ha comenzado a precisarse en los Andes, particularmente en Bolivia y Ecuador con el renacimiento del vitalismo andino, denominado por los abuelos andinos como Sumak Kawsay o Suma Qamaña. Sistema también de tipo matricial y con una epistemología de la realidad en sinergia con su entorno natural. Sus organismos regidos por normas como el consenso, la mediación, la compensación, la reconciliación. Todos ellos coordinados por leyes humanas en sincronía con las leyes del cosmos: complementariedad, reciprocidad, correspondencia, ciclicidad,  alternancia, integralidad.  Arquetipo sintetizado en el principio vector denominado armonía de complementarios.

Sistema que ha sido despertado a casi 500 años de la invasión española por los socialistas del siglo XXI e incorporado a las constituciones políticas de Bolivia y Ecuador. Lamentablemente tergiversado y amputado, pero lo más grave que ha sido presentado como un otro brazo político y económico del socialismo, cuando el Sumak Kawsay tiene su propio camino y estructura y no puede quedar colado al socialismo como un brazalete más de su parafernalia. A más de que hay grandes exclusiones entre uno y otro sistema. De ahí que hablar de “socialismo del sumak Kawsay” es un eufemismo y una aberración total. En este sentido, nos hemos propuesto en este libro titulado Qué es el Sumakawsay, precisar, clarificar y diferenciarlo con todo el paradigma civilizatorio en su conjunto y particularmente con el positivismo y el posmodernismo de derecha e izquierda actuales.

Por primera vez, después de 2000 años de ejercicio del paradigma de lucha de contrarios (divide y vencerás), surge un nuevo-anciano sistema en una forma desmenuzada y concreta para ser una alternativa totalmente diferente. Consideramos que ahora la humanidad está lista para dar un profundo “giro matrístico” y restablecer el orden en medio del caos en que se desenvuelve la vida en todo el planeta. El vitalismo representa un arquetipo integral, inclusivo, sistémico, simbiótico, homeostático, para recrear una vida en armonía y equilibrio entre todos quienes hacemos la vida. A partir de respetar y valorar la diferencia, la variedad, la diversidad, como símbolos y estilos que permiten el balance y la coparticipación para convivir en un mundo de interrelación vital entre todas las fuerzas y poderes de la vida.

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