sábado, 21 de noviembre de 2015

LA DEMOCRACIA, OTRA FORMA DE QUITAR PODER AL PUEBLO


¿Es la democracia totalmente diferente a la monarquía o es una expresión de la pos-monarquía? ¿El monopartidismo de Cuba será diferente del bipartidismo de EEUU? ¿Serán la democracia capitalista y la democracia socialista, los dos lados de la misma moneda? ¿Es el pensamiento único o monoteísta la fuente primaria de todo lo creado por occidente?
En el mundo indígena, milenario y mundial, no existen la democracia, los partidos políticos, las elecciones, la división en los tres poderes… ni nada de la manera en cómo funciona el sistema occidental en sus versiones de derecha e izquierda. En el sistema-mundo de tipo comunitario, el gobierno se lo ejerce por turno y rotación, esto es, cada año una pareja tiene que asumir obligatoria y responsablemente la dirección de la comunidad. Esto significa que todos pasarán alguna vez por ese puesto, sin que exista algún privilegiado que se quede perennemente, por lo que la alternabilidad es un principio básico. Esta tarea tampoco es remunerada, es un año de servicio que se debe ofrecer a los comunarios, de la misma manera que otros lo han hecho a su turno. La dirección es paritaria, esto es, interviene la pareja con su aporte masculino y femenino, de ver y de sentir la vida. La dirección es de tipo horizontal y cíclica, esto quiere decir, que la pareja siempre tiene que consultar a la comunidad, especialmente en situaciones complejas y no tomar decisiones a nombre de todos. Cuando se trata de mancomunidades, se forma un consejo de gobierno, con delegados de cada una de las comunidades. Y cuando forman una reunión o federación de mancomunidades, los representantes de cada mancomunidad constituyen el consejo de gobierno. Y así sucesivamente hasta llegar a la totalidad donde hay un consejo nacional que gobierna con varias personas.
Este sistema de gobierno y de forma de vida, que proviene de ontologías de tipo vital e integral (paradigma tetrádico), es totalmente diferente al sistema occidental, en sus versiones capitalistas y socialistas, y que son fruto de ontologías de tipo mecanicista y de especialización (paradigma monódico). Por su parte, dentro del modelo eurocéntrico no existe gran diferencia entre la concepción liberal y la socialista de gobierno. Principalmente, ambos creen en el sistema de partidos políticos como elemento central y básico para el ejercicio de la democracia[1], incluso consideran al partido como la máxima expresión de clase, esto último especialmente enarbolado por la izquierda leninista.
Lo que significa que en última instancia la política es solo para los políticos, el gobierno solo para los partidos políticos, la democracia solo para quienes participan en las elecciones partidistas. En otras palabras, la democracia como monopolio de los partidos políticos.
Tipos de monopolio:
1.       El gobierno como monopolio de los partidos políticos: Todo aquel que quiera ser parte de un gobierno, obligatoriamente debe pertenecer a un partido o movimiento político.  Lo que quiere decir que en la práctica la política es solo para quienes son parte de los partidos políticos. Habiendo en el politicismo extremo o fundamentalismo partidista, políticos que creen que si alguien que no pertenece a un partido se atreve a hacer críticas políticas, es alguien que está usurpando una potestad que no se le ha sido concedida. Caso patético, el del presidente del Ecuador, Rafael Correa, para quién una persona que no pertenece a un partido político y que emite pronunciamientos políticos, es un periodista o economista o empresario o ecologista disfrazado de político. Si alguien quiere hacer política debe pertenecer a un partido político sino, no es válida su actitud.  Sin embargo, para Correa, aquellos que pertenecen a partidos políticos y le hacen comentarios adversos, es porque son políticos limitados en su inteligencia. No son contradictores con puntos de vistas diferentes sino, políticos mediocres.
2.       Las elecciones como monopolio de la política por parte de los partidos políticos: En la democracia o política occidental pueden participar de las elecciones solo las organizaciones políticas legales, sin que tengan ninguna posibilidad de participación las demás organizaciones de la sociedad civil: sindicatos, gremios, nacionalidades, colegios de profesionales, organismos no gubernamentales, etc.  A pesar de que estas organizaciones son permanentes en la vida social, pero no tienen ninguna opción de gobierno.
3.       La democracia presa del marketing político: La dirección de un gobierno solo está abierto o destinado a personajes carismáticos que tienen facilidad y rapidez de palabra para convencer a los electores. Una persona puede ser muy inteligente, muy capaz, muy experimentada, pero si no tiene habilidades para hacer el mejor show político, jamás podrá llegar a ser presidente o autoridad de un país. De ahí que los asesores políticos lo que hacen es buscar a carismáticos y si no los hay, intentan crearlos. Por lo que actualmente la democracia es la disputa entre los mejores psicólogos de masas y los publicitas políticos.
4.       El gobierno por parte de una sola persona (autocracia): En este juego político llamado democracia, se le entrega a un solo individuo la potestad de dirigir a millones de personas. Sin embargo en las democracias con separación de poderes hay ciertos límites, pues puede darse el caso de que un partido gane todos los poderes y controle todas las funciones del Estado, lo que significa que todo queda en manos de una sola persona, como sucede actualmente en Ecuador, Bolivia, Venezuela. De ahí, que algunos hablan de dictaduras o de monarquías, pero en el juego democrático es posible esa concentración de poderes y se lo ha visto en gobiernos de derecha y de izquierda.
5.       La democracia presa del voto: La máxima legitimación de la democracia está en las elecciones. El pueblo vota y con ello queda supeditado al elegido, al considerar éste que le fue concedido el arbitrio de manejar a su criterio los destinos de un país. Lo que significa, que la democracia es el acto en el cual el pueblo le entrega el poder a un individuo y posteriormente éste se queda en indefensión, ya que el mandatario adquiere todo el poder que el pueblo le traspasa. Al ganar las elecciones se le conceden todos los poderes, con sus prebendas y ventajas que ello tiene.
6.       La democracia de un día: La democracia solo se abre por 10 o 12 horas y luego se cierra definitivamente, sin que el pueblo tenga otro nivel de intervención directa. El pueblo solo tiene el poder por pocas horas y todo el resto del período de gobierno tiene que simplemente aguantar si se equivocó al emitir su voto. La democracia solo son votos, y el pueblo es un simple papel en el cual firma su sentencia por 4 o 5 años que dure el período de gobierno. Este el juego democrático, en el que el pueblo pierde todo su poder mediante las elecciones. Cada vez que una persona se acerca a las urnas entrega su vida a manos de un individuo. Encima convencido de que ha cumplido con la patria y creyendo que el poder está en el pueblo, cuando en verdad lo ha perdido. La patria y la vida son un voto, y en ese voto está su estrangulamiento o su aireación.
7.       La democracia como forma de quitar poder al pueblo. Si bien el pueblo puede recurrir a la resistencia o a la revocatoria en caso de que no esté de acuerdo con su gobierno, pero el presidente tiene todo el aparato estatal a su servicio, entre ellos, a las fuerzas represivas que son su vanguardia. Lo que quiere decir que el pueblo le entrega en bandeja a ese individuo las fuerzas armadas y policiales para que le repriman y solo defienda al presidente. El pueblo con su voto se condena a sí mismo a recibir la represión, efectivizada por sus propios hermanos policías y militares. En la práctica no hay revocatoria, pues casi ningún gobierno en el mundo ha sido sacado mediante esa vía, de ahí que solo a través de una revuelta o rebelión ha sido posible terminar con un gobierno autoritario.
En síntesis, la democracia consiste en formar un partido político, ganar las elecciones, y entregarle todo el poder al líder, pues, éste normalmente reclama la independencia partidista bajo el argumento de que ahora dirige a todos los habitantes. De esta manera, todo se concentra en ese individuo y todos esperan que ese personaje tome buenas decisiones, pero si son equivocadas deben esperar a que termine su mandato para “castigarle” a su partido político en las urnas o a su heredero. Esto sucede principalmente en las democracias de los países industrializados, los cuales deben soportar los malos gobiernos bajo el argumento de que así funcionan las democracias sólidas y desarrolladas, esto en otras palabras, significa agachar la cabeza por haberse equivocado en las urnas. Por ejemplo, el presidente de Francia, Francois Hollande, tiene menos del 10% de aprobación a su gestión pero nadie dice que se le debe revocar el mandato ni le piden que renuncie  y mucho menos piensan en tumbarle del poder, sino simplemente están esperando a que se termine su período, para votar por otro que haya hecho una buena oposición y a quien delegarán el próximo destino de sus vidas. Todos, o casi todos, están convencidos de que no hay otra forma de gobierno, pues, creen que la democracia es la mejor y la más desarrollada forma de organización social y de gobierno que ha creado la humanidad en toda su historia.
Ni derechas ni izquierdas cuestionan a este sistema, y solo critican a algunas formas o métodos de elección o de aplicación, y a lo máximo que llegan es a plantear la profundización o radicalización de la democracia, pero nadie de ellos dice que hay que salir de ella e ir a otra forma de gobierno con otras reglas y métodos de funcionamiento. Todos ellos están de acuerdo con el monopolio de la política en los partidos políticos y en la designación de las autoridades mediante votaciones. Nadie de ellos valora o toma como referente al sistema indígena, ni siquiera lo conocen, y si algo saben, lo califican como atrasado o idílico o irreal para este tiempo.
Con lo anotado, podemos también decir que no existe mayor diferencia o distancia entre las dos formas de gobierno que ha producido occidente: la monarquía y la democracia, pues en ambos sistemas el pueblo sigue en estado de indefensión en la medida que acepta el poder de un monarca o le entrega el poder a un presidente. Las diferencias son formales, en los niveles y en los tiempos en que se utiliza ese poder aceptado o entregado.
El proyecto civilizatorio de tipo monárquico o democrático cumple el mismo propósito que es el de someter al pueblo, ya sea por vía del absolutismo o por vía de las urnas. El pueblo, tanto en la monarquía/dictadura como en la democracia, solo es peón o siervo o empleado o mártir, de quienes están en el poder piramidal. Todo lo contrario al sistema indígena que jamás le entrega su poder a nadie, siempre lo tiene consigo y puede disponerlo en cualquier momento. En el mundo indígena milenario no se desprecia al poder, como se lo enseña en occidente al señalar que el poder es negativo. Esto muy bien le conviene al poder instituido, para lo cual solo van cambiando los personajes y así convencen al pueblo de que su voto tiene un gran poder en las elecciones y que puede cambiar a su libre albedrío a las autoridades de turno que le representan.
Desde la episteme indígena se entiende que todo en la vida es un poder y ese poder hay que conocerlo y cultivarlo, para aprender a convivir en equilibrio entre los diferentes poderes que hacen y constituyen la vida. De ahí, que en el mundo indígena o vitalista lo más importante es el poder interior, al contrario  del mundo occidental que solo trabaja el poder exterior: dinero, títulos, armas.
En este sentido, la izquierda no ha sido ni es una propuesta revolucionaria alter-sistémica sino solamente intra-sistémica, de ahí que no haya habido ningún cambio real y profundo hasta ahora en el mundo. Lo revolucionario actualmente viene desde el pensamiento indígena o matricial o alternativo u horizontal, a todo lo cual nosotros lo llamamos VITALISMO, con sus versiones particulares de cada región de la madre tierra. Así en el caso de los Andes, actualmente se lo denomina en lengua kichwa como sumak kawsay y en aymara como suma qamaña. Si bien, la introducción de estos paradigmas en las constituciones de Ecuador y Bolivia es un paso importante, no pueden quedarse como simples enunciados sino que deben revolucionar todo lo construido por el sistema civilizatorio, empezando por la forma de organización social y el sistema de gobierno. Ahí será posible otro mundo y por ende una nueva vida.
ATAWALLPA OVIEDO FREIRE
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[1] Es un debate, en nuestra opinión, estéril: no hay democracia sin partidos y los males de los partidos son, en parte, los mismos que aquejan a otros sectores de la sociedad. DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA, Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique, No. 241 Noviembre 2015

jueves, 12 de noviembre de 2015

PACHAMAMISTAS y PACHAPAPISTAS: EL CAMINO Y EL CAMINANTE

El abuso y mala utilización de la palabra pachamama – la espiritualidad, la filosofía, y sistema de vida de los pueblos originarios – ha sido calificado como pachamamismo. Pero, algunos críticos del pachamamismo o los pachapapistas (como les vamos a bautizar), por falta de ecuanimidad, profundidad y conocimiento han caído en el otro extremo, y sin que hagan la diferencia para que esta postura sea resaltable y rescatable. Si bien es cuestionable el pachamamismo, no se puede caer en el otro lado de lo mismo a pretexto de combatirlo. Todo lo cual da como resultado dos perspectivas degradantes de la pachamama o madre tierra, y de lo indígena o pueblos originarios. Pachamamismo y pachapapismo, dos caras de la misma moneda.
No se puede confundir al caminante con el camino. Los pachamamistas confunden al caminante y los pachapapistas al camino. Una cosa es cuestionar al camino y otra a los caminantes. No porque los caminantes hagan mal uso del camino se puede decir que el camino está equivocado, a menos que también estén en desacuerdo con el camino. Y esto último es lo que se puede observar de los pachapapistas, que al criticar al caminante terminan criticando al camino, dejando entrever que en el fondo se oponen al camino milenario de los pueblos indígenas. Resultando a la final más papistas que el Papa.
Los colonialistas desde un principio criticaron el sistema y forma de vida de los pueblos amerindios y los neo-colonialistas de derecha e izquierda lo siguen haciendo de la misma manera. Los conservadores y los marxistas siguen diciendo que el pensamiento indígena es atrasado, que solo el pensamiento liberal y el materialismo dialéctico sirven para entender la vida y la historia social, respectivamente. Pero lo que más extraña es que quienes se dicen defensores de lo indígena, comulgan y asimilan posturas positivistas para hacer sus críticas a los pachamamistas y no desde concepciones y epistemes propias de los indígenas.
Por ejemplo, de parte y parte: los pachamamistas dicen defender la pachamama pero al mismo tiempo la folclorizan y concomitantemente apoyan políticas extractivistas. Los pachapapistas dicen también defender lo indígena pero cuestionan a la pachamama, pues para ellos la tierra no es “madre dadora de vida” sino tan solo recurso natural y sin que haya mayor diferencia con la visión materialista y cosificadora de la naturaleza que tiene el pensamiento colonizador, aunque algunos de ellos dicen que buscan la descolonización. Por tanto tenemos dos extremos, los que se han desviado del camino (pachamamistas) y los que desconocen el camino (pachapapistas).
Entre los pachapapistas tenemos a socialistas, comunistas, indianistas, kataristas, indigenistas, liberales, conservadores, socialdemócratas, cristianos, católicos, positivistas, ateos… quienes dicen que el concepto de pachamama es: atrasado, arcaico, esotérico, mágico, new age, irracional, subdesarrollado, poético, de ciencia ficción, romántico, esencialista… Entre los pachamamistas, tenemos principalmente a los autodenominados “nueva izquierda” o progresistas (que están actualmente en el gobierno) y a un sector de las izquierdas que los apoyan. Pero hay otros que no caen en ninguno de estos extremos y que intentan guardar sindéresis, lo que no quiere decir eclecticismo sino equilibrio, como tampoco que sean perfectos ni que cometan errores.
un problema de fundamentalismo
Dicho de otra forma, hay un problema de fundamentalismo de lado y lado: los pachamamistas con posturas culturalistas, ecologistas, indigenistas, socialistas, comunitaristas, puestos cada uno – o un grupo de ellos – como entes céntricos, sin que haya una mirada transversal, integral, relacional. Pero lo más cuestionable de ellos es su práctica, llena de domesticaciones de por medio, lo que ha sido muy evidente en los gobiernos de Morales y Correa. Y por el otro lado, tenemos otro tipo de dogmas y sectarismos, como el patriarcalismo, el materialismo, el desarrollismo, el racionalismo, el antropocentrismo, el productivismo, el economicismo, el cosifismo, etc. Al igual con las mismas falencias de falta de complementariedad, reciprocidad, completud, y continuidad histórica entre cada uno de esos elementos[1]. Por ende, ambas visiones son sectoriales y aisladas, aunque algunos de izquierda crean que sus posiciones son revolucionarias y empoderadoras.
Más ejemplos: Al pachamamista de Evo Morales jamás se le había conocido como alguien que participe de rituales ancestrales o de que practique la espiritualidad indígena. Tan solo se lo vio por primera vez cuando fue investido en tan alta magistratura de presidente de Bolivia, siguiendo el ritual de posesión de la tradición aymará.  Los que estuvieron a cargo de este acto y que manejaban la “Asociación de Amautas de Tiwanaku”, no eran los idóneos ni los más consecuentes con la espiritualidad indígena, pues hace tiempo que la habían comercializado y folclorizado. Es más, quién le envistió con el poder  de mando resultó ser un narcotraficante. Si bien todo esto es criticable y rechazable, no se puede meter a todos en el mismo costal y en ello a la espiritualidad indígena. A menos que en el fondo se quiera cuestionar la espiritualidad como tal y se utilicen estos ejemplos para mal interpretarla y desmontarla, lo cual es otra cosa. Y eso es lo que hacen los pachapapistas, pues hay otros que también cuestionan todo ello pero diferencian entre folclorismo y espiritualidad.
Habría que preguntarles a los pachapapistas si rechazan el ritual espiritual como tal, sea cual sea, y sin importar la tradición. Si es así, han elegido otro camino, que puede ser laico, ateo, seglar o cualquier otro, y por lo tanto no es el camino de la cultura indígena que cree en la espiritualidad aunque no en la religión. Y esto es fundamental de entender, pues luego de la influencia católica hay en ciertos indígenas una mezcla de lo milenario con lo colonial, los mismos que vienen desnaturalizando y deformando la concepción y visión ancestral andina. Pero no por ello se trata de negar y peor rechazar la espiritualidad y cosmovisión o conciencia andina como lo hacen los pachapapistas.
Los pachapapistas no pueden diferenciar entre religión y espiritualidad, calificando a todos como esotéricos o new age, sin que puedan establecer la diferencia entre unos y otros. Incluso, la creencia en la divinidad ya es un absurdo para algunos de ellos y terminan rechazando toda expresión sagrada. Con lo cual, coinciden con visiones ateas o laicas en el mismo orden que algunos colonialistas, lo que significa que el pachapapismo no es una propuesta descolonizadora sino otra forma patriarcal de lo mismo. El mundo andino milenario no es ni religioso ni seglar ni ateo ni laico, es profundamente espiritual (aunque no religioso o dogmático) y que implica la correlación entre lo material y lo energético, lo mundano y lo sutil.
De otra parte, el camino indígena milenario no entiende a la naturaleza como cosa sino como un ser viviente y por lo tanto sintiente y pensante. Muy diferente a las visiones occidentales del materialismo histórico y el positivismo, para quienes la vida es la continuación de la evolución de la materia, en cambio para los pueblos milenarios andinos desde su visión tetrádica (o tawantin en quechua o tiwanaku en aymará): la vida, es la fuente de la vida misma, sin que nadie fuera de ella la haya creado.
Bajo todas estas circunstancias señaladas, los pachapapistas son virulentos y dicen que se quiere regresar al pasado, de que no se quiere desarrollar, de que son posturas irracionales, etc. Si bien los pachamamistas reivindican el pasado y tienen posiciones idealistas sobre el pasado, no se trata de coincidir con el conquistador quien los acusa de primitivos, salvajes, guerreristas, violentos, etc. Es obvio de que no se trata de idealizar ni de volver al pasado pero si de tomarlo de referente o de experiencia, pero entendiendo que todo debe ser parte de una continuidad histórica y no el de crear una mixtura poscolonial como es la propuesta del socialismo o del “poder indio” de los pachapapistas. Ambas posiciones encierra nociones marxistas, indigenistas, comunistas, desarrollistas, liberales, que más se acercan a la filosofía positivista del colonizador que a la milenaria indígena. En el fondo (especialmente el Poder Indio) lo que quieren es virar la tortilla contra los blancos y los mestizos.
no defendemos purismos ni chauvinismos ni aislamientos
Con esto no defendemos purismos ni chauvinismos ni aislamientos, pero sí, el entender que la raíz principal es la ancestral y a la cual hay que agregar los elementos y las situaciones que sean necesarias y no al revés como proponen los pachapapistas. Es decir, un proceso de descolonización implica pensar de una manera propia y ésta tiene un recorrido de miles de años y no empieza con la resistencia a la colonización ni se termina con hacer una nueva forma desde las generaciones actuales. No se trata de quedarse en el pasado ni desvalorizar el pasado pero tampoco de idealizar o de pensar solo en el futuro. O como dice un pensamiento indígena: para que vuelva el pasado al futuro, depende de cómo actuemos en el presente. Entonces, con pachamamismos y pachapapismos no hay descolonización alguna sino nuevas formas de dominación. De ahí que sus extremismos los diferencian pero también los asemejan.
Cuando se habla de armonía con la naturaleza, significa su búsqueda como propósito de vida aunque no siempre se la logre plenamente. Hablar de armonía antes de la invasión española no quiere decir que se vivía en un paraíso, sino que se buscaba el equilibrio o el punto medio (taypi) entre las diferentes disputas o controversias como medio de vida. Algo que no siempre se lograba pero había la intención de practicar conceptos como el consenso, la reciprocidad, la complementariedad, la integralidad. Definitivamente no eran “buenos salvajes” ni lo contrario, eran pueblos en la búsqueda del equilibrio y la armonía (que eso significa sumak kawsay/suma Qamaña).
En este sentido, no porque los pachamamistas con su buen vivir/vivir bien hayan desnaturalizado al modo de vida indígena, se pueda despreciar y rechazar al sumak kawsay/suma qamaña o sistema comunitario de vida andino. Se puede criticar al prostituido “Buen Vivir”, pero al mismo tiempo trabajar por profundizar el milenario sistema comunitario andino, y no criticar a los dos como que fueran lo mismo y sin poder ver sus diferencias.
Eso es lo que tampoco puede ver Pablo Stefanoni cuando critica a intelectuales y académicos que desde esa condición hablan de la pachamama, como que ella solo estuviera reservada para los indígenas y que un intelectual por ese hecho ya está impedido de sentir y pensar con la pachamama. El problema no es racial sino conciencial.
Asimismo es típico escuchar o leer a Pedro Portugal mofándose de los que hablan con los pajaritos. No sé si se refiere a Nicolás Maduro o a partir de él reírse de quienes hablan seriamente con la naturaleza como un ser viviente y por ende inteligente. Si Portugal se ríe porque no se hable en castellano o en aymará con los animales para que le puedan demostrar a él de que si es posible la comunicación con ellos, pues debe saber que hay muchos experimentos científicos a nivel mundial que señalan que las plantas o los animales reaccionan a los sentimientos y actitudes de los hombres, y por ende viceversa. Le invito a leer los siguientes artículos:http://www.lavanguardia.com/lacontra/20101229/54095622430/las-plantas-tienen-neuronas-son-seres-inteligentes.html y http://www.elcomercio.com/tendencias/cancer-perros-inglaterra-diagnostico-salud.html
También le invito a Pedro Portugal que coja una planta y le comience a insultar por varios días para ver qué pasa. O que aplique algunas de las investigaciones de Masaru Emoto con respecto a la memoria del agua. Luego de que haga eso, podremos hablar seriamente. Si los animales, plantas y minerales reaccionan a los seres humanos, es obvio que los seres humanos también pueden sentir y percibir lo que pasa en ellos, pero para ello hay que estar atento y lúcido. No porque algunos falsos chamanes hagan “teatro” con la comunicación con la naturaleza, se puede decir que no existe comunicación entre los seres humanos y la naturaleza en su conjunto. Y a partir de ello, decir que eso es una irracionalidad y defender una posición racionalista-positivista, propia del pensamiento colonizador. Una cosa es lo irracional, otra el racionalismo y otra lo racional. No por criticar lo irracional se puede ir al otro extremo, que es el racionalismo. El pensamiento indígena es racional pero no racionalista y peor irracional.
Si queremos una descolonización profunda ello implica no caer en ningún dualismo, como el pachamamismo y el pachapapismo, u otros de diferente tipo y que sean reproducción o consecuencia de la influencia del pensamiento colonizador, sino el de saber guardar armonía y equilibrio en todo, como llama la racionalidad indígena milenaria. En otras palabras, lo fundamental es manejarse con categorías y valores milenarios para diferenciar lo uno y lo otro, caso contrario podemos caer en neo-colonialismos de uno u otro lado.
Ello implica limpiarse de toda concepción patriarcal, antropocentrista, racionalista, logocrática, idealista, romántica, etc, todas ellas cargas provenientes del colonialismo civilizatorio y que han sido asimiladas en diferentes formas por los pachamamistas y los pachapapistas. Sin con esto decir, que los pueblos indígenas de antes (y peor los de ahora) eran perfectos ni lo contrario, pero había una visión y una actitud integral que merece una valoración y no un desprecio como lo ha hecho el colonizador de antes y de ahora, de derecha o de izquierda, u otro nombre posmoderno.

La descolonización no implica borrar todo lo sucedido en 500 años ni de reproducirlo, sino de asimilar todo lo vivido para transmutar todo aquello que nos sirva para aprender/reaprender a vivir en armonía y equilibrio en el presente. Por lo tanto, no todo caminante que habla del camino camina por el camino, como no todo aquel que camina por el camino es perfecto sino que está aprendiendo. No intentar caminar y solo criticar desde afuera es realmente porque camina por otro camino, que en el fondo es un camino neo-colonialista.