sábado, 21 de noviembre de 2015

LA DEMOCRACIA, OTRA FORMA DE QUITAR PODER AL PUEBLO


¿Es la democracia totalmente diferente a la monarquía o es una expresión de la pos-monarquía? ¿El monopartidismo de Cuba será diferente del bipartidismo de EEUU? ¿Serán la democracia capitalista y la democracia socialista, los dos lados de la misma moneda? ¿Es el pensamiento único o monoteísta la fuente primaria de todo lo creado por occidente?
En el mundo indígena, milenario y mundial, no existen la democracia, los partidos políticos, las elecciones, la división en los tres poderes… ni nada de la manera en cómo funciona el sistema occidental en sus versiones de derecha e izquierda. En el sistema-mundo de tipo comunitario, el gobierno se lo ejerce por turno y rotación, esto es, cada año una pareja tiene que asumir obligatoria y responsablemente la dirección de la comunidad. Esto significa que todos pasarán alguna vez por ese puesto, sin que exista algún privilegiado que se quede perennemente, por lo que la alternabilidad es un principio básico. Esta tarea tampoco es remunerada, es un año de servicio que se debe ofrecer a los comunarios, de la misma manera que otros lo han hecho a su turno. La dirección es paritaria, esto es, interviene la pareja con su aporte masculino y femenino, de ver y de sentir la vida. La dirección es de tipo horizontal y cíclica, esto quiere decir, que la pareja siempre tiene que consultar a la comunidad, especialmente en situaciones complejas y no tomar decisiones a nombre de todos. Cuando se trata de mancomunidades, se forma un consejo de gobierno, con delegados de cada una de las comunidades. Y cuando forman una reunión o federación de mancomunidades, los representantes de cada mancomunidad constituyen el consejo de gobierno. Y así sucesivamente hasta llegar a la totalidad donde hay un consejo nacional que gobierna con varias personas.
Este sistema de gobierno y de forma de vida, que proviene de ontologías de tipo vital e integral (paradigma tetrádico), es totalmente diferente al sistema occidental, en sus versiones capitalistas y socialistas, y que son fruto de ontologías de tipo mecanicista y de especialización (paradigma monódico). Por su parte, dentro del modelo eurocéntrico no existe gran diferencia entre la concepción liberal y la socialista de gobierno. Principalmente, ambos creen en el sistema de partidos políticos como elemento central y básico para el ejercicio de la democracia[1], incluso consideran al partido como la máxima expresión de clase, esto último especialmente enarbolado por la izquierda leninista.
Lo que significa que en última instancia la política es solo para los políticos, el gobierno solo para los partidos políticos, la democracia solo para quienes participan en las elecciones partidistas. En otras palabras, la democracia como monopolio de los partidos políticos.
Tipos de monopolio:
1.       El gobierno como monopolio de los partidos políticos: Todo aquel que quiera ser parte de un gobierno, obligatoriamente debe pertenecer a un partido o movimiento político.  Lo que quiere decir que en la práctica la política es solo para quienes son parte de los partidos políticos. Habiendo en el politicismo extremo o fundamentalismo partidista, políticos que creen que si alguien que no pertenece a un partido se atreve a hacer críticas políticas, es alguien que está usurpando una potestad que no se le ha sido concedida. Caso patético, el del presidente del Ecuador, Rafael Correa, para quién una persona que no pertenece a un partido político y que emite pronunciamientos políticos, es un periodista o economista o empresario o ecologista disfrazado de político. Si alguien quiere hacer política debe pertenecer a un partido político sino, no es válida su actitud.  Sin embargo, para Correa, aquellos que pertenecen a partidos políticos y le hacen comentarios adversos, es porque son políticos limitados en su inteligencia. No son contradictores con puntos de vistas diferentes sino, políticos mediocres.
2.       Las elecciones como monopolio de la política por parte de los partidos políticos: En la democracia o política occidental pueden participar de las elecciones solo las organizaciones políticas legales, sin que tengan ninguna posibilidad de participación las demás organizaciones de la sociedad civil: sindicatos, gremios, nacionalidades, colegios de profesionales, organismos no gubernamentales, etc.  A pesar de que estas organizaciones son permanentes en la vida social, pero no tienen ninguna opción de gobierno.
3.       La democracia presa del marketing político: La dirección de un gobierno solo está abierto o destinado a personajes carismáticos que tienen facilidad y rapidez de palabra para convencer a los electores. Una persona puede ser muy inteligente, muy capaz, muy experimentada, pero si no tiene habilidades para hacer el mejor show político, jamás podrá llegar a ser presidente o autoridad de un país. De ahí que los asesores políticos lo que hacen es buscar a carismáticos y si no los hay, intentan crearlos. Por lo que actualmente la democracia es la disputa entre los mejores psicólogos de masas y los publicitas políticos.
4.       El gobierno por parte de una sola persona (autocracia): En este juego político llamado democracia, se le entrega a un solo individuo la potestad de dirigir a millones de personas. Sin embargo en las democracias con separación de poderes hay ciertos límites, pues puede darse el caso de que un partido gane todos los poderes y controle todas las funciones del Estado, lo que significa que todo queda en manos de una sola persona, como sucede actualmente en Ecuador, Bolivia, Venezuela. De ahí, que algunos hablan de dictaduras o de monarquías, pero en el juego democrático es posible esa concentración de poderes y se lo ha visto en gobiernos de derecha y de izquierda.
5.       La democracia presa del voto: La máxima legitimación de la democracia está en las elecciones. El pueblo vota y con ello queda supeditado al elegido, al considerar éste que le fue concedido el arbitrio de manejar a su criterio los destinos de un país. Lo que significa, que la democracia es el acto en el cual el pueblo le entrega el poder a un individuo y posteriormente éste se queda en indefensión, ya que el mandatario adquiere todo el poder que el pueblo le traspasa. Al ganar las elecciones se le conceden todos los poderes, con sus prebendas y ventajas que ello tiene.
6.       La democracia de un día: La democracia solo se abre por 10 o 12 horas y luego se cierra definitivamente, sin que el pueblo tenga otro nivel de intervención directa. El pueblo solo tiene el poder por pocas horas y todo el resto del período de gobierno tiene que simplemente aguantar si se equivocó al emitir su voto. La democracia solo son votos, y el pueblo es un simple papel en el cual firma su sentencia por 4 o 5 años que dure el período de gobierno. Este el juego democrático, en el que el pueblo pierde todo su poder mediante las elecciones. Cada vez que una persona se acerca a las urnas entrega su vida a manos de un individuo. Encima convencido de que ha cumplido con la patria y creyendo que el poder está en el pueblo, cuando en verdad lo ha perdido. La patria y la vida son un voto, y en ese voto está su estrangulamiento o su aireación.
7.       La democracia como forma de quitar poder al pueblo. Si bien el pueblo puede recurrir a la resistencia o a la revocatoria en caso de que no esté de acuerdo con su gobierno, pero el presidente tiene todo el aparato estatal a su servicio, entre ellos, a las fuerzas represivas que son su vanguardia. Lo que quiere decir que el pueblo le entrega en bandeja a ese individuo las fuerzas armadas y policiales para que le repriman y solo defienda al presidente. El pueblo con su voto se condena a sí mismo a recibir la represión, efectivizada por sus propios hermanos policías y militares. En la práctica no hay revocatoria, pues casi ningún gobierno en el mundo ha sido sacado mediante esa vía, de ahí que solo a través de una revuelta o rebelión ha sido posible terminar con un gobierno autoritario.
En síntesis, la democracia consiste en formar un partido político, ganar las elecciones, y entregarle todo el poder al líder, pues, éste normalmente reclama la independencia partidista bajo el argumento de que ahora dirige a todos los habitantes. De esta manera, todo se concentra en ese individuo y todos esperan que ese personaje tome buenas decisiones, pero si son equivocadas deben esperar a que termine su mandato para “castigarle” a su partido político en las urnas o a su heredero. Esto sucede principalmente en las democracias de los países industrializados, los cuales deben soportar los malos gobiernos bajo el argumento de que así funcionan las democracias sólidas y desarrolladas, esto en otras palabras, significa agachar la cabeza por haberse equivocado en las urnas. Por ejemplo, el presidente de Francia, Francois Hollande, tiene menos del 10% de aprobación a su gestión pero nadie dice que se le debe revocar el mandato ni le piden que renuncie  y mucho menos piensan en tumbarle del poder, sino simplemente están esperando a que se termine su período, para votar por otro que haya hecho una buena oposición y a quien delegarán el próximo destino de sus vidas. Todos, o casi todos, están convencidos de que no hay otra forma de gobierno, pues, creen que la democracia es la mejor y la más desarrollada forma de organización social y de gobierno que ha creado la humanidad en toda su historia.
Ni derechas ni izquierdas cuestionan a este sistema, y solo critican a algunas formas o métodos de elección o de aplicación, y a lo máximo que llegan es a plantear la profundización o radicalización de la democracia, pero nadie de ellos dice que hay que salir de ella e ir a otra forma de gobierno con otras reglas y métodos de funcionamiento. Todos ellos están de acuerdo con el monopolio de la política en los partidos políticos y en la designación de las autoridades mediante votaciones. Nadie de ellos valora o toma como referente al sistema indígena, ni siquiera lo conocen, y si algo saben, lo califican como atrasado o idílico o irreal para este tiempo.
Con lo anotado, podemos también decir que no existe mayor diferencia o distancia entre las dos formas de gobierno que ha producido occidente: la monarquía y la democracia, pues en ambos sistemas el pueblo sigue en estado de indefensión en la medida que acepta el poder de un monarca o le entrega el poder a un presidente. Las diferencias son formales, en los niveles y en los tiempos en que se utiliza ese poder aceptado o entregado.
El proyecto civilizatorio de tipo monárquico o democrático cumple el mismo propósito que es el de someter al pueblo, ya sea por vía del absolutismo o por vía de las urnas. El pueblo, tanto en la monarquía/dictadura como en la democracia, solo es peón o siervo o empleado o mártir, de quienes están en el poder piramidal. Todo lo contrario al sistema indígena que jamás le entrega su poder a nadie, siempre lo tiene consigo y puede disponerlo en cualquier momento. En el mundo indígena milenario no se desprecia al poder, como se lo enseña en occidente al señalar que el poder es negativo. Esto muy bien le conviene al poder instituido, para lo cual solo van cambiando los personajes y así convencen al pueblo de que su voto tiene un gran poder en las elecciones y que puede cambiar a su libre albedrío a las autoridades de turno que le representan.
Desde la episteme indígena se entiende que todo en la vida es un poder y ese poder hay que conocerlo y cultivarlo, para aprender a convivir en equilibrio entre los diferentes poderes que hacen y constituyen la vida. De ahí, que en el mundo indígena o vitalista lo más importante es el poder interior, al contrario  del mundo occidental que solo trabaja el poder exterior: dinero, títulos, armas.
En este sentido, la izquierda no ha sido ni es una propuesta revolucionaria alter-sistémica sino solamente intra-sistémica, de ahí que no haya habido ningún cambio real y profundo hasta ahora en el mundo. Lo revolucionario actualmente viene desde el pensamiento indígena o matricial o alternativo u horizontal, a todo lo cual nosotros lo llamamos VITALISMO, con sus versiones particulares de cada región de la madre tierra. Así en el caso de los Andes, actualmente se lo denomina en lengua kichwa como sumak kawsay y en aymara como suma qamaña. Si bien, la introducción de estos paradigmas en las constituciones de Ecuador y Bolivia es un paso importante, no pueden quedarse como simples enunciados sino que deben revolucionar todo lo construido por el sistema civilizatorio, empezando por la forma de organización social y el sistema de gobierno. Ahí será posible otro mundo y por ende una nueva vida.
ATAWALLPA OVIEDO FREIRE
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[1] Es un debate, en nuestra opinión, estéril: no hay democracia sin partidos y los males de los partidos son, en parte, los mismos que aquejan a otros sectores de la sociedad. DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA, Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique, No. 241 Noviembre 2015

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