miércoles, 24 de mayo de 2017

ADIEU MONSIEUR RAFAEL CORREA


UN PAIS MOLDEADO POR EL EGO DE UN PRESIDENTE

A los 27 días de iniciado el gobierno de Rafael Correa, emitió un decreto por el cual ordenaba que todos los presidentes a partir de él no debían quedarse con la banda presidencial sino que tenían devolverla para que sea utilizada por los presidentes subsiguientes, pues “constituye una forma de presentación de la Bandera Nacional del Ecuador y es el emblema del Poder Ejecutivo” y de que “no se deberá elaborar una nueva banda presidencial para los ulteriores presidentes”. Esto, en lo simbólico representaba la capacidad de un individuo para no aferrarse al poder y de entender que la democracia es la alternabilidad, como asimismo, que las personas son pasajeras en las funciones y que lo que quedaba son los imaginarios que se formen por la labor realizada.
Pero este simbolismo que venía del recién posesionado como presidente y de su capacidad de soltarse del poder, se vio cambiado a los 21 días de terminación de su gobierno por un nuevo decreto en el que deroga el anterior, lo que nos una clara dimensión –entre otras- de lo que sucedió en estos 10 años de correismo. Además, deja haciéndose un museo con el cual quiere perennizarse de alguna forma en el poder, pues lo que más le preocupa es cómo le calificará la historia. Para ello, buscará que sus adláteres le rindan honores de gran estadista. En definitiva, todo esto no hace más que confirmar el carácter y distintivo de él, y de lo que fue su gobierno: “el poder del egocentrismo”.
Aquel joven Presidente que llegó despojado del poder y con el ímpetu de guiar grandes cambios duró muy poco, pues al poco tiempo ya no era quien luchaba contra el poder sino que se convirtió en el poder, era el poder en sí mismo, y lo defendía a muerte con quien osara enfrentar su poder. Ahí, ya se acabó el revolucionario que aparentaba ser y salió el verdadero: el caudillo del siglo XXI. Alguien que se reclama de Izquierda lucha contra el poder personal, estando fuera y al interior de él, pues sabe que el poder le pertenece al pueblo y se esfuerza por ampliarlo para que sea él quien tome directamente las decisiones sobre su destino. Pero sucedió todo lo contrario, se envaneció con el poder hasta llegar a creerse que “ya no era él sino todo un pueblo”.
En uno de sus últimos enlaces semanales señaló de que se le hacía un nudo en la garganta porque ya no podría seguir sirviendo al pueblo. Esto bien leído quiere decir, que se le hacía nudo en su poder porque ya no podrá servirse de él. Frase ésta que no hace más que confirmar su egolatría reinante, por lo que fue frecuentemente criticado (“el excelentísimo”). De ahí que intentaba convencer a todos y repetía la frase de que “tengan la seguridad que mi tesoro no es el poder, sino el servicio, servir a mi pueblo, sobre todo”. Siendo ese ahora su mayor problema, de que ya no tiene el tesoro de servirse del poder para servir a su ego. Por cierto, las sabatinas se organizaban de acuerdo a cómo había sido herido su ego durante la semana: lo que se había dicho de él, lo que se había criticado de él, lo que se habían olvidado u omitido de decir sobre él. Todo alrededor de él.
Su ambición por el poder le llevó a luchar denodadamente por concentrar todos los poderes  del Estado en él, logrando aupar a todas las funciones del Estado bajo su mandato. Tanto es así, que cuando había alguna función del Estado o existía un personaje que no comulgaba con su autoridad, solía decir “tenemos todavía un infiltrado”, lo cual significaba que había que hacer todo lo necesario para sacarle y poner uno obediente a él. La potestad que debían ofrecerle tenía que ser incondicional, por lo que se rodeó solo de gente sumisa que estaba lista para cumplir sus deseos, sin que nadie le contradiga pues él era el pueblo y sabía lo que éste necesitaba.
Para Correa era un absurdo el principio indígena de “mandar obedeciendo”, pues entendía el poder como un “mandar mandando”, en la que todos debían hacer lo que manda su investidura. Por ejemplo, anotemos uno de los últimos episodios y que fue una constante durante su gobierno: Ventanas, es una pequeña población costera a la que Correa asistió a inaugurar un hospital, pero fue recibido entre gritos por la falta de medicinas en el Hospital. La gente enardecida gritaba "queremos medicinas"; ante lo cual tomó un megáfono y desde un auto les dijo enfurecido que el Hospital "está viejito" y de que no se podía hacer todo nuevo, pero que el personal estaba completo, la farmacia equipada y el quirófano repotenciado. La gente comenzó a gritar "¡Mentira!", lo que enfureció más a Correa y amenazó con cerrar el hospital: "bueno compañeros, qué pena, es todo lo que les puedo ofrecer, si es tan malo lo cerramos, me avisan, me avisan para cerrarlo". A los pocos días en su enlace semanal, pidió a sus simpatizantes que reaccionen si existen reclamos al mandatario cuando realiza visitas en las distintas localidades del país. Haciendo otra furibunda advertencia: "a reaccionar, pueblo ecuatoriano, o tendré que dejar de hacer visitas en territorios. O controlan a estos majaderos o los controlo yo; y se va a armar la grande ahí, porque yo me haré respetar", sentenció, y obviamente sin dejar de culpar a la oposición de todos los reclamos que le podían hacer: "son infiltrados de la oposición".
Como vemos, la no entrega de la banda presidencial demuestra esa fusión con el poder, de cómo quiere seguir siendo poder, de que no puede vivir sin el poder. Se le notó claramente en sus últimos días, de cómo estaba sufriendo porque se le escapaba el poder, porque ya no podía seguir haciendo lo que le dictaba su ego, de que ya no podía seguir diciendo: “mientras yo sea presidente se hará lo que el pueblo decida”, es decir, él. Ese egocentrismo potencializado al máximo le llevó a minimizar a autoridades de altos organismos, embajadores, personalidades, artistas, etc., de quienes se refería como “embajadorcillos”, “representantillos”, etc. El único dueño de la verdad era él, porque él era el poder, y el poder estaba en su designio. De ahí, que Moreno ahora habla de diálogo y concertación.
El “nuevo” Ecuador, su partido político, los triunfos electorales de Alianza País, etc., se lo debían a él, si no fuera por él no habría el gran y poderoso partido, ni las autoridades elegidas hubieran ganado. Todos los logros le pertenecen a él, a nadie más. Sin él no habría nada y no habría cambiado el Ecuador, según su discurso maquiavélico.
De esta manera, Correa ha pasado a formar parte de la lista de aquellos presidentes autócratas y tiránicos que desterraron y/o resquebrajaron, directa e indirectamente, a muchos intelectuales, periodistas, académicos, políticos, etc., que fueron perseguidos por su poder, por haberse atrevido a cuestionar y desafiar su poder. Muchos han pasado a engrosar la lista de personajes -como Juan Montalvo- que tuvieron que huir del poder. Pero no solo se enfrentó a personas de ciertas condiciones intelectuales –por decir de alguna manera- sino que lo hizo directa y personalmente hasta con adolescentes, viejos, mujeres, discapacitados, indígenas, sacerdotes, y todos quienes no tenían ningún poder especial sino tan solo el de su dignidad y rebeldía.
El poder de confrontación se volvió en él un “reflejo condicionado”, como lo dijo su propio compañero y ahora presidente Lenin Moreno, de que una persona cuando ya no puede dejar un tipo de comportamiento es porque ya lo ha vuelto algo intrínseco o inmanente. Es decir, ya no es el mismo sino que ha pasado a ser la confrontación, por lo que éste se vuelve su signo y estilo de vida. Moreno lo conoce bien y sabe de lo que está hablando, siendo el único en su Partido -que dada su nueva condición- se pudo atrever a decir algo así. Seguramente no lo dice por afectarle sino para hacerle reflexionar y ayudarle de esa manera, pero Correa debe haberlo sentido como una traición y habrá hecho los “ajustes” necesarios, pues Moreno salió luego a decir que la confrontación fue necesaria en una época porque así lo demandaba las circunstancias del momento.
Le duele tanto dejar el poder, que en sus últimos días de gobierno se quejaba de que los mandos medios ya no le hacían caso porque sabían que ya se iba. En estas palabras refleja su ambición y codicia por el poder, y que se ejemplifica en su retractación a dejar la banda presidencial y en darse un año prorrogables de custodia por las fuerzas públicas para toda su familia en cualquier parte del mundo, obviamente con plata del pueblo ecuatoriano. Seguramente así sentirá de alguna manera cerca del poder y podrá mandar por un tiempo en la soledad del poder que le va acompañar.
Le vienen tiempos duros a un personaje de “reflejo condicionado”, que ya no tendrá todo un país a su servicio. Sabe muy bien que hay un inmenso pueblo que lo rechaza y hasta le aborrece. Muchos votaron contra Lasso y no a favor de Moreno, porque si hubiera habido otro contrincante seguro habría perdido. Su base segura es el 30% y de Moreno un 10%, pero el 60% está en su contra y por ello ganó con las justas en la segunda vuelta.
Su egocentrismo se reflejó en sus “obras emblemáticas”, pues así concebía el poder y lo que éste debía hacer. Sus obras elefantiásicas dan testimonio de sus concepciones y de sus prioridades. Tal como otros poderosos en la historia mundial, que magnificaron su poder construyendo grandes obras arquitectónicas. Una mentalidad así, ve la vida como grandes elefantes y hace obras en la dimensión de su ego. Un presidente sabio y humilde, no hubiera cerrado 18.000 escuelas comunitarias para construir 70 elefantes blancos sino que habría destinado esos recursos para potencializar a esas escuelas alter-nativas. No habría destinado 250 millones de dólares y 300.000 dólares mensuales para la mantención de un inmenso edificio para la burocracia -a más de estéticamente horripilante y mal construido- sino que los habría destinado a seguir inyectando recursos para cambiar la matriz productiva que habría empezado hace 10 años. No habría destinado 40 millones para construir un esperpéntico edificio de la UNASUR y un parque aledaño de 4 millones, sino que los habría utilizado para hacer una revolución agraria. Esto para dar unos últimos ejemplos de su gestión y de las dimensiones del ego.
Claro que algunas de las obras que ha realizado eran necesarias, pero primero es lo primero, o, acaso ahora la gente va a comer sus lindas carreteras, hidroeléctricas, aereopuertos, edificios. Carreteras del primer y segundo mundo, mientras los caminos aledaños siguen siendo del tercer y cuarto mundo. Otro presidente las habría hecho equitativamente, para que hayan caminos decentes para todos y no para unos cuantos privilegiados que pueden usarlas, y que más que todo les sirven para hacer sus grandes negocios.
Se jacta de su supuesto gran logro económico, pero sus vecinos de Perú y Colombia con gobiernos abiertamente liberales han disminuido más la pobreza que el gobierno de izquierda de Rafael Correa, y crecerán el triple en este año. Correa se ha quedado aplazado en comparación con sus vecinos, en casi todo han sido mejores o iguales. Siendo esta la prueba de que no hubo ninguna revolución sino una modernización del capitalismo, de que no se alteró al sistema de acumulación del capital sino que más bien se lo fortaleció. Tal como lo dijo el mismo en el enlace 431: “Nunca antes los empresarios han ganado tanto como en este gobierno”. La “década ganada” fue principalmente para ellos y para los “nuevos ricos” que se adjudicaron sus contratos y sobreprecios.
Cuántos recursos manejo este gobierno en estos 10 años? Según el gobierno 190 mil millones, según la oposición más de 500 mil millones, sea cual sea la cantidad, un dinero que jamás lo tuvo gobierno alguno. A dónde fueron a parar todos estos recursos. A muchos empresarios nacionales y transnacionales que hicieron las “obras emblemáticas”. Muchas de las cuales ahora son inservibles o inútiles o subutilizados como la refinería del Aromo o los aeropuertos. Y la otra parte a aumentar la dependencia de los pobres, a través del bono y de los servicios de salud y educación. Otro presidente, se habría dedicado a cambiar las relaciones de acumulación para que el pueblo tenga los recursos para darse su propia educación y salud, y no tenga que esperar la caridad del Estado ni de nadie. Hoy tiene más centros pero tiene que seguir humillándose al levantarse enfermo a la madrugada para coger el turno, pero, si así no tuviera que hacerlo la mayor humillación es seguir siendo dependiente. Esa es la mayor pobreza, que la Izquierda paternalista no acaba de entender que el cambio y el “poder popular” solo será posible cuando no dependa ni de lo privado ni lo estatal sino de sí mismo en forma comunitaria. Lo que ha hecho este gobierno egocéntrico es ampliar la dependencia para que hayan más esclavos que estén extendiendo la mano. Correa habrá disminuido la pobreza y extrema-pobreza, pero ha aumentado considerablemente la dependencia con un pueblo que no puede valerse por sí mismo sino que depende de las burocracias.
Todo esto obedece a su visión emblematista, que cree que se transforma algo haciendo grandes elefantes a los que acuden siervos pidiendo una dádiva. Que diferente hubiera sido que se motive y apoye la construcción de miles de centros comunitarios de producción en las que el pueblo organizado sea su propio dueño y pueda darse su propia educación y salud, eso sería realmente revolucionario. Con unos pocos hospitales del Estado para casos graves y costosos, pero la mayoría creado por el pueblo para que sea el autor y actor de sus transformaciones. Y así en todos los ámbitos productivos y sociales, para que realmente el “poder social” esté en el pueblo y no en la majestad de un solo individuo.
Que placer habrá sentido de decir: hágase esto, créese aquello, muévase acá, termínese eso; pero lo que jamás disfruto fue decir: entrego esto a las comunidades organizadas para que se hagan cargo de esto, entrego este poder a la sociedad civil para que tomen las decisiones que todos quieran. Por el contrario, piramidalizó todo en su ego, él estaba solitario en la punta de la pirámide y todo el país en los escaños inferiores. Pero ahora resulta que ya no está en la cúspide máxima y a pesar de que seguirá arriba, va a seguir intentando mandar o influenciar a través de distintos personajes, para que en última instancia se sigan haciendo sus caprichos. Siendo eso es lo que vamos a ver, si Moreno puede poner su impronta o si Correa seguirá en el poder a pesar de todo.


domingo, 7 de mayo de 2017

LO CONTRA-SISTEMA Y LO ANTI-SISTEMA


Tanto Derechas como Izquierdas aspiran a integrarse al primer mundo, al que consideran el modelo, referente y meta para todos los pueblos del mundo. Sin embargo, no todos han caído en esta tentación, incluso el mayor rechazo se da al interior del mismo primer mundo, por aquellos que están decepcionados y desencantados de tanta artificialidad y frivolidad. Y que por el contrario, han comenzado a posar sus ojos en los “pueblos primeros” del denominado tercer y cuarto mundo, en quienes ven una alter-nativa ante su mundo consumista y anoréxico.
Ahí están ecologistas, ambientalistas, espirituales del nuevo tiempo, terapeutas holísticos, artistas de la nueva era, bio-constructores, defensores de los animales, vegetarianos, veganos, gestores del hábitat, economistas de la restitución, comerciantes “equitables”, etc. Todos los cuales se inspiran en las “primeras naciones” para enarbolar nuevos principios y/o recuperar antiguos[1] acoplándolos a los nuevos tiempos y a las nuevas tecnologías.
Han comprendido que la situación del cambio climático es apremiante pues, ya no solo se trata de acabar con la pobreza -como plantea la Izquierda-, sino principalmente de una acción contra la concentración y la acumulación de la riqueza que en su gran mayoría depreda y contamina. Lo que implica cambiar las nociones de pobreza y de riqueza, para comprender que la más grande pobreza es la que destruye la naturaleza no-humana, es decir, la vida.
Esto significa comprender que el asunto central no está en la economía o la materialidad, sino en el tipo de relación que se tiene con la naturaleza no-humana. Ahí es donde se juega el futuro de la humanidad, entre una relación mercantil y cosificadora, y por otro, una relación vital, integral, armónica. Cuando cambie esta conciencia o filosofía de vida, cambiará la economía, la política, la salud, la administración, etc. Y no al revés, creyendo que el problema es económico y que al resolver aquello se resolverá todo lo demás. Esa fue la razón de la derrota y del fracaso del “socialismo real”, pero la Izquierda sigue sin comprenderlo, especialmente los “socialistas del siglo 21”.
O como dice Ramón Grosfoguel[2]: “… en los paradigmas de la economía política se asume que lo más importante es el tema del sistema interestatal global y la división internacional del trabajo, articulado ambos a la acumulación de capital a escala global y se asume que si se resuelve eso pues se resuelve lo demás. El problema es que ese es el paradigma que se usó en el socialismo del siglo XX y fracasó. Fracasó porque el problema es que no estamos hablando de un sistema económico, es decir, no vivimos en un sistema económico, vivimos en una civilización que tiene como uno de sus componentes un sistema económico, pero ese sistema económico está atravesado por una multiplicidad de jerarquías de poder que no se agotan en la economía. (..). El problema con el socialismo del siglo XX es que entendía que resolviendo lo económico se resolvía lo demás y el problema es que no solamente no resolvieron lo demás sino que no resolvieron lo económico, porque si tú te organizas o luchas contra el capital reproduciendo racismo, sexismo, eurocentrismo, cristianocentrismo, cartesianismo y todos los problemas de esta civilización, se termina corrompiendo la lucha contra el capital que fue lo que pasó con el socialismo del siglo XX que terminó siendo capitalismo de Estado e incluso la construcción de un imperio, en este caso del imperio soviético, que practica un imperialismo hacia su periferia y terminó corrompiéndose en un capitalismo de Estado que termino al final con los obreros levantándose contra el supuesto Estado obrero. (…) Yo rehúso seguir hablando de “capitalismo global”, “sistema-mundo capitalista” o “modo de producción capitalista”. Esto nos remite a la lógica economicista de que el problema sistémico es uno económico fundamentalmente.”
Para la Indianidad no se trata de primero de luchar por la “toma del poder” para desde ahí acabar con la pobreza, sino de ir replanteando la conciencia y relación con la naturaleza no-humana, y a la par ir reconstruyendo un nuevo/antiguo sistema desde las bases y en la vida cotidiana (ecoaldeas). Acciones para disputar políticamente los espacios de máxima dirección del Estado y de la sociedad a través de cuestionar al pensamiento oficial, pero principalmente de ir generando nuevas formas y estilos de vida para que actúen como referentes y ejemplos de que si es posible un nuevo mundo.
En ese ámbito, son fundamentales las formas ancestrales comunitarias o aldeanas, como las nuevas que van emergiendo en forma de cooperativas, asociaciones, colectivos. Nos referimos a aquellas organizaciones dentro de una matriz alternativa y holística (ecoaldeas), y no las que reproducen lo mismo a través del “capitalismo verde” (comunidades cristianas, kibutz, etc.).
De otra parte, las denominadas economías populares (antes llamadas informales) que son modelos no-capitalistas o que su interés máximo no es la rentabilidad ni la excelencia del capital, van poco a poco siendo sido formalizadas a pretexto de eficiencia empresarial. Esa la táctica de la Derecha, y la ingenuidad de la Izquierda que no se da cuenta que la cooptación o asimilación es la forma moderna de integración al sistema oficial, para así evitar que sean espacios de ejercicio de otro estilo de acción económica y por ende de pensamiento y de vida.
Cuando lo que hay que hacer es cambiar las lógicas que han sido hechas por el paradigma del capital empresarial y que niega la existencia de otras formas económicas, de organización, de acción social, y finalmente de modo de vida. En este camino se inscribe lo que ahora llaman los gobiernos “progresistas” como “economía popular y solidaria”, pero que a la final entran en la dinámica del capitalismo como pequeños emprendimientos, todo lo cual afianza el capitalismo antes que lo disminuye. En vez de fortalecer las formas de economía natural de las naciones primeras, lo que se hace es formalizarlas en la economía global. Se integran a la economía capitalista, con lo cual cambian su concepción y sentido de la vida, y de esa manera desaparecen sus formas propias. Éste el neocolonialismo, empujado ahora también por la Izquierda occidentalizada.
Entonces, no solo se trata de luchar por otro sistema que elimine las clases sociales y cambie la propiedad sobre los medios de producción, sino que ésta será posible si se elimina la visión utilitarista de la naturaleza y cosificadora de la vida. Saliendo de una relación instrumental y usufructuaria[3], por una relación de reciprocidad y de organicidad biótica será efectivo y real el cambio. Seguir en la misma actitud, a pretexto de pobreza o de disminución de la brecha entre ricos y pobres, solo logrará afianzar a la economía capitalista y a la civilización antropocéntrica o contra natura, que tendrán más mano de obra calificada y un mayor consumo.  
Esto implica actuar en varios frentes. Por un lado, en una acción “contra-sistema” o al interior de lo oficial a un nivel político-económico reivindicativo, y como “anti-sistema” o fuera del Estado a través de una reapropiación de territorios y de naturalización de formas aldeanas de vida. Para que ello sea posible, hay que ir recreando pequeños gobiernos, tanto en las ecoaldeas modernas como en las antiguas de las “naciones primeras”, para que se conviertan de alguna manera en pequeños Estados dentro del Gran Estado.
Por tanto, la disputa principal no está en los congresos, alcaldías y demás instituciones de la democracia occidental, aunque es necesario hacerla. Lo fundamental es fomentar e impulsar formas de organización asociativa, consolidando a las ya existentes e impulsando nuevas especialmente para la gente urbana. Reconstruyendo la vida común y corriente, lo demás viene por añadidura, es decir, de “abajo hacia arriba”. Éste el principio fundamental que debe guiar y que hay que aplicárselo a todo: cómo actuar de abajo hacia arriba. El mayor esfuerzo, dedicación, tiempo, recursos, debe estar destinado a este propósito de construcción del “poder social”, pues ahora se lo destina exclusivamente a lo reivindicativo o electoral que no ha dado mayores resultados.
Ahí es donde se deben ir gestando los embriones de la nueva humanidad, para de esta manera se cumplan los propósitos de recrear la “nueva sociedad”. Mientras esto no comprenda la Izquierda y parte del “movimiento indígena”, no pasará nada profundo como hasta ahora. Esto quiere decir, que lo primero que hay que hacer es resolverlo en la vida privada o personal de cada uno, para luego impulsarlo a nivel macro. En los discursos se habla de sostenibilidad pero se sigue viviendo como pequeño-burgueses. Así, lo único es que se seguirá soñando con una revolución etérea sin que se pueda hacerla efectiva en la vida diaria. Sin ser capaces de vivir el “nuevo mundo”, para que la palabra salga de la vivencia propia y no de las teorías del “hombre nuevo”. La revolución es aquí y ahora, en la vida diaria y concreta, lo demás es pura masturbación mental. La Izquierda no se cansa de masturbarse, sin que puedan vivir aquí y ahora el mundo que desean y promulgan. Pasan su vida luchando por la “patria nueva”, y se mueren gritando como machos alfa “socialismo o muerte”, sin que hayan llegado a conocer y vivir el “nuevo sistema” en su casa y con su familia.
Por ello, el fracaso de los socialistas del siglo 20 y 21 que llegaron al poder y no supieron cómo construir la “nueva sociedad”. Empezaron a improvisar y a experimentar, lo que les llevó a que sean absorbidos por la civilización y la economía capitalista, construyendo un capitalismo de Estado o modernizando el capitalismo, nada más. Quién no vive como predica, solo tiene la capacidad de criticar lo viejo y es incapaz de crear algo nuevo, por lo que a la final se hunde junto con lo caduco y obsoleto que dice que quiere cambiar.




[1] “Los pueblos andinos que desde hace tres décadas han invadido las universidades regionales del Ande en un gran esfuerzo de ‘reconquistar el espacio cultural’, perdido en el proceso de colonización, han demostrado mediante estudios e investigaciones como de PRATEC en Perú, que efectivamente existe una tecnología andina, una tecnología sui géneris, una tecnología basada en el discurso del pensamiento seminal, como dijera Rodolfo Kusch, una tecnología bi-dimensional empírico simbólica, una tecnología que apoyada en sus rituales de producción fue capaz de hacer producir el Ande más y mejor que la tecnología racional-científica, alógena. Este auto-descubrimiento de los investigadores indígenas andinos sólo fue posible por la crítica radical al método académico con que antropólogos clásicos desesperadamente trataban comprobar la exclusiva cientificidad de sus monografías. J. Van Kessel, Dos conferencias en Antropología Andina, IECTA – CIDSA, Iquique-Puno 1997.
[2] Entrevista Periódico Diagonal, 1-4-2013
[3] “Durante el tiempo de reforma a través de ciudadanización no se ha transformado el modo de relación con la naturaleza generado por la emergencia del capitalismo, que es parte de la cultura moderna. Esto consiste en concebir una separación entre sociedad y naturaleza y pensar el desarrollo como la generación de capacidades y conocimientos que permitan el dominio de la naturaleza, en particular orientada a un aumento de las ganancias. La principal alternativa global al capitalismo, que fue el socialismo, tampoco implicó una revisión del modo industrialista e instrumental de relación con la naturaleza. El socialismo fue también un modo de desarrollo moderno.” Luis Tapia, El tiempo histórico del desarrollo en el libro Alternativas al capitalismo colonialismo del siglo XXI