martes, 18 de septiembre de 2012

PROCESO HISTORICO DEL VITALISMO



El vitalismo es tan antiguo como el ser humano mismo. Las visiones primordiales, ancestrales, naturales del mundo entero, por miles de años y hasta hace unos 2000 años del comienzo exhaustivo y pormenorizado de la domesticación civilizatoria, hablan de la existencia de un poder, fuerza o energía que envuelve a toda la creación y a cada uno de sus elementos. Todos ellos le dieron diferentes nombres y características de acuerdo a su nivel de comprensión y de profundidad, así le llamaron alma, impulso vital, arjé, physis, cuerpo energético, hasta los modernos: fuerza vital (Claude Bernard), fuerza dominante (Johannes Reinke), entelequia (Hans Driesch). Entendieron que lo orgánico o corporal estaba sostenido por lo inorgánico o invisible, y que lo orgánico o físico era finito, al contrario de la infinitud de lo inorgánico o espiritual. 

Esta percepción de la vida sería severamente cuestionada de una y otra forma. Empezó desde ciertos elementos o aristas y en un proceso paulatino y perentorio se fue consolidando su ataque hasta casi aniquilarlo, pero desde sus cenizas ha vuelto a renacer. Comienzan básicamente los griegos clásicos (Sócrates, Platón, Aristóteles), quienes apuntan con el argumento de que todas ellas son nociones irracionales, ilógicas, salvajes, bárbaras… Y el tránsito posterior será simplemente un “pie de página a Platón” hasta el día de hoy, en el que se han ampliado los calificativos peyorativos a las culturas vitalistas de toda la Tierra (incluida la misma Europa), acusándolas de deducciones anticientíficas, obsoletas, atrasadas, subdesarrolladas, subjetivas, etc., etc. Pero al mismo tiempo se advierte actualmente el fin (diciembre 2012-calendario maya) de las teorías racionalistas, mecanicistas, reductivistas… con el renacer del vitalismo, del biocentrismo, de la quántica, de la relatividad, etc.

Mecanización del hombre.

La pregunta básica que comenzó a dividir a los griegos, es si la vida es producto de un dios (idealismo-creacionismo) o de la materia en sí mismo (materialismo), pues hasta hace 2500 años se entendía que la materia y la no-materia eran producto de la vida y que ésta era la complementariedad de lo físico y lo espiritual (vitalismo). Pregunta que desde aquella época ha divido a los seres humanos hasta el día de hoy, para centrarse en dos corrientes fundamentales disonantes la una de la otra: el vitalismo y el mecanicismo. Aunque de ellas han surgido varias otras, pero en el fondo se adscriben a una de éstas, sin embargo de algunos intentos de mixtura por ciertos autores.

El proceso de cuestionamiento al vitalismo, de su división posterior y del surgimiento del mecanicismo, empieza con el cuestionamiento de si existe vida después de la muerte, de si el alma supervive, de si hay algo más allá o más acá, etc. Esto quiere decir, que el vitalismo es muy antiguo y con una larga vida, y que el mecanicismo es subsecuente del vitalismo y con tan solo 2500 años de existencia. Es en Grecia dónde surge el mecanicismo con la escuela CNIDO y en contrapartida a la Escuela COS de carácter vitalista. Las cuales se inscriben en dos posiciones: la una que defiende las creencias ancestrales de la fuerza vital, y la otra que la cuestiona y que inaugura lo que luego se llamaría la época del modernismo, vigente hasta este momento.
El más importante teórico del vitalismo en la época de inflexión de la Grecia vitalista a la Grecia racionalista es Hipócrates (460 -350 A.C.), quién fuera el creador de la escuela COS. Él dijo por primera vez: no existen las enfermedades sino los enfermos, reflejando de esta manera la unidad indivisible o totalidad que es el ser humano: "Todo consiente, todo concurre, todo conspira conjuntamente en el cuerpo". Pero no se estancaba en el hombre como un ser autónomo y aislado, sino que lo extendía a su entorno y entendiendo que estaba inmerso dentro de un mundo y que recibía la influencia y demarcación de la naturaleza: "No se puede separar al individuo de su entorno cósmico ya que él mismo sufre las influencias meteorológicas, climatológicas, raciales y sociales".

En otras palabras, se tenía por aceptado por todas las culturas del mundo que todo cuanto existía tenía vida, que no existen seres inertes y seres vivos, a como se pasó a creer en toda la etapa civilizatoria o mecanicista. Teoría ésta que viene siendo desvirtuada por la moderna ciencia de punta que en última instancia está diciendo lo que anotaba el primordial vitalismo: de que todo está con vida. De aquí viene el concepto de vitalismo, del latín vitalis que quiere decir “con vida”. Y por otro lado, de que no existe la muerte en sí mismo sino que la muerte es el paso a otra forma de vida. Es decir, que todo tiene vida y que la vida no muere solo se transforma. A partir de esta generalidad, los griegos clásicos comenzaron a profundizar y elucubran diferentes teorías. Así por ejemplo, se lanzó la teoría de que el alma estaba constituida por partículas que flotaban en el aire. Teoría que se le ha atribuido a la época arcaica del pitagorismo, la cual creía que las unidades tenían extensión espacial (corporalismo). 


Posteriormente, Santo Tomás de Aquino (1225-1274) sostenía que el alma se une al cuerpo en una forma totalmente indivisible. Entre los dos ejercen la operación característica de "el entendimiento". El alma no ocupa espacio ni se puede medir por lo tanto es virtual, el cuerpo ocupa espacio que se puede medir. La energía no ocupa espacio pero se puede medir, por lo tanto es una fuerza intermedia entre el alma y el cuerpo. El cuerpo es orgánico, material e inanimado. El alma le da la vida, pero no actúa directamente en el cuerpo sino a través de sus emanaciones, potencias, vires o fuerzas. Estas últimas son en una palabra lo que hoy llamamos energía vital. La energía que emana del alma proviene de la transformación de los alimentos y de la energía solar. El alma actúa a través de sus emanaciones energéticas, pero no las crea, sólo las obtiene por la transformación de la materia.

Y después, tenemos una serie de personajes que se inscriben más ó menos cerca del vitalismo primigenio o primordial, llegando en algunos casos a la religiozación (no: espiritualización) y por otro lado la secularización de cada una de esas visiones. Siendo desde esta última dónde surgirá el mecanicismo, con sus soportes: el racionalismo, el materialismo, el reduccionismo, que toman boga y gobiernan todos estos últimos 20 siglos. Es decir, el fanatismo religioso sucumbirá al vitalismo espiritual al darle una connotación dogmática al alma o energía de vida, transformándola en una entidad creada por un Dios Absoluto y separada de la vida común. En ese momento ya no es vitalismo espiritual sino religiosidad, la misma que posteriormente combatirá al vitalismo bajo el argumento de idolatría y paganismo hasta su consumación con la consolidación de las religiones monoteístas: judaísmo, islamismo y cristianismo (mecanicismo creacionista). 

A partir de aquí se produce la ruptura clara entre el vitalismo y por otro lado el mecanicismo con sus dos vertientes: la creacionista y la materialista. Estas dos últimas teorías contradictorias entre sí pero dentro de la misma fuente germinadora, en el sentido de que la vida no tiene existencia por sí misma sino que obedece al poder de un Dios o de la materia misma. Teorías que se irán fortificando y subdividiendo en nuevas ramas, y que no paran hasta nuestros días. Desde ahí presentándose como contrapuestas: idealismo y materialismo, cuando son dos ramas complementarias de la misma raíz. 

Siendo el asunto central de discusión, si el espíritu, la energía, el cuerpo, la mente, las emociones existen y si son elementos diferentes y separados. Esto ha sido fundamental especialmente para la medicina, la física y la filosofía, pues a partir de ello han surgido medicinas alopáticas-científicas-orgánicas y por otro las homeopáticas-integrativas-energéticas. En el caso de la física, entre teorías mecanicistas con sus máximos representantes Newton y Descartes, y las teorías relativistas-quánticas con sus más claros exponentes Einstein y Planck. Y a su vez dentro de la filosofía, con teorías reductivistas, racionalistas, separatistas (civilización monarquiteísta) y las visiones sistémicas, totales, holísticas (culturas integrales).

Neo-vitalismos.

Sin embargo, el vitalismo también ha ido teniendo varios matices, que en algunos casos ya no se puede hablar de vitalismo en sí mismo e incluso podríamos hablar de antivitalismo en los casos dónde hay gran influencia del mecanicismo, especialmente el materialista. En todo caso, se reclaman como vitalistas desde los griegos clásicos: Pitágoras, Hipócrates, Heráclito, Paracelso, pasando por Maimónides, Santo Tomás de Aquino, Tomás Sydenham, Medicus, hasta las últimas generaciones como Von Haller, Barthez, Claude Bernard, Nietzche, Schopenhauer, Ortega y Gasset, Serge de la Ferriere, Charles Henry, Spengler, Klages,  Dilthey, etc. 

Cabe anotar, que también se ha utilizado el término vitalismo para designar a aquellas corrientes que cuestionan el severo enfrascamiento dentro de la racionalidad: el evolucionismo espiritualista e interiorista de Bergson, la filosofía de la acción de Blondel, el anti-racionalismo trágico de Unamuno, el nihilismo de Nietzsche. De este último, lo más interesante de su pensamiento es la denuncia del totalitarismo de la civilización occidental y de su racionalismo enemigo de la vida. Nietzsche dice que Sócrates es el primer gran falsificador que otorgó primacía a la racionalidad al constreñir en una forma artificiosa la inagotable originalidad creadora de la vida. La racionalidad es siempre un camino parcial y derivado que da forma (principio "apolíneo") a algo que ella no crea, una fuerza "organizadora" que nunca es creadora. 

La vida, en cambio, es constante creación e innovación (principio "dionisíaco") que desborda constantemente cualquier organización sin ninguna meta ni finalidad. El predominio de la razón es una "fábula" que ha inventado un mundo ideal ficticio, en nombre del cual se quiere juzgar y someter a la indomable imprevisibilidad de la vida. En todo este camino la racionalidad ha intentado dominar a la vida creadora pero lo único que ha conseguido es transformarse en un parásito de la fuerza vital y en último caso ha fosilizado su propia existencia. Paulatinamente ese mundo ilusorio e ideal va dejando ver sus entrañas de artificialidad que van carcomiendo todas sus estructuras y desmoronando todo su claustro. 

La racionalidad se apuntaló en su prepotencia física para combatir en primera instancia (hace 5000 años) a la mujer y a todas las diosas, por considerarlas débiles, frágiles, románticas, irreales… Para en base a ello ir desatando toda su furia contra todo lo femenino: naturaleza, sexualidad, corporalidad, sensibilidad, etc. E invirtiendo todo ello con el argumento de una moral, la que se convertirá en la piedra angular en torno a la cual se irá construyendo toda la sociedad mecanicista o civilización monista en desmedro de las culturas multidimensionales. Esa fuerza moral antinatural necesitó para su apuntalamiento de una compleja estructura: la metafísica platónica, el cristianismo, y la ciencia moderna newtoniana-cartesiana, como intentos subrepticios por apuntalar ese mundo moral artificioso.

El animismo 

Al vitalismo también se le ha asociado con el animismo. Postura que surge en la ciudad alemana de Halle a través de Georg Ernst Stahl, un médico nacido en 1659. Stahl tuvo muchos seguidores, tanto en Alemania como en el resto de Europa, pero especialmente en Francia con la llamada "Escuela de Montpellier". Aquí fue donde a fines del siglo XVIII el "animismo" de Stahl cambió de nombre pero con el mismo espíritu bajo el impacto de las ideas de Paul Joseph Bartez, y que fueron rebautizadas como "vitalismo". Barthez murió a principios del siglo XIX (en 1806), dejando las bases de lo que algunos llamarían: el “vitalismo científico”. Dentro de este vitalismo hay dos grupos genéricos: los stahlianos y los barthesianos. La diferencia principal entre los representantes de cada uno de ellos es muy simple: la relación del "ánima" o "principio vital" con la divinidad, casi siempre ligada a la posibilidad de alcanzar la vida eterna. Para Stahl, el "ánima" tiene su origen y su destino en la divinidad; para Barthez, el "principio vital" se extingue con la muerte del individuo. 

Son posturas que más se acercan al mecanicismo idealista que al vitalismo primordial, y solo circunscribiéndose al principio vital como elemento central. Sin embargo vale destacar sus pleitos con el mecanicismo y el positivismo, junto con su contienda con el reduccionismo materialista. Dentro del “vitalismo científico” el más claro representante considerado es Hans Driesch, quién critica al mecanicismo materialista que propugna la reductibilidad de lo vivo a simples procesos físico-químicos de la materia inerte. Él postula la existencia necesaria de un principio vital ajeno a la materia y que explicaría los complicados fenómenos de lo viviente. 

En lo estrictamente filosófico y que es lo que propiamente se llama vitalismo o filosofía de la vida, ésta básicamente propende a alejarse de las “intromisiones científicas” sobre todo de las físicas taxativas, remarcando el carácter diferenciado de las realidades vitales y que no pueden tener un tratamiento exclusivamente matemático. También hay que resaltar en este vitalismo la reacción contra el racionalismo exagerado que supuso el idealismo alemán posterior a Kant, exaltando: a. La vida como realidad radical, b.  Ontológicamente, la vida es lo sustancial del hombre, c. Gnoseológicamente, conocer la realidad prescindiendo del razonamiento y utilizando la vivencia, la intuición que simpatiza con lo que quiere conocer (más que razonar sobre las cosas hay que tener experiencias vitales de ellas o con ellas), d. Axiológicamente (filosofía de los valores) no hay otro criterio para jerarquizar los valores que determinan qué es lo bueno y qué es lo malo, más que la vida misma. 

En definitiva el vitalismo contemporáneo adquiere nuevas dimensiones pero mantiene una gran diferencia con el vitalismo primordial que entendía la realidad como proceso, tal como propugnaba Heráclito. En todo caso vale resaltar el cuestionamiento al concepto tradicional de razón, como abstracta, especulativa o científica, para considerarla como vital. 

Medicina Vitalista y Medicina Mecanicista

Es en el ámbito de la biología y de la medicina dónde se ha expresado con mayor claridad esta disyuntiva: Maimónides (1135-1204), señalaba: "Es más importante saber qué enfermo tiene la enfermedad, qué enfermedad tiene el enfermo, porque no se está enfermo porque se tenga una enfermedad sino que se tiene una enfermedad porque se está enfermo"
Charles Henry, que también ha considerado este problema, dice que la vida puede ser considerada como el resultado de un equilibrio entre fuerzas gravitantes o materiales, fuerzas bio-síquicas y fuerzas electromagnéticas. Estas fuerzas que él designa bajo el nombre de resonadores son susceptibles de aportar nuevas luces, no solo en el problema de la vida, sino también en el de la supervivencia.

Y últimamente tenemos a las medicinas alternativas, complementarias e integrativas, quienes fundan sus bases en la existencia de la Fuerza o Energía Vital, concepto nacido de la Filosofía Vitalista que hoy es más comprensible a luz de los desarrollos de la Física termodinámica, de la neurociencia y de la psicología transpersonal, de los últimos veinte años.

En el caso contrario de la medicina mecanicista CNIDO, si bien tiene sus orígenes en la Grecia antigua, nadie defendió y describió este concepto mejor que Galeno. El concepto básico de esta escuela, es que la unidad anatómica y fisiológica de todo ser vivo es la célula, las cuales se reúnen entre ellas para conformar órganos, aparatos y sistemas que funcionan en forma autónoma, a través de un sistema de reacciones fisico-químicas muy complejas. A su vez, los fenómenos psíquicos son epifenómenos de los procesos físico-químicos de la materia. Si un órgano se perturba, éste es un hecho local que debe ser asistido de la misma manera. La enfermedad es un hecho pasivo. Posteriormente el principal defensor de este principio es Augusto Comte, creador del Positivismo, movimiento filosófico que afirma: sólo se admite aquello que pueda ser demostrado por las leyes de la observación. Este principio es el que rige en la actualidad, y así se enseña en las facultades de Medicina de todo el planeta.

En síntesis para el mecanicismo la vida nace en la materia misma. La vida se reduce a procesos físico-químicos fuera de los cuales no existe otro principio que rija la formación de los organismos. La anatomía expresa la razón de la función. El hombre es un conjunto de órganos, reunidos en aparatos y sistemas cuyos funcionamientos se relacionan entre sí. En cambio, para el vitalismo y como ha venido a confirmar cada vez más las ciencias de la tierra, quánticas y relativistas, la vida es la que ha creado todo, la vida es la fuerza germinadora y dinamizadora de todo cuanto existe y todo cuanto cambia. El poder de la vida está en cada una de sus partes u órganos, las cuales son indivisibles y totales. El principio vital es la conciencia que permite la continuidad y la preservación de la vida, la cual tiene como constante el de presentarse dentro de otras formas luego de períodos largos de estabilidad. Siendo ese el misterio de la vida, el de recrearse una y otra vez dentro de miles de formas posibles.

El vitalismo tetraléctico.

El vitalismo tendría actualmente como propósito el de limpiarse de toda afectación mecanicista, especialmente de lo dialéctico de tipo idealista o positivista para que realmente sea vitalismo. Para ello deberá inscribirse principalmente dentro del marco tetraléctico, que no solo cuestiona al racionalismo, el mecanicismo, el reduccionismo y el materialismo, sino que destrona a la civilización como tal y retoma los principio de la cultura como proyecto recreativo, en la que el ser humano participa tan solo como un elemento recreador de la vida y no creador mecanicista, evolucionista o desarrollista de la vida. 

Además cuestiona el patriarcalismo, el etnocentrismo, el antropocentrismo, en conjunción con todo el ecocidio, ginocidio, etnicidio que no habían sido considerados mayormente por los postulados pos-socráticos hasta nuestros días. Es decir, no es suficiente criticar al racionalismo por sí mismo sino a toda su raíz vivencial, epistemológica y ontológica. Es ahí el asunto central que permite una ruptura profunda y clara con todo el paradigma mecanicista y principalmente con el monismo o dialéctica de la occidentalidad. En este sentido, consideramos que el punto de quiebre está entre la dialéctica y la tetraléctica, que genera dos mundos: un mundo unidimensional y un mundo multidimensional. Ahí es dónde consideramos el asunto básico que separa y divide a dos tipos de conciencias, de mundos, de ciencias, de realidades.

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