Para
contrarrestar la violencia de muchos varones contra las mujeres y la familia en
general, se han creado los juzgados de violencia con los cuales el Estado
intenta frenar la violencia. Pero irónicamente se utilizan otras formas de
violencia contra los agresores en la supuesta idea de eliminar la violencia
contra las agredidas, pero lo único que consiguen es acrecentar otras formas de
violencia, a nivel de la pareja, del núcleo familiar de ambas partes, de la
comunidad y de la sociedad en su conjunto. Ellos actúan con violencia y el
sistema les castiga con otro tipo de violencia, o dicho de otra forma, para
pretender eliminar la violencia se aplica otra violencia. Lo que implica que el
círculo de la violencia jamás se termina, como históricamente se ha visto en
que el sistema de represión a la violencia sigue manteniéndose e incluso reproduciendo
la violencia en general.
Esto quiere
decir que la violencia es un asunto sistémico o que viene de un sistema que la
genera o la recrea, la violencia no existe per
se sino que proviene o es parte de un sistema que resulta violento y que
genera lo mismo. En otras palabras, la violencia genera violencia y esta
violencia es sistémica, lo que implica que para terminar o disminuir la
violencia hay que cambiar el sistema que la engendra. Por tanto, la violencia
no es un asunto de la naturaleza del ser humano sino del sistema en el cual se
desenvuelve y le forma.
El sistema
represivo[1] no lo
entiende así y actúa aisladamente y sectorialmente contra el individuo y la
acción en sí mismo. Todo lo cual ha conducido a diferentes expresiones en las
diferentes partes constitutivas del sistema en su conjunto. Así, la visión religiosa
de lucha del bien contra el mal, filosóficamente conocida como lucha de
contrarios, políticamente como la democracia de las mayorías contra las
minorías, o económicamente como la competencia o el libre mercado. Etc.
Efectivamente
los juzgados de violencia contra la mujer utilizan formas y estructuras patriarcales
de justicia, y no matriciales o matrísticas para actuar hacia esa violencia. Resulta
paradójico que las mujeres, especialmente las juezas y algunas declaradas
feministas, apliquen códigos patriarcales para intentar frenar la violencia
contra ellas. El mismo que no ha tenido resultados favorables ya que la
violencia continua a pesar de ello, pues pasa de lo físico a lo afectivo o
emocional a través de rechazos, resentimientos, recriminaciones (tú me metiste
preso), etc. Además que siempre el asunto es de ambos lados, no hay uno bueno y
otro malo sino la corresponsabilidad.
En este
sentido, no se puede cambiar algo desde los mismos presupuestos que la originan
sino desde otros totalmente diferentes (Einstein). Por lo tanto, las penas de
cárcel[2] o de
privación de la libertad para todo tipo de juicios (intrafamiliar, penal,
alimentos, tránsito, etc.) resulta la violencia judicial de un sistema violento
en su naturaleza propia. Los sentenciados por una violencia judicial no sanan
la violencia adquirida en su camino de vida sino que la acrecientan, pues no
acuden a centros de rehabilitación[3] o de
recuperación sino de recriminalización[4].
Entonces,
estamos hablando de un sistema político y judicial violento, que mas bien hunde
al sentenciado, llegando al extremo de sancionarlos de por vida cuando su hoja
de vida queda manchada y no pueden encontrar trabajo porque todos los empleadores le piden su historial policial,
o quienes tenían trabajo la pierden el momento de que van a prisión. Lo que
implica que el mismo sistema les conmina o les induce a seguir en la violencia.
Sin que nadie puede salir de la violencia cíclica, ni la sociedad ni los
victimarios, la sociedad que busca defenderse mediante la violencia judicial y
los victimarios con una sociedad que les segrega no solo judicialmente sino
económica y políticamente. Sistema de violencia judicial y victimarios las dos
caras de la misma moneda, que son las expresiones del sistema de la violencia
en el cual conviven[5].
Esto quiere
decir, que el sistema violento existe y se mantiene por la violencia
constitutiva del mismo. Reproduce lo que ha sido estructurado, por lo que el
mismo no puede auto destruirse. Lo que implica le necesidad de cambiar el
sistema y no la violencia en sí mismo. Irse
contra el sistema de violencia es irse en contra de ese ejercicio de la
violencia y por ende la posibilidad real de frenarla. Consecuentemente no se
trata de enfrentar o combatir a la violencia sino de armonizar el sistema
social en su conjunto, pues toda forma de resolución en favor de uno, lo que
hace es reproducir lo mismo. Dos fuerzas no se eliminan sino que se equilibran
y cuando no hay eso, hay el sometimiento de una por la otra, la cual buscará
salir de ese estado.
Hay un sistema
que vive de la violencia y si desaparece la violencia desaparecería la fuente
engendradora, por lo que no le interesa que ésta verdaderamente se termine. Lo
que quiere decir que es solo un discurso la lucha contra la violencia, siendo
el propósito real el someter a aquellos que quieren cambiar el sistema que
privilegia a unos sobre otros. Es la trampa para que haya siempre quienes ejerzan
el poder y quienes la cumplan, quienes por un lado sean los beneficiados y por otro los
sostenedores de ese sistema.
En otras
palabras, el sistema tiene que crear la escasez para pervivir, se crea
ficticiamente un problema cuando hay la necesidad de acumular más poder o
dinero, para que así el sistema se consolide. Por ejemplo, se provoca la guerra
para que se vean obligados a comprar armas y así salir de ese estancamiento económico
cuando no hay consumo de armas. Etc. Entonces, salir de la violencia implica
salir del sistema jurídico-político-económico que la constituye y la mantiene.
Lo que implica otro juego, con otras reglas y dentro de otra cancha.
Cuál es ese
sistema violento? El capitalismo con una carga fundante y estructurada de tipo
patriarcal, civilizacionista, logocrática, materialista y antropocentrista. Es la
configuración de este sistema vertical, hegemónico y disciplinario el que
genera la violencia, la pobreza, la explotación, la guerra, el irrespeto, y
toda forma de sumisión y discriminación. Por ende resulta absurdo que se quiera
eliminar la violencia contra la mujer con violencia judicial-político-económica,
es como lavarse con agua sucia y querer estar limpio, querer sanarse con más
enfermedad, salir del odio con más odio. De ahí, que también resulta
incomprensible aquellas ideas económico-políticas en el mismo sentido, de
querer salir del extractivismo con más extractivismo, o salir del capitalismo
con más capitalismo, o querer salir de la dependencia colonial con más
dependencia epistémica y académica hacia las universidades e instituciones
colonialistas-imperialistas, etc.
Todo esto
implica otro sistema, y que no es tan solo mejorar los centros de
rehabilitación o las formas de sanciones, sino el sistema completo en sí mismo[6]. Para
ello, sirven de ejemplo y de modelo los sistemas matriciales, indígenas o de la
alteridad, que funcionan horizontalmente y comunitariamente, y cuyo propósito
es asumir corresponsable y complementariamente con el conflicto dado. No asume
una posición de exterioridad ni de superioridad a través de los jueces sino de integralidad
y de introspección por toda la comunidad, para así relativizar a todo el
conjunto y no segregarlo o separarlo a ciertos estamentos. Por ende tiene una
visión holística y relacional de ejercicio total del fenómeno para buscar
armonizarlo o reequilibrarlo.
No le interesa
la sentencia o el juzgamiento en sí mismo sino un tratamiento sistémico u
orgánico para hacer un proceso de autoconocimiento que conduzca a un nivel de
conciencia más profundo entre todos los miembros conformantes del sistema. Por
lo tanto, jamás recurriría a la cárcel o a sistemas de tortura física y
psicológica para ajustar algo que está desorientado, sino que busca realizar
actos concretos y directos para que se vuelva a ordenar, y si fuere imposible la
restitución el compensarlo de otra forma. Por ejemplo, a la muerte de una
persona el retribuir económicamente a los hijos huérfanos como lo habría hecho
el padre si siguiera vivo. Sin ser perfecto ni ideal este sistema, es un
sistema que guarda un cierto equilibrio, o que en todo caso es más aceptable
que el sistema ordinario de justicia del sistema eurocéntrico impuesto al mundo
entero.
Todo lo cual
implica otras nociones y valores sobre la pobreza, la economía, la producción,
la naturaleza, la vida en general. Lo que se hace urgente es otra filosofía de
vida para salir verdaderamente de la violencia, si realmente queremos
desterrarla. Y que no es la paz[7] como
antítesis de la violencia, sino la armonía y el equilibrio entre fuerzas
opuestas y complementarias. Así lo entiende lo matricial y es así como funciona
la naturaleza, o las leyes de la física y de la química que gobiernan y hacen
esta vida.
Atahualpa
Oviedo Freire
[1] “En el Ecuador -desde su época republicana- se han promulgado cinco
Códigos Penales (1837, 1872, 1889, 1906 y 1938). La legislación penal vigente
es una codificación más y tiene una fuerte influencia del Código italiano de
1930 (conocido como “Código Rocco”), argentino de 1922, belga de 1867 y -este a
su vez- del francés de 1810 (“Código Napoleónico”). En suma, tenemos un Código
de hace dos siglos con la influencia” trágica del siglo XX, que es la Ley penal
del fascismo italiano.” COIP: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
[2] No existe control judicial sobre las condiciones carcelarias, las
sentencias no se cumplen efectivamente y la administración ha estado a cargo de
un órgano poco técnico y con inmensas facultades discrecionales. Si a esto se suman
las condiciones carcelarias, que son deplorables, la falta de estadísticas
confiables, la ausencia de registros y la forma arbitraria de establecer
sanciones al interior de los centros, se concluye que es urgente realizar una
reforma creativa, integral y coherente en el resto del sistema penal.
[3] Técnicamente no se puede rehabilitar a una persona que nunca ha sido
“habilitada”, ni reinsertarla en una sociedad que tampoco es ideal para la
reinserción. Además, el sistema funciona solo si cuenta con la voluntad de las
personas condenadas. Esto ha generado, en definitiva, espacios propicios para
la violencia y la corrupción. COIP: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
[4] “Ellas recibían visitas los martes y jueves y no tenían contacto con
los otros privados de libertad. Esos días, Huepera Tocari, hermano de uno de
los internos, decía que se trataba de un acto inhumano. “Waorani no ha conocido
este tipo de cárcel. Mi hermano está mal. Dice, aquí no hay cómo mover”. “Los
siete waorani pasan todo el día en una celda, mientras los demás detenidos se
pasean en los patios”, denunciaba esos días Andrés Acaro, abogado de los
indígenas. “Les sacan a caminar solo una hora al día, pero dentro del
pabellón”. Después fueron llevados a Orellana.” EL COMERCIO 16-09-2014
[5] El derecho penal tiene, aparentemente, una doble función
contradictoria frente a los derechos de las personas. Por un lado, protege
derechos y, por otro, los restringe. Desde la perspectiva de las víctimas, los
protege cuando alguno ha sido gravemente lesionado. Desde la persona que se
encuentra en conflicto con la ley penal, puede restringir excepcionalmente sus
derechos, cuando una persona vulnera los derechos de otras y justifica la
aplicación de una sanción. Por ello, el derecho penal debe determinar los
límites para no caer en la venganza privada, ni en la impunidad. COIP:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
[6] Mientras viajaban conversaban que su vida cambió tras dejar su entorno
y vivir en una cárcel, en donde comían arroz, carne de res, chancho, pollo y
camarón. “Es difícil acostumbrarse a estas comidas y al principio nos dolía el
estómago. También nos daba diarrea”, recordaba Tague C., de 55 años. Sus oídos
tienen grandes perforaciones que lo identifican -según la cultura Waorani- como
el mejor cazador y guerrero de su etnia. A Ricardo N. le daba nostalgia la
caza, la pesca, la agricultura y su casa construida con hojas de árboles, que
tiene piso de tierra. “En la mita tenía un fogón para cocinar. Yo extraño ese
calor”, decía….También, estaban preocupados porque habían perdido sus fuerzas.
“No es lo mismo la comida de la selva que la de la ciudad. Nuestros músculos
están débiles, las pantorrillas flacas, siento que nuestra sangre no fluye con
la misma vitalidad”, contaba Tague C. junto a Ricardo N. EL COMERCIO, 17-09-14
[7] El sistema penal tiene que llegar al término medio para evitar que en
la sociedad se toleren injusticias y procurar que exista algo parecido a la paz
social en el combate a la delincuencia. COIP: EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
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