“No estamos en una revolución plena que
trastoque las estructuras
en la magnitud que quisiéramos.” Ximena Ponce, Alianza País
Rafael Correa llegó al poder con un discurso que criticaba
al pasado del Ecuador, especialmente lo que él denominó la “partidocracia” y siguiendo
el lema de la “larga y triste noche neoliberal”. Pasado que prometía eliminarlo,
inaugurando un nuevo estilo de hacer política y con el compromiso de realizar
una “revolución ciudadana”. Los errores del pasado le sirvieron para
encumbrarse y le han seguido valiendo para mantenerse en el poder, en medio de
la agotada consigna de que no volverá el “viejo país”
.
Su gobierno no se fundamenta principalmente en los méritos
propios sino en los deméritos de los otros, al cual acude reiteradamente con su
linchamiento mediático
cada vez que tiene que ganar legitimidad y asidero dentro del pueblo. De ahí la
tan repetida frase “prohibido olvidar”, que ha calado en cierta parte de la
población y que algunos la repiten mecánicamente. A través de la cual, exacerba
el miedo en la gente ante el peligro de “volver al pasado”, coreando
insistentemente la frase: “el pasado no volverá”
.
Todo lo cual, se resume últimamente en la frase “la restauración conservadora”,
con la que pretende ganar tiempo y espacio para recuperarse, pues buena parte
de la población ya no cree en sus “mentiras compulsivas”. Derecha que acecha perversamente
con volver y de la cual hay que huir como que fuera el diablo. En otras
palabras, los buenos y angelitos son los correistas y los malos y perversos son
todos los demás, incluidas el indianismo y la “izquierda radical”
“que es el partido más conservador de este país porque se opone a todo". En
definitiva, nadie sirve, el único que “ama a la Patria con infinito amor” y
sabe lo que quiere el pueblo, es Rafael Correa y su harén de “mentes lúcidas”.
El correismo en la biopolítica del capitalismo se ha valido del
marketing y de la publicidad “burguesas” para intentar controlar y disciplinar a
la sociedad y a los individuos, remachando insistentemente una serie de eslóganes
que penetran en la conciencia de la gente y que como flashes se encargan de
sublimar al redentor que ha venido a salvarles del pasado pecaminoso. De esta
manera pretende lograr que los cerebros se autoregulen y se autodisciplinen, para
que se convenzan de que la "patria ya es de todos". La misma que solo
es posible en la línea directriz del que sabe cómo “avanzar a la excelencia”, sin
que nadie pueda osar en opinar diferente y peor hagan sombra a su poder
omnímodo. Por ejemplo, a los tres años del gobierno de Correa su grupo de
confianza y de “corazones ardientes” se redujo a unos pocos fieles, los cuales
pasan o se reciclan por diferentes instancias de poder, pasando de un lado a
otro para aparentar cambios o refrescar las direcciones, pero todos ellos son
ciegos obsecuentes en el cumplimiento de lo que ordena la autoridad. Muchos de
ellos son jóvenes de alrededor 36
años con maestrías en las mejores universidades del capitalismo colonial
y que repiten como eco el mismo discurso del jefe mayor, hasta en la forma cómo
él habla y que da la dimensión de que no tienen personalidad propia. Siendo esto
lo que más le interesa a Correa, de que nadie tenga “agendas propias” pues la
única agenda es la del “Presidente”, como le tratan sus discípulos y en un tono
de siervos del rey. Todos aquellos que han discrepado, hoy están fuera y en la oposición.
No es su presente ni su ejercicio gubernamental lo que
principalmente le avala, pues hoy Correa es consciente de que la población ya
no lo valora tanto como al principio de su gestión en que envalentonado se
enfrentaba hasta con el FMI y el BM, sino el terrible peligro de que regrese el
tenebroso y lúgubre neoliberalismo. Lo que implica para el pueblo elegir, entre
el “menos malo conocido que el bueno por conocer”, muy típico en la manera de
actuar de la sociedad ecuatoriana que en muchas ocasiones ha elegido el “mal
menor”. Por lo que si sigue Rafael Correa en el poder y es reelegido será
porque es el mal menor, es decir, será la “mediocridad” y no la “excelencia
”
de su gobierno lo que le permitirá seguir imponiendo su revolución gatopardista
o epidérmica que deja intactas las estructuras, especialmente las económicas.
Lo que quiere decir que la “revolución ciudadana” ha sido el acto de
institucionalización
del capitalismo luego del quiebre provocado por las políticas nocturnas neoliberales.
Sin embargo una parte del pueblo ya ha despertado de la noche correista y están
claros de que tan solo se ha pasado de la noche neoliberal al albor neoliberal,
a pesar del terrorismo comunicacional (nuevo país, patria nueva,
revolucionario, socialista) lanzado por esta moderna monocracia o nanocracia.
LA NOCHE NEOLIBERAL Y EL DIA NEOLIBERAL
El neoliberalismo en la época de la “partidocracia” actuó oscurantistamente
y ahora en la época de la nanocracia está en su etapa luminosa. Los unos
actuaron en la apología de la centralización
del mercado y embadurnados en el fanatismo de la derecha salvadora (“gran
burguesía”), y el otro se ha dejado ver en toda su magnificencia y meritocracia
acumulativa del capital y envuelto
dentro de un manto milagroso de izquierda (“mediana y pequeño burguesía”). Esto
es, los dos lados de la misma medalla.
Los movimientos sociales e indígenas habían combatido
arduamente las políticas neoliberales, las mismas que le permitieron a Rafael Correa
tener la puerta abierta para que pueda encumbrarse al poder. La acción estuvo
enmarcada en rechazar todas las formas económicas entreguistas del “capitalismo
salvaje” al gran capital a través del denominado “libre mercado” y la
consecuente desmantelación del Estado. De estas dos situaciones, el correismo ha
continuado con su acción en favor de la matriz de acumulación del capital y solo
recuperando al Estado con algunas políticas para “salir de la pobreza”. Lo que
significa entregar más y mejor mano de obra a los poderes económicos
establecidos históricamente, y convertir al Estado en facilitador del mercado mundial
a través de construir grandes obras de infraestructura y de medios de
comunicación que necesitan el gran capital para expoliar al máximo lo que
demanda el consumismo del primer mundo. Ha cambiado el modelo de libre mercado
por uno de economía centralizada y planificada para el mercado, es decir, para
unos y otros es el mercado lo que les interesa en última instancia. A pesar de que
Correa en sus discursos diga que el ser humano está sobre el mercado cuando en
la práctica sigue el capital sobre el trabajo, llegándose a los niveles más
altos de acumulación como nunca antes se había dado en toda la época
republicana del Ecuador.
Esto quiere decir que estamos frente a dos modelos de
concentración y acumulación: el uno privatiza la economía y entrega al mercado
liberal la distribución del ingreso, que en el caso del trabajador solo le
permite reproducir su fuerza de trabajo; y el otro dirige la economía desde el
Estado y entrega al mismo mercado liberal la redistribución de la privatización:
del trabajo para los empleados y del capital para los patronos. De los dos, el más
“eficiente y cálido” es el modelo correista de “capitalismo verde” que ha logrado
mayor crecimiento económico y por ende mayor acumulación en ciertas familias, y
a las que de boca para afuera crítica a algunas de ellas. De ahí que los
empresarios están muy felices con el gobierno de Correa (igual en los demás
gobiernos progresistas
),
aunque un poco molestos con sus formas autoritarias y sus políticas
paternalistas, por lo que quieren recuperar el timón del gobierno. Hemos pasado
de la dominación del “Estado empresarial” en el neoliberalismo noctámbulo a la
dominación del “patrón Estado” en el neoliberalismo luminario, pero ambos al
servicio del “gran capital”, directa o indirectamente, esa es la diferencia
básica.
Se ha recuperado el Estado y se ha disminuido la pobreza,
pero al mismo tiempo las estructuras sociales del capitalismo se han restaurado
y el sistema se ha modernizado, lo que implica la vigorización de la
dependencia y de la explotación
.
Dependencia valorizada por Correa en el mismo mandato de Aristóteles, quien
decía que era obligatorio de que unos sirvan a otros, o unos debajo de otros,
tal como su gobierno excesivamente vertical, jerarquizado y centralizado
(monopolismo de Estado). Se ha recuperado el Estado con formas asistencialistas
(bono de desarrollo) y con obras benéficas sociales (educación, salud), pero al
mismo tiempo se ha acentuado el sistema de represión y de disciplinamiento de aquellos
sectores que le llevaron al poder a Rafael Correa, como de toda la sociedad en
su conjunto. Lo que implica que el correismo ha sido el proyecto de ordenamiento
y de estructuración del capitalismo competitivo.
El gobierno en su afán de protagonismo y de aceptación en el
pueblo, resalta sus obras “emblemáticas” (educación y salud, inversión para
lograr la esperada soberanía energética en 2016); pero toda obra está en
función de las estructuras o se canalizan en el nivel de expresión económica en
la que cada sector participa en el juego sistémico. Por ejemplo las “lindas”
carreteras, puertos, aeropuertos, vías acuáticas, etc., están hechos o tienen
como principal propósito servir al saqueo rápido y eficaz de los recursos
naturales (extractivismo), y lo demás es subsidiario o es concomitantemente a
lo primero. Es decir, estas obras le son útiles en primer orden al gran
capital, especialmente trasnacional que esta ávido de recursos naturales para
saciar su voraz apetito consumista y de la que es cómplice el “progresismo” y
el derechismo en el poder en toda América Latina
a través de los TLCs
.
Al pueblo, le sirven estas “obras inteligentes” básicamente para ilusionarse
con el “bonito país” -cuyos dueños son unas pocas familias-, y para
esperanzarse de que sus ingresos aumenten un poco más. Lo cual podría suceder y
hasta duplicarse sus ingresos en un 100 %, esto es, que el salario mínimo pase
a 680 dólares, lo cual les permitiría reproducir su fuerza laboral de mejor
manera pero seguirían “condenados” de por vida y por varias generaciones a seguir
siendo la mano de obra para enriquecimiento mayoritario de otros (capital
privado-individual o estatal al servicio del poder económico) y no de sí mismos
(comunitarismo). Por tanto, si no se cambian las estructuras toda obra irá en
beneficio principal del poder económico reinante y un pequeño porcentaje para
el trabajador, que ve mejorar sus ingresos pero su dependencia sigue intocable,
y mas por el contrario se aumenta con el motivado consumismo publicitario de
por medio que termina por convertirlo en autodependiente y autoexplotado
.
Lo que significa que el correismo se ha dedicado a administrar adecuadamente el
capitalismo, fortaleciendo la mano de obra con “mejor salario, educación y
salud”, para que trabajen más eficientemente y aumenten la producción nacional,
es decir, acrecienten el ingreso económico de los grupos de poder instituidos.
RESISTENCIA AL NEO-NEOLIBERALISMO O POSNEOLIBERALISMO
Todo esto condujo a que los movimientos populares
organizados históricamente y que habían combatido a las dictaduras y a todos
los gobiernos precedentes, continuaran su resistencia al neoliberalismo en un
nuevo nivel o estadio aunque disfrazado de antineoliberal. En esta nueva fase, se
pasó de un Estado abierto al neoliberalismo a un neoliberalismo de Estado
disciplinario, como en la época más dura del neoliberalismo disciplinario de
Margaret Thatcher
que trataba a los sindicatos como “el enemigo interior”
y les combatía de forma agresiva
bajo el argumento de “mafia politizada”. Correa
ha retomado eso y argumenta lo mismo que decía la “dama de hierro”, quién
también señalaba que los sindicatos estaban en contra del desarrollo de Gran
Bretaña
,
y ahora los movimientos populares del Ecuador en contra de la “Patria” de
Correa.
Movimientos de resistencia popular que han recibido como contestación
la misma respuesta que la diera Tatcher, a través de su criminalización por
medio de un Estado que tiene “las manos en la justicia”
,
totalmente autoritario y que impone sus verdades a rajatabla. Los supuestos
“terroristas” son doble y hasta triplemente sentenciados: primero, mediante ridiculización
pública a través de los medios comunicación
,
luego por el poder judicial que se hace eco de lo que señala el jefe en la
sabatina, posteriormente por la sociedad que linchada mediáticamente por el
régimen reproduce lo mismo, y finalmente –en algunos casos- hasta por su propia
familia y amigos. Cada uno de ellos cumple el deber de sancionarlos ejemplarizadoramente,
con el propósito de que otros no se atrevan a seguir los mismos pasos. Tal como
lo hacían los primeros conquistadores que les descuartizaban públicamente a los
indígenas o les lanzaban perros para que los coman vivos. Los modernos
conquistadores los descuartizan judicialmente y les lanzan perros para que
muerdan a los manifestantes
.
Del colonialismo al neocolonialismo.
DE LA DEBACLE CONSERVADORA A LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA
En concreto, tanto neoliberales oscuros como neoliberales diurnos
han puesto en marcha el mismo sistema con dos modelos diferentes, pero ambos
basados en el extractivismo, el productivismo, el economicismo, etc., y que ha significado
que el capital esté en su mejor época, como lo reconoce el mismo gobierno a
través del Ministro de Producción Richard Espinosa: “Este es el mejor momento
de la economía del país”
.
Es decir, de la economía del 10% de dueños del 90% de la riqueza del país, ese
10 % está más fuerte que nunca. Por ende se han restaurado las estructuras de
poder por parte de los “capitalistas sociales” luego de que los “capitalistas
salvajes” le pusieran en jaque al capitalismo. En otras palabras, la
“restauración conservadora” se ha cumplido a cabalidad por la izquierda luego
de la debacle conservadora llevada a cabo por la derecha. Ya está aquí desde
hace 8 años, en la que los ricos han ganado como nunca lo habían hecho en toda
la historia del país
.
¿No es verdad, señor Patricio Rivera, Ministro de Coordinación Económica?, como
Ud. bien dice: “Por eso es importante recordar. Quien no conoce la historia
está condenado a repetirla”.
Políticas económicas que no tienen mayor diferencia con lo
que hacen gobiernos derechistas, Santos
en Colombia u Ollanta Humala en Perú
,
quienes también han disminuido la pobreza en esos países, como también han acortado
la brecha entre ricos y pobres
.
Incluso Santos y en su turno el ex presidente peruano Alan García
han logrado mayores índices que Correa
y sin ningún discurso de izquierda, pues saben que eso no lleva a ningún
socialismo sino a pulir el capitalismo. Es más, el mismo FMI
,
el Banco Mundial y las Naciones Unidas
han propugnado la necesidad de “disminuir la pobreza”, pues son conscientes de
que así se reajusta el sistema y no se crean focos de desestabilización con
gente hambrienta. Entonces, la única diferencia entre los derechistas burgueses
y los progresistas pequeños burgueses, es que los unos son abiertos y claros,
pues los otros engañan con un discurso izquierdista. Discurso publicitario que
confunde a una buena parte de la población, incluso a unos pocos intelectuales
extranjeros que todavía le aplauden a la “revolución ciudadana”
.
Lo que vemos, es que en el fondo se progresó el
neoliberalismo aunque superficialmente y retóricamente se le maquilló con
ciertas obras sociales, pero que en última instancia favorecen al gran capital.
Proceso éste al que algunos intelectuales le denominan posneoliberalismo
o la profundización del neoliberalismo desde otras formas, desde el Estado
centralizado y con un sistema judicial disciplinatorio. La “falta de seguridad
jurídica” que reclamaba el capital ahora está bien resguardada y embobinada,
con un sistema de justicia también centralizado que se encarga de velar porque
el Estado autocrático precautele la marcha rebosante del capitalismo
.
Se cohíbe taumaturgamente a la derecha, pero principalmente se reprime a la “izquierda
infantil” y al indianismo, bajo el argumento de vandalismo y de rebelión contra
los “tirapiedras que se oponen siempre a todo” y de que no quieren aprovechar
de que “no podemos ser mendigos debajo de un saco de oro”.
En resumen, todas las políticas correistas han estado en
función de la matriz de acumulación y concentración del capital (saco de oro).
Incluidos los hospitales, escuelas, carreteras, etc. que en última instancia
fortifican la mano de obra para que sirvan de mejor manera a la reproducción
del capital, por más que se diga en el discurso que en la “revolución ciudadana”
está primero el trabajo, lo cual solo convence a un pueblo políticamente analfabeto
y a una izquierda gatoparda cómplice de la “restauración conservadora”. Por
ejemplo, los nocheros neoliberales introdujeron la tercerización con el
propósito de expoliar al máximo a los trabajadores y ampliar exorbitantemente
sus ganancias. Cuando simplemente había que hacer lo que han hecho los luceros
del neoliberalismo, una serie de políticas integrales para que el capitalismo
como tal se ordene y se institucionalice, con ello eliminando la tercerización
que desgasta al trabajador por un sistema que con un “salario justo o digno” le
convierte en mano de obra ágil y eficiente para la multiplicación del capital. Ésta,
la revolución (léase restauración) capitalista del siglo XXI.
EL ALA DERECHA DE LA IZQUIERDA
Según señala el mismo gobierno
,
actualmente (septiembre 2014) circula en la economía nacional 37.000 millones
de dólares, lo cual es efectivamente un nivel altísimo en toda la historia del
Ecuador, pero lo que no dice es que la mayoría de esos millones de dólares está
en manos de unos pocos empresarios. Por ello, solo resalta exageradamente la “disminución de la pobreza”, con lo cual
logra manipular la conciencia del pueblo. Siendo comprensible de que se deje
influenciar pero que es inconcebible para una izquierda neodesarrollista que
sigue creyendo en una revolución cosmética y de la que esperan “profundizar” y
“radicalizar” en una segunda etapa. Pero para ello tendrán que desmontar
justamente todo lo que ha hecho Correa afinando al sistema capitalista, pues si
solo pasan a nacionalizaciones o estatizaciones del gran capital, lo único que
lograrán es un capitalismo de Estado, siendo esto lo máximo que ha conseguido
esta izquierda en todo el mundo, es decir, más de lo mismo. Eso no aprende ni
entiende esta izquierda epidérmica que apoya al correismo, que espera que ahora
si se empiece una “revolución de la revolución”, y si no se da, aspiren pescar
a rio revuelto esperando que algún día Correa se vaya del poder para luego
montarse sobre él. Típico oportunismo de esta izquierda latinoamericana
en toda su historia.
Consecuentemente, no hay ninguna revolución estructural sino
tan solo intra-sistémica que deja intacta las relaciones sociales, aunque se
haya disminuido la brecha entre ricos y pobres. La misma asambleísta de Alianza
País, Ximena Ponce, lo reconoce: “No estamos en una revolución plena que
trastoque las estructuras en la magnitud que quisiéramos.”
Y la pregunta que surge es: por qué no quieren, o quiénes deben querer, o
cuando van a querer. ¿No hay esa “revolución plena” por culpa del indianismo y
de las otras izquierdas infantiles? Entonces, “progresistas del nuevo
socialismo” ¿hasta cuándo van a seguir escabulléndose en el oscuro pasado
neoliberal si su claridad neoliberal los delata? ¿En dónde queda su discurso de
revolución, socialismo, época de cambio, etc.?
René Ramírez
,
uno de los ideólogos de la revolución ciudadana señaló hace un año que aquel
era el momento para empezar la verdadera revolución pero hasta ahora no empieza,
ni empezará cuando se han dedicado todo este tiempo a la restauración
conservadora del capital
,
o si lo desean, ya es tarde para que ellos la empujen. En definitiva lo que
tenemos, parafraseando al filósofo coreano Byung-Chun Han, es que esta
izquierda maquilladora ha llevado al capitalismo a su plenitud en el momento en
que el socialismo se vende como mercancía. El socialismo como mercancía: esto es
el fin de la revolución.