Siempre habíamos votado nulo, pues
jamás pusimos nuestra esperanza en los partidos de la derecha, por lo que nunca
nos decepcionaron ya que no esperábamos algo de ellos. Y además porque no
creíamos (ni creemos) en la democracia de 10 horas, en la que el pueblo tiene
el poder menos de la mitad de un día y luego la pierde entregándosela a un solo
individuo, a un único personaje que hace lo que le da la gana a nombre de
todos. Eso no es democracia, es dictadura maquillada.
Las izquierdas también siempre nos
desencantaron, y los únicos que nos motivaban y nos daban esperanzas eran los
“indios”, pero los “indios” bien “indios”, no los “indios” mestizados, y peor
los “indios” blanqueados que son todo lo contrario a los “indios” profundos.
Muchos de los cuales se encuentran en el denominado “movimiento indígena”
-especialmente el cristiano- que es la mayor vergüenza para lo “indio”.
Sin embargo, una de las decepciones más
grandes que hemos tenido en toda nuestra vida, ha sido el correismo y en
general los autodenominados “socialistas del siglo 21”. Ingenuamente nos dejamos convencer por
Rafael Correa, quién aparecía como la posibilidad real de dar un gran cambio,
de alguien que podía sentar las bases para un nuevo Ecuador que tanto habíamos
soñado. Fueron tantas las expectativas que luego la decepción fue asimismo tan
grande.
Son de ese tipo de decepciones, de las que se ama y se confía tanto en
alguien pero que luego resulta que todo eso fue solo una imaginación, un deseo,
una ilusión. Por primera vez entregábamos nuestra confianza a alguien, pero inmediatamente
llegó la traición. Y eso duele, duele haber depositado en alguien la
esperanza y luego ver que todo fue un engaño, una mentira, de que estábamos
ante uno más de los politiqueros de siempre.
Duele y enseña, no se puede entregar la
vida de uno a nadie, cada cual debe ser responsable de su propia vida. Si bien,
eso ya lo habíamos comprendido y actuábamos así, creíamos que era un proceso
conjunto y decidimos entregar nuestro voto. Nadie en todos los movimientos
sociales y de izquierda que le apoyaban, podían imaginar que en ese
aparentemente joven desconocido y agraciado había en el fondo un ególatra y un
autócrata. Rápidamente fue despachando a todos, hasta quedar solito como nuevo
rey republicano con su séquito de adláteres. Por él, era todo y gracias a él,
todo era.
Este individuo manejó el presupuesto
nacional como que era el dueño de todo ello, creyéndose que era el único que
podía disponer del dinero de más de 14 millones de ecuatorianos. En
realidad todos los presidentes lo han hecho así, pero este llegó al clímax.
Ningún presidente manejó tanto dinero en toda la historia del Ecuador y lo
despilfarró tan descaradamente. No se sabe exactamente cuánto fue el ingreso
total -por la falta de transparencia de este gobierno-, pero unos dicen
hasta 260.000 millones de dólares, y obviamente el gobierno se baja lo que más
puede y dice 180.000 millones de dólares. Digamos que son 200.000 millones, más
los 40.000 millones de la deuda pública, son 240.000 millones los que él ha
tenido en sus solas “manos limpias”.
Según Correa, ha invertido en obras
públicas 87.000 millones de dólares. Si le creemos que es así, esto significa
casi la tercera parte de los fondos públicos. Y qué ha pasado con las dos
terceras partes. Correa dirá en gasto corriente, pago a funcionarios públicos y
cuestiones administrativas. Es decir, 153.000 millones de dólares en dinero
físico han ido a parar en unas cuantas personas, especialmente en sus amigos
nombrados como funcionarios públicos y sus empresas paralelas, como en los
empresarios avispados que le rendían culto. Cómo. A través de grandes sueldos,
viáticos, reconocimientos, y particularmente jugosos contratos.
En concreto, los 240.000 millones de
dólares les hizo más ricos a un grupo de empresarios capitalistas nacionales e
internacionales que “nunca han ganado tanto”, como lo dijo el propio Correa en
el enlace 431. Y la otra parte, terminó en los “nuevos ricos”, esto es, en su
círculo de confianza. Por lo que ahora se siente muy contento de que hay más
grupos monopólicos en el Ecuador y ya no son pocos como habían antes. Su gran
obra: los ricos terminaron más ricos y los pobres un poco menos pobres. Y eso
es lo más concreto, antes que eufemísticamente decir que disminuyó la brecha
entre ricos y pobres, cuando en realidad disminuyó solo en relación a los
ingresos pero la brecha de la riqueza aumentó.
Es verdad, que con 87.000 millones de
dólares invertidos se pueden observar muchas obras en estos 10 años, pero,
cuántas obras más se hubieran podido haber hecho invirtiendo otros 87.000
millones de dólares. Esa es la pregunta que pocos se hacen. El pueblo incauto,
ve esas obras y dice: “todos roban al menos éste ha hecho algo”. Pero el
problema es que no se han robado, legal o ilegalmente, legítima o
ilegítimamente, un 10% o 20%, se ha despilfarrado al menos 87.000 millones de
dólares, es decir, el equivalente al 100% de lo que dicen han invertido en
obra pública. Este es el robo más grande y descarado en toda la historia del
Ecuador, y eso deberá ser investigado y precisado con exactitud.
Para ellos es la “década ganada”, pero
para las grandes mayorías tan solo ha disminuido en algo su pobreza. Ese es el
logro y del cual se dan golpes de pecho, pero resulta que los gobiernos de
derecha de Colombia, Panamá y Perú, lo han hecho igual y hasta mejor en algunos
casos.
De los 87.000 millones cuánto es bien
invertido y sin sobreprecios. En realidad, muy poco. Correa se ufana de las
hidroeléctricas y dice que va a exportar electricidad a otros países, pero
resulta que eso mismo dicen en Colombia, Perú y Bolivia, pues todos ellos
tienen ese mismo propósito. Y cuando acaben sus proyectos, van a estar
peleándose por buscar mercados y les va a resultar muy difícil, por lo que
tendrán que bajar los costos ostensiblemente para siguiendo la “ley de la
competencia” lograr vender. Lo que significa que hay un desperdicio de
centrales hidroeléctricas, que debieron hacerse las suficientes para el consumo
interno. Y sin que hablemos de los sobreprecios.
De otra parte, Correa habla de energías
limpias, pero resulta que las centrales hidroeléctricas son de las que más
emiten gases de efecto invernadero. Los desechos naturales que se acumulan en
las centrales o piscinas de acumulación de agua, se descomponen y sueltan gases
en grandes cantidades, convirtiéndose las hidroeléctricas en una de las mayores
contaminadoras del planeta. A esto hay que añadir que día a día va disminuyendo
el agua dulce en el planeta, por lo que a futuro no habrá agua suficiente para
mover las turbinas, a más de las necesidades humanas. La ciudad de La
Paz-Bolivia ya está viviendo la experiencia más triste de su historia con 4
meses de racionamiento de agua y esto va por más tiempo. Por tanto, era de
haber invertido en paneles solares y en energía eólica. Otro fracaso más.
Correa vanagloria a sus carreteras,
como las mejores y más lindas de América Latina. Algo que impresiona al turista
y a los sectores acomodados, pero cuando se interna o se sale de las “bellas
carreteras” se encuentran con un país con pésimos o medianos caminos.
Hubiésemos preferido un país con autopistas más modestas y lo demás invertido
en mejorar los caminos vecinales. Pero, como el que gobierna es un ególatra,
hace obras faraónicas dignas de un emperador narcisista.
Aunque, lo más importante hubiese sido
que mucha de esa plata destinada a obras monumentalistas se inviertan en el
agro, de tal manera que las autopistas modestas estén transportando grandes
cantidades de productos orgánicos y agroecológicos que son muy apetecidos en el
mercado mundial. Eso hubiera sido una gran inversión, convertirle al Ecuador en
una potencia agrícola y no en potentes carreteras para presumir del inmenso
ego.
Otras de sus “obras emblemáticas” son
las escuelas y universidades del milenio, que también se inscriben entre los
grandes elefantes blancos. A construido 62 colegios y 4 universidades, con un
gran equipamiento y con la última tecnología. Pero, si el Ecuador hubiera
tenido un presidente prudente y mesurado, habría potenciado las ya existentes.
Ha abierto 66 nuevas instituciones, pero ha cerrado 1500 escuelas comunitarias.
Esa es la dimensión egolátrica del correato.
Pero lo más triste no está ahí, sino
que terminó con la única universidad en el Ecuador y en el mundo que era
totalmente diferente a las universidades tecnocráticas. Una “universidad
indígena” que era ejemplo y referente para nuevas y diferentes universidades en
el mundo. Y lo mismo podemos decir de las escuelas comunitarias, pobres en
estructura física pero muy ricas en enseñanza, con una educación para la vida y
no con una educación para la muerte que es lo que se enseña en los institutos
oficiales públicos y privados. Un gobierno popular hubiera invertido en mejorar
y ampliar esas escuelas indígenas, y en cambiar en los otros institutos la
educación bancaria –como diría Paulo Freire- a una educación vitalista. Correa
podía haber hecho 1000 institutos así, pero de qué sirven si se imparten la
misma educación enajenante, elitista, colonialista.
Este otro ejemplo de más plata botada o
desperdiciada. Y así podríamos seguir analizando el ego elefantiásico o
maximalista de Correa. Sus obras delatan o develan, quién fue Rafael “Narciso”
Correa. Y dentro de ellas, no podemos olvidar otra de sus obras más grandes,
que es la de haber defenestrado a la izquierda y reflotado al neoliberalismo.
Si bien la derecha se ha dividido en varios candidatos, todos ellos representan
una mayoría anti-izquierdista. El 70% de los ecuatorianos ahora están en contra
de las tesis de “izquierda”. Este otro gran “recuerdo” dejará Rafael Correa, el
de alguien que nos prometió una revolución pero lo que ha hecho es una
modernización y profundización del capitalismo y del estatismo, cargada de
autoritarismo y corrupción. Por ello, cómo no sentir tanta decepción y una
profunda tristeza.
En este sentido, nuestro segundo voto
afirmativo será contra la nueva derecha representada en el correato, pero
también contra la vieja derecha que ha manejado los destinos del Ecuador por
200 años, en última instancia en igual forma que Correa. Lamentablemente, lo
más probable es que la mayoría de la población votará por la derecha. Va a
pasar lo mismo que pasó con el actual alcalde de Quito Mauricio Rodas. El
pueblo no votará por Lasso sino en contra de Correa.
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