“La sociedad humana misma
advierte a la periferia como el centro de acción, porque ahí existe la
conectividad de las cosas, que han sido aisladas de manera sublimada por las
culturas predominantes”. Jaime Vargas Condori.
El intelectual marxista
de origen sloveno Slavoj Zizek, en su artículo “PIENSA LOCAL, ¡ACTÚA GLOBAL!”
señala lo siguiente, y que es lo medular en la fundamentación de su discurso,
como asimismo para darle título a su artículo: “En los años 60, el eslogan del incipiente movimiento ecologista era
¡Piensa global, actúa local!. Trump promete hacer exactamente lo contrario:
Piensa local, actúa global.”[1]
Cuando surgió este
axioma: “piensa global, actúa local” por un grupo de ecologistas de origen
europeo, fue cuestionado y rechazado por otros ecologistas e intelectuales,
principalmente de Sudamérica, que veían el carácter eurocéntrico y hegemónico
de aquel principio, pues el “piensa global” significaba que había un solo
pensamiento en el mundo o de que todos debían llegar a pensar de una sola
manera. Evidentemente, el pensamiento global o “pensamiento único” que debía
ser incorporado y asimilado por resto de la humanidad, era el de los
autodenominados: primer mundo, desarrollados, civilizados, europeos,
occidentales; ya que todos los demás eran tercermundistas, subdesarrollados,
atrasados, primitivos, inferiores. En definitiva, dicha frase representaba una
clara expresión homogeneizadora, monocultural, antropocéntrica, totalitaria.
Este cuestionamiento
llevó a pensar por cierta intelectualidad que más bien podría ser al revés: “piensa
local, actúa globalmente”. El “piensa local” significaba que en el mundo habían
varias formas de concebir la vida y de vivirla, de que había que partir de la
realidad cultural de cada pueblo, de que los procesos eran milenarios y
diferentes en cada región del planeta. El “piensa local” no podía quedarse en
un individualismo o un encerramiento para “actuar localmente”, sino que tenía
que haber un “actuar globalmente”. Ese era, acompañar o apoyar otros procesos
en otros lugares de fuera de lo local. Pensar desde su cultura o proceso
histórico, pero estableciendo relaciones con todos los pueblos en el mundo, en
la conciencia de que estamos en un solo mundo.
Pero, para las
racionalidades de las “naciones primeras” además no se trataba de un “pensar
individual” en cualquiera de las formas descritas anteriormente, sino de un “pensar
colectivo” pues nadie piensa ni existe por sí mismo sino a partir del otro, en
la conciencia de que en la interrelación o en el compartir se descubre a sí
mismo y descubre a los demás. Pero este “pensar colectivo” no se circunscribe
al “ser humanidad” sino al “ser natural” integral, el cual no solo es la materialidad
sino la espiritualidad que extraña. Por tanto, no solo es un pensar sino un
sentir, los cuales no están separados sino que están conectados en un “senti-pensar”
o un “pensi-siento”.
No solo el ser humano “piensisiente”
sino que en la vida todo es conciencia, habiendo tipos y dimensiones de la
conciencia de acuerdo a la posición geográfica y a la altitud de cada región.
Esta condición determina los procesos de cada sistema de vida en su relación
con ese espacio o ambiente particular, pero no solo con el mundo de
abajo-tierra sino con las fuerzas de arriba-estrellas. En lenguaje académico:
al humano integral no le interesa solo el texto sino el contexto y el subtexto.
Por lo que no hay separación o exclusión entre el pensar-actuar y lo
local-global, sino un conjunto integrado y armónico.
Siendo justamente éste el
conflicto de Zizek y del occidente en general, de que dichos conceptos o
principios siguen guardando una separación entre el pensar y el actuar, entre
lo local y lo global, entre lo individual y colectivo, entre el pensar y el
sentir, etc. Terminan siendo expresiones dualistas, por ende, eurocéntricas, ya
que siguen la misma lógica cartesiana del “pienso luego existo” o “existo luego
pienso”. Es decir, son parte y prolongación de la misma visión dicotómica de lo
que representa occidente o de cómo surgió la civilización, ya que antes de ello
no existía esta concepción de exclusión en ninguna parte del mundo. Lo que nos
da cuenta, que además hay un “pensar de inclusión” y un “pensar de exclusión”.
En la historia mundial,
solo lo que dio en llamarse “civilización occidental” procedió a dividir y
especializar a la vida, a la naturaleza, a lo sagrado, a la “realidad”; pues antes
de ello todos los pueblos del planeta la veían complementariamente. Concebían
la existencia de la diferencia y de la oposición, pero no de la fragmentación ni
de la separación, en la medida de que entendían que todo estaba
interrelacionado y de que todos dependían uno del otro. Siendo esta la divergencia
fundamental, que marca la distancia y la ruptura entre el “pensamiento
occidental” y el “pensisiento no-occidental”. Y a partir de ello dos
sistema-mundos totalmente diferentes y excluyentes uno del otro.
El “pensamiento de exclusión”
es el generador y el responsable de la actual situación de caos ambiental y
global. El desajuste a los ecosistemas y su desequilibrio, la ha originado una
manera de ser y de existir. La manera de concebir a la naturaleza y su relación
con ella, es la que ha provocado el cambio climático y todas sus secuelas. La cosificación
y mercantilización de la naturaleza, es el mayor acto de destrucción ambiental -por
ende humana- llevado a cabo por el occidentocentrismo. Caos que en nuestros
días ha llegado al clímax, con la posibilidad progresiva de que seamos la
generación que vea la desaparición de la especie humana o una buena parte de
ella, si es que no se cambia a tiempo con este pensamiento “contranatura” y se
retoma el sentido de vivir en el “continuo de la natura” o “continatura”. Ese el
dilema de la humanidad actual.
En este sentido, cuando
Zizek utiliza estas analogías como fuente argumentativa de su discurso y de cómo
las relaciona con Trump, deja ver otra parte de su euro-occidentocentrismo.
Así, en dicho artículo habla de América, pero América es solo EEUU. No
existimos los latinoamericanos y los indoamericanos. Los EEUU se apropiaron de
todo, hasta del nombre América y hay quienes la validan y la reconocen como tal.
En la práctica, para cierto “pensar globalmente” los centro y sudamericanos
seguimos siendo el “patio trasero” de EEUU. Referirse a los estadounidenses
como americanos, es una manera muy eurocéntrica de expresarse, con todo lo que
ello implica o envuelve.
Pero además significa que
él acepta y reconoce al pensamiento europeo como el centro de todo y que las
demás racionalidades o “pensisientos” son periféricos, es decir, menores. Zizek
es crítico de la dicotomía centro/periferia, pero como su mentalidad es
eurocéntrica no se interesa por conocer a cabalidad el pensamiento de la
alteridad y peor de experimentarla en un ser. Sigue en la lógica de externalidad
del fenómeno de estudio o de objeto de conocimiento. No sabe lo que es la
relación sujeto-sujeto (inclusión) y solo conoce la de sujeto/objeto
(exclusión).
En el fondo, él y toda la
intelectualidad siguen “pensando” y “actuando” centradamente, es decir, eurocéntricamente.
La periferia es básicamente un discurso para cuestionar la centralidad de los
países ricos y de la derecha occidental sobre los países pobres y la izquierda,
pero no para cuestionar verdaderamente el centrismo de todo occidente sobre el
resto del mundo. Y esto se debe, a que no se cuestiona al dualismo
centro/periferia desde el “pensisiento” o conciencia de “afuera” o de los “otros”,
sino desde el mismo pensamiento de “adentro”. Y eso también es eurocentrismo.
Algo muy típico en la
izquierda y en los marxistas. Dicen que luchan por los olvidados, los
ninguneados, los indios, los colonizados, pero lo hacen desde un pensamiento
externo a ellos. Los “otros” son objeto de conocimiento analizados desde la
externalidad y desde la lógica del pensamiento de exclusión o dialéctico.
El objetivo de las
izquierdas es construir el socialismo y luego el comunismo en todo el mundo. Teorías
éstas, provenientes o construidas en Europa. No les interesa que los “otros”
continúen o profundicen en sus procesos milenarios y autónomos. Por el
contrario, deben olvidarlos y lanzarse a hacer realidad las teorías y los
experimentos de la “clase más avanzada” y del “pensamiento más adelantado”. O, como
quizás diría Zizek: “seguid nuestro sueño de izquierda”.
Por ello, todo se
desenvuelve en la dialéctica eurocéntrica: derecha / izquierda, capitalismo /
socialismo, liberalismo / marxismo, idealismo / materialismo, episteme / doxa, etc.
Debiendo todos inscribirse en esas categorías, y si alguien se sale de ellas -las
izquierdas apuntan con el dedo y dicen-: “en el fondo es un derechista” o
alguien que le “hace juego a la derecha”. Y luego gritan como machos alfa: “patria
o muerte”, mientras en la alteridad se respira “matria y vida”. El eurocentrismo
se dedica a orar a su “Cristo muerto en la cruz”, a su “Dios ha muerto”, a la “filosofía
a muerto”, al “fin de la historia”, etc.; mientras en otros lares se dedican a
la fiesta, el ritual, la ensoñación, el homenaje a la vida. Lo cual nos da dos
mundos: uno vital y otro necrológico, uno animista y otro escatológico. Una
cultura de la vida y una civilización para la muerte.
No pueden ver más allá, de
ahí su miopía y anorexia. Y quién no responde a esta lógica eurocéntrica es
simplemente: atrasado, extremista, fundamentalista, o un retro-revolucionario
que quiere regresar al pasado, que no quiere desarrollarse y evolucionar. Típica
forma para desvalorizar y minimizar a quienes piensan diferente al “pensamiento
único” o “global”, de izquierda o de derecha.
El dualismo, la
dicotomía, la diastasis, la bifurcación, la dialéctica, etc., son para el
eurocentrismo las únicas teorías sociales válidas de análisis y de síntesis. La
“ley de la competencia” y de los “antagonismos sociales”, son las únicas
fuerzas y motores que permiten el progreso y el crecimiento de la humanidad, o
del “mundo civilizado” en palabras de Zizek. En suma, solo “la lucha de
contrarios” hace posible la vida y su evolución permanente. Y todo lo que salga
de ese molde, no es: académico, científico, serio, objetivo, verdadero.
En general, no conocen o
entienden qué es la “armonía de contrarios”. No pueden ver que la civilización
u occidente surge como substitución o reemplazo de este milenario y mundial
principio, por el de “lucha de contrarios”. Siendo esta la base ontológica del
sistema-mundo civilizatorio que en su cúspide de la modernidad gobierna a todos
y hace que todo funcione en esa proyección: guerras, conflictos, sufrimientos,
enfermedades, sequías, etc.
El objetivo de la derecha
es someter o superponerse al “otro” o “menor” o “inferior”, y de la izquierda
el de liberarlos o emanciparlos a partir de someter o dominar a los de arriba o
explotadores. En la lucha capitalista los de abajo deben sostener a los de
arriba, unos son los que dirigen y otros son los trabajadores. En la lucha
socialista, los de abajo deben pasar arriba y éstos deben ser desplazados hacia
abajo. Es lo que llaman la “democracia liberal” y la “dictadura del
proletariado” –respectivamente-, pero que a la final son dos maneras de sometimiento
o exclusión. Es decir, el sometimiento de unos contra otros, como práctica
indefinida de vida. Aunque Marx soñaba que un día los sometedores proletarios
convencerían a los sometidos burgueses de terminar con el Estado, el partido
único, y la democracia. Es decir, cuando todos se volverían comunistas y con
ello se terminaría para siempre la “lucha de clases”. Amén.
Por tanto, nos parece
equivocado el señalamiento de Zizek de que Trump “piensa local y actúa globalmente”.
Trump es super occidentocéntrico, piensa globalmente y actúa globalmente.
Piensa que EEUU debe dirigir el mundo, que debe seguir mandado a todos, y de
que no debe permitirse que sea desplazado como primera potencia mundial por la
China u otro.
Un antiinmigrante y
racista como Trump, quiere que en el mundo solo hayan “blancos”. Desprecia
profundamente a los negros, hispanos, árabes, indios, chinos, y todo cuanto
represente lo “no-blanco”. Trump piensa desde su ego y actúa en la búsqueda de
un mundo a su medida.
En este sentido, utilizar
una frase nacida y cuestionada en un contexto para reproducirla en otro, es más
de lo mismo y no una ruptura con la dicotomía cartesiana. Mucho más, al no
tomar en cuenta la racionalidad de la alteridad o conciencia de la otredad. A
los eurocéntricos, les interesa muy poco “descubrir” y “aprender” de los “otros”
de los “diferentes”, pues están convencidos que la alteridad es la izquierda.
Por eso Zizek llega a decir en el referido artículo: “La gran ironía es que los izquierdistas que durante tanto tiempo
criticaron a Rusia Unida por sus pretensiones de convertirse en el policía
global podrían acabar añorando los viejos tiempos en los que, con toda la
hipocresía que conllevaba, Estados Unidos imponía valores democráticos al resto
del mundo.”
Como básicamente conoce
Europa y “América” (EEUU), y solo tiene ciertas referencias de los demás
pueblos no-occidentales, Zizek también “piensa globalmente y actúa globalmente”.
De ahí, su “obligado” apoyo que ofreció a Hillary, ya que para él “América” es
el timón del mundo y lo que pase entre republicanos y demócratas es lo que
marca el destino de la humanidad.
Los occidentales son el
centro y ellos marcan el destino de todos, hasta del planeta mismo y muy pronto
del cosmos. Los demás países de fuera de occidente son la periferia de la
periferia, los cuales tienen como misión el seguir a la derecha o izquierda si
quieren salir de esa condición. Deben dejar de ser la alteridad para pasar a
ser izquierdas liberales o marxistas. Puro eurocentrismo.
Aunque esto para él es
una crítica absurda: “El eurocentrismo se
ha acabado, estoy harto de que ante cualquier cosa que pase, Europa tenga la
culpa”.[2] Zizek no entiende que la inmigración de ahora
y de ayer, de que los ataques que sufren por parte de los fundamentalistas…,
son el bumerán de lo que ellos hicieron cuando colonizaron el mundo. Los pobres
y los extremistas de fuera de occidente, han llegado a ello o son consecuencia
del proyecto occidentalocentrista o la globalización. Si ellos no hubieran
colonizado el mundo, habría alguien que quiera salir de esa situación? Si ahora
los chinos están colonizando el mundo, los occidentales no están temerosos de
perder su majestad de potencias? Si los chinos someten a los occidentales, no
se despertarán las ansias de descolonización y les regresará el bumerán a los
chinos?
Es cierto, el capitalismo
se ha vuelto global, pero el nacionalismo, el culturalismo y el centrismo
también. Pero el problema no solo es del capital y/o del nacionalismo-culturalismo-centrismo,
sino principalmente de una manera de concebir la “realidad”, entre los que han
roto con las leyes naturales a través de su pensar global, totalitario,
absolutista; y los que guardan respeto y comunión a través de la armonía y el
equilibrio complementario. Resolviéndose esto, se resuelve todo lo demás. Y no
al revés como cree el eurocentrismo y/o antropocentrismo de derecha e
izquierda.
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