Una crítica a Grosfoguel, Dussel y otros intelectuales
Por Atawallpa Oviedo Freire
yuyarina@yahoo.es
En el 2013
Leanne Betasamosake Simpson, una mujer indígena del pueblo Mississauga
Nishnaabeg de Canadá puso en escena el concepto de “extractivismo cognitivo”. El
cual ha sido revalorizado por algunos intelectuales bajo el nombre de “extractivismo
epistémico”, especialmente por Ramón Grosfoguel en su artículo: “Del
«extractivismo económico» al «extractivismo epistémico» y al «extractivismo
ontológico»: una forma destructiva de conocer, ser y estar en el mundo.
Las
palabras “extractivismo epistémico” son nuevas pero el concepto ya es antiguo,
así por ejemplo, hay quienes han hablado de colonialismo
interno o de anatopismo. Esta
última palabra quiere decir: interpolar conocimientos de fuera de una realidad
para leer e interpretar a otros pueblos, a fin de imponerles una concepción del
mundo desde la razón del dominador y hasta hacerlos aparecer como propio, bajo
el argumento de que es por “su bien” o “su progreso” o “su bienestar”. Es
decir, es una asimilación de lo otro o de la alteridad al sistema estatuido,
haciéndole perder su carácter propio y por ende su espíritu alternativo y
alterativo. A esto, hoy muchos lo llaman interculturalidad pero en realidad es
integrismo.
Al
respecto Grosfoguel dice -en el referido artículo-: “Este principio de
asimilación es epistemicida porque termina destruyendo los saberes y las
prácticas ancestrales. (…) Si el «ecologicidio» destruye la vida, el
«epistemicidio» y «existencialicidio» consiste en destruir los conocimientos y
formas de vida asociadas a los artefactos, saberes y «objetos» extraídos para
asimilarlos a la cultura y formas de ser y existencia capitalistas
occidentales.”
Pasemos a
ver ejemplos de extractivismo epistémico y a hacer comentarios de algunos
intelectuales, sin con ello dejar de desconocer su aporte valiosísimo, incluso
nuestra admiración a algunos que nos han enseñado tanto. Sin embargo nadie es
infalible en sus elaboraciones conceptuales, pues somos partes de un mundo
colonizado y susceptibles de ser afectados e infectados de distintas maneras
por el colonialismo y el extractivismo epistémico-ontológico.
No creemos
que haya alguien plenamente descolonizado en la intelectualidad, ni en quienes
han tenido contacto con la civilización u occidente, es decir, que sea
des-colonizado o des-occidentralizado. Para nosotros, no hay diferencia entre
civilización y occidente, pues la única civilización en el mundo es la de
occidente. Por lo que resulta una tautología decir “civilización occidental”. Sabemos
que los pueblos de fuera de occidente, no llegaron jamás a separarse de la
naturaleza ni de lo sagrado, no construyeron un sistema social contra natura, como
sí lo hizo la civilización y que nos ha conducido al actual caos ambiental que
ha puesto en peligro la sobrevivencia misma de la especie humana.
Por tanto,
es equivocado hablar de “choque o encuentro de civilizaciones”, como dicen los
intelectuales occidentalistas o colonialistas, sino la destrucción paulatina y
sostenida por parte de la civilización contra los pueblos, culturas,
comunidades, aldeas, que vivían y viven en el continuo de la naturaleza.
Civilizar es colonizar. Colonizar es occidentalizar.
Incluso,
consideramos que el proceso de des-occidentalocentrismo
se está dando mucho más al interior de occidente que fuera de ella. Especialmente
en Europa, hay quienes ya se han dado cuenta que fueron ellas las primeras
víctimas de las élites colonialistas o civilizadoras. Los semitas, cristianos,
helenos y latinos, configuraron desde el patriarcalismo esclavista la
“civilización occidental”. Dicho de otra manera, la gran obra de esclavistas,
patriarcalistas, colonialistas, mecanicistas, reduccionistas,
antropocentristas, es su concreción o unificación de todo ello en lo que
llegaron a denominar “civilización”, la misma que ha buscado y logrado
extenderse por casi todo el mundo.
Primero civilizaron
a todos los europeos, y a su vez ellos lo hicieron con el resto del mundo,
particularmente los últimos 500 años. Logrando colonizar a casi todos en su
etapa de la modernidad, la civilización a través de su capitalismo/socialismo casi
ha conseguido occidentalizar el mundo. Pero sucede que hoy se está produciendo
un paulatino despertar, un reflotar de pensamientos, resistencias y luchas anti
civilizatorias, es decir, un sinnúmero de acciones para que regresemos a vivir
en el continuo de la naturaleza, y con ello recuperar lo común-integral dentro
de un sistema de armonía complementaria.
A estas
distintas expresiones y formas los agrupamos bajo el término “aldeidad” o “aldeismo”,
palabra ésta que viene de aldea (similar a comunidad), pues consideramos que
para revertir el cambio climático hay que “aldeizar” el mundo antes que el
sistema ciudad-civilización acabe con todos. Es decir, entrar en un proceso de
neo-ruralización o re-campesinación -como el que llevan las ecoaldeas o las cooperativas integrales- antes que el urbanismo depredador inunde
con sus “selvas de cemento” la vida, es decir, la naturaleza no-humana. Y ante
todo, hay que profundizar el proceso autonómico o de autogobierno, como el que
vienen empujando ciertas aldeas milenarias
–así los zapatistas- para proteger lo que contiene, sostiene y mantiene al ser
humano, pues han entendido que sin la naturaleza el hombre no es nada.
No se
trata de transformarse o de crear más ciudades sostenibles, inteligentes,
compactas, o en transición, sino de terminar con el modelo que viene
destruyendo la vida, y ese es la ciudad-civilización. Apenas el 4% del
territorio del planeta ocupan todas las ciudades en su conjunto, pero emiten
gases de efecto invernadero en alrededor del 78%. Deben quedar máximo ciudades
de unos 50.000 habitantes –como era hasta hace unos 100 años la gran mayoría-,
para ello debe decrecer la población mundial, como una serie de factores
complementarios de decrecimiento.
Ello
implica entender que la disyuntiva no es entre la civilización liberal-capitalista
y la civilización marxista-socialista, sino entre la civilización de
derecha/izquierda versus la aldeidad o comunalidad. Eso es lo que el mundo
tiene que elegir: más contra natura o retomar el continuo de la natura. Eso no
significa regresar al pasado ni no utilizar la tecnología, que es el argumento pobre
de los de mirada miope y anoréxica.
En este
sentido, la descolonización es para todos, colonizadores y colonizados. No hay
descolonización si no hay descivilización. Actualmente en occidente hay un
importante sector que se ha abierto al mundo y han comenzado a actuar de igual
a igual con otros pueblos y culturas, aunque todavía son una minoría. Han
comprendido que la “liberación” es para todos o no es posible para nadie.
Liberación en el sentido de soltarse o zafarse de algo, para entrar en la
armonía complementaria de la naturaleza no-humana. No, a como lo conciben en
occidente, de que la liberación es ser libre de todo y de todos. Quién es libre
del sol, de respirar, de comer.
La
libertad es el mayor sofisma de la civilización. Si no se encuentra la armonía
y el equilibrio, la “liberación” pasa a constituirse en otra forma de
dominación y explotación por un nuevo sector que cree representar a todos o que
actúa a nombre de los demás. Los marxistas no comprenden que la explotación del
hombre terminará cuando termine la explotación de la naturaleza no-humana, y no
al revés. Por eso han fracasado todos sus proyectos en todo el mundo.
GROSFOGUEL
Y EL FRANCOTIRADOR
En
general, compartimos con Grosfoguel su crítica del extractivismo epistémico,
como asimismo con la mayoría de lo que hemos leído de sus escritos. No
obstante, hemos observado que guarda rezagos coloniales e incluso se contradice
en algunos ámbitos. Una cosa es lo que se escribe y otra la que se habla, una es la teoría y otra cómo se vive cotidianamente Algo que pasa en la totalidad de intelectuales -entre los
que nos incluimos- aunque no sabemos si somos intelectuales o al menos no
pretendemos serlo, pues nos gustaría ser algo más que un pensador o un
razonador. Los sabios que hemos conocido en nuestra vida, no vienen ni están precisamente en la academia o la intelectualidad.
Empezaremos
nuestro análisis a partir del video “I Escuela ecosocialista y pensamiento crítico
nuestroamericano”
realizado este 10 de octubre de 2016 en Venezuela y a donde Grosfoguel fue
invitado por el chavismo a dar una conferencia.
Hasta
antes de que Grosfoguel comenzará -casi al final de su conferencia- a defender al
castrismo y al chavismo, nos parecieron coherentes sus posturas y compartíamos con
su exposición. Pero luego surgieron sus contradicciones y que consideramos rayan
en el “extractivismo epistémico”, que tanto critica Grosfoguel. Por ejemplo, criticó
al socialismo del siglo 20 de que había principalizado la economía en desmedro
de otras acciones paralelas, así contra el racismo, el sexismo, el
eurocentrismo, el cristianocentrismo, etc.; y que a la final, estos socialistas
reprodujeron otras formas de dominación en forma de burocratismo, imperialismo,
colonialismo, etc.
Repitió
varias veces que no vivíamos en un sistema capitalista sino en una civilización
con varios ejes, uno de los cuales era la economía (capitalismo) y que el
fracaso del socialismo del siglo 20 se debió a que principalizaron o
centralizaron todo en ello. Punto de vista éste, con el que estamos plenamente
de acuerdo. Pero cuando se refirió o habló del socialismo del siglo 21 no dijo
nada al respecto, y más bien respondiendo preguntas al finalizar su
conferencia, tomó como referente justamente a un indicador económico -el de la
reducción de la pobreza- para justificar y alabar al chavismo.
También habló
de las comunas populares como un gran giro decolonial y pasó a justificar de
que no se lo había empujado a fondo porque Chávez no lo podía hacer todo, y que
el error era de los chavistas de que no lo habían avivado desde que Chávez murió.
Pero que ahí estaba el gran legado teórico de Chávez y que con eso había que “echar
pa´lante”.
En resumen,
según Grosfoguel los socialistas del siglo 21 no habían repetido el mismo
esquema de priorizar lo económico, sin embargo, ya en la parte de las preguntas
del público, al fin se atrevió a decir que el problema del chavismo estaba en
que no se había diversificado la economía, al centralizarse en el petróleo. Con
ello volvió a referirse a economía, pero en la conferencia como tal no hizo
críticas al socialismo del siglo 21, más por el contrario, los defendió.
De otra
parte, acaso los socialistas del siglo 21 no han caído en las garras del
imperialismo chino a través de los préstamos y de los altos intereses que generan
dependencia hacia el gigante asiático. Continuando con la misma actitud de los
antiguos comunistas latinoamericanos que adoraban a los soviéticos y ahora sus
coterráneos lo hacen con los chinos. Cuál es la diferencia en criticar al
imperialismo soviético –como lo hizo Grosfoguel- y no decir nada del imperialismo
chino.
Y por otro
lado, querer justificar al chavismo con el argumento simplón de que él no lo
podía hacer todo, sin mirar toda la interseccionalidad -de la que él tanto habla-
pues jamás hubo esa acción integral al haberse concentrado en la economía y en lo
material. Fijamiento que han tenido todos los socialistas del siglo 21, y que
ahora les está pasando la factura cuando han caído los precios del petróleo y
de los minerales. Por lo que a la final no resolvieron nada, como tampoco lo hicieron
los del siglo 20 -y a los que Grosfoguel criticó duro en dicha conferencia-. En
todo caso, habría que preguntarle a Grosfoguel, cuál es la diferencia y el
aporte de los socialistas del siglo 21 a lo que hicieron los del 20. Son
incomparables o son más de lo mismo.
Las
comunas chavistas resultaron un proyecto más, pues en todos los años en que
estuvo Chávez al frente del gobierno, pudo realmente haberle dado un carácter
principal o fundamental que permita realmente construir el “poder social”, el que
a su vez haga posible o genere el “poder político”, para que sea una
constatación efectiva el “poder popular” en la que el pueblo sea el creador y el
actor de su propio destino, y no el que creía Chávez. Pero los socialistas del
21 lo hicieron al revés, siguieron centralizándose en el poder político, de ahí
la actual situación en la que se encuentran y más bien han terminado abriendo
las puertas para que regresen los neoliberales.
Y ahora
aparece Grosfoguel compadeciéndose de Chávez y culpando al madurismo, cuando el mismo Chávez en su último discurso se hizo una autocrítica sobre su falta de empuje a las comunas Realmente
nos cuesta creer que para Grosfoguel esa propuesta tibia de las comunas chavistas
sea un giro decolonial, da mucho a pensar qué es lo decolonial para él. Parece
que con los socialistas del 21 se le olvidó todo lo que ha escrito al respecto,
o refleja el extractivismo epistémico que guarda Grosfoguel.
Lo que también nos
parece ser un “francotirador”, como calificó a aquellos que no apoyan ciertos
proyectos porque hay alguna cosa que no comparten. Francotirador, como el
purista que rechaza a otros porque no comparten plenamente un proyecto. Serán
los socialistas del 21 decoloniales, o mucho más decoloniales que los
movimientos indígenas y populares, quienes han cuestionado al “progresismo” por
ser justamente proyectos neocolonialistas de izquierda del siglo 21. Al parecer
Grosfoguel ha decidido alinearse con los “progresistas” y romper con la
alteridad que ha venido resistiendo por 500 años. No es eso ser francotirador y
extractivista epistémico.
Justamente
en el artículo que venimos haciendo referencia, Grosfoguel se apoya en la
boliviana Silvia Rivera y en el ecuatoriano Alberto Acosta para hacer sus
críticas al “extractivismo epistémico” de Quijano y de Mignolo, “olvidándose”
que Rivera y Acosta han denunciado los atropellos del evismo, del correismo y
de todo el socialismo del siglo 21. Acaso Grosfoguel eso no lo ha leído o solo
cita lo que le conviene, pues frente a los chavistas no dijo nada y más bien se
lavó las manos como Pilatos lanzándoles loas. Tres veces repitió la frase de
Castro: “dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”. Cuando,
Rivera, Acosta y tantos otros, han denunciado que los “progresistas” no aceptan
ninguna crítica “dentro de la revolución” y más bien han sido perseguidos y
criminalizados. O es que Grosfoguel pensará que Rivera, Acosta y demás críticos
del socialismo del 21 están en contra de la revolución. O creerá como Enrique
Dussel -que también dio una conferencia ese mismo día- que son críticas de “extrema
izquierda”.
Criticó
que se han creado nuevas universidades pero que siguen los mismos esquemas,
disciplinas y carreras occidentalocéntricas. Sin embargo, no hizo referencia a
que eso es justamente lo que han hecho los socialistas del 21, como por
ejemplo, las universidades correistas, chavistas y evistas, que repiten o
reproducen todo el esquema de las universidades del imperio que tanto critica
Grosfoguel. Es más, Correa procedió a cerrar la única que había en el Ecuador y
en toda Sudamérica, que rompía con el esquema eurocéntrico de universidad. De
eso no dijo nada.
También
señaló el problema de la actitud ecologicida que está produciendo el cambio
climático, y de que no es una opción la decolonialidad sino que es una
necesidad frente a la muerte que está provocando la civilización. Que no hay
elección, que es la vida o la muerte. Algo con lo que también estamos de
acuerdo con Grosfoguel, pero luego pasó a defender el extractivismo de los
socialistas del 21 con el argumento de que no se puede ser anti-extractivista
desde “hoy en la noche”. Sin hacer ninguna referencia, a lo que Rivera, Acosta,
Gudynas y cuantos otros han denunciado de que los extractivistas “progresistas”
quieren salir del extractivismo con más extractivismo, es decir, que no se
plantean disminuirlo sino aumentarlo. Siendo esa justamente la crítica que se
ha hecho, de que no han emprendido acciones decrecidas sino más bien de
crecimiento y ampliación del extractivismo. Nadie ha propuesto que se quiere
terminar con el extractivismo “hoy en la noche”, lo que se ha dicho es que no
hay que aumentar la frontera extractivista y más bien tender a su disminución
paulatina lo más rápido que sea posible. No haber claramente así, es ser
también francotirador y un extractivista epistémico más. No hay diferencia
entre lo que se critica y lo que se dice. Se olvidó toda la crítica que hace al extractivismo en el artículo referido anteriormente, cuestionando a los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador; pero ante los chavistas los defendió.
Criticó
muchas veces a la civilización capitalista/patriarcal
occidentalocéntrico/cristianocéntrico moderno/colonial (y que estamos de
acuerdo), pero la salida que dio era de crear otra civilización. Acaso es
cuestión de crear otra civilización con simplemente otros ingredientes. Acaso
la civilización no es el resultado o la configuración de toda esa
transversalidad que enuncia Grosfoguel. Acaso la civilización no es la que nos
está llevando a la muerte con el cambio climático -como repitió tantas veces-,
y a pesar de ello quiere otra civilización. Es decir, no entiende a cabalidad
que la civilización es el sumun de toda la interseccionalidad de la que habla y
de que principalmente es la muerte en sí mismo. Por lo que NO necesitamos una
nueva civilización ni siquiera una transmodernidad (Dussel) o una
poscivilización sino una transcivilización. Es decir, algo totalmente diferente
a la civilización y ello también pasa por su nombre. Sino, seguimos en lo
mismo, así cuando se critica el desarrollo y el crecimiento, procediendo luego a
hacer retoques sustentables o identitarios, pero nada de cambios totales o
profundos. O lo que es lo mismo, de que se critique al socialismo del siglo 20
y no a los del 21.
Habló de
crisis o de que habían varias “criseses”, sin que todavía comprenda Grosfoguel
que lo que estamos viviendo son extremos de la crisis que es toda la
civilización en sí mismo. No hay crisis o criseses sino que todo el sistema en
su conjunto es crisis por su propia configuración, y que lo que hace es
producir erupciones de tanto en tanto. No hay crisis, hay “caos total”, y los
niveles máximos están reflejando con más claridad que todo el sistema es
atentatorio a la vida. La crisis no es algo que aparece de vez en cuando, sino
que tiene picos en los que llega a niveles extremos. La civilización con toda
la interseccionalidad que la contiene, está estructurada o compuesta con
diferentes tipos de crisis constitutivas.
Desde su
surgimiento con la civis y la polis se produjo una ruptura con el sistema-mundo aldea o modelo cocreador
de vida, y al que la ciudad-civilización lo ha ido destruyendo poco a poco hasta llegar a los límites
actuales. Por tanto, no cabe hablar de crisis ambiental sino de caos ambiental,
en la que hay picos y bajadas de la crisis o de la civilización como tal.
Entonces, no se trata de salir de la crisis ambiental o de crear otra
civilización, sino de replantear todo para encontrar la armonía y equilibrio
complementario, que es cómo funciona la vida.
Hablar de
crisis es mirar solo un factor o categoría – a igual como la economía- y no
entender que hay un origen de todo. La llamada “crisis de civilización” no es
el resultado de algo esporádico o casual, es el sistema en su esencia. La
crisis solo se da en sistemas sustentables o sanos, como las enfermedades que
aparecen en personas sanas y que luego desaparecen, pero si la persona no
aprende de las enfermedades se vuelve la enfermedad en sí mismo y se muere. La
civilización nunca fue sana sino contra natura, nació enferma y su enfermedad
es la que ha venido destruyendo la vida, tanto de la “salvaje naturaleza” como
la de los pueblos “bárbaros y primitivos”, hoy llamados subdesarrollados o
tercer mundistas. Éstas últimas categorías, también son definiciones
neocoloniales y todos las siguen repitiendo como cantaleta. Ni siquiera las
resignifican y eso es también extractivismo epistémico.
EL
EXTRACTIVISTA EPISTEMICO DE ENRIQUE DUSSEL
Dussel también
lanzó algunas lisonjas a Chávez, Castro y Evo. De éste último dijo, que le
andan criticando de que está ocupado con el extractivismo y de que no se dedica a
hacer la revolución. Y Dussel respondió burlescamente, acaso ya está la teoría
de alternativa al capitalismo. Al parecer, todavía no se ha enterado del sumak
kawsay/suma qamaña,
o quizás piensa como sus defendidos socialistas del 21 de que los paradigmas y
sistema de vida de los “pueblos primeros” son solo un modelo de desarrollo o un
medio para el socialismo y no un fin en sí mismo, a igual como conciben a la
naturaleza. O creará que no son profundos sus postulados y que no tienen la
condición de ser toda una propuesta anticapitalista y de transmodernidad. O de
que el pensamiento indio no puede superar el eurocentrismo.
No es
suficiente con criticar al eurocentrismo de Marx –como lo hizo Dussel y con lo
que estamos de acuerdo-, sino que además hay que pensar desde las racionalidades
construidas milenariamente desde fuera del eurocentrismo, y no desde la
mentalidad de alguien que se ve como desterrado de Europa en América. Una cosa
es ser latinoamericano y otra ser indoamericano (y no es cuestión de etnia o de
fenotipo, es de voluntad o de decisión, como de hecho la han tomado los que
nacieron en América pero que siguen pensando como occidentales).
Y Dussel
sigue deliberando como latino o mestizo, es decir, desde las categorías
europeas, pues una nueva cultura no se produce en 500 años y además porque los
pueblos milenarios están ahí, a pesar de que él y otros no los puedan ver en
esencia sino tan solo folclóricamente. Por ello –dijo-, que había que crear
nuevas categorías políticas por “nosotros” –en referencia a los intelectuales
del siglo 21, lo que significa que las categorías amerindias no valen o no son
suficientes para repensar el mundo. En el fondo, Dussel se sigue viendo como
blanco-mestizo y no como indio-mestizo.
En
realidad, lo que pasa en Dussel y en muchos, es que no conocen la alteridad y
solo hablan desde fuera del indio, del pobre, del oprimido. Desde el
intelectual que defiende al dominado y que lucha por liberarlo, pero desde la
razón independizadora del latino o mestizo, en última instancia, del occidental
en Amerindia y no desde la propia racionalidad milenaria de los “pueblos
primeros”.
Nos
preguntamos, si Dussel, Grosfoguel y tantos defensores de los “indios”
conocerán, por ejemplo, las categorías andinas de: complementariedad,
reciprocidad, correspondencia, ciclicidad, armonía, integralidad, estabilidad
dinámica, polaridad, etc. Habrán leído de los mundos andinos: jawa/janaj pacha,
kay pacha, kay/urun pacha, y todo lo que entrañan cada una de estas categorías.
Sabrán que la lógica del pensamiento andino es tetraléctica (tawantin), pero
ellos siguen hablando desde la dialéctica europea.
Dussel
dijo que la civilización más antigua y la más importante surgió en Mesopotamia
hace 5000 años. No se ha enterado de la aldea Caral al norte de Lima (cerca de
Argentina donde él nació) que tiene la misma antigüedad y que ha despertado la
admiración de muchos investigadores.
Criticar realmente
al eurocentrismo, es criticar desde una racionalidad construida por una cultura
elaborada y no desde la individualidad de un exiliado o excluido europeo en
otras tierras. No conocer las racionalidades de fuera de occidente y más que
todo de haberlas asimilado en su ser, es seguir criticando al eurocentrismo desde
la razón critica occidental. El mestizo siempre tiende a eso, dice: los
conocimientos de los indios son de ellos, pero como yo no soy indio - aunque
tampoco soy blanco- tengo que tomar una fuente de pensamiento y la mejor que
hay es la europea, pues la de los indios es muy elemental o no ha sido
sistematizada todavía, o cualquier otro argumento para zafarse o distanciarse
de lo “indio”.
Es decir,
no hacen el esfuerzo por investigarla, ni siquiera han leído a los que hemos
hecho ese trabajo y que seguimos bregando en ello. De quienes tomamos la opción
de reconocernos en la tierra madre que nos vio nacer y que nos da su vida cada
día, antes que solo mirar a la genética humana que portamos para desde ahí adscribirnos
al conocimiento occidental. Lo que tampoco significa rechazarla o desconocerla,
sino establecer niveles. Sí valoraran lo “indio” se hubieran integrado a su
cultura y no se llamarían mestizos siguiendo la racialización impuesta por el
occidentalocentrismo. Muchos intelectuales lo siguen haciendo consciente o
inconscientemente, a pesar de que pretenden ser decoloniales o anticoloniales.
Dussel
critica al eurocentrismo pero siempre nombra a una serie de escritores,
pensadores y hasta conoce de memoria las fechas históricas de occidente, pero casi
no nombra a ningún intelectual amerindio o indigenista. Es fácil criticar o alabar
a los “indios” desde afuera y muy diferente es rebasar los racismos para
saberse y sentirse hijo de la tierra que les ha parido, procediendo a
estudiarla milenariamente y no solo desde la modernidad sintiéndose que recién
ha llegado con el conquistador a América. Pero al revés si lo hacen, se dicen
que son nacidos en América pero se siguen sintiendo descendientes de la cultura
europea o buscan seguirla reproduciendo en la “atrasada” o “subestimada” Abya
Yala. Mirar desde afuera, estando adentro de Amerindia es también
eurocentrismo.
Quién no
ha asimilado la racionalidad o senti-pensamiento
amerindio habiendo naciendo en estas tierras, sigue siendo un occidental en
Abya Yala. Por eso, la mayoría de pensadores y profesionales siguen viajando directa
o indirectamente al “norte global” a profundizar su sentido de la vida, y
nunca llegan a ver desde la amerindia que está en sus pies, tan solo buscan
reajustar su mirada occidental desde América. Siguen adorando a la ilusoria y lejana "madre patria", y no pueden ver a la "matria" con la que comparten todos los días.
Irónicamente, hay actualmente occidentales
que van a Abya Yala a estudiar y asimilar su cultura, su espiritualidad, sus
lenguas, su medicina, y hasta se casan con su gente. El “mestizo” o “blanco”
nacido en América, nunca llega a conocer amerindia sino solo América Latina,
por lo que irónicamente después de 500 años siguen sin “descubrir” América y
mueren como Colón sin saber que estuvieron en Abya Yala. Tan solo se dedican a
aprovechar de sus riquezas materiales y se van a gastar la plata en occidente. Su propósito es europeizarse o buscar occidentalizar Abya Yala. Es decir,
civilizarla o volverla contra natura, como lo han hecho todos los invasores o extractivistas en todo
este tiempo.
En nuestro
caso, no nos hemos mirado en el espejo y hemos dicho: como mi fenotipo es
blanco-mestizo, entonces pertenezco a la civilización occidental y no a la de
los pueblos atrasados. Nos hemos reconocido en la integralidad que nos ha
construido los Andes, en la conciencia de que la tierra andina es la que nos
alimenta en todo sentido, aunque nuestra mente haya sido educada eurocéntricamente.
Y cuando tomamos conciencia de aquello, nos dejamos envolver por ella y empezamos
a despertar todo lo que los Andes como geografía y como cultura había
construido en miles de años, pues sabíamos que ya todo ello estaba también en nosotros.
Nos hemos sentido hijos plenos de los Andes y no hijos pródigos o prófugos de
España.
Por eso no
hablamos de “nuestros indios” o “nuestros indígenas”, con ello separándonos o
marcando distancia sino que hablamos integradamente y decimos: “nosotros”,
“nuestros antepasados”. No actuamos en tercera persona para referirnos a ellos.
Ni esperamos que algunos “indios” nos reconozcan así, pues nos han dicho que la
cultura andina es solo de ellos, queriendo también apropiársela de ella. Simplemente
sabemos que la madre andina acoge a todos sus hijos y no discrimina a nadie,
así no la reconozcan porque tengan otro color de piel. Es la pachamama andina
la que nos ha parido y formado, pero muchos la desconocen en una suerte de
matricidio premeditado. Nuestra mamá biológica está conectada con la madre
tierra y está con la madre cosmos, y en ese sentido nos vemos como una
expresión de todas ellas. Y lo mismo con todo el principio masculino de
vida.
La vida
nos puso en los Andes para desde ahí mirar la existencia, en la búsqueda de la
integralidad y la armonía complementaria, no para generar la dicotomía
centro/periferia. Los Andes son nuestro centro, pero como punto de mediación o
consenso, y no como como punto alrededor del cual debe girar todo, como en el
eurocentrismo. Por ello, jamás surgió en los Andes la ciudad-civilización como
sistema-mundo que concentra y centraliza todo, sino que funcionaba (y funciona)
en la descentralización y la desconcentración, que es como funciona el sistema
aldea o comunitario.
Hemos ido
al interior de los Andes para desde ahí poder conversar con las demás partes
del mundo, caso contrario, no habría diálogo o “polilogo” sino la imposición,
el dominio, el control, el disciplinamiento, y por el otro lado, el asimilacionismo,
el coptacionismo, el integrismo, que es lo que vivimos actualmente por derechas
e izquierdas y su tutelaje de que lo hacen por “nuestro bien” o “nuestro
progreso” o “nuestro bienestar”.
En resumen, no nos vemos solo como seres
humanos, sino en prolongación fractal como “ser humanidad”, “ser tierra”, “ser
cosmos”. Y esto nos ha enseñado la racionalidad andina.
LA
IDONEIDAD INTELECTUAL
En fin, Grosfoguel
y Dussel recibieron muchos aplausos del chavismo, no tuvieron la fuerza y la contundencia
para hacer una crítica profunda “dentro de la revolución”, tal como lo hicieron
con los socialistas del siglo 20. Prefirieron que les lancen flores a que les pifien
una sala llena de “izquierdistas occidentalizados”. Sino, quién mismo es la
izquierda occidentalizada. Acaso el chavismo, el castrismo y todos los demás “progresistas”
no lo son. Y si no son ellos, es que son Rivera, Acosta, Gudynas, y todos los
que nos hemos pasado enfrentando a los intelectuales del siglo 21 como García
Linera, Atilio Borón Emir Sader. Y esto es lo
que nos dio más tristeza, de que Grosfoguel y Dussel hayan terminado siendo
parte de este sí grupo de francotiradores y extractivistas epistémicos.
Por
cierto, el escritor uruguayo Raúl Zibechi denunció en una conferencia a la que
asistí en La Paz-Bolivia, de que Emir Sader había sido pagado por el gobierno de
Dilma Rouseff, y eso explicaba muchas cosas. Esto nos hace pensar en la idoneidad
de los intelectuales, no sé si el chavismo les pagó a Grosfoguel y Dussel para
que fueran a lanzar vítores a Chávez y Castro. No lo creemos, en todo caso fueron
muy corteses y devolvieron con creces la invitación que les hicieron. Obvio,
nunca los socialistas del 21 les invitarían a Venezuela ni a ningún país del “progresismo” a Rivera o
Acosta o Zibecchi o Gudynas o Svampa o Tapia, etc.
Esto, al
mismo tiempo me recuerda la coherencia de otros intelectuales, como la de
Boaventura de Souaza Santos cuando alguna vez me precisó que él era crítico con
el “progresismo”, escribiéndome: “Por esta razón no estoy de acuerdo en que me
ponga en el mismo lugar de Atilio Boron (o Emir Sader)”.
Estos
episodios me conectan con otros, por ejemplo, el que tuve con un gran
intelectual sudamericano especialista en temas ambientales y que es muy
conocido en varios círculos académicos de Latinoamérica y el mundo. Me contactó
para hacerme una entrevista en Quito, que es la ciudad que está más cerca de
donde yo vivo, pues prefiero vivir en el campo y ser coherente con mis
creencias. Me recibió en el lujoso hotel en que estaba hospedado, y que
seguramente los organizadores de un evento por el que había llegado al Ecuador le
habían reservado ahí y no porque él haya pedido que le instalen en un hotel de
5 estrellas.
Me invitó
a almorzar en el restaurante del hotel, donde había un buffet extraordinario.
Se sirvió algunas carnes y cogió una coca cola light, ante lo cual yo me quedé
anonadado de ver eso de mi amigo ecologista, pues, yo estaba optando por ser
vegano político ya que sabía que la industria cárnica produce en el mundo el
18% de gases contaminantes de efecto invernadero, siendo mucho más a lo que
producen todos los medios de transporte en el mundo y que llega al 11%. Realmente
son cosas que no comprendo.
En fin,
podría contar otras historias con diferentes intelectuales, políticos, maestros
espirituales, que he conocido en mi camino, en la que no hay coherencia entre
el discurso y la práctica cotidiana. No los juzgo, porque sé que yo también
tengo mis discordancias, la vida me lo hace saber de diferentes formas. Y eso
pretendo con Grosfoguel y demás, pues no creo que lo hagan a propósito. Repito,
no tengo la intención de ganarme enemigos (todo lo contrario) para obtener
algún rédito con estas críticas o comentarios, sino la intención de aportar
para que todos cambiemos por la armonía de cada uno y de nuestros cometidos.
La única
que se salva -de alguna manera- entre los connotados (y no me estoy mofando
sino haciendo referencia a los que se han hecho famosos) es Silvia Rivera, pues
se diferencia de todos los demás porque ha pasado por su cuerpo lo aymará. Habla
desde adentro y no desde un observador externo, y eso lo apreciamos
sobremanera. Algo que no se ve en Luis Tapia o Raúl Prada, entre los más
conocidos afuera de Bolivia. Sin
embargo, hay algunos aymará que la critican duramente y creo que tienen razón
en algunos casos, por ejemplo, su postura de lo ch´ixi o de lo mestizo, algo con
lo que nosotros tampoco estamos de acuerdo y esperamos escribir sobre ello en
algún momento. En todo caso, valoramos ampliamente su proceso de internalización
paulatina, a diferencia de todos los intelectuales que solo hablan desde la
externalidad.
Siendo ese
el problema de Grosfoguel, Dussel y demás intelectuales, de que solo hablan
desde la externalidad y la razón, y no desde la interioridad y la sabiduría, a
pesar de que critican al cartesianismo, al objetivismo y al positivismo. En la práctica, siguen en
la actitud reflexiva del “objeto de conocimiento” y no llegan a la relación
sujeto a sujeto, que es aprender a senti-pensar desde el otro sujeto, sea
humano o no-humano. Y esto es también extractivismo epistémico.
Dussel
sigue hablando desde Europa donde se formó, cuando nació en Sudamérica y ha
vivido muchos años en México. Grosfoguel habla de Sudamérica desde Norteamérica,
que es lo que conoce profundamente, especialmente Puerto Rico su país de origen
y de Estados Unidos donde trabaja ya muchos en la Universidad “imperialista” de
Berkeley, por más que le hayan arrebatado un espacio a los gringos como contó
en la conferencia que estamos haciendo referencia. Que en todo caso está bien, si realmente se está
trabajando por la descolonización plena, aunque no sabemos cuáles son los
resultados concretos que ha obtenido en ese propósito. Lo cierto es que Grosfoguel
no conoce bien Sudamérica, no es suficiente leer a algunos sudamericanos o
hacer unas pocas visitas, sino que hay que vivir un cierto tiempo para conocer
un lugar y poder hablar con más propiedad. Él conoce bien al imperialismo
norteamericano y puede hablar con criterio profundo.
En nuestro
caso vivimos 5 años en Francia y viajamos bastante por algunos países europeos,
por lo que conocemos algo del eurocentrismo por nosotros mismos. Por cierto, no
fuimos a estudiar allá, ni a trabajar para ellos, ni por turismo; nos han ido
llevando por 12 años por varios países de Europa para que les enseñemos
Sabiduría Andina.
Y hasta nos han traducido 3 libros, pero en “nuestra tierra” se interesan poco. Somos más conocidos en
los países francófonos que en los Andes. Obviamente, no nos invita la gente del
mundo académico pues ellos solo buscan intelectuales, especialmente aquellos que
sean objetivistas y que miren todo como objeto externo de conocimiento. Lo
mismo, rara vez nos han invitado en América Latina ya sea de la academia o de
fuera. Esas son las paradojas. No les interesa lo nuestro.
Entonces,
es extractivismo epistémico el de Grosfoguel al hablar del “progresismo”
sudamericano sin conocerlo vívidamente y ser francotirador apoyando a estos
gobiernos de la “izquierda occidentalizada”. Compartimos la critica que
Grosfoguel hace de Quijano y Mignolo por su extractivismo epistémico, pero él
repite lo mismo con Sudamérica. Por cierto, cuando critica a Quijano comete
otro error, cuando hablando desde un lenguaje racial dice que Quijano es “mestizo”
y de que Javier Lajo es “indígena”. Seguramente no conoce personalmente a Lajo
(nosotros lo conocemos), pero en nuestro caso -como andinos de nacimiento-
sabemos bien los fenotipos de los Andes y Quijano tiene más rasgos “indígenas”
que Lajo, quien tiene la piel y el fenotipo más blanco que moreno.
Obviamente,
nosotros no creemos en estos conceptos raciales y hablamos desde otras
categorías. Esto, es para nosotros un giro decolonial, el no seguir hablando
desde categorías coloniales racistas como las palabras: indio, indígena, negro,
mestizo, blanco, que es la creación de los invasores con su colonial apartheid
de Abya Yala. Descolonización es también cuestionar estos lenguajes, para
hablar mas bien desde lo geográfico y lo cultural. Por ello, nosotros hablamos
de pueblos andinos o tawantinsuyanos, en donde hay gente de distintos colores
de piel, y lo que marca la diferencia entre ellos: es su pensamiento andino
milenario, o su pensamiento occidentalizado de izquierda o de derecha, marxista
o liberal.
Y éste
también es el meollo de lo que Grosfoguel, Dussel, Quijano y demás decoloniales
hablan de “lo nuestro”. Qué es lo nuestro. Lo que han producido los
occidentales latinoamericanos en estos 500 años, o lo que han enraizado en
miles de años las naciones primeras de Abya Yala. Éste el extractivismo
epistémico de los intelectuales que han encarnado lo occidental en América y
que observan al originario o autóctono como "objeto de conocimiento". Ni siquiera
han escuchado a sus sabios, ni han estudiado la racionalidad andina o maya o
mapuche. Peor que lo hayan pasado por su cuerpo y ante todo por su corazón.
El suizo
Josef Estermmann sabe más de “filosofía andina” que García Linera que ha vivido
toda su vida con los “indios”. Al vicepresidente de Bolivia solo le interesa Marx,
Lenin, Gramsci, y todos los intelectuales europeos con sus filosofías y razones
occidentralizadas de izquierda. Dice defender a los indios y hasta se declara
indianista, pero desconoce sus cosmovisiones, filosofías, y racionalidades. Por
ello, les habla a los pueblos originarios como que fueran niños o torpes o como
que fueran sus tutelados a los que los cuida “por su bien”, “su progreso” y “su
bienestar”. En general, las izquierdas los ven como de poco entendimiento o
como “limitaditos”, palabra ésta del también extractivista epistémico y gran
francotirador: Rafael “Trump” Correa.
En
realidad, pasa en todos los occidentalocentrados -incluso en mucha gente del
propio “movimiento indígena”- quienes hablan desde afuera, sin que hayan pasado
la otredad en su vivencia cotidiana, pero hablan a nombre y en defensa de los otros,
de los olvidados. Hasta hacen cualquier cosa a nombre y representación de ellos
(Evo Morales). Eso es también extractivismo epistémico.
Es lo que
siempre han hecho y siguen haciendo los eurocentrados de izquierda con su indianismowash. Se lavan la cara para
ocultar sus verdades intenciones de imponerles el marxismo y el socialismo por
“su bien”, “su progreso” y “su bienestar”, y con ello borrar sus propias
racionalidades. Tal como los cristianos con sus evangelios, o la derecha con
sus teorías neoliberales de que ellos son los que les generan las fuentes de
trabajo. Quien no se ha descolonizado, es un eurocentrista: liberal o marxista
o positivista o cartesiano o nihilista…
Todo lo
que hemos señalado anteriormente, no significa que seamos antimarxistas o
antiizquierdistas o antioccidentales. Entendemos que el marxismo y todo el
aporte de occidente es una parte, mas no es el todo. Creemos que la izquierda
es complementaria del pensamiento alternativo, y que debemos caminar juntos y no
atrás de la clase obrera o del partido. Nos peguntamos si la izquierda y la
intelectualidad serán capaces de comprender aquello o seguirán imponiendo su
eurocentrismo y calificando a los otros de revisionistas, contrarrevolucionarios,
atrasados, extremistas, etc.
Seguramente,
en nosotros también hay extractivismo epistémico, indianismowash y somos francotiradores. Estamos abiertos a que nos
lo hagan ver, eso nos ayudará a ser coherentes en nuestro camino personal, al
interior y exterior. Y esto, creemos que deberían hacer todos y preguntarse si
son algo de ello.
Atawallpa
Oviedo Freire
RED GLOBAL
SUR