EL
MOVIMIENTO INDIGENA EXTIRPADO
He
compartido toda mi vida con grupos y personas que guardan los rasgos físicos de los antiguos habitantes de los Andes. He dedicado
25 años al estudio y
compenetración (interiorización transpersonal) de las culturas ancestrales andinas, y
estoy convencido que ser
y estar indígena no tiene que ver con una forma física sino principalmente con una condición espiritual, mental y emocional. De ahí que la forma física
o color de piel de alguien, no determina una condición por sí
mismo. En realidad, el color de la piel es simplemente más o menos cantidad de melanina, y eso no necesariamente
determina la existencia de una raza, cultura, o condición especial. Recordemos que solo existe la raza humana, como
lo ha demostrado el genoma humano.
Ser
y estar indígena es un estado de conciencia o de estar en la vida, enmarcado
dentro de una cosmoconciencia que mira a la vida en forma transversal, vital e
integral. Como era la cultura milenaria andina o tawantisuyana, y en general
todas las culturas solares y lunares del mundo entero -sin excepción alguna-, hasta su reducción, especialización
y domesticación. Proceso que se
diera en un período de alrededor de
4000 años, a través de sucesivas invasiones y guerras de conquista, dominación e imposición
civilizatoria monarquiteista (monarquía
monoteísta).
El
propósito fundamental del
proyecto civilizatorio era terminar con los indígenas de todo el mundo, empezando por los indígenas europeos, para que a su vez ellos, lo hagan con los “indígenas
salvajes” del resto del mundo.
Proceso que se denominó
de extirpación de idolatrías, y de evangelización y culturización
de los paganos (civilizamiento). Logrando -a estos momentos- adoctrinar a casi
la totalidad de la población
mundial.
INDIGENAS
EXTIRPADOS
En
este sentido, no es extraño
de que hayan habido y de que existan actualmente muchos personajes con rasgos físicos de los antiguos habitantes de Amaruka o Atlántida (nombres antiguos de América), pero que su corazón, su mente y su espíritu ya no es indígena
(indio, originario, nativo, aborigen, ancestral, arcaico, natural) sino
monarquiteista (contranatura y contracultura) a diferentes niveles, grados y
variables.
Por
lo tanto, no debería
extrañarnos que ciertos
personajes insertados en movimientos que reivindican lo indígena, pero que tan solo lo utilizan como un instrumento o un
pretexto para sus intereses reduccionistas personales, desde el otro lado de lo
mismo. Se aprovechan de una cierta expresión física
para asumirse defensores de una cultura, cuando en muchos casos lo que hay es
un racismo encubierto e incluso en ciertos de ellos una vergüenza por tener cierta presentación física.
En
el caso del Ecuador, uno de los ejemplos más claros es la FEINE (Federación de Indios Evangélicos).
Nombre que ya de entrada resulta un absurdo o una aberración al mezclar lo indio con evangélico, pues al calificarse así ya están
rechazando y menospreciando a la espiritualidad indígena de los Andes. Lo indio está enmarcado dentro de cierta estructura de principios, códigos y formaciones. Como de igual manera lo evangélico que está
encuadrado dentro de otro paradigma, siendo ambos no complementarios, tanto en
el fondo como en la forma. Si fueran prototipos similares se podrían asimilar uno al otro, pero al no ser complementarios se
anulan mutuamente.
El
evangelismo ha guardado (y guarda) una composición que al momento de extenderse -con la cruz y la espada- por
el mundo, simplemente fue añadiendo
elementos formales nuevos, pero en la esencia guardando su raíz configuradora y sostenedora. Lo indio al mantener un
contacto con alguna otra expresión
hacía lo mismo, integrando
ciertas particularidades pero su matriz fundacional y estructural seguía siendo la misma. Y esto lo podríamos aplicar a cualquier tipo de expresión (arte, ciencia, espiritualidad) y situación (economía,
política, militar), que
pudiera sucederse en toda manifestación
en cualquier lugar del mundo.
Pero
cuando se produce un proceso violento y transgresor, como por ejemplo, en el
caso de la imposición
y deslegitimación contra lo indio por
parte de la conquista evangelizadora civilizatoria, se llega a la modificación y reajuste de lo primigenio hasta traspasarlo hacia lo
impuesto. Proceso paulatino que en el caso de los indios americanos o atlántidos se lo realizó
en un período de 500 años (1000 años
en el caso de los indígenas
europeos). Siendo los indios urbanizados (civilizados) los primeros que adquirieron
las categorías de los
evangelizadores. Por lo que lo indio fue quedando paulatinamente solo en lo físico y en ciertas expresiones folclóricas, con lo que ya no es un hombre indio en esencia sino
un hombre evangelizado y adoctrinado a los nuevos parámetros, pero con piel de indígena andino.
El
proceso de transición
es durísimo para los
desterrados en su propia tierra, especialmente a nivel psicológico y espiritual, dándose expresiones de suicidio, alcoholismo, pobreza económica, etc., como ha sido (y sigue siendo) el caso de muchos
indígenas en el mundo
entero. Personajes que viven entre el uno y el otro lado, que no saben desde
que elementos manejarse, o que actúan
a ciertos momentos dentro de uno u otro, lo que les ocasiona un gran conflicto
interior. Proceso doloroso al que en forma simplona ciertos antropólogos llaman mestizaje, cuando es el acto de indefinición o proceso de reconducción hacia otra estructura. Y el concepto de mestizaje, como la
forma de convencimiento de la supuesta mezcla, cuando realmente es el acto de
asimilación sutil por el otro
modelo, a pretexto de “incorporación a los beneficios del desarrollo y de la modernidad”.
Actualmente,
hay ciertos grupos que todavía
logran conservar y desovillar su modo de estar en la vida sin dejarse avasallar,
aunque utilizan ciertos elementos formales del otro lado. Pero también
hay aquellos grupos (mal llamados no contactados) que prefieren no mantener
ningún tipo de
acercamiento porque puede significar un instrumento o un peligro de extirpación de su raíz
primordial. Tal como ha sido la experiencia de los otros hermanos indígenas que han sucumbido a los cantos de sirena de los
evangelizadores, a pretexto de “salvación de las almas perdidas”.
Proceso
similar que se diera en la propia Europa (y en todo el mundo) donde los indígenas europeos fueran exterminados por el evangelismo
romano, y en donde prácticamente
casi ha desaparecido el celtismo indígena.
Y hoy después de 2000 años de evangelización
monoteísta son la
manifestación clara del otro
sistema. El cual está
manejado por elementos axiológicos,
epistemológicos, y ontológicos de patrones racionalistas, mecanicistas, materialistas
y reductivistas. En visión
no complementaria con la otra matriz -que a su vez- tiene un carácter vitalista, integrativo, recíproco, relacional.
LOS
CIVILIZADOS
Recuerdo
que en una ocasión
llevé a unos amigos
franceses, (a quienes podría
calificar de indígenas
europeos porque han rescatando su espíritu
celta), hasta una comunidad asentada en las faldas del Chimborazo para que
aprendan y conozcan más
de la tradición andina. Mientras yo
les explicaba sobre espiritualidad andina y nos aprestábamos a hacer un ritual ancestral, se me acercó un hombre de rasgos físicos andinos para solicitarme que le diera un espacio para
hablarles sobre la religión
evangélica. Me indigné y le respondí:
“Ellos han hecho un
viaje tan largo para aprender la espiritualidad de nuestros abuelos, la
espiritualidad propia y originaria de estas tierras, no aquella impuesta por
los colonizadores. Ellos vienen desde la Europa colonial a hacer un
reconocimiento y brindar su respeto a nuestras tradiciones ancestrales. Si usted
les puede enseñar algo en ese
sentido, le puedo dar un tiempo.”
El hombre solo agachó
la cabeza y se fue.
A
estas alturas de la vida, ya deberíamos
aprender a mirar más
allá del color de la piel
para no caer en la trampa de la expresión física
y poder mirar al fondo, y así
no quedarse en superficialidades a todo nivel. Caso contrario es seguir con la
imposición colonizadora que
nos hace mirar y actuar segregadamente de acuerdo a la manifestación corporal de cada ser humano (incluidos los “discapacitados”).
Todo lo cual denota un racismo y una superficialidad enfermiza (complejo de
superioridad). ¿Cuántos son los que se han sanado del racismo o de la
corporalidad, y no miran prejuiciosamente a los seres humanos por su color de
piel o por su presentación
física?
Ni
las mismas organizaciones indígenas
se han librado de aquello, hay en el fondo una otra forma de racismo solapado o
un resentimiento –que
es lo mismo-. Habría
que preguntar: ¿Cuántos de los líderes
indígenas conocen de
cosmovisión andina? ¿Cuántos
se manejan por los principios, fundamentos y valores indígenas de complementariedad, reciprocidad, estabilidad,
ciclicidad, etc. en su vida privada y política? ¿Cuántos viven como indígenas
dentro de una arquitectura y filosofía
andina? ¿Cuántos envían
a sus hijos a formarse dentro de los conocimientos occidentales, e igual -o más- en los cosmocimientos andinos? ¿Cuántos
han retomado la vestimenta indígena
originaria o han inventado una nueva?, que no es el poncho ni la alpargata de
origen español, que les fuera
impuesto por la Corona para despersonalizarlos. Y por otro lado, para poder
controlarles de mejor manera, les uniformaron dentro de ciertos colores para
identificarlos a cuales haciendas correspondían y así
tratar de evitar que fugasen.
Incluso
hay algunos dirigentes que se han visto obligados a aprender el Kichwa para
poder decir que eran indígenas
o para poder comunicarse con algunas comunidades y ciertas cosmunidades. Es más, se ha dado el caso de que ciertos “mishus”
(mezclado en kichwa), como yo -que me califican así- cuando soy más
indígena andino que
muchos de ellos, hemos ido formando y capacitando a muchos dentro de la
cosmoconciencia andina.
Entonces,
ya es hora de sincerarnos por todos los sectores y de quitarnos las caretas que
nos ha puesto la vida para mirarnos realmente quienes somos: monarquiteistas o
indígenas. Quizás todos deberíamos
responder a la pregunta: ¿Qué es ser y estar indígena?
Empezando por la CONAIE (Confederación
de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador), para que no siga cayendo en la misma trampa del color de la piel
al identificar lo indígena.
O al menos contesten esa pregunta para que tengan bien claro qué es lo indígena,
pues de lo que se les escucha o se les ha conocido, se enmarcan principalmente
en la apariencia física.
Para
que quizás de esta manera la
CONAIE no siga siendo aprovechada ni manipulada tanto por los de un color y los
de otro color. Para que sepa acoger a sus miembros, no porque parezcan indígenas por su forma física sino porque su corazón y su conciencia son indígenas. Para que no pase que gente de color europeo insertos
en el movimiento les traicionen y luego califiquen a todos aquellos de ese
color, diciendo que el problema es porque ellos son mestizos, como que fuera
posible mezclar el agua (indígena)
con el aceite (monarquiteismo). Cuando el asunto es de matriz, es de conciencia,
y no de color o de razas (que no existen). Es hora que con todas esas experiencias
rebasen la envoltura física
de cada ser humano y puedan mirar la conciencia del ser. Este es el momento,
para que tanto los unos y los otros sanen sus racismos abiertos y encubiertos.
En
este sentido, no es remedio el expulsar a algunos de color indio o europeo o
intermedio de sus organizaciones, sino de también mirar casa adentro y ver qué está
pasando para que suceda todo aquello. Analizar cuál es el asunto central, y no creer que es una simple traición racial sino que como organización algo falla -y más
que todo algo está
pasando en las comunidades-. Todo lo cual no es cuestión solo de color de piel sino de color de conciencia. ¿O acaso se ha visto que las personas del mismo color de piel
piensan igual?
Es
el momento en que debe haber un “baño de verdad”
para limpiar todas esas deformaciones coloniales, si realmente el movimiento
indígena quiere convertirse
en una fuerza de conciencia o quiere aspirar algún día
a gobernar el Ecuador (y así
en el mundo entero). Caso contrario nunca lo llegarán, o si llegan, será
como el caso de Evo Morales en Bolivia, a quien se ha calificado como el primer
presidente indígena de América, cuando en el fondo su conciencia es socialista del
siglo XXI y no del Suma Qamaña.
Lo
único que estamos
viendo es que el suma qamaña
y/o sumak Kawsay, solo es un acto folclórico de ese gobierno que viene cometiendo cantidad de “evadas”,
al igual que las correadas, ortegadas y chavezadas que vienen haciendo los
socialistas del siglo XXI en diferentes lugares, y a eso le llaman Buen Vivir o
Vivir Bien. “Revoluciones” o contrarevoluciones que se están convirtiendo en un nuevo chasco, como fueran las
experiencias libertarias, emancipatorias y guerrilleras que hemos vivido en
estos 500 años, y en la que todo
sigue igual -o más
bien dicho- peor.
En
realidad, actualmente se está
produciendo la conquista de Amaruka o Atlántida (América).
Hace 500 años fue solo la invasión, en la cual pese a todo se mantuvo la cultura ancestral
durante todo este tiempo. Pero a este momento, ya muchos están civilizados, catequizados, adoctrinados, alfabetizados,
dogmatizados, desarrollados…
(monarquiteistas) para convertirse en nuevos artífices del “progreso”, es decir, de la destrucción de la Madre Tierra a pretexto de “salir de la pobreza”.
Algunos ya están PHDs para
transformarse en nuevos ricos consumidores en medio de una naturaleza cada vez
más pobre, y a eso le
llaman primer mundo, evolución,
cambio.
A
este punto, bien vale llamar a que cada ser humano renazca o despierte al
verdadero indígena o indio que vive
en cada uno. Que es aquel ser humano equilibrado y armónico, estable y complementario, simbiótico y sinérgico,
en otras palabras, el “naturalito” como decían
los conquistadores, o más
claramente el salvaje. Es decir, remover y alumbrar al individuo pleno y sabio
que convive en la profundidad de la naturaleza sagrada, y no aquel que vive en
la banalidad y la frivolidad del claustro moderno, llamado civilización.
Ya
es suficiente de mentiras, engaños
e hipocresías. Eso es diciembre
del 2102 en el calendario maya. Es el renacimiento del indígena compenetrado con su madre la tierra y su padre el sol,
es el ser sabio que camina bellamente por la vida, aquel que marcha fusionado en
la conciencia total.
Aquí estamos nuevamente. Hemos regresado otra vez los indígenas cósmicos,
los hombres y mujeres de corazón.
Atawallpa Oviedo Freire