A la Tierra no se la cuida ni se la explota, se la
respeta.
De la misma manera que hace algo más de 300 años en
Occidente no se comprendía que la Tierra era redonda o que la Tierra giraba
alrededor del sol, hoy todavía no se comprende de los mundos dimensionales o
conciénciales, en los que el ser humano es tan solo una dimensión entre varias,
y es un holograma o un reflejo o una enzima de la gran totalidad o del gran
organismo que es la Biosfera. Todavía seguimos creyendo que solo existe
un universo tridimensional sin tiempo, y que la información solo se da entre seres
humanos y en línea recta.
Es decir, aún no se comprende que si el hombre piensa
lo hace también la tierra y por ende el cosmos en su conjunto, siendo esa
conciencia total lo que se podría llamar Dios y que vive en cada uno de los
seres en particular (El todo está en la parte y en la parte está en el todo).
Creer que el hombre es el único inteligente y el único ser que existe en este
multiverso es la arrogancia y la vanidad más supina, como la de aquellos reyes
y papas que se creían que eran el centro del universo, o la de los dogmas que
dicen que solo el hombre es a imagen y semejanza de dios. Creencias que
mediante la inquisición pretendieron imponer sus teorías para siempre, por los
siglos de los siglos, amén.
De la misma manera, que si a un ser humano se le quita
sangre o un órgano o un miembro, éste queda disminuido en sus funciones y
propiedades, así la Tierra también sufre las repercusiones al alterar su
funcionamiento sistémico. La vida de un ser humano es corta y se siente rápidamente
el impacto, pero como la vida de la tierra es más larga, percibimos más
lentamente los impactos que ella sufre, y pareciera que no pasa nada. Esto lo
han sabido por siempre los pueblos vitalistas de toda la Tierra y su accionar
ha estado en conseguir la estabilidad en cada acto de su vida. Su propósito
jamás fue el desarrollo o el crecimiento sino el equilibrio armónico que
reproduce la vida y no aquella que la mejora o la evoluciona.
Hoy, determinada ciencia empieza a comprender y
demostrar lo que se ha sabido por siempre, que la misión del ser humano es
respetar (relación armónica) la naturaleza, que ni siquiera es cuidar o
protegerla como dicen los ecologistas, y peor una mercancía o recurso natural
como dicen los mercantilistas de derecha o de izquierda. Está ciencia comienza
a hablar de que en todo ser existe una memoria o matriz que le sostiene gracias
a la información depositada en ella y la cual le ha sido dada por la vida
inteligente. Por ejemplo, “la memoria del agua” ha sido demostrada por el
japonés Masaru Emoto, quien comprueba que el agua registra información
vibratoria de todo lo que sucede en su entorno. Cuando una frecuencia es
disonante y estridente el agua deviene turbia e irregular (enfermedades), y
viceversa. Y si el ser humano es ¾ agua, podemos imaginar lo turbia o clara que
ésta podría estar, dependiendo de la información que se registre desde afuera y
de lo que se emane desde la conciencia interior? Y si la Tierra es también ¾
partes líquido, ¿cuál será la información que se viene registrando en ese
líquido, especialmente de los océanos? Y cuáles serán las repercusiones de todo
ello?
Pero los antiguos sabios de las culturas primordiales conocían
que no solamente el agua tenía memoria sino que todo ser o elemento en la vida tiene
información registrada y que la intercambia con los otros seres. Es decir,
la vida es memoria y todo se reproduce en la continuidad de la vida gracias a
la memoria, la memoria es el divino ADN, es la conciencia que guarda toda la
información de la vida. La ciencia relativista y la mecánica quántica
lentamente comienzan a demostrar en laboratorio que todo es información
codificada. Que la luz no solo son fotones sino información dentro de un
propósito o sentido de regeneración de la vida, de ahí que la fotosíntesis es
la decodificación de la información emitida por la luz solar. Cada planta que
llevamos a la boca es energía solar solidificada, que guarda información
genética de la fuente de vida y nos constituye dentro de una configuración
solar (98.5% dicen los físicos). Es decir, somos de la misma característica que
el sol, de ahí que todos los pueblos de la Tierra -sin excepción alguna- han
sabido que el sol es nuestro padre. Pero así mismo saben que la velocidad de la
información cerebral es mucho más rápida que la velocidad de la luz, por lo que
podemos enviar información distorsionada si no entendemos y no nos manejamos
dentro de las leyes de sincronía y empatía natural.
La teoría relativista y quántica señalan que cuando
una partícula es observada se modifica su comportamiento regular, lo que
implica que los fenómenos no son absolutos en sí mismos ni son algo mecánico
que se mueven en la vida, sino que interactúan con quién les observa desde una
forma particular. Y si nuestra observación es antinatural, qué reacciones
estaremos provocando, por ejemplo en el clima. Incluso algunos ya señalan, que
en el aura o campo energético espiritual también se manifiesta la memoria
genética, la gravedad tiende a curvar el espacio/tiempo, el cual ejerce una
influencia sobre la materia/energía la cual toma una forma circular, de ahí que
todo tiende a ser curvado (ojos, arcoíris, planetas, agujeros negros). Es
decir, alrededor de la materia hay un campo (energía) que se curva y que guarda
la memoria o la información que le mantiene en movimiento. De la misma manera
que el aparato de televisión recoge las señales o información emitidas y las
materializa en forma de sonidos e imágenes, el cuerpo humano es la expresión de
la información emitida por el campo vibratorio de la persona. Este campo curvo
o huevo luminoso está empatado con el gran campo curvo (dios) o lo que Einstein
llamó el campo unificado, lo que nosotros preferimos en llamar: campo
interrelacionado.
Los astrofísicos a ese campo también le llaman masa
negra y representa el 95 % del multiverso, eso quiere decir que apenas el 5 %
es visible, en el que estamos incluidos los seres humanos, y que es lo que
básicamente conocemos, lo que equivale a decir que no sabemos casi nada.
Irónicamente los físicos mecanicistas creían que
conocían a la naturaleza y que podían manejarla a su antojo haciendo miles de
experimentos, en los cuales simplemente han producido radioactividad y los
biólogos virus que matan con nuevas enfermedades a millones de seres humanos, y
a lo cual lo denominan: desarrollo, progreso y evolución. En los últimos 500
años han aparecido más de 1000 enfermedades de la que existían hace 2000 años.
Según Arthur Jorés, sólo 500 enfermedades son comunes a seres humanos, animales
y plantas de las 2000 enfermedades que él contabilizó. Esto quiere decir, que
1500 enfermedades son el pago (“el costo del desarrollo”) que deben hacer los
seres humanos por dejarse civilizar. Él las denomina: “enfermedades de
civilización”.
El campo alrededor de la Tierra, denominado por los
hindúes como los registros akashikos y modernamente por el biocentrismo
como la biosfera (envoltura viva), en conjunción con la litosfera, la
hidrosfera y la atmosfera. Estas capas guardan toda la información del
multiverso que se emite para sostener a todos los seres que viven en este
planeta. Sin la biosfera no existiríamos, de ahí la visión de que la Tierra es
nuestra madre, porque es la que nos contiene y sostiene. La información que
cada ser humano va guardando en su memoria de vida, aquella de nacimiento y la
adquirida, van constituyendo al ser humano y encaminando a un tipo de vida
saludable o enfermizo. La humanidad en su conjunto ha ido guardando una
información de respeto (simbiótica) por miles de años, pero hoy en apenas 2000
años y particularmente los últimos 500 años y muy especialmente los últimos 50
años se ha enviado información distorsionada, estridente y destemplada a todo
nivel. Si hay una información que sostiene y mantiene dentro de un
movimiento a la vida tal como la conocemos, y si se reintroduce otra
información enviada desde los hombres civilizados desde hace 2000 años, cuál
será el choque de información que se está produciendo sobre la biosfera o
memoria de la Tierra?
Hoy los científicos conocen de ello, y saben que
pueden afectar el clima o producir cambios en la atmósfera bombardeando con
información de ondas de extrema baja frecuencia, denominadas ELF. Esto ya se lo
conoce desde principios del siglo pasado a través de Nikolas Tesla quien fue el
descubridor de estas ondas, él creía que esas ondas podían concentrarse y
dirigirlas hacia la ionosfera, para cambiar el curso del clima y provocar
inundaciones o sequías. Estas alteraciones climáticas se lograrían cambiando la
trayectoria de los flujos de presión, algo así como la “sangre” del planeta.
Tesla pensaba que si se lograba que las ondas emitidas a la ionosfera rebotasen
y se dirigiesen hacia una falla tectónica, podrían provocar terremotos. De
hecho, ya aplicaron por primera vez los EEUU en Vietnam. En 1966 se ejecutó un
programa de modificación climática (Operación Popeye), se sembraron muchas
nubes con el propósito de exagerar las lluvias monzónicas tradicionales en esa
región y cortar las vías de suministro entre el norte y el sur del país
invadido. Dicen los científicos y militares que en 50 años ya no habrá balas ni
bombas, solo terremotos, tsunamis y manipulación de los sistemas climáticos.
Esa será la guerra del futuro, pero quizás la última de ese tipo, pues como
dijo Einstein: “no sé cómo será la tercera guerra mundial, sólo sé que la
cuarta será con piedras y lanzas.”
Entonces, si se sigue modificando la estructura
corporal de la tierra a través de la extracción minera, hidrocarburífera,
arbórea…, se está enviando una información que está alterando la memoria de la
biosfera. Si todas las palabras, pensamientos y sentimientos de todos los seres
humanos se archivan en el campo unificado de la humanidad, y ésta en el campo
unificado o interrelacionado de la Tierra, y así sucesivamente hasta propagarse
por todo el cosmos, cuál será el impacto o modificación de todo el sistema en
su conjunto. Si hoy los científicos hablan de las supercuerdas y de las
bipartículas como los cordones que entretejen todo y que circulan la
información, como sucede con nuestros neuropéptidos o contransmisores que
interactúan por medio de la transducción sináptica cerebral, es qué estaremos
deformando la información que mantiene en armonía y equilibrio a toda la Tierra
en un funcionamiento estable? ¿La “Tierra Inteligente” se quedará tranquila y
no restablecerá lo que le están haciendo sus hijos malcriados?
Si seguimos así, quizás los países pobres salgamos de
la pobreza y los ricos sean más ricos de lo que son actualmente, pero por
cuánto tiempo disfrutaremos de esa riqueza, si a eso le podemos llamar riqueza?
No será que estamos siguiendo los pasos del rey Midas, y creemos que con el
desarrollo y el crecimiento estamos transformando todo en oro, pero llegará un
momento en que no podremos comernos esa riqueza fatua acumulada?. Entonces
mientras sigamos todavía enmarcados dentro de las instituciones geocéntricas
que nos dirigen todavía, aunque hoy sepamos que el sol no gira alrededor de la
Tierra, seguimos creyendo que la Tierra es inerte, por lo que en el fondo
seguimos dentro de la misma conciencia medieval y creyendo que el hombre es el
centro del universo y de la vida. Incluso los socialistas (los supuestos más
avanzados) creen que el ser humano es el centro de la vida y sus políticas
sociales están orientadas en ese sentido. Dicen que lo principal es el hombre y
luego el capital, pero no entienden que primero está la vida en su conjunto,
posteriormente el ser humano y en última instancia el capital.
Por tanto no sirve un ser humano rico en un planeta
pobre, y no hay que cuidar o proteger al planeta como dicen los ecologistas con
políticas sustentables o sostenibles, sino que hay respetar, y respetar
significa guardar estabilidad, permitir que todo funcione como ha sido
estructurado por la sabiduría de la vida (reciprocidad). Esto quiere decir que
ya no debemos seguir consumiendo petróleo para hacer funcionar nuestros
vehículos, sino sustituirlo por el vapor de agua o mucho mejor con energía
solar, cuando lo ideal sería en muchos casos solo bicicleta. Este solo un
ejemplo para decir que debemos dar un gran vuelco a la tecnología actual, pues
ésta nos está conduciendo a nuestra desaparición como especie humana. Hay que
recrear una tecnología de la vida con información que estabilice la biosfera y
que esté en sintonía con ella para continuar la vida, sino la memoria natural
que es más fuerte que la humanidad terminará por limpiar todo y la reestructura
de una nueva manera. De hecho, ya lo está haciendo enviando información de una
nueva conciencia, pues quienes nos hemos sintonizado con ella podemos señalar
lo anotado, todo lo cual no nos viene de nuestro ego ilustrado aprendido en
alguna universidad meritocrática sino de la compenetración sabia con la Madre
Tierra y el Padre Sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario