La crisis electoral de Ecuador, en la que todos los partidos
y movimientos políticos -sin excepción alguna- tienen problemas de alteración o
de manipulación de las firmas de supuestos afiliados o simpatizantes a dichas
tiendas políticas, ha destapado la debacle de la partidocracia que ha gobernado
este país, como también en el mundo entero desde mediados del siglo XIX. Pero
no solo ha dejado ver la podredumbre del sistema de partidos políticos sino de
la democracia y de todo el sistema político republicano de los tres poderes de
la occidentalidad (identidad occidental). Es decir, esto va mucho más allá, a
la raíz de todo este sistema que es el paradigma civilizatorio erigido hace
2000 años en Grecia y propagado mediante la conquista al mundo entero, para así
cumplir su fundamento de existencia el cual está concebido en dominar y
evangelizar la Tierra como lo manda el Génesis.
En este sentido, el asunto de fondo no sería simplemente el
de mejorar el sistema de partidos y el sistema democrático sino el de
cuestionar su existencia como tal. El mundo se ha convencido de la necesidad
imperiosa de que el destino de los pueblos deba estar en manos de los
políticos, los cuales se han convertido en “profesionales” que hacen una
carrera y que deciden a nombre de toda la población la vida de las naciones. La
creencia aristotélica que indica que el hombre es político por naturaleza, ha
calado profundamente en la población mundial, dándose por absoluto la ideología
de que la política es el único y mejor camino. La política y todas sus
instituciones como el centro y fin de todo. Sin embargo, la mayoría de la gente
no se siente identificada y representada por la “clase política” por lo que se
han marcado distancia con todos ellos, fenómeno que se da a nivel mundial. Sin
embargo muy pocos se han atrevido a cuestionarlo, y casi nadie a buscar un
método alternativo que implique una verdadera representación y acción directa
en la administración de las diferentes instancias de los Estados nacionales,
los cuales a su vez deben ser reconfigurados dentro de otras instituciones,
totalmente diferentes al modelo vigente.
Por tanto, a este momento se hace importante el desahuciar a
los partidos políticos y consecuentemente a toda la artificialidad que dirige
el mundo entero, llamada democracia. Particularmente de la monorepública
presidencialista, que es solo un disfraz del sistema monarquiteísta, y que
configura el paradigma civilizatorio contranatura que ha dirigido el mundo y
que ha conducido a la crisis más aguda en toda la historia humana. Ante ello, -entre varios elementos- se hace
necesario un sistema electoral directo que implique una real, auténtica y profunda
participación de las más claras y sabias personas de cada pueblo. La forma
sería simplemente el nombrar a representantes desde las formas e instancias más
pequeñas de organización sectorial de la población. Por ejemplo en el caso del
Ecuador, la forma más primaria –especialmente a nivel urbano- es la manzana,
que es la unión de varias viviendas familiares que la constituyen, y a su vez
de la unión de manzanas se forman los barrios, y así sucesivamente las
denominadas parroquias, cantones, provincias, regiones, en ese orden. Esto quiere decir, que cada manzana elegiría
un representante, y de la unión de esos representantes saldría otro representante del barrio y así
cíclicamente con las parroquias, cantones, provincias, regiones hasta llegar a
los representantes nacionales, en donde un gran consejo sería el eje de comando
principal.
Un cuerpo colegiado que dirigiría en forma mancomunada y no
como actualmente ocurre en que una sola persona llamada Presidente decide el
destino de millones de seres humanos, sistema republicano que no tiene mayor
diferencia con el sistema monárquico en donde un rey decide por todos. Del rey
al presidente solo hay un paso, tanto es así, que algunos no se han declarado
reyes pero si se han convertido en dictadores. No es posible seguir entregando
la vida de las naciones y del mundo a personas en particular, sino a un cuerpo
de varias cabezas, quienes decidan siguiendo la cadena de representación hasta
llegar a las bases sociales primarias, que son las familias.
También puede tomarse como ejemplo al sistema de los Incas
que cuenta el Inca Garcilazo de la Vega y también valorizado por Pedro Cieza de
León. Este sistema era muy sencillo y por ello profundo, el cual consistía en
generar representantes de grupos de 50 personas, de la unión de 50
representantes otro representante y así sucesivamente hasta llegar en una forma
cíclica al Gran Consejo de Representantes. Sistema que se aplicaba a todos los
ámbitos del quehacer humano, lo que permitió generar una sociedad con un
altísimo nivel de vida, y que admiró tanto a los conquistadores que incluso
mantuvieron algunas instituciones (por ejemplo la minga) pero tan solo para su
beneficio personal y real. Es más, sirvió de inspiración para que algunos
intelectuales hicieran propuestas similares para Europa, como los socialistas utópicos basándose en el libro el
Imperio Colectivista de los Incas de Pedro Cieza de León. Inclusive el propio
Marx, que al formular su propuesta comunista se inspira en estas organizaciones
ancestrales de varias regiones del mundo y que él denominó como “comunismo
primitivo”.
De esta manera también se rebasaría la democracia, que es el
sistema de las mayorías contra las minorías para generar un nuevo-antiguo
sistema en el que no haya la
superioridad de unos mediante la dictadura del voto sino que sea el consenso la
fórmula de ejercicio coparticipativo de vida. De esta manera se generaría
realmente un mundo nuevo, dentro de otras características en que no sea el
poder del dogma partidista y del dinero el que ponga a determinados personajes
en la pódium de los gobiernos. Los cuales, a lo único que se dedican es a
mantener y reproducir el sistema que encumbra a unos pocos y esclaviza a las
inmensas mayorías, al cual le denominan eufemísticamente como democracia. Y por
otro lado, bombardeando a mansalva con el discurso de que este es el mejor
sistema del mundo de todos los tiempos, y de que los partidos políticos son los
únicos que pueden dirigir los destinos de la humanidad. Amén.
Este es el momento para desde el Ecuador lanzar al mundo
entero el destierro de la partidocracia, de la monorepública y de la democracia
que nos han conducido a la grave crisis global que vivimos en todos los órdenes
de la vida. Este sería el punto de
partida para lesionar seriamente al sistema caduco civilizatorio, para
replantear y conducir a recrear un sistema que reproduzca a la naturaleza como
sistema de vida humana. El cual esté sustentado en el principio de armonía de complementarios para que cada
acto de la vida humana esté enfocado en encontrar el equilibrio entre todos los
agentes y elementos de la vida, y no la derecha (capitalismo) o la izquierda
(socialismo) como nos han querido convencer como única fórmula de existencia y
bamboleo social. Es decir, que el sustento de cualquier expresión social humana
tenga como fundamento el encontrar el punto de balance como mecanismo de
acuerdo y de conciliación. Esto sería un método no solo político o social, sino
familiar, educativo, económico, jurídico, etc., con lo cual estaríamos hablando
de un trastrocamiento de todo lo que hemos vivido en el mecanicismo monárquicoteista
de estos últimos 2000 años. Y de esta manera reinaugurar el sistema vitalista
de comunidades que gobernó el mundo por más de 10.000 años, que en el caso
andino se denomina Sumakawsay o Sistema Vitalista Armónico. Evidentemente
dentro de un nuevo salto y en otras condiciones, pero inscribiéndonos en el tejido
social milenario elaborado por millones de generaciones y no lanzarnos a nuevas
aventuras y frustraciones. Esa sería la humildad y sabiduría de una nueva humanidad que ha
aprendido algo de estos 2000 años de civilizamiento para un nuevo reencuentro
con la naturaleza y su armonía plena.
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