sábado, 28 de abril de 2012

COMENTARIO DEL LIBRO QUE ES EL SUMAKAWSAY


PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE ATAWALLPA OVIEDO.
Por DAVID CORTEZ[1]
Oviedo Friere, Atawallpa (2011).Qué es el Sumakawsay. Más allá del capitalismo y el socialismo. Camino alter-nativo al desarrollo. Una propuesta para los “indignados” y demás desencantados de todo el mundo. Quito: Sumak Editores.

PRESENTACIÓN.
“Nunca aceptes una tesis filosófica como bien fundamentada si ha sido producida por personas de una sola tradición cultural” (Wimmer 2006)              
1.      El contexto de la obra
2.      El estado de la investigación
3.      Historia, ética y conciencia
4.      Más allá del desarrollo
5.      Más allá del socialismo
6.      Apostando por el diálogo
7.      Bibliografía

1.      EL CONTEXTO DE LA OBRA
¿En qué contexto surge esta obra? En tiempos difíciles puesto que quien elabora su discurso más allá de la “razón pública” (Ramírez 2010), es decir, de lo políticamente permitido, parecería que está condenando su opinión a la “sedición” y el “terrorismo”. Ironía de la historia, puesto que, en realidad, nos encontramos en un momento de resurgimiento y “(re)construcción” de un “pensamiento crítico”(Moreano 2009). En efecto, estamos ante el desafío de generar propuestas políticas y conceptuales que se van gestando desde antiguos y nuevos frentes, a saber, la crítica del neoliberalismo, las reivindicaciones étnicas, las iniciativas del movimiento de mujeres y del ambientalismo, entre otras. En este contexto se inscribe el aporte de Atawallpa Oviedo. Aporte cuyo mérito y problematicidad consiste, entre otras cosas, en retomar, repensar y diseñar paradigmas de vida que fueron relegadas del horizonte de comprensión de proyectos y propuestas pensadas en las diversas expresiones en las que históricamente se ha concretado Occidente. Parafraseando a Foucault podemos preguntarnos si asistimos aquí a la irrupción de “saberes sometidos”.
No me voy a ocupar con la pregunta de si Atawallpa Oviedo logra o no explicar qué es el “buen vivir”. Me interesa, más bien, mostrar la estructura de su discurso, es decir, cuál es el episteme desde el cual trabaja para lograr un conjunto de temas recurrentes y, a la vez, indagar sobre los silencios y exclusiones que dicho procedimiento comporta, así como también el tipo de subjetividades a las que discursivamente se da lugar. En este sentido, sostengo que con esta obra nos encontramos ante una lógica de oposiciones que intentan ser superadas desde un procedimiento que, sin embargo, apela a realidades cuya medida sería una infinita red de relaciones. Así, por ejemplo, basta mirar su índice para encontrarnos con debates cuya dinámica sería la confrontación de miradas incompatibles: el ser y el estar, el paradigma reduccionista y el arquetípico holístico, la cultura comunitaria y la civilización individualista, la logolatría y la cosmociencia, el desarrollo como último suspiro civilizatorio, el buen vivir posmoderno y el sumakawsay ancestral, capitalismo-socialismo y armonicidad.
En síntesis, la oposición central, con la que opera el autor, es aquélla representada por la  tensión irreconciliable de un saber holístico y cosmológico –que se la atribuye a pueblos “naturales”, “ancestrales”, “primigenios”–, y la referida, por otro lado, a un saber analítico-racional cuyo protagonista sería Occidente. La consecuencia de este sistema de oposiciones es la nítida y homogénea claridad con la que se abordan problemas filosóficos, procesos históricos, análisis económicos, políticos, culturales y de género, entre otros. Dicho procedimiento homogeniza aquello que probablemente, en la realidad, difícilmente se puede concebir desde categorías binarias, es decir, aquello que se denomina como “Occidente” y lo que representaría su alteridad, es decir, los no occidentales, los pueblos “naturales”, “primordiales”, entre otras denominaciones. ¿No habrá que complejizar estas oposiciones que históricamente habrían sido protagonizadas por un Occidente que aparece representado en términos monolíticos? ¿No han existido al interior del mismo Occidente aportes que no pueden ser circunscritos a la representación del Occidente dominante? ¿Más aún, no recurre el mismo autor a categorías occidentales para elaborar y proponer un paradigma de vida alternativo?
2.      EL ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN
¿En qué consiste su aporte o novedad respecto al “buen vivir” / “sumak kawsay desde el punto de vista del debate y la investigación? Considero que hay un esfuerzo de síntesis que se hace desde aportes logrados en la región antes y después de los debates constituyentes. De hecho, el autor se basa en los aportes de colegas de Bolivia, Perú y Ecuador. En este sentido, sus referencias más frecuentes son los trabajos de Javier Medina, Josef Estermann, Xavier Lajo, Alberto Acosta, entre otros. Con todo debo señalar que siento que el texto no hay un tratamiento de la producción de autores y autoras ecuatorianas respecto al pensamiento indígena y, particularmente, sobre el “buen vivir” / “sumak kawsay” en nuestro medio.
Así, por ejemplo, desde la filosofía y teología de la “liberación” se ha propuesto una “filosofía indígena” de raigambre andina que se la puede analizar en trabajos de Moreno (1983), Proaño (1988), Dutari (1997) y Enríquez (2004). Los mismos intelectuales indígenas han aportado en la sistematización de una “cosmovisión andina” que diera cuenta del legado ancestral de las poblaciones originarias. Es el caso de trabajos de Tatzo y Rodríguez (1998), así como de diversidad de encuentros donde se ha focalizado la centralidad que el tema de la “tierra” adquiere en el mundo andino. Por otro lado, desde una óptica marxista también hay quienes han tratado de empatar las tradiciones andinas con una corriente socialista que eventualmente conduciría a la superación del régimen capitalista. Aquí podemos nombrar los trabajos de Cueva (2007) y Sandoval (2005), entre otros. En una perspectiva “intercultural”, asimismo, se han logrado aportes que posibilitaron la concreción de una “filosofía andina”. En este sentido, son representativos los trabajos de Fornet-Betancourt (1994), Josef Estermann (1998) y la Universidad Intercultural Amawtay Wasi (2004). Y también hay aportes sobre el estatuto científico de una “epistemología andina”. En esta línea se ubican  los trabajos de Aguirre (2000 y 2004) y Rojas (2005). Destacándose también los resultados obtenidos por los “estudios culturales” al haber puesto en escena una perspectiva de trabajo geopolítica y postcolonial desde los saberes andinos y afros, sobre todo en los trabajos de Walsh (2001) y Ruiz (2004), entre otros.
Su intento de redefinición y precisión del “sumak kawsay” respecto a otras tradiciones lo hace apelando a la existencia de una tradición que habría sido conservada por pueblos “naturales” desde una “conciencia primordial” (p. 27) frente al occidente griego-cristiano-moderno-contemporáneo. Oviedo considera que el “Alli Kawsay” correspondería al “Buen Vivir” constitucional, en cambio, el “Sumak Kawsay” haría referencia, más bien, al principio de “Convivir en Armonía y Límpido” (p. 178), como lo habrían definido los Kichwas de la Amazonía ecuatoriana. Comprensión que estaría más acorde con la tradición andina de armonía y equilibrio en el marco de oposiciones recíprocas o polaridades proporcionales como principio básico de la vida. De aquí que el autor proponga usar el término “Sumakawsay” para referirse a lo que denomina el “Convivir en Armonía Consciente de los pueblos ancestrales andinos” (p. 182). Con todo, más allá de esto, dejando la discusión sobre las fuentes y recursos biblográficos del autor considero que su aporte es importante puesto que reelabora una perspectiva del “buen vivir” / “sumak kawsay” una vez que ha sido asumida como “política pública”. En este sentido, su aporte consiste en debatir abiertamente con un “buen vivir” que se ha convertido en razón de estado.
3.      HISTORIA, ÉTICA Y CONCIENCIA
Oposiciones irreconciliables, inexistencia de momentos o negociaciones intermedias, imposibilidad de intersticios y lugares comunes desde los que las tradiciones se construyan en un entramado complejo de culturas y poderes, recreando encuentros y desencuentros. El “sumakawsay” de Atawallpa Oviedo parecería que se resiste a ser representado en el marco de la historia real, sacando impulsos de tradiciones escondidas, de pueblos a los que se alude y, sin embargo, no se mencionan desde sus procesos e historias concretas. ¿Déficit histórico o, más bien, asistimos definitivamente a la creación de formas de expresión más allá de los cánones establecidos por Occidente? Oviedo tiene la claridad de presentar tradiciones occidentales, cuyo eje ha sido sin duda una visión antropocéntrica, que hicieron de la naturaleza un simple medio para fines humanos. En este sentido, Oviedo muestra que la perspectiva trascendental –que el judaísmo, cristianismo y platonismo imprimieron al Occidente– encuentra su traducción moderna en el impulso secularizado que, a su vez, se expande hasta nuestros días en un “sistema-mundo” (Wallerstein) globalizado bajo las formas del capitalismo y del socialismo realmente existentes. En este contexto, los pueblos originarios aparecen como la posibilidad y alternativa de revertir la historia del mundo, en la medida que retornaríamos o asistiríamos al “despertar” de una conciencia cósmica que hace de soporte para otro tipo de historia. Aquélla de la vida en armonía con la madre naturaleza y la de la armonía entre los hombres y mujeres que orientan sus vidas por los ciclos y ritmos de aquélla, es decir, por quienes se acogen a la sabiduría del “sumakawsay”. En palabras de Oviedo:
Nuestros abuelos y abuelas concienciaron que el misterio del ser humano es re-aprender a convivir con las leyes de la armonía y del equilibrio dinámico de la naturaleza, y que la tarea de vida es adentrarse cada vez más en ellas. (p. 28)
Se trata de una historia cuya dinámica no obedece a la lógica de la “lucha”, sino a la armonía en sintonía con una temporalidad que subvierte la teleología de una racionalidad que en Occidente ha sido antropológicamente endiosada. ¿Vuelta a los orígenes? ¿Qué orígenes? ¿De cuáles pueblos? ¿Romanticismo? Oviedo es consciente que la misma historia de los pueblos ancestrales no ha dejado de estar atravesada por relaciones de poder. En este sentido, sabe que sólo basta pasar revista a las relaciones imperiales sobre las que se sostenía la civilización inca, punto sobre el cual Alberto Acosta llama la atención en el prólogo de la obra.
Tratando de acuñar categorías –que le posibiliten explicar aquello que la modernidad denominó como subjetividad, conciencia, entre otras denominaciones– Atawallpa Oviedo recurre a tesis del psicólogo suizo Gustav Jung. Dado que su concepto holístico-cósmico no puede traducirse en categorías del moderno racionalismo, intenta elaborar una noción de subjetividad desde los conceptos de “arquetipo” e “inconsciente colectivo” que la psicología profunda de Jung le ofrece. Ironía conceptual de su opción categorial es que aquéllas, en realidad, surgen de una suerte de evolucionismo psicológico que muestra temas y motivos recurrentes que estarían presentes en todos los pueblos y culturas. Sabiduría inconsciente que habría sido ganada en algún momento y que estaría a la espera de condiciones adecuadas para su despertar y retorno. Discurso que fue paralelamente desarrollado en la sociología por Émile Durkheim que, como se sabe, planteó la tesis de que la “conciencia colectiva” requeriría de condiciones estructurales para su surgimiento. Desde corrientes críticas, sin embargo, dichos planteamientos han sido cuestionados por no explicar suficientemente la condición histórica y el contenido ideológico que eventualmente podrían esconder dichas categorías. En el caso de Jung, incluso, se ha llamado la atención sobre el rasgo antisemita en el marco del cual surgieron dichas categorías. Procedimientos que recuerdan en el ámbito latinoamericano el intento de ver en los pueblos andinos algo así como un depósito racial-cultural incontaminado. Lo cual, siendo honestos, de ninguna manera es el caso de Oviedo. Desde un principio expresa que su discurso no está en contra de ningún pueblo o tradición y de que el conocimiento ancestral anidaría en todos los pueblos y culturas (p. 26).
Con todo, en este punto quisiera plantear más preguntas: ¿Qué pasaría si intentamos una representación histórica del “buen vivir” / “sumak kawsay” desde una visión que no reduce el poder a la dominación, sino también como el espacio en el que se ejercen resistencias y se buscan alternativas? ¿Acaso no existe un “buen vivir” / “sumak kawsay” que resulta del acumulado histórico de luchas de resistencia y liberación que han sido protagonizadas por movimientos indígenas, organizaciones sociales, de mujeres, afroamericanos y ambientalistas, entre otras?
4.      ¿MÁS ALLÁ DEL DESARROLLO?
Oviedo esgrime trece razones para oponerse al “desarrollo”. Estamos de acuerdo con ellas. Ellas también constituyen la bandera de lucha de grupos ambientalistas, de movimientos sociales, indígenas, campesinos, obreros e intelectuales comprometidos, entre otros. El desarrollo se inscribe, en última instancia, en aquella condición moderna que Quijano describe en términos de la “colonialidad del poder”. En esta perspectiva es que Oviedo escribe que “El desarrollo es la posmoderna forma de conquista y saqueo de lo que no ha sido posible todavía colonizar y civilizacionar, o se lo ha perdido en las `luchas de independencia nacional´” (p. 158). Oviedo, sin embargo, sostiene que lo postulado hasta aquí no basta. Los esfuerzos del desarrollo en sus múltiples variaciones –humano, sustentable, ecológico– no ha salido de su matriz occidental. En su opinión, habría que ir a la raíz, es decir, habría que cuestionar e ir más allá del paradigma civilizatorio sobre los cuales el desarrollo ha construido sus presupuestos fundacionales, políticos, ideológicos y religiosos:
La idea no es buscar una nueva forma de desarrollo alternativo o de salidas al desarrollo y al capitalismo-socialismo, sino alter-nativas  alter-mundialistas a la civilización en su totalidad. El enigma de fondo no es el post desarrollo sino la post civilización. (p.169)
La post civilización se construiría, en opinión de Oviedo, por el retorno alsistema milenario de los pueblos ancestrales, es decir, aquella de otro tipo de relación con la naturaleza: recíproca, sagrada, armónica y holística (p. 173), proponiendo para ello lo que él denomina la “estabilidad dinámica”:
La estabilidad dinámica es un sistema para la armonía y equilibrio, el cual no busca desarrollar sino mantener la equidad, guardar reciprocidad, controlar el crecimiento, generar un movimiento multipolar paralelo, provocar un uso mesurado de la tecnología, inspirar a una relación respetuosa y sagrada con la naturaleza, motivar a la complementariedad entre vida artificial y natural, concienciar a la simetría equitativa entre posiciones masculinas y femeninas, etc. (p.172)
Como bien señalan Farah y Vasapollo, respecto al mismo debate en Bolivia y México, no cabe duda que el “buen vivir” / “Sumak Kawsay” / “Sumakawsay” es una “noción ética superior” a la representada en sociedades capitalistas y socialistas caracterizadas por sus sesgo antropocéntrico y productivista. En este sentido, su mérito radica en la relocalización y centralidad que adquiere la naturaleza en el marco de relaciones respetuosas entre seres humanos diferentes y diversos y entre éstos con aquélla. Sin embargo, debemos reconocer que para adentrarnos en un camino “alternativo” que nos conduzca fuera del “paradigma civilizatorio” realmente existe, tenemos que buscar responder a preguntas que surgen desde la realidad de nuestras complejas sociedades caracterizadas por la pluralidad y heterogeneidad económica, social, cultural y política, resultantes de nuestra misma condición de “colonizados”. ¿Cómo construir las condiciones de posibilidad histórica y qué marcos categoriales implementamos para nuestras sociedades caracterizadas justamente por dicha complejidad? (Farah y Vasapollo 2011: 20-21) ¿En el marco de qué proyecto de sociedad y estado asumimos la propuesta del buen vivir / sumak kawsay / sumakawsay como un propuesta de política pública y/o como política de estado en la que cabemos todos desde nuestra diversidad?
5.      ¿MÁS ALLÁ DEL SOCIALISMO?
Si hay algo que aporta el autor, es su crítica a la institucionalización o implementación política del “buen vivir” / “sumak kawsay” como política pública o política de estado en Ecuador y Bolivia. Su estrategia argumentativa no admite más que dos posiciones: quienes están con una visión holística-cósmica y los demás. Estos son, pues, capitalistas o socialistas. Pero con la salvedad de que el “sumakawsay” no sería una propuesta política, aunque sí una perspectiva ética que inspiraría otras formas de vida más allá del capitalismo y del socialismo. Así el autor:
De acuerdo a cada posición, nos dividiremos en capitalistas y socialistas, y por otro lado, los armónicos holistas. Por tanto, el Sumakawsay no es una vía alternativa para el desarrollo, ni una nueva forma de desarrollo, ni un movimiento al socialismo y al comunismo, ni un biosocialismo republicano. El Sumakawsay es un camino alter-nativo y alter-mundial, para la armonía y el equilibrio entre todos los seres que hacen y reproducen la vida. (p. 256)
En Opinión de Oviedo, el “Buen Vivir” de los “biosocialistas” del siglo XXI no sería nada más que la “Vida Buena” de los griegos clásicos –particularmente de Aristóteles –, la “Buena Vida” de los romanos, del “Vivir para el Bien” de los cristianos o de las tesis liberales del “Public Welfare” o “Bienestar Común”. En palabras del autor:
Es decir, este Buen Vivir como Sumakawsay es tan solo una usurpación del nombre y del concepto general de la Cultura de la Vida de los pueblos andinos, para manipularlo y adaptarlo por las izquierdas a sus intereses de poder, ante la decadencia, desgaste y pérdida de solidez del discurso del ilustrismo de la modernidad y del marxismo. (p. 182-183)[2]
Los discursos de Rafael Correa y Evo Morales hablan del Buen Vivir como de raigambre andina pero lo único que tiene de andino es el membrete, pues cuando desovillan y materializan sus “políticas”, su práctica es totalmente civilizatoria desarrollista. El Buen Vivir de Correa y el Vivir Bien de Morales no es andino, sino el Buen Vivir griego clásico, y del Vivir para el Bien cristiano (buen vivir platónico-cristiano), con tintes de ilustración y posmodernidad izquierdista. (p. 211)
Las denominadas políticas públicas de “participación” o “integración” no serían nada más que formas de absorción al sistema: “Esto se llama neo-colonialismo y neo-civilizamiento, siendo eso básicamente el Buen Vivir o Vivir Bien que pregonan los socialistas posmodernos.”
Con esto Atawallpa Oviedo se une a un sinnúmero de críticas que han sido expresadas no sólo por dirigentes indígenas, sino también por diversas organizaciones sociales y, además, en investigaciones sobre el “buen vivir” / “sumak kawsay” como políticas de estado. Schmid (2011), por ejemplo, muestra la incoherencia planteada en términos conceptuales y políticos cuando se pretende identificar “sumak kawsay” con el „desarrollo humano” que se quiere justificar desde categorías básicamente aristotélicas y liberales. También desde nuestro medio, Walsh (2010) ha llamado la atención sobre el carácter neocolonial de prácticas estatistas que operan en nombre del “buen vivir”.
En este sentido también algunas preguntas: ¿Cómo asumir los postulados éticos del “buen vivir” / “sumak kawsay” en proyectos económicos y políticos cuya opción por la naturaleza sea compatible con relaciones sociales basadas en la interculturalidad? ¿Cuáles son los términos de relación entre “sumak kawsay”, interculturalidad y un estado pensado en términos plurinacionales?   
6.      APOSTANDO POR EL DIÁLOGO
Para finalizar quiero plantear que también tengo preguntas respecto a los términos en que Atawallpa Oviedo plantea la propuesta de un “diálogo diferente”:
entre civilizadores y culturizadores, entre las variantes “occidentales” y la andina, entre las variantes modernas y las variantes ancestrales, entre las variantes reduccionistas y las variantes holísticas, en definitiva, entre las variantes desarrolladas-ilustradas-evolucionadas y las variantes “salvajes”-“incivilizadas”-“incultas”. No como una nueva forma de reduccionismo sino solo como una manera de empezar el diálogo. (p. 262)
Me parece que necesitamos superar esquemas de diálogo basados en relaciones unilaterales y/o exclusivamente dicotómicas, sino más bien, algo así como un “polílogo” (Wimmer) de tradiciones que haga justicia a la pluralidad y diversidad de culturas que constituyen el entramado actual de la humanidad presente. En este sentido, los aportes interculturales son más un desafío que una realidad.
Considero que el diálogo tiene que incluir una recuperación de la memoria sobre las múltiples luchasimplicadas (teóricas, prácticas y simbólicas) en la construcción de formas de vida quepolemizan con la hegemonía histórica de otras que han sido implementadas por el Occidentemoderno europeo-norteamericano en Latinoamérica y otras regiones del mundo. Luchas contra hegemónicas y resistencias son otras expresiones con las que se puede representar dichos esfuerzos.
Me parece que el “buen vivir” / “sumak kawsay” / “sumakawsay admite diversidad de elaboraciones porque es una construcción social cuyo texto resulta de la articulación política de propuestas protagonizadas por actores sociales múltiples que dotan al término “sumak kawsay” de una perspectiva política amplia frente a la crisis general que experimentan en la región proyectos neoliberales y, con ello, paradigmas de civilización occidental.
Finalmente, no cabe duda que estamos en una época que requiere de paradigmas de vida y subjetividad que surjan de otra forma de relación con la madre naturaleza. Creo que aquí se está jugando la posibilidad de caminos alternativos desde los cuales retornamos y reconstruimos formas de relación y más espirituales, más surgidas del corazón y del amor entre seres que formamos parte del mismo gran movimiento de la vida.
Muchas Gracias.
7.      BIBLIOGRAFÍA
Aguirre, Boris (1985), Cosmología andina: una aproximación a la religiosidad andina, Quito: Abya Yala.
Cueva, Agustín (2007), Los movimientos sociales en el Ecuador contemporáneo: el caso del movimiento indígena, en Revista Yachaykuna, No. 7, Noviembre 2007, Quito: Instituto Científico de Culturas Indígenas, pp. 4-12.
Enríquez, Guillermo (2004), Filosofía andina: desde la postmodernidad a la globalizació, en: http://www.pucp.edu.pe/eventos/congresos/filosofia/programa_general/jueves/sesion16.45-18.15/EnriquezGuillermo.pdf
Estermann, Josef (1998), Filosofía andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina. Quito: Abya-Yala.
Farah, Ivonne y Luciano Vasapollo (2011), coordinadores. Vivir bien: ¿Paradigma no capitalista?. La Paz: Cides-Umsa.

García, Jorge, et. al. (2004),  Aprender en la Sabiduría y el Buen Vivir. Quito: Universidad Intercultural Amawtay Wasi.

Raúl Fornet-Betancourt (1994), Raúl, Hacia una filosofía intercultural latinoamericana. San José: DEI.
Macas, Luis (2011),“El sumak Kawsay”. En Debates sobre cooperación y modelos de desarrollo, perspectivas desde la sociedad civil en el Ecuador. Quito: Centro de Investigaciones CIUDAD.
Moreno Romero, Hugo (1983), Introducción a la filosofía indígena: desde la perspectiva de Chimborazo. Riobamba: PUCE.
Proaño, Leonidas (1988), Aspectos de la filosofía del indio, Discurso con ocasión de la entrega del doctorado en Filosofía Honoris Causa, por parte de la Universidad de Saarland, Alemania Federal.
Ramírez, René (2010). La felicidad como medida del Buen Vivir en Ecuador. Entre la materialidad y la subjetividad. Quito: SENPLADES.

Rojas, Carlos (2005), Epistemología occidental y epistemología andina, Revista de la Universidadde Cuenca, Anales, Tomo 50, diciembre del 2005.

Ruiz, César (2004), “Acercamientos hacia una propuesta epistemológica andina”, en Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 59, Febrero del 2004, http://icci.nativeweb.org/boletin/59/ruiz.html

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Schmid, Elisabeth (2011), Die Frage nach dem guten Leben Ein kritischer Vergleich des Fähigkeitenansatzes von Amartya Sen mit dem verfassungsrechtlichen Leitprinzip des Sumak Kawsay in Ecuador, Krems: Universität Krems.

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Terán Dutari, Julio (1997), Tiene futuro una filosofía indígena. Quito: PUCE / Abya-Yala.
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Wimmer, Franz Martin (1995). “Filosofía Intercultural ¿Nueva disciplina o nueva orientación de la filosofía?”. En Revista de Filosofía, San José, Costa Rica. XXXIII (80), pp. 7-19.

David Cortez, 13.12.2011
Quito-Ecuador


[1] Docente Investigador de FLACSO-Ecuador.Contacto: dgcortez@flacso.org.ec; cortez_dg@yahoo.de
[2]El Buen Vivir en la Constitución Política del Ecuador y el Vivir Bien en la Constitución Política de Bolivia, es una mezcla o un `champús´ como la que gusta actualmente a la posmodernidad para hacer un “menjurje” de todo un poco. Es una combinación del Buen Vivir platónico, con ciertos postulados cristianos y humanistas, ciertos conceptos de los paradigmas ecologistas, socialistas,  y finalmente añadiendo ciertos principios generales del Sumakawsay, a todo lo cual le llaman el `Buen Vivir Andino´, consumando su irrespeto y desvalorización a la sabia y milenaria tradición andina.” (p. 184)

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