miércoles, 20 de julio de 2016

EL CAMBIO DESDE ARRIBA Y ADENTRO, Y EL CAMBIO DESDE ABAJO Y AFUERA

Las trampas de las políticas de género, interculturalidad, sustentabilidad…

Cuotas de poder, participación en el Estado, inclusión al sistema oficial, son las nuevas tácticas del establishment en la práctica social para el control hegemónico. Si antes se sometía mediante la dictadura o la segregación o la educación forzada, ahora es mediante la integración y cooptación al poder y la racionalidad dominante. Es la manera sutil del manejo sistémico para anular, inmovilizar, negar, y asimilar a todos al pensamiento y hegemonía oficial.
En la retórica social se hace un reconocimiento a las mujeres, su aporte a la vida, sus capacidades y talentos, etc. Ante ello, se exige igualdad de derechos, igualdad de participación, igualdad económica, en fin, igualdad de género. La lucha se transforma en la búsqueda de la equidad en la intervención de hombres y mujeres en la vida social, política y económica. El poder accede y entrega a ciertas mujeres el mando de ciertas instituciones, las mismas que tienen la impronta de la mente patriarcal configurada en cientos de años de patriarquía o pramidalismo. Pero no le entrega a cualquier mujer, sino a aquellas que han asimilado y enraizado el patriarcado, es decir, a aquellas que han devenido “mujeres patriarcales”.
Así la lucha distal e integral contra el sistema patriarcal, causa y origen del machismo, el sexismo y de toda la segregación y ablación de la mujer, queda postergada para simplemente centralizarse en una acción por un mayor nivel cuantitativo de participación de las mujeres dentro del sistema-mundo patriarcal. De esta manera estratégica, la acción queda reducida a tener las mismas ventajas que tienen los hombres en el sistema creado y estructurado por el patriarcalismo. Se les entrega cuotas en el poder misógino, pero ellas no se convierten en luchadoras contra el sistema que les domeña, máximo se esfuerzan en lograr más derechos dentro del mismo Estado y sistema de poder sexista.
De esta manera, la mayoría de mujeres creen estar representadas o de que ya tienen los mismos derechos que los varones o de que al fin ya tienen participación en el poder. Sin que se dan cuenta que con ello están legitimando y naturalizando el mismo sistema de biopoder piramidal, en el que ahora hay mujeres enfrentándose contra otras mujeres. Mujeres que atacan inconscientemente a las formas y paradigmas femeninos de lo matricial o espiralado, y defienden al sistema piramidalista y sus múltiples tentáculos: colonialismo, capitalismo, productivismo, racismo, separatismo, materialismo, racionalismo, etc.
Las mujeres que han llegado a sitios de poder o que están dentro del sistema dominante, no han hecho acciones para desestructurar el poder vertical, por el contrario, estas mujeres han sido fieles defensoras del sistema divisorio, lineal, clasista, homogeneizador, etc. Lo que significa su fortificación y apuntalamiento para que el sistema patriarcal se renueve de otra forma y con otros medios, pero ahora impulsado desde arriba y desde adentro, no solo por los varones sino también por las mujeres. En definitiva, la neo-misoginia consiste en introducir personas con rasgos físicos femeninos en el sistema patriarcal, pero sin integrar los principios y paradigmas de lo femenino, matricial, integral, espiral; y cuyo propósito es que ellas mismas se encarguen de cuidar y de prolongar perpetuamente el sistema que las somete.
Por su parte, de los indígenas se dice que son los guardianes de la tierra, que viven en el continuum de la naturaleza, que sus conocimientos son necesarios para construir una nueva humanidad. Por lo que se pregona su inclusión en las políticas de desarrollo, se les integra a los beneficios del progreso y la modernidad, se les permite tener puestos en los gobiernos nacionales e instancias internacionales, etc. Se convierten en diputados, alcaldes, y hasta presidente de la república (Bolivia), pero no se produce ninguna transformación estructural, ni se cambia el estado colonial y republicano, ni se integran las ontologías y epistemologías indígenas, y a la final todo sigue igual. La inclusión indígena se convierte en la integración de personajes con fenotipo o pigmento “del color de la tierra” al mismo poder y sistema racista, pero no de la filosofía, metodologías, axiologías, hermenéuticas indígenas. Estos indios en el poder no están para recrear otro sistema sino para continuar con el blanqueamiento que ahora lo ejecutan los mismos indígenas. La mentalidad colonial instrumentalizada por los indios, que articulan ideas liberales, marxistas, positivistas, capitalistas, desarrollistas, progresistas, religiocentristas, etc.
La interculturalidad y la plurinacionalidad tan solo queda en la intervención de indígenas dentro del mismo Estado y gobierno colonial-liberal. Se introducen algunas simbologías y parafernalias ancestrales al mismo sistema de dominación, en un típico pachamamismo para maquillar al mismo sistema-mundo xenófobo y homofóbico, y no, para cuestionarlo y resquebrajarlo. Se convierten en nuevos felipillos que se encargan de tender los lazos con los neo-conquistadores, para que el indio siga sirviendo a la biopolítica de los grupos hegemónicos.
Lo que significa que el racismo sigue latente al mantenerse los mismos conceptos y valores coloniales y de la modernidad occidental en la vida común y corriente. De esta manera, los indios quedan máximo como adorno para recibir a personalidades, como turismo comunitario, como danzas y músicas para el mercado posmoderno, como espiritualidades para buscadores new age. Con ello el sistema continúa incólume, con indios incorporados al mismo poder racializado, para reclamar solo ciertos derechos para los indígenas dentro del mismo sistema xenófobo. De esta manera, se posterga el asunto de fondo que es el cambio del sistema eurocentrista o de blanqueamiento ontológico y epistémico. En definitiva, el neo-racismo consiste en incorporar gente con características físicas indígenas al poder estatuido, pero que su mentalidad está estructurada en lo colonial y formada en la modernidad capitalista, para que se responsabilicen en naturalizar y legalizar el sistema de dominación eurocéntrica.
En el mismo sentido podemos hablar de los ecologistas y ambientalistas. Se dice que ellos han cambiado las dimensiones de la naturaleza, que sus conceptos de sustentabilidad y de todo lo verde han replanteado la relación cultura-medio ambiente, que sin el ecologismo la explotación y depredación de la naturaleza habría alcanzado niveles dramáticos. Ante ello, promueven su intervención en los altos organismos mundiales y nacionales, son tomados en cuenta sus planteamientos de los derechos de la naturaleza, sus miembros pasan a puestos importantes en los gobiernos nacionales y mundiales, etc. Pero no pasa nada de fondo, ni siquiera se ha logrado detener el cambio climático peor la crisis global, todo se queda en medidas de adaptación, de mitigación, de resiliencia, y el capitalismo devorador sigue campante. Por el contrario, eufemísticamente se acomodan las formas depredadoras y aparece el capitalismo verde o el desarrollo sostenible como referentes para todo el mundo. Es decir, el estado extractivista se mantiene y el sistema utilitarista y cosificador de la naturaleza se resignifica desde un nuevo discurso de prácticas “amigables con el medio ambiente”.
El saber ambiental que debiera cuestionar y transformar a las epistemes positivistas del sistema de objetivación de la naturaleza, queda relegado y visualizado como no científico o serio, para presentarlo como un concepción apocalíptica o catastrofista. Con ello se desdibuja y se desarma la posibilidad de terminar con el ecocidio, para continuar por otros enfoques con el mismo esquema, como por ejemplo, el discurso demagógico de que los recursos naturales serán utilizados para terminar con la pobreza. De esta manera, la epistemología ambiental que podría abrir el camino a la construcción de un nuevo mundo, es atrapado en el poder oficial y con ello adormecido en su capacidad de ruptura profunda con la racionalidad económica y la racionalidad tecnológica. El ambiente deja de ser una fuente de pensamientos, sensaciones y sentidos para tan solo seguir siendo un objeto de conocimiento y de manipulación por la ciencia tecnocrática. Cumpliéndose así con el objetivo primordial, que es mantener el mismo sistema depredador y explotador de la naturaleza y del ser humano, con la intervención de ecologistas y ambientalistas que adornan su discurso de verde y de sustentabilidad.
Con ello, lo único que se consigue es florecer de otras maneras el mismo sistema, pero dejándose intactas al mismo tronco y raíces del sistema contra-natura, consecuentemente manteniéndose en peligro la sobrevivencia misma de la especie humana. En definitiva, el neo-ecocidio es la introducción de personajes con maquillaje y ropaje verde, pero que no viven ni manejan políticas desde las epistemologías ambientales, los cuales tienen la función de adornar de sustentabilidad y de sostenibilidad al mismo proyecto catastrofista del capitalismo voraz.
Irónicamente, quienes cuestionan a estas formas cosméticas o parches, que son las políticas de género o de interculturalidad o de sostenibilidad, son calificados de extremistas, de aventureros, de demagogos y hasta de contrarevolucionarios. Los opacan con el argumento de que todo es proceso y de que se está avanzado paulatinamente, cuando de lo que se trata es de sembrar las semillas de algo nuevo y diferente para que eso germine, y no de repintar o de reacomodar las mismas estructuras de disciplinamiento y sumisión. Obviamente que eso no se consigue en poco tiempo, como pretenden cuestionar los desarrollistas y progresistas de que la “revolución no se hace en 5 minutos”. Pero de lo que se trata es de empezar, pues jamás puede haber cambio desde el propio sistema sino desde la alteridad (afuera).
Todo esto significa que lo principal es todo lo que se pueda hacer “desde fuera” de la racionalidad dominante y “desde abajo” al interior del sistema de poder. Eso implica la recreación de nuevas formas de vida desde fuera de lo convencional u oficial, y no solo la idea de asaltar o tomar el poder. El de reconstruir el poder desde “abajo” con la sociedad civil organizada, y no particularmente “desde arriba” o desde el Estado como aparato y medio creado por la racionalidad hegemónica.  La izquierda solo quiere hacerlo al interior del sistema, desde arriba y desde adentro, desde el gobierno y desde la democracia formal, de ahí el perenne fracaso y sin que terminen de aprender.
Fatalmente, la izquierda no termina de abrirse a la otredad o la alteridad (exterioridad), las que se inscriben dentro de otras racionalidades y complejidades que funcionan en la multidimensionalidad y la intersectorialidad. Continúan en su visión dialéctica basada en la totalidad, la contradicción, y la negación, cuando las ciencias cuánticas y los saberes de la complejidad han demostrado que la vida funciona desde otras variables como la complementariedad (Lupasco), la reciprocidad (Temple), la paridad, la armonicidad, la entropía, la sinergia... (pensamiento de lo espiral). Con ello, señalando que la diversidad, la diferencia, la variedad, son elementos con los que guiarse para repensar la naturaleza y un nuevo mundo, donde quepan todas las formas de vida y no solamente las humanas, y dentro de las humanas, todas las diversidades sociales y no solo la eurocéntrica.
La izquierda se dice ser la más avanzada, la más revolucionaria, la más vanguardista, pero en la práctica son de las más conservadores entre las tendencias alterativas. Son de los que recién han abrazado algo del ecologismo, del ambientalismo, del feminismo, del multiculturalismo, de la colonialidad, del igualitarismo, etc. Pero todo queda como un añadido o un brazo exterior y no como algo transversal o diagonal a toda la co-racionalidad[1] ontológica y epistémica de la vitalidad. Su lucha es eminentemente economicista y productivista (capitalista), y en el fondo, no le interesa lo patriarcal, ni lo colonial, ni la naturaleza, en otras palabras, no le importa los verdaderos cambios sino tan solo pretenden disfrutar de la modernidad, de la ciencia positiva y de tener mayores ventajas económicas.
Por ello, no abrazan el decrecimiento, la autogestión, la autosuficiencia, la autonomía comunitaria, el autogobierno, los sistemas de transición, el bien común, el buen vivir, el sumak kawsay, y todo aquello que implica la resistencia y/o reconstrucción desde abajo (al interior del sistema) y desde afuera (al exterior del sistema), a partir de vivir y de recrear nuevas formas y estilos de vida, de producción, de educación, de vivienda, etc., más allá del Estado y de la sociedad oficial. Se quedan enmarcados en el sistema biopolítico y en el biopoder hegemónico, pretendiendo autodestruir su hegemonismo en una segunda etapa de un comunismo utópico, algo que solo pueden creerlo idealistas materialistas históricos y dialécticos que siguen teniendo solo a Marx y a Lenin como sus libros de cabecera.
Por su parte, la mayoría del feminismo, del multiculturalismo, del ecologismo y demás corrientes alternativas no se transforman en alterativas. Tienen miedo del poder, cuando el poder en sí mismo no es negativo sino en cómo se utiliza el poder. Todo en la vida es un poder, el poder del agua, del sol, del pensamiento, de los sentidos, de las emociones; y en el caso de la naturaleza, lo que ella hace es buscar simbiosis, homeostasis, entre todos esos poderes. Algo que lo sabe también el cuerpo humano, pero la mente patriarcal, racionalista, sexista, se encuentra divorciada y enajenada de su organismo, como de la naturaleza extra-humana. Si bien hay que ser críticos con la izquierda, no significa entrar en contradicción sino en una complementariedad. Indudablemente que hay que avanzar más allá del socialismo, pero no se trata de quedarse en formas que rozan con el capitalismo antes que con algo realmente transgresor.
Esto significa abrazar a todas las alteridades y alternativas en conjunto, no puede haber una izquierda machista, un feminismo racista, un ecologismo materialista, un indigenismo anti-blanco, un ambientalista contra el matrimonio gay, un izquierdista antiinmigración, un ecologista carnívoro, etc. Si no se hace un gran paraguas de tipo integral, diverso y complementario, cada cual en su secta seguirá reproduciendo desde otros ángulos e instrumentos al mismos sistema-mundo que los separa y divide. Los maquillajes están de moda y lo que se hace necesario son actitudes y posiciones medulares.
En síntesis, la izquierda tiene que aprender a construir la nueva vida, caminar con los de abajo y los de afuera, y no solo pretender tomarse el poder y construir desde arriba. A su vez los alternativos, deben plantearse llegar al poder, formar organizaciones globales, y caminar complementariamente con la izquierda. Esto es, la izquierda tiene que actuar también en la micro-política y los alternativos en la macro-política. Todas las formas de lucha, de acción y de resistencia utilizadas, pero principalizando la construcción desde las bases para llegar a arriba en forma espiral, tejiendo las jerarquías para que se sostengan las unas con las otras, y conjugándose en sintonía con los modelos complejos de la naturaleza.



[1] Con co-racionalidad (o co-razón) nos referimos a la interrelación entre el pensamiento y los sentidos, en oposición a racionalidad que se circunscribe solo al pensamiento y especialmente a la razón instrumental.

sábado, 9 de julio de 2016

DECADA GANADA O DECADA PERDIDA


El regreso de la derecha en Argentina y Brasil, y la facilidad con la que han revertido lo hecho por el progresismo demuestra que fue una época pérdida, pues, si fuera “ganada” –como ellos dicen- no hubieran regresado los neoliberales, o al menos les hubiera sido difícil el desmonte de lo hecho por el progresismo. Por el contrario, todo fue un simple castillo de naipes que de un solo soplido ha sido deshecho, no había nada estructural ni cimentado, ni siquiera un pueblo organizado y consciente que pueda impedirlo. A la final, todo fue un espejismo de revolución, tan solo un gatopardismo con una serie de cambios para que a la final no cambie nada de fondo, más por el contrario, esas reformas han apuntalado y perfeccionado el sistema de dominación.
Quizás lo ganado, es todo lo que se puede aprender de esta época, si es que hay la capacidad para asimilarlo y llevarlo a la práctica, caso contrario, será otra pérdida de la izquierda, de las tantas en su historia y que a estas” alturas del partido” se creería que ya debería interiorizarse en una profunda autocrítica. Confío, que los que más han aprendido son los de “abajo” y principalmente los de “afuera” (alternativos, autogestionarios, autonómicos, anti-sistema, alter-sistémicos).
Después de la “época pérdida” del neoliberalismo, se presentó una situación inigualable para proceder a un cambio estructural, pero los progresistas se equivocaron en sus procesos de cambio y/o no supieron qué hacer en el poder, para simplemente limitarse a hacer cambios cosméticos apuntalados con mucha propaganda. En el fondo ni siquiera se propusieron una reforma seria, tan solo se plantearon la modernización del capitalismo. Excepto Venezuela que sí se lo propuso, pero que no tuvo la capacidad de lograrlo debido a la improvisación, el dogmatismo y el caudillismo que le rodearon. Por su parte, los otros gobiernos progresistas creyeron que había que crear las condiciones para una transformación orgánica, cuando ya estaban dadas con todo lo hecho por el neoliberalismo que llevó a la quiebra al capitalismo, pero para ellos pasaba por disminuir la pobreza y las desigualdades para que sea posible una revolución posterior.
Efectivamente, consiguieron afectar la pobreza y disminuir las desigualdades, pero solo por el lado de los ingresos. Algo, que igual lo lograron otros países con gobiernos abiertamente neoliberales, e incluso en algunos casos mejor a lo que hicieron los progresistas (Colombia, Panamá, Paraguay). Además, que era una propuesta de la ONU para cumplir con los objetivos del milenio, todo lo cual no pretendía acabar con el sistema sino de tan solo limitar la voracidad del “capitalismo salvaje” para que perviva y se asiente el mismo régimen. Y ello fue posible, por la ventaja internacional que ofrecían los excelentes precios de las materias primas, pero ahora que han caído y ya no hay los recursos se comienza el proceso inverso, con ello demostrándose que se los desperdiciaron al no invertirlos para sembrar a través de generar una nueva matriz productiva y de propiedad asociativa (grupal, comunitario, cooperativo). Por el contrario, todos esos ingentes recursos fueron a parar en los grandes capitales nacionales y transnacionales, siendo para ellos si “la época ganada”, pues nunca ganaron tanto ni siquiera cuando ponían directamente los gobiernos.
Quizás, otra hubiera sido la historia si los progresistas no se hubieran encontrado con esa bonanza que les llegaba del exterior y ahí, tal vez se hubieran propuesto algo más contundente. El poder les envaneció y engolosino, llevándolos a cometer múltiples errores, y que a la final sus cambios fueron simples cascarones o maquillajes suntuarios, pero nada raigal.
Su idea de mejorar las condiciones de vida de la población, implicó solo políticas redistributivas de los ingresos descuidando las distributivas de la propiedad y no cambiaron la matriz de producción primario exportadora, con ello dejaron intactas las mismas estructuras.
La mejora material sin una disputa contrahegemónica epistémica y ontológica de sentido histórico eliminó la posibilidad de un cambio social, pues, además, lo hicieron sin la participación de la población y sin una nueva expresión cultural de por medio. Por el contrario, se procedió a desmovilizar a las fuerzas sociales que enfrentaron al neoliberalismo y que permitieron el triunfo del progresismo.
Se activó la actitud paternalista y verticalista de la vieja izquierda totalitaria y estatista, en la que ellos como vanguardia se encargarían de hacer la revolución, dejando a un lado la creación de una ciudadanía individual y comunitaria comprometida, que partícipe y dirija su propio proceso de cambio. Las mejores condiciones de vida a través de inversión pública para democratizar derechos, no significó ningún valor agregado socio-político pues se mantuvo la misma estructura de poder. Por el contrario, implico un valor desagregado medible en desorganización, desmovilización, inconsciencia e inconsecuencia de la población hacia la generación de un nuevo orden social y de una nueva actitud de construcción cultural.
Con esto se cometió otro error al creer que el cambio es sobre todo económico, siguiendo el mismo esquema de la derecha para quienes el problema es de capitales, de la generación de mayor riqueza. No entendieron que no vivimos solo una crisis cíclica del capitalismo sino una crisis multifacética de la civilización (patriarcal, racista, ecológica, energética, social, económica, política), y una de cuyas partes es lo económico. Esto implica que las acciones deben ser integrales, en forma transversal e interseccional, para que sea posible un cambio total. Centralizar en lo económico es perder la perspectiva para quedarse mareado en las ramas, sin resolver la situación de los troncos y de las raíces que generan la dependencia y la explotación. El economicismo, el productivismo, el consumismo, el extractivismo, no conllevaron a una ciudadanía empoderada sino a la activación del individualismo y el hedonismo; a la recreación de una sociedad materialista y anoréxica preocupada por tener más antes que despertar la cooperación, la reciprocidad, la solidaridad, la complementariedad, la armonía y el equilibrio.
A ello se suma, que los dirigentes de los movimientos sociales fueron cooptados por los gobiernos. Con ello las bases pasaron a ser clientes demandantes de obras y de ventajas personales o grupales, dejando de ser los actores y autores del proceso de cambio. La burocratización de los dirigentes significó el aumento del clientelismo, del prebendalismo, del paternalismo, en la espera de que el Estado resuelva todo. Y, por otro lado dio paso a la corrupción, pues los altos presupuestos les terminaron pervirtiendo, generando nuevos ricos que vieron su oportunidad de sacar su tajada en forma legal o ilegal (“ahora nos toca a nosotros”). Poco a poco va saliendo a luz los casos de corrupción en todos los gobiernos progresistas y que demuestra que si fue para ellos una “década ganada”. Y en el caso de los movimientos que se mantuvieron firmes, se procedió a criminalizarlos y perseguirlos; incluso, mucho más que lo que la derecha había hecho anteriormente, asemejándose en algunos niveles a la época de las dictaduras. Además, en el mejor estilo de los totalitarismos, se crearon organizaciones paralelas sumisas a los gobiernos progresistas.
Esta cooptación de los dirigentes sociales al gobierno significó desarrollar el mito del marxismo dogmático de que la revolución se hace desde el Estado y no desde la sociedad y las comunidades. Con esta visión estatista y vertical se bloquearon las posibilidades para que el pueblo organizando asuma nuevos roles y responsabilidades.
El estado verticalista se encargaría de hacer los cambios, y el pueblo simplemente tenía que estar pasivamente votando por ellos, para que les sigan dando más beneficios. A la final en eso se convirtió el cambio progresista, transformando al gobierno central en un agente de obras que son propias de los municipios, en vez, de dedicarse a hacer cambios estructurales en las relaciones de poder. Se dedicaron a modernizar el país (hidroeléctricas, carreteras, escuelas), obras que principalmente han sido beneficiosas para los tradicionales y nuevos grupos económicos, desperdiciándose la oportunidad de generar organización económica desde las comunidades a través de motivar a la unión de medianos y pequeños capitales privados y comunitarios, para que puedan competir con las grandes corporaciones nacionales y transnacionales.
Es decir, se desaprovechó la oportunidad de distribuir los recursos entre toda la población, a través de la generación de diferentes formas productivas y no simplemente redistribuyendo bonos que lo único que hacen es profundizar la dependencia y la sumisión. De lo que se trataba es de fomentar iniciativas de transición para la transformación social desde abajo, mediante la autogestión, la auto-organización y el trabajo en red, para sentar las bases de un nuevo sistema. Todo desde abajo, y no desde el fomento a la creación de grandes empresas estatales o privadas, y con grandes obras que lo único que reflejan son los regazos de un capitalismo devorador.
Nada se hizo para impulsar la construcción de la vida desde una posición anti-globalizadora y anti-calentamiento mundial. Se olvidaron que nuestro potencial está en la energía solar y eólica, y en la producción agroecológica, agroforestal, y en todo lo que es orgánico sin agro-tóxicos ni transgénicos.
Estatizar la revolución, fue el mayor error cometido por el progresismo. No hay Estado revolucionario sino sociedad revolucionaria, el estado por esencia es anti-revolucionario. El Estado no integra a la sociedad, sino que genera nuevas formas de dominación por quienes están en el poder.
Indudablemente que son necesarias esas mega obras, pero antes había que cambiar las estructuras de propiedad y de producción, para que los beneficios de esas obras estén al servicio de las mayorías.
Lo primero es lo primero, y ello tenía que ver con cambiar el sistema político, institucional, económico, jurídico, de tipo colonial y republicano, que era lo esencial y el trabajo vanguardista de un gobierno revolucionario para construir el sumak kawsay/vivir bien, y no dedicarse a hacer obritas. Además, que con los megaproyectos se ha aumentado la dependencia al exterior, al profundizarse la estructura productiva primaria exportadora y secundaria importadora, y por otro lado, se ha aumentado la deuda externa y han disminuido las reservas internacionales propias, dejando en indefensión a las futuras generaciones que ahora tendrán que solo dedicarse a pagar los préstamos y recuperar la liquidez interna.
En su visión estatista salvadora, se dedicaron a perfeccionar el mismo sistema republicano y burgués, cuando de lo que se trataba es de recrear otro Estado, un Estado horizontal para desmontar todo el poder estatuido. Un verdadero Estado plurinacional y no la cooptación de ciertos conceptos al mismo Estado colonial-liberal. De la visión del Estado débil pasaron a la idea de recuperación del Estado obeso, cuando lo que había que recuperar principalmente es a la sociedad organizada, para que la fuerza del nuevo Estado no esté en su estructura institucional sino en la estructura social consciente, organizada y participativa de la ciudadanía. El proceso constituyente se frustró por los caudillismos que dieron paso a la modernización del capitalismo, que principalmente significó el aumento de la burocracia y no al aumento de las formas de gobierno local, de consolidación de la autogestión, de despegue de las economías comunitarias.
Un proceso revolucionario no es la magnificación del Estado, pues a la final se convierte en la del Partido, y ante todo del jefe del buró y del gobierno, quedando todo concentrado en una sola persona (hiperpresidencialismo). La lección, es que se debe proceder a la desconstitución o desmonte paulatino del Estado para recrear un nuevo tipo de funcionamiento social, cuya fuerza esté en la sociedad organizada y politizada. No se trata de dar todo el poder al Estado, para luego dizque eliminarlo en la segunda fase del comunismo, es decir, nunca.
Esto implica, desmonopolizar la política circunscrita a los partidos políticos, para abrir la participación a los movimientos sociales, a las nacionalidades, y a todas las expresiones populares para que tengan plena intervención en las políticas públicas y en el ejercicio social. La recreación de un sistema en espiral, que monte desde abajo hacia arriba, que se encargue de coordinar, ejecutar y controlar a las instancias superiores. El poder siempre en las bases y no en el Estado (ejecutivo, parlamento), todo lo contrario, a la visión marxista en la que el pueblo es la retaguardia. Entonces, hay que cambiar las posiciones, el pueblo organizado en los movimientos sociales siempre en la vanguardia y los demás en la retaguardia, es decir, en la resistencia. Es un error pasar de la resistencia a la vanguardia, cuando hay que siempre mantenerse en esa posición revolucionaria.
Por ende, el cambio es ante todo cualitativo antes que cuantitativo, son necesarias las obras pero de lo que se trata es de resolver el poder contrahegemónico a través de disputar nuevos valores y espacios. Por ejemplo, de que sirven las escuelas si no se cambian las pedagogías, los pensum, por el contrario el efecto es negativo al incorporar nuevos agentes formados en el mismo sistema oficial y que salen capacitados para servir al status quo que se quiere acabar. Educados, alfabetizados, profesionalizados, para consolidar el mismo esquema social y no para recrear un nuevo orden cultural. Mayor infraestructura, libros, desayuno escolar, uniformes, partidas docentes, pero con los mismos contenidos y valores, que al final se convierten en un contrapeso que frena los cambios sociales antes que potenciarlos. Estos educados lo que quieren es más dinero y toman mayor distancia con aquellos que todavía se mantienen abajo, antes que hacer algo por integrarlos a un proceso de cambio. Lo que importa es el cambio en la matriz de pensamiento para transformar todo, en este caso, la manera en que se enseña, se aprende, y con ello cambiar las perspectivas epistemológicas sobre lo social y lo natural. Los “elefantes blancos” sin nuevos valores sociales, es trabajar para el enemigo o para el establishment que para uno mismo.
En lo político había que contribuir a conformar y fortalecer instituciones representativas de las mayorías desde espacios locales y municipales, que vayan ampliándose en círculos concéntricos hasta cubrir el nivel nacional, con el propósito de confrontar a la dominación del capital financiero, del capital extractivista, y las burocracias tecnocráticas, principales grupos reacios al cambio. Para diseñar estas normas y políticas se precisaba profundizar la democracia (biocracia), pues estaban en juego definiciones trascendentales para el uso adecuado de los recursos no renovables.
Esto implica gestar espacios de poder real, sobre todo desde lo local y comunitario, para que sean verdaderos contrapoderes de acción democrática en lo político, económico y cultural. Se debe garantizar la participación y el control social desde las bases en el campo y las ciudades, desde las comunidades y los barrios. Se precisa construir una sociedad fundamentada en la horizontalidad, lo que demanda democracia directa, acción continua y autogestión, no nuevas formas de imposición vertical y menos aún liderazgos individuales e iluminados. Estas lógicas, todavía presentes en muchas comunidades indígenas, deberían empezar a cristalizarse en los movimientos sociales que se asumen como portadores del cambio. Eso sería lo mínimo que se podría esperar.
En suma, se precisa contrapoderes que presionen a los Estados y que sostengan la estrategia colectiva hacia un nuevo imaginario de convivencia, que no podrá ser una visión abstracta que descuide a los actores y a las relaciones presentes, sino una visión concreta que reconozca a los gestores y sus inter-vinculaciones tal como son hoy y no como quisiéramos que fueran mañana.
En síntesis, todo lo señalado nos dimensiona que fue una época desperdiciada y hasta perdida en politización, organización, movilización, concientización, participación, experiencia de la población para enfrentar los cambios; como asimismo, en la estructuración, recreación, generación, cimentación de un nuevo sistema, que funcione con otras reglas de juego y en otra cancha, para hacer posible otro mundo donde quepan todos. Ahora, todas las obras sociales quedan para el cuento y todas las mega-obras para potencializar el neoliberalismo y el extractivismo. Todo el trabajo del progresismo para beneficio de la derecha, y después preguntaban a quién le hacía el juego la oposición radical de la izquierda, los de abajo y los de afuera. Ahí tienen la respuesta.

miércoles, 6 de julio de 2016

IGUALDAD DE GENERO IGUALDAD EN LO PATRIARCAL

"La civilización patriarcal no se define por el dominio de los hombres sobre las mujeres, sino por el tipo de ser humano, masculino y femenino, que hace posible tal dominación."

Casilda Rodrigañez

Hace unos 4000 años se imponen los patriarcas en el medio oriente. Según la historia oficial de Occidente, el más importante patriarca es Abraham, quién declara que dios se le había presentado para decirle que él era “único verdadero” y que los demás eran paganos. A partir de esta fábula, Abraham empieza la persecución y muerte de quienes no creían en su dios monoteísta. Esto, conllevará paulatinamente a la instalación de la monodia o el monismo, y de todos los tentáculos que irá recreando en su recorrido hasta alcanzar el máximo nivel en nuestros días, con el perfeccionamiento del pensamiento único o paradigma monocultural de la civilización patriarcal. La historia se divide, en antes y después del patriarcalismo.

El propósito fundamental del patriarcalismo fue el matricidio, para terminar con todos los modelos de lo matricial o principio femenino de vida, a la que consideraban inferior, salvaje, atrasado, deforme, etc. (Platón: Las mujeres son" inferiores por naturaleza". “Las mujeres son resultado de una degeneración física del ser humano”). Del matricidio vino el etnocidio, el genocidio, el ecocidio, el teocidio, el infanticidio, etc., etc. Desde la muerte de la gran madre y de la matria (no: patria), la humanidad está huérfana. La eliminación de lo maternal consistió en domeñar a todo lo femenino que hay en la vida: la mujer, la naturaleza (dominad a la naturaleza), la sensibilidad, la emocionalidad, la sensitividad, la sexualidad, las etnias, las culturas, la espiritualidad (no confundir con la religión que es patriarcal), etc. Esto, al mismo tiempo condujo a la creación del prototipo perfecto: varón, adulto, blanco, rico, heterosexual, profesional, libre; convirtiéndose en el referente y espejo de lo que deben ser todas las personas, familias, comunidades y sociedades, en todo el mundo. (“Lo que debe ser”: La Ley del Padre).

Esto es, la búsqueda de la homogenización y de la uniformización, en contraposición, a la idea de diversidad, de variedad, de pluralidad, de heterogeneidad. Por ello, su razón de vida ha sido la anulación y/o eliminación del otro, de lo diferente, de lo opuesto; en contraste al otro paradigma, que entiende que el hombre y la mujer son complementarios, por ende, todo en la vida sigue esa misma matriz y su sentido de vida es la búsqueda de la armonía y equilibrio entre posiciones polares. Siendo ese, el gran y profundo dilema, que ha recreado dos mundos totalmente diferentes, los que chocan permanentemente con la cantidad de conquistas, guerras, depredaciones, explotaciones, que cuenta la historia desde el patriarcalismo, antes de ello, no se han encontrado vestigios a ese nivel.

De toda esta persecución a la pluralidad, surgió la monarquía, el monoteísmo, el monopolio, la monogamia, el monocultivo, lo monacal, etc., etc., los cuales, son la manifestación y expresión de su sistema-mundo, al cual le llamaron “la civilización”. Y todos quienes no responden a estas lógicas (concepto patriarcal), han sido perseguidos y catalogados, como: salvajes, primitivos, bárbaros, atrasados, incultos, subdesarrollados, tercermundistas, etc.

Esta dominación por alrededor de 4000 años de lo femenino y de todo lo que no se ajuste al esquema vertical, divisorio, separatista, racionalista, etc., conllevó a una serie de luchas de emancipación por cada uno de ellos: el indigenismo, el ecologismo, la psicología transpersonal, el relativismo cultural, el feminismo, el veganismo, los GLTB, el igualitarismo, el antiespecismo, la quántica, etc., etc.

En el caso del feminismo han surgido varias tendencias, una de ellas, propugna que las mujeres tengan los mismos derechos, atribuciones, funciones, formas, como la tienen los varones, es decir, igualarse a los varones para ser como ellos. Un otro feminismo y en oposición a esta visión, plantean que hay que marcar la diferencia entre lo masculino y femenino, pero con una valoración equitativa. Y así otras tendencias. Pero a la final, se ha impuesto mayoritariamente la concepción de igualdad, por ello, hoy se habla de “igualdad de género”.  Que básicamente se refiere a una participación cuantitativa igualitaria entre hombres y mujeres en las instituciones, organismos, entidades, sin darse cuenta que todas ellas fueron creadas y sirven para mantener la civilización patriarcal. Dándose el caso, de que algunas mujeres han llegado a puestos de poder (Margaret Thatcher, Angela Merkel), desde donde han defendido y consolidado -aún más- el sistema-mundo patriarcal.

Esto es, lo que llama Casilda Rodrigañez la configuración de la “mujer patriarcal”, la que ha asimilado e interiorizado el patriarcalismo y lo defiende hasta mucho mejor que algunos varones. Esto también se relaciona con lo que Claudio Naranjo habla de la “mente patriarcal”, como la forma de pensamiento de la civilización que nos ha conducido a la crisis global, y entre ellos, al calentamiento climático que ha puesto en peligro la existencia misma de la especie humana.

Ante ello, ha surgido el feminismo decolonial o el integral, que han visto que el problema no es de cantidad sino de calidad, lo que implica la intervención de categorías, principios, formas, ontologías, desde el senti-pensar de todo lo femenino de la vida y de todos aquellos pueblos y formas de vida anti-patriarcales. Esto es, conceptos como: espiralidad, ciclicidad, reciprocidad, correspondencia, integralidad, complementariedad, armonicidad, etc. La presencia abierta y manifiesta de “mujeres patriarcales” en el ejercicio del poder patriarcal, ha hecho que se desvíe o deforme la lucha y se haga más difícil y compleja la introducción de la femineidad o matrilidad a todo nivel en la vida humana, al haber propias mujeres que se oponen.

La “igualdad o equidad de género”, a la final se ha constituido en una trampa que integra y coopta a las mujeres al servicio del sistema-mundo patriarcal civilizatorio[1]. Tanto es así, que la derecha liberal lo acepta, y los organismos internacionales y las ongs también hablan de “igualdad de género”, pues hay mujeres patriarcales enfrentándose a las mujeres y varones que quieren acabar con la civilización patriarcal, colonial, capitalista, desarrollista. La “igualdad de género” se queda en la resiliencia, la adaptación la mitigación, la vulnerabilidad, la sustentabilidad, el desarrollo, la pobreza, es decir, en parches, para así no enfrentar y resolver los problemas estructurales que originan todo ello.

Dentro de la teoría de género hay dos vertientes: la que defiende los roles por género, y la que dice que los roles son construcciones sociales. El gran debate por el rol-centrismo, en la que algunas defienden la idea de eliminar los roles para que la asuman indistintamente hombres y mujeres. Ellas ven, que el problema está en el rol en sí mismo y no en la discriminación por un rol, y cuyo argumento de defensa es la visión patriarcal del estar más allá de la naturaleza para estar encima o en dominio de ella. Para estas “mujeres “patriarcales”, la naturaleza está equivocada y hay que estar más allá de la naturaleza masculina y la naturaleza femenina. Así se sienten más liberales.

Todo lo señalado anteriormente, nos ha conducido a que la mujer rica o de clase media que trabaja fuera de la casa, se sirva de empleadas domésticas para que hagan las tareas del hogar, a que los niños sean criados y educados por las sirvientas y no por sus propios padres, etc. Con ello, reafirmando y consolidando el sistema de dominación patriarcal-capitalista con otras mujeres, las cuales generalmente son las indígenas y negras, que también han abandonado a sus hijos con las abuelas. Etc., etc. Qué sería de ellas y de ellos, si no hubiera quien les dé haciendo esos roles que no quieren hacer.

Esto quiere decir, que el asunto es integral, de un tipo de sistema social que ha dividido a la familia, y que ha sacado de la comunidad: la escuela, la espiritualidad, el trabajo, la medicina, etc., para separarlo y especializarlo todo. Lo que ha generado una sociedad cada día más patriarcal, es decir, individualista y hedonista, en la que a pretexto de libertad, quieren estar más allá de lo biológico, de la naturaleza, de lo comunitario, de la espiritualidad, de lo armónico, de lo complementario, etc.

Cuántas mujeres se sienten tristes, porque este sistema les obliga a trabajar por un salario y abandonar a sus hijos, y para competir con los hombres tienen que anular su parte maternal y emocional. Como tampoco es solución, que el hombre se quede en casa y que alimente a su hijo con leche de vaca y no con leche materna, haciéndole más vulnerable a las enfermedades como emocionalmente más frágil, y de otra parte, que el niño no viva el cuerpo a cuerpo con su madre y se críe más inseguro e inestable. Recreando así, una sociedad y mundo retrotraído, miedoso, paranoico, y en contrapartida, violento, agresivo, escatológico. Etc., etc. Aquí vale anotar, lo que hace referencia Casilda Rodrigañez[2]: “Todas (prácticamente) hemos carecido del cuerpo a cuerpo con la madre, del contacto piel con piel con la madre, de la sexualidad básica de nuestra vida, donde se cargan las pilas y se organiza todo el desarrollo ontogénico. Esto ha sido comprobado recientemente por la neurofisiología (Nils Bergman...) (…) Al quitarnos la madre, nos cortan las raíces de la vida, como a los bonsáis.”

El gran logro del patriarcalismo para construir la “mujer patriarcal” fue la pérdida de la maternidad, así, ella se convierte en defensora del poder falocéntrico. Esto lo resumió Freud, cuando aseguraba que sólo había un sexo y que la mujer era un varón castrado. Ésta, la forma más terrible de describir a la mujer por su vacío de maternidad. La Biblia de origen patriarcal lo proclamó: ‘El hombre te dominará’, ‘parirás con dolor’ y ‘pondré enemistad entre ti y la serpiente’...así resumía el Génesis a la nueva civilización que se levantaba contra las sociedades matriciales.

Entonces, el problema no está en los roles ni en el género ni en la paridad numérica ni en nada parecido, sino en la “mente y sociedad patriarcal”. Es esta mente dictatorial, la que nos ha conducido a toda esta disfuncionalidad entre lo masculino y femenino, en todos los órdenes y formas de nuestra vida social y natural. La teoría de género sigue siendo una construcción de la “mente patriarcal”, y si se quiere un cambio estructural hay que desmontarla porque profundiza el patriarcalismo, para más bien hablar de complementariedad entre los masculino y femenino, pues no se trata de feminizar los valores masculinos ni de masculinizar los femeninos.

Necesitamos otro mundo, que funcione de otra manera, entre las cuales, es fundamental recuperar la mayoría de actividades en la familia y en la comunidad. Un mundo, donde los roles naturales de las mujeres sean valorados y respetados por los varones y viceversa. Para que haya diferencia y variedad entre varón y mujer, en respeto y apoyo mutuo, y no, para que se haga una mezcla en que no sepamos las cualidades y condiciones de ser varón y de ser mujer. Para que la igualdad sea en la diferencia y con ello hagamos un mundo de complementariedad y no de anulación del otro. Para que las mujeres retomen la dirección de sus familias y de las comunidades. Para que ellas se hagan cargo de la economía pues tienen mejores condiciones, ya que se ha demostrado científicamente que ellas tienen mejor capacidad de adaptación a los riesgos y de resiliencia ante situaciones vulnerables que los varones. Y lo mismo en los hombres, para que ellos hagan lo que mejor saben hacer. Así, cada cual aportando desde sus propias características y condiciones, para recrear otra política, organización social, gobierno, economía, estado, entre los seres humanos y con la naturaleza extra-humana.

En definitiva, para que haya un equilibrio entre nuestro hemisferio cerebral masculino (derecho) con el femenino (izquierdo), y podamos salir de toda forma de dominación anoréxica y miope, conservadora o liberal, y regresemos a la naturaleza, es decir, a la madre vida, a la madre tierra, a la diosa-madre, a la madre cósmica, para amarla y cuidarla. Y así, recuperar a nuestra madre y dejar de estar huérfanos que caminan desolados por la vida, y aprendamos a caminar en consenso, conciliación, mediación, correspondencia, simbiosis, sinergia, homeostasis, etc.  

 

 




[1] En este sentido, explica que "cuando no estás incluido en algo que nadie quiere hacer –en este caso, ir la guerra– no es discriminación: es un privilegio", y, aunque hay quienes dicen que las mujeres deben renunciar a ese privilegio en nombre de la igualdad, "pero es que de eso se trata la igualdad: los hombres y las mujeres no son iguales", afirma la feminista Amy Vowles. https://actualidad.rt.com/sociedad/210485-eeuu-servicio-militar-mujer-reclutar
[2] http://www.wikimama.es/el-matricidio-por-casilda-rodriganez/