El mundo
se sorprende de que el presidente Rafael Correa haya tenido durante sus 6 años
de gestión el apoyo de más del 50% de los ecuatorianos. Pero la pregunta
importante es: quiénes son los que le apoyan, cuáles son los que le han quitado
su apoyo, y cuántos son los que le han rechazado siempre. Si bien alcanzó a
tener hasta un 80% de popularidad, el apoyo básico ha sido del pueblo llano.
Pero paulatinamente ha ido perdiendo respaldo de muchos sectores, siendo el
pueblo no politizado ni organizado su principal sostén, lo cual ha sido posible
gracias a la campaña publicitaria del gobierno. Si no hubieran esas millonarias
campañas el respaldo sería menor, ya que el pueblo no ve directamente los
grandes beneficios que el gobierno dice haber hecho. Pudiendo aquí aplicarse la
frase: una mentira mil veces repetida parece verdad. El pueblo cree en el
gobierno por la repetitiva y estruendosa publicidad estatista, más que por las
obras en sí mismas que ha ejecutado el gobierno. Algunas de las cuales son
meritorias pero la mayoría son una extensión de tipo izquierdista del
neoliberalismo que dice combatir.
Pero,
quienes son los que le respaldan y quienes están en contra del presidente
Correa? Desde el principio, tanto los sectores de centro como de la derecha no
le brindaron su respaldo, especialmente los sectores políticos interesados y
los grandes grupos de poder económico. Los que constituirían el 20% que permanentemente
estuvo en su contra. ¿Y quienes conforman el otro 30% que ahora está en su
contra? Una gran parte del pueblo en general que representaría un 15%. Y el 15
% restante vendría de la sociedad civil organizada y de los sectores
analíticos, de la siguiente manera:
1. El ala izquierda del Movimiento Alianza
País que ha abandonado en casi su totalidad a la organización política, y en la
que estaban los “infantiles” ecologistas, las feministas, los intelectuales,
los académicos, los antiguos activistas sociales...; de los cuales han quedado
muy pocos actualmente. Siendo el ala
derecha de este movimiento el que más se ha consolidado, conformado básicamente
por técnicos, burócratas, profesionales, especialistas, que son los que han
estado dirigiendo los ministerios y demás dependencias del Estado. Hay muy
pocos personajes en el gobierno que provienen de los sectores populares y de
quienes han sido activistas sociales de antaño. Primero porque el gobierno pone
mayor énfasis en técnicos especialistas que en pensadores sociales. Lo que le
interesa al gobierno es que hayan profesionales que cumplan eficaz y
rápidamente con los mandatos del presidente Correa, y que no hayan personajes
con criterios sociales y políticos que comiencen a cuestionar o desviar sus
directrices.
La gente que conforma la nueva e inmensa
burocracia que hoy tiene el Estado ecuatoriano es gente que viene de la
“excelencia académica” nacional e internacional, y cuyo propósito es
inscribirle al Ecuador dentro del proyecto desarrollista del primer mundo.
Personas que en un alto porcentaje provienen de estratos medios, siendo muy
pocos de sectores bajos, de ahí la condición social y política de este
gobierno. El cual dice representar a los sectores populares (pues no proviene
de ahí) ya que en su condición de vida diaria y de formación profesional son de
pro-derecha antes que de pro-izquierda.
2. Casi todos los partidos políticos de
izquierda y los movimientos sociales históricos del Ecuador (obreros,
profesores, estudiantes, campesinos, etc.), le han quitado todo su apoyo y
confianza al gobierno de la “revolución ciudadana”. Partidos y movimientos que
con su lucha, con sus aciertos y errores, abrieron el camino por décadas para
que sea posible la llegada a la presidencia del señor Rafael Correa. Sin todo
ese proceso él no sería lo que es hoy. Situación de la que parece que no es
consciente, de que gracias a ellos hoy está en el Palacio de Gobierno, y él
cree que es simplemente su mérito personal el que lo ha llevado hasta ese
sitial, de ahí su total menosprecio y ahora persecución política a todos ellos.
Si tuviera humildad y sencillez (algo que no es su mejor atributo), lo mínimo
que tendría hacia ellos es respeto por todo su proceso, (a pesar de que
nosotros tampoco compartamos todo lo que han hecho), reconociendo su intención
y su tesón. Vale aclarar, que hoy tiene el apoyo de ciertos movimientos
sociales, pero que han sido autocreados por el mismo gobierno o que han surgido
durante su ejercicio, con el propósito de dividir, o de superponer al
movimiento tradicional, o de buscar un respaldo organizado pues ni su movimiento político ni su gobierno tiene un
ente organizado y consciente. En todo caso, el ejemplo más claro, es que en las
elecciones que se avecinan el candidato de los partidos de izquierda y
movimientos sociales, no es Rafael Correa, sino el primero que rompió filas con
el gobierno y ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta. Eso
lo dice todo.
3.
Todos los grupos ecologistas están en total desacuerdo con sus políticas
ambientales, siendo en este nivel el más claro ejemplo de una total
ambivalencia, pues hacia afuera aparece como un gran paladín de la ecología y
de los derechos de la naturaleza, pero al interior del Ecuador todos los grupos
ecologistas saben de su doble discurso y de sus chantajes con respecto al
proyecto Yasuní ITT. Siempre vive amenazando con explotar los inmensos
yacimientos si no obtiene el dinero solicitado para dejar bajo tierra el
petróleo. Solo hoy, que algunos candidatos a la presidencia dicen abiertamente
que no toparan nada del Yasuní, es que también el presidente Correa dice que se
dejará intocable a ese territorio y que ya no hay plan B. Incluso ahora ya
cuestiona a algunos de los derechos de la naturaleza y dice que se equivocaron
en algunos capítulos de la nueva Constitución Política, especialmente con los
proyectos mineros, la consulta previa a las comunidades, y los transgénicos.
4.
Todo el movimiento indígena tradicional y que pregona el Sumak kawsay o
Buen Vivir. Los cuales califican de falso y tergiversado a lo que el gobierno
señala como Sumak kawsay, paradigma que ha sido alabado internacionalmente por
muchos sectores llamados progresistas, especialmente en Europa. Nadie en el
movimiento indígena puede señalar que lo que entiende el gobierno por Buen
Vivir sea Sumak Kawsay, todos señalan que ese Buen Vivir puede ser un Buen
Vivir Socialista del siglo XXI pero no el ancestral Sumak Kawsay. Incluso el
frente más combativo contra Correa ha sido el movimiento indígena, que es uno
de los que más ha luchado por cambios estructurales en el Ecuador. De esta
manera reflejando, quienes en su condición de vida no han visto mayores
cambios, siendo el sector agrícola el más desatendido por este gobierno. Como
todos los gobiernos que solo miran a la ciudad, a las industrias, y al consumo.
5. La mayoría (por no decir la totalidad)
de quienes han conformado desde hace varios años la “intelectualidad
ecuatoriana” son reacios y críticos con la “revolución ciudadana”. Prácticamente
el gobierno de Correa se ha quedado sin el apoyo de escritores, artistas,
periodistas, pensadores, cientistas sociales, trabajadores de la cultura,
profesores, que hoy en su inmensa mayoría escriben y hablan de los espejismos
del denominado socialismo del siglo XXI. ¿Cuántos son los intelectuales o
creadores que le siguen apoyando? Pues muy pocos. Los que quedan son aquellos
que reciben canonjías del gobierno y temen perderlas. Y entre ellos muchos
desaprueban su gestión pero no lo dicen abiertamente por temor a perder ciertos
privilegios.
Siendo este el caso más original y patético,
el de haberse quedado sin el respaldo de todos quienes hacen el “pensamiento
ecuatoriano” en sus variadas posiciones. Los cuales serán los que vayan a
escribir la historia de este gobierno para las futuras generaciones. Quizás
podrían escribir algo así: Rafael Correa fue un presidente que hizo algunas
obras materiales para modernizar el país y el Estado, inscribiéndolo dentro del
desarrollo capitalista aunque su discurso era del socialismo del siglo XXI.
Consolidó a los grandes grupos económicos nacionales en desmedro de los grupos
pro-internacionales que antes controlaban la economía a todo nivel. Los grupos
monopólicos y oligopólicos nacionales se fortalecieron, evitando que se vayan
todos los capitales hacia afuera, pero estos grupos se volvieron tan poderosos,
que a pesar de los impuestos establecidos por el gobierno, su presencia
económica, social y política siguió siendo fuerte y determinante en la vida
futura del país.
Fue una sustitución de la burguesía
pro-imperialista por la burguesía nacional, en las que las empresas grandes
pasaron a tomar el control de la economía y de la vida social. Las empresas
pequeñas y el sistema cooperativo, si bien crecieron, nada en comparación al
crecimiento que lograron los sectores privilegiados, pero el pueblo en general
solo recibió un poco más de migajas pero su situación se mantuvo relativamente
igual. En otras palabras, el país entró en un nivel de crecimiento, pero los
que más crecieron fueron los grupos de poder, lo cual ocasionó que se disminuya
la pobreza, pero que a su vez aumentó la brecha entre ricos y pobres. Los ricos
quedaron inmensamente más ricos y los pobres poquísimo menos pobres. Nada más.
Lo más destacado del gobierno fue el aumento
de las recaudaciones tributarias por concepto de impuestos y aranceles. Dinero
que en su gran mayoría salió del mismo Estado (petróleo) y que regresó en una
mínima parte hacia el fisco, por lo que el Estado recuperó muy poco. La mayoría
del presupuesto del Estado se fue en obra vial y en edificios blancos para la
burocracia, pero que básicamente sirvieron para consolidar el capitalismo
social, el cual fue uno de los propósitos del presidente Correa, pero que no le
sirvió para sentar las bases de su socialismo, como él lo pregonaba. En el
fondo no hubo ninguna revolución estructural sino un simple reformismo
modernizante, que hizo del país otro ente del consumismo mundial, participe del
calentamiento global y de la destrucción de la naturaleza, sin que la pobreza
se haya eliminado ni el país haya entrado a ser un país en vías de desarrollo,
como era su propósito. Solo fue otra revolución traicionada como las tantas que
han vivido los ecuatorianos desde hace 500 años o desde las guerras de
independencia de España, o muy particularmente de los últimos 20 años.
Atawallpa Oviedo Freire
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