Desde abajo, por la izquierda, con la
madre tierra y las minorías.
Desmontar
solo el correismo sería volver al pasado para que la partidocracia se reinstale
nuevamente. Hacer unidad con la partidocracia sería repetir la historia para
que nuevamente se monte la vieja derecha, como los casos vividos por el
movimiento indígena con Lucio Gutiérrez y el mismo Rafael Correa, que luego de
ganar la presidencia inmediatamente les dieron la espalda. Entonces, no se
trata solo de desmontar el correismo como sostiene la oposición en general,
sino de desmontar toda la partidocracia, esto es, desmontar el sistema colonial
y el sistemaliberal-burgués como su continuación, profundización y
modernización.
En
este sentido, no hay que “recuperar la democracia” como sostienen algunos
sectores -incluido las izquierdas-, sino de inaugurarla y de abrirla para que
el pueblo pueda vivir una democracia integral o biocracia. Una biocracia plena,
participativa y no delegativa a ningún estamento que le represente. Participación
que no puede estar solo circunscrita a los partidos políticos, sino que debe
abrirse el abanico a otras organizaciones de la sociedad civil para que también
puedan ejercer el poder político. Así la política no sea monopolio de ciertos
grupos o élites privilegiadas sino de todo el pueblo organizado. Para que ello
sea posible, es fundamental salir de una democracia vertical e instaurar una
biocracia horizontal y cíclica.
Todo
esto significa un nuevo Estado, pues no se trata de “rehabilitar al Estado”
actual, o de reajustar o reacomodar el mismo Estado burgués, como a la final lo
hizo la constitución de Montecristi. Como tampoco se trata de salir del Estado
obeso (estatismo-izquierda) para ir a un Estado pequeño
(neoliberalismo-derecha), sino de recrear otro tipo de Estado más allá del
colonial y el republicano. Y mucho menos, es cuestión de añadir la palabra
plurinacional para que quede incorporado al mismo Estado, sino de realmente construir
desde abajo un Estado plurinacional. El cual no puede seguir la misma
estructura y el mismo esquemaliberal, sino que tiene que buscar un equilibrio
con el sistema indígena. De esta manera, lo indígena no sea integrado como
minoría –como sucede actualmente-, sino que haya un replanteamiento del Estadoque
impliqueuna real descolonización y por ende la incorporación plenadel paradigma
indígena en un otro Ecuador.
Loselementos
centrales de este nuevo Estado deben ser la autogestión y la interrelación. No
la actual, en la que los denominados gobiernos autónomos y descentralizados
siguen subordinados al presidencialismo y al Estado burgués, sino la creación
de un Estado donde el poder vertebralesté en cada uno de los gobiernos
cantonalesautogestionados e interrelacionados. No estamos de acuerdo con la autonomía
porque puede provocar la fragmentación, como de alguna manera ha sucedido en
Bolivia. Dicho de otra forma, el Ecuador sea la suma de gobiernos municipales autogestionados
e interrelacionados, esto es, un Estado no-presidencialistaen la que un
individuo decide por todos, sino un Estado concejil en la que los concejos
cantonales tienen plenas atribuciones locales y están imbricados entre todos
para configurar lo nacional (vertebración).
Esto
significa un Estado al revés del actual, donde todo viene desde arriba y se
parte de la generalidad, lo que en última instancia significa la voluntad de
quienes tienen el poder económico nacional. El Estado Concejil es un Estado de
Abajo y que sube en espiral. Si se deja todo en el hiperpresidencialismo o un
poco menos en el presidencialismo, es a la final seguir en un Estado vertical y
por ende que simplemente se recreen nuevas formas de dominación, como nos
muestra la historia mundial. Necesitamos un Estado horizontal, autogestionado, autosuficiente,
interrelacionado y asambleario, para que sea posible otro país y otro mundo. Sin
olvidar jamás que el cambio no viene desde el Estado en sí mismo sino desde el
pueblo organizado, lo que implica dar más espacio y atribuciones a los
movimientos sociales y a las nacionalidades.
Para
ello, podría establecerse un sistema asambleario de cabildos cantonales, en la
que los concejales sean elegidos mediante votación popular de candidatos de los
partidos políticos y de la sociedad civil organizada. A su vez la asamblea de
concejales eligede entre ellos al Alcalde.
De la unión de asambleas cantonales surge la asamblea provincial que
elige al prefecto o presidente provincial. Las asambleas cantonales tienen
poderes ejecutivos y las asambleas provinciales tienen poderes legislativos.Finalmente,
la asamblea nacional que cumple el rol de vertebración total se forma con los
concejeros provinciales de acuerdo a la cantidad poblacional de cada provincia,
los cuales eligen al Presidente de la Asamblea Nacional y al Presidente del
Ejecutivo Nacional, los cuales duran un año en sus funciones y pueden ser
reelegidos.
De
esta manera el poder está en la base a través de los concejales cantonales
elegidos mediante votación popular y que puedan ser revocados en caso de no
cumplir a cabalidad sus funciones. Así la dirección política está en el pueblo,
para que los concejales sean los voceros de los intereses populares y no de
ciertos poderes económicos. Los concejales cantonales por sus méritos de
trabajo van ascendiendo a concejales provinciales, y de ahí a concejales
nacionales, pudiendo en esa instancia ser elegidos presidente de la asamblea
concejil nacional y hasta presidente de la república que se encarga de
constituir su gabinete ministerial para ejecutar lo que manda el pueblo
organizado a través de los concejos cantonales.
Esto
sería algo revolucionario y transformador, para así dejar de elegir a quienes
hacen el mejor show político o a los carismáticos que se presentan como los
salvadores o los nuevos mesías. En este nuevo sistema, el político es aquel que
se le ha ido probando desde los espacios pequeños y va subiendo según sus
condiciones y resultados, y no aquel que tiene más dinero o más demagogia
discursiva.
Para
que esto sea posible, es necesario convocar a una asamblea constituyente
mediante consulta popular, para que sea el pueblo el que active ese otro
Estado. En ese propósito, hay que hacer
alianzas con “los de abajo y con las izquierdas”, como dicen los zapatistas, y
a ellos, añadidos“los indígenas y la Madre Tierra” como dice el antropólogo
colombiano Arturo Escobar, y personalmente añadiría a las “minorías”[1]
que son los que primero se adelantan a los tiempos.
[1] Como minorías me refiero a los grupos anti sistema, contra sistema,
feministas, culturales, ecologistas, homosexuales, alternativos, espirituales
(no: los religiosos), etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario