Cuando terminé la primaria, mi padre había
decidido que continuaría la secundaria en otro colegio católico de renombre de
Quito. Cuando me enteré de aquello vinieron a mi mente una serie de pasajes en
la escuela católica que terminaba: todos los días lunes con terno y a primera
hora a misa, el sermón cansino del cura y principalmente contradictorio a lo
que se les veía en las aulas. En la iglesia eran unas “almas de dios” pero en
las aulas eran unos diablos.
Así que pegue el grito en el cielo y
preparé una jugada maestra. Le dije a mi padre: papá sería bueno que me
inscriba en otro colegio, imagine si no paso el examen de ingreso, me quedo sin
estudiar. Me respondió: Tienes razón y en cual colegio quieres que te inscriba.
Ni corto ni perezoso le contesté: en el Montúfar. Mi padre reaccionó medio
molesto y dijo: Estas loco, en ese colegio de revoltosos. Apaciblemente le
respondí: Solo es por si acaso, para asegurar nomás.
Le logré convencer y me inscribió.
Obviamente el día del examen de ingreso di mal en el colegio católico, por lo
que mi padre se vio obligado a matricularme en el “Papa Montúfar”. Como vivía
en la Villa Flora, barrio que quedaba muy cerca de este institutito educativo
solía ver que los estudiantes salían a protestar, que reclamaban por los
embates de los gobiernos contra el pueblo, que eran de los pocos colegios
rebeldes que habían en Quito. Mientras la mayoría de mis amigos habían elegido
colegios católicos y privados, yo huía despavorido de ellos. Había optado desde
niño ser contestario a los curas que me parecían los más falsetas, a los ricos
que no entendía porque eran tan desalmados con los indios, a los
policías-militares que eran duros y agresivos contra cualquiera, a los gobiernos
que atacaban y perjudicaban al pueblo. Prefería ser un joven revoltoso que uno
acomodado a las injusticias de este mundo.
En el Montúfar había todo tipo de
profesores -políticamente hablando-, unos de derecha y mucho menos de
izquierda, pero la gran mayoría no decía nada o se inscribía en algunas de
estas tendencias. Salíamos a protestar cada vez que los gobiernos lanzaban sus
políticas antipopulares. Los estudiantes lanzaban piedras (yo solo gritos pues
no estaba de acuerdo con las piedras) y los policías nos devolvían bombas
lacrimógenas. Más dolía las bombas que las piedras. Así se pasaban las
manifestaciones, sin que se escuche o se vea fuertes ataques por parte de los
estudiantes.
Cuando salí del colegio y hasta antes del
correismo nunca oí que algún gobierno haya enjuiciado a estudiante alguno. En
el gobierno de Febres Cordero hubo gran represión por la policía pero no se
llegó a criminalizar la protesta. El primer gobierno que lo ha hecho en la
historia del Ecuador, es el gobierno de “izquierda” de Rafael Correa. Práctica
que se ha popularizado en el mundo y hoy muchos gobiernos de derecha han
seguido el ejemplo del correato.
Con esto no estoy justificando ni
aplaudiendo la violencia de los estudiantes en los últimos episodios de
agresión a miembros de la policía. Todo lo contrario, la rechazo
categóricamente. Estoy opuesto a todo tipo de violencia, venga de donde venga y
en la forma que se exprese. Y si estoy en desacuerdo con la violencia de los
estudiantes, estoy mucho más en contra de la violencia de Rafael Vicente Correa
Delgado, tratándose de un presidente y de un supuesto líder popular. Si bien no
es justificable el ataque físico de los estudiantes con piedras, palos,
basureros; tampoco es aceptable la violencia de Correa que casi todos los días
lanza piedras verbales, palos difamadores, basureros psicológicos, etc., etc.
Los estudiantes del Montúfar y otros manifestantes han exagerado de vez en
cuando, pero el correismo viene haciéndolo nueve años. Si señores, 9 años de
insultos, de menosprecios, de burlas, de sarcasmos, de persecuciones, de
ataques. O acaso eso no es violencia -señor Correa- y si va a cerrar el
Montúfar pues el pueblo también tiene derecho a cerrar su violento gobierno. No
olvidé que la violencia genera violencia y que lo que está pasando actualmente es que usted está cosechando lo
que ha sembrado. No es casual o un azar que en su gobierno se haya visto
semejante violencia estudiantil como nunca se lo había visto.
Sin embargo hay algo que llama mucho la
atención de la policía. Normalmente la policía reprime y persigue a los
estudiantes. Por lo que no entiendo que hacían en la puerta, ahí parados
aguantando los proyectiles. Quién les dio la orden de quedarse ahí y no se
retiraron inmediatamente. Acaso fue pensado para que se expongan a los
estudiantes mientras las cámaras del gobierno filmaban los ataques para que
luego aparezca el evangelizador del siglo XXi con su discurso moralista y
pacato? Es decir, solo veo dos posibilidades, o el jefe de esa operación era un
desalmado y merece una sanción ejemplar por haber dado semejante orden de
acercarse y de no ordenar de que se retiren inmediatamente, o es que una vez
más el gobierno aplica su táctica de victimizarse como suele criticar a la
oposición que eso hace siempre y él ahora hace lo mismo que crítica, algo
típico en él? Ojalá alguien pueda explicarme.
Me atrevería a creer en lo último, ahora
que está más desesperado ante la crisis económica y su precipitada baja de
popularidad. Entonces, señor Correa, si usted continua con uno más de sus
atropellos (ahora amenaza a la flacso y la andina, y en la Ley de Educación
Intercultural no existe como sanciones la figura de estudios a distancia o en
casa) y sin aspavientos dice que “si tenemos que cerrar el Montúfar, lo cerraremos”,
pues sepa también que si “tenemos que cerrar Carondelet, lo cerraremos”. O ya
se olvidó lo que el pueblo hizo con Mahuad, Bucaram, Lucio, y usted merece ser
parte de este grupo. Pero quizás no será antes de que se termine su mandato
pero si será en las urnas dónde cerraremos definitivamente su violencia. Váyase
no más con su violencia egolátrica a Bélgica –si es que le aceptan-. Estamos
cansados de su violencia sempiterna. Que le vaya bonito.