El abuso y mala utilización de la palabra pachamama – la
espiritualidad, la filosofía, y sistema de vida de los pueblos originarios – ha
sido calificado como pachamamismo. Pero, algunos críticos del pachamamismo o
los pachapapistas (como les vamos a bautizar), por falta de ecuanimidad,
profundidad y conocimiento han caído en el otro extremo, y sin que hagan la
diferencia para que esta postura sea resaltable y rescatable. Si bien es
cuestionable el pachamamismo, no se puede caer en el otro lado de lo mismo a
pretexto de combatirlo. Todo lo cual da como resultado dos perspectivas
degradantes de la pachamama o madre tierra, y de lo indígena o pueblos
originarios. Pachamamismo y pachapapismo, dos caras de la misma moneda.
No se puede confundir al caminante con el camino. Los
pachamamistas confunden al caminante y los pachapapistas al camino. Una cosa es
cuestionar al camino y otra a los caminantes. No porque los caminantes hagan
mal uso del camino se puede decir que el camino está equivocado, a menos que
también estén en desacuerdo con el camino. Y esto último es lo que se puede
observar de los pachapapistas, que al criticar al caminante terminan criticando
al camino, dejando entrever que en el fondo se oponen al camino milenario de
los pueblos indígenas. Resultando a la final más papistas que el Papa.
Los colonialistas desde un principio criticaron el sistema y
forma de vida de los pueblos amerindios y los neo-colonialistas de derecha e
izquierda lo siguen haciendo de la misma manera. Los conservadores y los
marxistas siguen diciendo que el pensamiento indígena es atrasado, que solo el
pensamiento liberal y el materialismo dialéctico sirven para entender la vida y
la historia social, respectivamente. Pero lo que más extraña es que quienes se
dicen defensores de lo indígena, comulgan y asimilan posturas positivistas para
hacer sus críticas a los pachamamistas y no desde concepciones y epistemes
propias de los indígenas.
Por ejemplo, de parte y parte: los pachamamistas dicen
defender la pachamama pero al mismo tiempo la folclorizan y concomitantemente
apoyan políticas extractivistas. Los pachapapistas dicen también defender lo
indígena pero cuestionan a la pachamama, pues para ellos la tierra no es “madre
dadora de vida” sino tan solo recurso natural y sin que haya mayor diferencia
con la visión materialista y cosificadora de la naturaleza que tiene el
pensamiento colonizador, aunque algunos de ellos dicen que buscan la
descolonización. Por tanto tenemos dos extremos, los que se han desviado del
camino (pachamamistas) y los que desconocen el camino (pachapapistas).
Entre los pachapapistas tenemos a socialistas, comunistas,
indianistas, kataristas, indigenistas, liberales, conservadores,
socialdemócratas, cristianos, católicos, positivistas, ateos… quienes dicen que
el concepto de pachamama es: atrasado, arcaico, esotérico, mágico, new age,
irracional, subdesarrollado, poético, de ciencia ficción, romántico,
esencialista… Entre los pachamamistas, tenemos principalmente a los
autodenominados “nueva izquierda” o progresistas (que están actualmente en el
gobierno) y a un sector de las izquierdas que los apoyan. Pero hay otros que no
caen en ninguno de estos extremos y que intentan guardar sindéresis, lo que no
quiere decir eclecticismo sino equilibrio, como tampoco que sean perfectos ni
que cometan errores.
un problema de fundamentalismo
Dicho de otra forma, hay un problema de fundamentalismo de
lado y lado: los pachamamistas con posturas culturalistas, ecologistas,
indigenistas, socialistas, comunitaristas, puestos cada uno – o un grupo de
ellos – como entes céntricos, sin que haya una mirada transversal, integral,
relacional. Pero lo más cuestionable de ellos es su práctica, llena de
domesticaciones de por medio, lo que ha sido muy evidente en los gobiernos de
Morales y Correa. Y por el otro lado, tenemos otro tipo de dogmas y
sectarismos, como el patriarcalismo, el materialismo, el desarrollismo, el
racionalismo, el antropocentrismo, el productivismo, el economicismo, el
cosifismo, etc. Al igual con las mismas falencias de falta de
complementariedad, reciprocidad, completud, y continuidad histórica entre cada
uno de esos elementos[1]. Por ende, ambas visiones son sectoriales y aisladas,
aunque algunos de izquierda crean que sus posiciones son revolucionarias y
empoderadoras.
Más ejemplos: Al pachamamista de Evo Morales jamás se le
había conocido como alguien que participe de rituales ancestrales o de que
practique la espiritualidad indígena. Tan solo se lo vio por primera vez cuando
fue investido en tan alta magistratura de presidente de Bolivia, siguiendo el
ritual de posesión de la tradición aymará.
Los que estuvieron a cargo de este acto y que manejaban la “Asociación
de Amautas de Tiwanaku”, no eran los idóneos ni los más consecuentes con la
espiritualidad indígena, pues hace tiempo que la habían comercializado y
folclorizado. Es más, quién le envistió con el poder de mando resultó ser un narcotraficante. Si
bien todo esto es criticable y rechazable, no se puede meter a todos en el
mismo costal y en ello a la espiritualidad indígena. A menos que en el fondo se
quiera cuestionar la espiritualidad como tal y se utilicen estos ejemplos para
mal interpretarla y desmontarla, lo cual es otra cosa. Y eso es lo que hacen
los pachapapistas, pues hay otros que también cuestionan todo ello pero
diferencian entre folclorismo y espiritualidad.
Habría que preguntarles a los pachapapistas si rechazan el
ritual espiritual como tal, sea cual sea, y sin importar la tradición. Si es
así, han elegido otro camino, que puede ser laico, ateo, seglar o cualquier
otro, y por lo tanto no es el camino de la cultura indígena que cree en la
espiritualidad aunque no en la religión. Y esto es fundamental de entender,
pues luego de la influencia católica hay en ciertos indígenas una mezcla de lo
milenario con lo colonial, los mismos que vienen desnaturalizando y deformando
la concepción y visión ancestral andina. Pero no por ello se trata de negar y
peor rechazar la espiritualidad y cosmovisión o conciencia andina como lo hacen
los pachapapistas.
Los pachapapistas no pueden diferenciar entre religión y
espiritualidad, calificando a todos como esotéricos o new age, sin que puedan
establecer la diferencia entre unos y otros. Incluso, la creencia en la
divinidad ya es un absurdo para algunos de ellos y terminan rechazando toda
expresión sagrada. Con lo cual, coinciden con visiones ateas o laicas en el
mismo orden que algunos colonialistas, lo que significa que el pachapapismo no
es una propuesta descolonizadora sino otra forma patriarcal de lo mismo. El
mundo andino milenario no es ni religioso ni seglar ni ateo ni laico, es
profundamente espiritual (aunque no religioso o dogmático) y que implica la
correlación entre lo material y lo energético, lo mundano y lo sutil.
De otra parte, el camino indígena milenario no entiende a la
naturaleza como cosa sino como un ser viviente y por lo tanto sintiente y
pensante. Muy diferente a las visiones occidentales del materialismo histórico
y el positivismo, para quienes la vida es la continuación de la evolución de la
materia, en cambio para los pueblos milenarios andinos desde su visión
tetrádica (o tawantin en quechua o tiwanaku en aymará): la vida, es la fuente
de la vida misma, sin que nadie fuera de ella la haya creado.
Bajo todas estas circunstancias señaladas, los pachapapistas
son virulentos y dicen que se quiere regresar al pasado, de que no se quiere
desarrollar, de que son posturas irracionales, etc. Si bien los pachamamistas
reivindican el pasado y tienen posiciones idealistas sobre el pasado, no se
trata de coincidir con el conquistador quien los acusa de primitivos, salvajes,
guerreristas, violentos, etc. Es obvio de que no se trata de idealizar ni de
volver al pasado pero si de tomarlo de referente o de experiencia, pero
entendiendo que todo debe ser parte de una continuidad histórica y no el de
crear una mixtura poscolonial como es la propuesta del socialismo o del “poder
indio” de los pachapapistas. Ambas posiciones encierra nociones marxistas,
indigenistas, comunistas, desarrollistas, liberales, que más se acercan a la
filosofía positivista del colonizador que a la milenaria indígena. En el fondo
(especialmente el Poder Indio) lo que quieren es virar la tortilla contra los
blancos y los mestizos.
no defendemos purismos ni chauvinismos ni aislamientos
Con esto no defendemos purismos ni chauvinismos ni
aislamientos, pero sí, el entender que la raíz principal es la ancestral y a la
cual hay que agregar los elementos y las situaciones que sean necesarias y no
al revés como proponen los pachapapistas. Es decir, un proceso de
descolonización implica pensar de una manera propia y ésta tiene un recorrido
de miles de años y no empieza con la resistencia a la colonización ni se
termina con hacer una nueva forma desde las generaciones actuales. No se trata
de quedarse en el pasado ni desvalorizar el pasado pero tampoco de idealizar o
de pensar solo en el futuro. O como dice un pensamiento indígena: para que
vuelva el pasado al futuro, depende de cómo actuemos en el presente. Entonces,
con pachamamismos y pachapapismos no hay descolonización alguna sino nuevas
formas de dominación. De ahí que sus extremismos los diferencian pero también
los asemejan.
Cuando se habla de armonía con la naturaleza, significa su
búsqueda como propósito de vida aunque no siempre se la logre plenamente.
Hablar de armonía antes de la invasión española no quiere decir que se vivía en
un paraíso, sino que se buscaba el equilibrio o el punto medio (taypi) entre
las diferentes disputas o controversias como medio de vida. Algo que no siempre
se lograba pero había la intención de practicar conceptos como el consenso, la
reciprocidad, la complementariedad, la integralidad. Definitivamente no eran
“buenos salvajes” ni lo contrario, eran pueblos en la búsqueda del equilibrio y
la armonía (que eso significa sumak kawsay/suma Qamaña).
En este sentido, no porque los pachamamistas con su buen
vivir/vivir bien hayan desnaturalizado al modo de vida indígena, se pueda
despreciar y rechazar al sumak kawsay/suma qamaña o sistema comunitario de vida
andino. Se puede criticar al prostituido “Buen Vivir”, pero al mismo tiempo
trabajar por profundizar el milenario sistema comunitario andino, y no criticar
a los dos como que fueran lo mismo y sin poder ver sus diferencias.
Eso es lo que tampoco puede ver Pablo Stefanoni cuando
critica a intelectuales y académicos que desde esa condición hablan de la
pachamama, como que ella solo estuviera reservada para los indígenas y que un
intelectual por ese hecho ya está impedido de sentir y pensar con la pachamama.
El problema no es racial sino conciencial.
Asimismo es típico escuchar o leer a Pedro Portugal
mofándose de los que hablan con los pajaritos. No sé si se refiere a Nicolás
Maduro o a partir de él reírse de quienes hablan seriamente con la naturaleza
como un ser viviente y por ende inteligente. Si Portugal se ríe porque no se
hable en castellano o en aymará con los animales para que le puedan demostrar a
él de que si es posible la comunicación con ellos, pues debe saber que hay
muchos experimentos científicos a nivel mundial que señalan que las plantas o
los animales reaccionan a los sentimientos y actitudes de los hombres, y por
ende viceversa. Le invito a leer los siguientes
artículos:http://www.lavanguardia.com/lacontra/20101229/54095622430/las-plantas-tienen-neuronas-son-seres-inteligentes.html
y http://www.elcomercio.com/tendencias/cancer-perros-inglaterra-diagnostico-salud.html
También le invito a Pedro Portugal que coja una planta y le
comience a insultar por varios días para ver qué pasa. O que aplique algunas de
las investigaciones de Masaru Emoto con respecto a la memoria del agua. Luego
de que haga eso, podremos hablar seriamente. Si los animales, plantas y
minerales reaccionan a los seres humanos, es obvio que los seres humanos
también pueden sentir y percibir lo que pasa en ellos, pero para ello hay que
estar atento y lúcido. No porque algunos falsos chamanes hagan “teatro” con la
comunicación con la naturaleza, se puede decir que no existe comunicación entre
los seres humanos y la naturaleza en su conjunto. Y a partir de ello, decir que
eso es una irracionalidad y defender una posición racionalista-positivista,
propia del pensamiento colonizador. Una cosa es lo irracional, otra el
racionalismo y otra lo racional. No por criticar lo irracional se puede ir al
otro extremo, que es el racionalismo. El pensamiento indígena es racional pero
no racionalista y peor irracional.
Si queremos una descolonización profunda ello implica no
caer en ningún dualismo, como el pachamamismo y el pachapapismo, u otros de
diferente tipo y que sean reproducción o consecuencia de la influencia del pensamiento
colonizador, sino el de saber guardar armonía y equilibrio en todo, como llama
la racionalidad indígena milenaria. En otras palabras, lo fundamental es
manejarse con categorías y valores milenarios para diferenciar lo uno y lo
otro, caso contrario podemos caer en neo-colonialismos de uno u otro lado.
Ello implica limpiarse de toda concepción patriarcal,
antropocentrista, racionalista, logocrática, idealista, romántica, etc, todas
ellas cargas provenientes del colonialismo civilizatorio y que han sido
asimiladas en diferentes formas por los pachamamistas y los pachapapistas. Sin
con esto decir, que los pueblos indígenas de antes (y peor los de ahora) eran
perfectos ni lo contrario, pero había una visión y una actitud integral que
merece una valoración y no un desprecio como lo ha hecho el colonizador de
antes y de ahora, de derecha o de izquierda, u otro nombre posmoderno.
La descolonización no implica borrar todo lo sucedido en 500
años ni de reproducirlo, sino de asimilar todo lo vivido para transmutar todo
aquello que nos sirva para aprender/reaprender a vivir en armonía y equilibrio
en el presente. Por lo tanto, no todo caminante que habla del camino camina por
el camino, como no todo aquel que camina por el camino es perfecto sino que
está aprendiendo. No intentar caminar y solo criticar desde afuera es realmente
porque camina por otro camino, que en el fondo es un camino neo-colonialista.
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