¿Es la democracia totalmente diferente a la monarquía o es
una expresión de la pos-monarquía? ¿El monopartidismo de Cuba será diferente
del bipartidismo de EEUU? ¿Serán la democracia capitalista y la democracia socialista,
los dos lados de la misma moneda? ¿Es el pensamiento único o monoteísta la
fuente primaria de todo lo creado por occidente?
En el mundo indígena, milenario y mundial, no existen la
democracia, los partidos políticos, las elecciones, la división en los tres
poderes… ni nada de la manera en cómo funciona el sistema occidental en sus
versiones de derecha e izquierda. En el sistema-mundo de tipo comunitario, el
gobierno se lo ejerce por turno y rotación, esto es, cada año una pareja tiene que
asumir obligatoria y responsablemente la dirección de la comunidad. Esto
significa que todos pasarán alguna vez por ese puesto, sin que exista algún
privilegiado que se quede perennemente, por lo que la alternabilidad es un
principio básico. Esta tarea tampoco es remunerada, es un año de servicio que se
debe ofrecer a los comunarios, de la misma manera que otros lo han hecho a su
turno. La dirección es paritaria, esto es, interviene la pareja con su aporte
masculino y femenino, de ver y de sentir la vida. La dirección es de tipo
horizontal y cíclica, esto quiere decir, que la pareja siempre tiene que
consultar a la comunidad, especialmente en situaciones complejas y no tomar
decisiones a nombre de todos. Cuando se trata de mancomunidades, se forma un
consejo de gobierno, con delegados de cada una de las comunidades. Y cuando
forman una reunión o federación de mancomunidades, los representantes de cada mancomunidad
constituyen el consejo de gobierno. Y así sucesivamente hasta llegar a la totalidad
donde hay un consejo nacional que gobierna con varias personas.
Este sistema de gobierno y de forma de vida, que proviene de
ontologías de tipo vital e integral (paradigma tetrádico), es totalmente diferente
al sistema occidental, en sus versiones capitalistas y socialistas, y que son
fruto de ontologías de tipo mecanicista y de especialización (paradigma
monódico). Por su parte, dentro del modelo eurocéntrico no existe gran diferencia
entre la concepción liberal y la socialista de gobierno. Principalmente, ambos
creen en el sistema de partidos políticos como elemento central y básico para
el ejercicio de la democracia[1],
incluso consideran al partido como la máxima expresión de clase, esto último especialmente
enarbolado por la izquierda leninista.
Lo que significa que en última instancia la política es solo
para los políticos, el gobierno solo para los partidos políticos, la democracia
solo para quienes participan en las elecciones partidistas. En otras palabras,
la democracia como monopolio de los partidos políticos.
Tipos de monopolio:
1.
El gobierno como monopolio de los partidos
políticos: Todo aquel que quiera ser parte de un gobierno, obligatoriamente
debe pertenecer a un partido o movimiento político. Lo que quiere decir que en la práctica la
política es solo para quienes son parte de los partidos políticos. Habiendo en
el politicismo extremo o fundamentalismo partidista, políticos que creen que si
alguien que no pertenece a un partido se atreve a hacer críticas políticas, es
alguien que está usurpando una potestad que no se le ha sido concedida. Caso
patético, el del presidente del Ecuador, Rafael Correa, para quién una persona
que no pertenece a un partido político y que emite pronunciamientos políticos,
es un periodista o economista o empresario o ecologista disfrazado de político.
Si alguien quiere hacer política debe pertenecer a un partido político sino, no
es válida su actitud. Sin embargo, para
Correa, aquellos que pertenecen a partidos políticos y le hacen comentarios
adversos, es porque son políticos limitados en su inteligencia. No son
contradictores con puntos de vistas diferentes sino, políticos mediocres.
2.
Las elecciones como monopolio de la política por
parte de los partidos políticos: En la democracia o política occidental pueden
participar de las elecciones solo las organizaciones políticas legales, sin que
tengan ninguna posibilidad de participación las demás organizaciones de la
sociedad civil: sindicatos, gremios, nacionalidades, colegios de profesionales,
organismos no gubernamentales, etc. A
pesar de que estas organizaciones son permanentes en la vida social, pero no
tienen ninguna opción de gobierno.
3.
La democracia presa del marketing político: La
dirección de un gobierno solo está abierto o destinado a personajes carismáticos
que tienen facilidad y rapidez de palabra para convencer a los electores. Una
persona puede ser muy inteligente, muy capaz, muy experimentada, pero si no
tiene habilidades para hacer el mejor show político, jamás podrá llegar a ser
presidente o autoridad de un país. De ahí que los asesores políticos lo que
hacen es buscar a carismáticos y si no los hay, intentan crearlos. Por lo que
actualmente la democracia es la disputa entre los mejores psicólogos de masas y
los publicitas políticos.
4.
El gobierno por parte de una sola persona (autocracia):
En este juego político llamado democracia, se le entrega a un solo individuo la
potestad de dirigir a millones de personas. Sin embargo en las democracias con
separación de poderes hay ciertos límites, pues puede darse el caso de que un
partido gane todos los poderes y controle todas las funciones del Estado, lo
que significa que todo queda en manos de una sola persona, como sucede
actualmente en Ecuador, Bolivia, Venezuela. De ahí, que algunos hablan de
dictaduras o de monarquías, pero en el juego democrático es posible esa
concentración de poderes y se lo ha visto en gobiernos de derecha y de
izquierda.
5.
La democracia presa del voto: La máxima
legitimación de la democracia está en las elecciones. El pueblo vota y con ello
queda supeditado al elegido, al considerar éste que le fue concedido el
arbitrio de manejar a su criterio los destinos de un país. Lo que significa,
que la democracia es el acto en el cual el pueblo le entrega el poder a un
individuo y posteriormente éste se queda en indefensión, ya que el mandatario
adquiere todo el poder que el pueblo le traspasa. Al ganar las elecciones se le
conceden todos los poderes, con sus prebendas y ventajas que ello tiene.
6.
La democracia de un día: La democracia solo se
abre por 10 o 12 horas y luego se cierra definitivamente, sin que el pueblo
tenga otro nivel de intervención directa. El pueblo solo tiene el poder por
pocas horas y todo el resto del período de gobierno tiene que simplemente
aguantar si se equivocó al emitir su voto. La democracia solo son votos, y el
pueblo es un simple papel en el cual firma su sentencia por 4 o 5 años que dure
el período de gobierno. Este el juego democrático, en el que el pueblo pierde todo
su poder mediante las elecciones. Cada vez que una persona se acerca a las
urnas entrega su vida a manos de un individuo. Encima convencido de que ha
cumplido con la patria y creyendo que el poder está en el pueblo, cuando en
verdad lo ha perdido. La patria y la vida son un voto, y en ese voto está su estrangulamiento
o su aireación.
7.
La democracia como forma de quitar poder al
pueblo. Si bien el pueblo puede recurrir a la resistencia o a la revocatoria en
caso de que no esté de acuerdo con su gobierno, pero el presidente tiene todo
el aparato estatal a su servicio, entre ellos, a las fuerzas represivas que son
su vanguardia. Lo que quiere decir que el pueblo le entrega en bandeja a ese
individuo las fuerzas armadas y policiales para que le repriman y solo defienda
al presidente. El pueblo con su voto se condena a sí mismo a recibir la
represión, efectivizada por sus propios hermanos policías y militares. En la
práctica no hay revocatoria, pues casi ningún gobierno en el mundo ha sido
sacado mediante esa vía, de ahí que solo a través de una revuelta o rebelión ha
sido posible terminar con un gobierno autoritario.
En síntesis, la democracia consiste en formar un partido
político, ganar las elecciones, y entregarle todo el poder al líder, pues, éste
normalmente reclama la independencia partidista bajo el argumento de que ahora
dirige a todos los habitantes. De esta manera, todo se concentra en ese
individuo y todos esperan que ese personaje tome buenas decisiones, pero si son
equivocadas deben esperar a que termine su mandato para “castigarle” a su
partido político en las urnas o a su heredero. Esto sucede principalmente en
las democracias de los países industrializados, los cuales deben soportar los
malos gobiernos bajo el argumento de que así funcionan las democracias sólidas
y desarrolladas, esto en otras palabras, significa agachar la cabeza por
haberse equivocado en las urnas. Por ejemplo, el presidente de Francia,
Francois Hollande, tiene menos del 10% de aprobación a su gestión pero nadie
dice que se le debe revocar el mandato ni le piden que renuncie y mucho menos piensan en tumbarle del poder,
sino simplemente están esperando a que se termine su período, para votar por otro
que haya hecho una buena oposición y a quien delegarán el próximo destino de
sus vidas. Todos, o casi todos, están convencidos de que no hay otra forma de
gobierno, pues, creen que la democracia es la mejor y la más desarrollada forma
de organización social y de gobierno que ha creado la humanidad en toda su
historia.
Ni derechas ni izquierdas cuestionan a este sistema, y solo
critican a algunas formas o métodos de elección o de aplicación, y a lo máximo
que llegan es a plantear la profundización o radicalización de la democracia,
pero nadie de ellos dice que hay que salir de ella e ir a otra forma de
gobierno con otras reglas y métodos de funcionamiento. Todos ellos están de
acuerdo con el monopolio de la política en los partidos políticos y en la
designación de las autoridades mediante votaciones. Nadie de ellos valora o
toma como referente al sistema indígena, ni siquiera lo conocen, y si algo
saben, lo califican como atrasado o idílico o irreal para este tiempo.
Con lo anotado, podemos también decir que no existe mayor
diferencia o distancia entre las dos formas de gobierno que ha producido
occidente: la monarquía y la democracia, pues en ambos sistemas el pueblo sigue
en estado de indefensión en la medida que acepta el poder de un monarca o le
entrega el poder a un presidente. Las diferencias son formales, en los niveles
y en los tiempos en que se utiliza ese poder aceptado o entregado.
El proyecto civilizatorio de tipo monárquico o democrático
cumple el mismo propósito que es el de someter al pueblo, ya sea por vía del
absolutismo o por vía de las urnas. El pueblo, tanto en la monarquía/dictadura
como en la democracia, solo es peón o siervo o empleado o mártir, de quienes
están en el poder piramidal. Todo lo contrario al sistema indígena que jamás le
entrega su poder a nadie, siempre lo tiene consigo y puede disponerlo en
cualquier momento. En el mundo indígena milenario no se desprecia al poder,
como se lo enseña en occidente al señalar que el poder es negativo. Esto muy
bien le conviene al poder instituido, para lo cual solo van cambiando los
personajes y así convencen al pueblo de que su voto tiene un gran poder en las
elecciones y que puede cambiar a su libre albedrío a las autoridades de turno
que le representan.
Desde la episteme indígena se entiende que todo en la vida
es un poder y ese poder hay que conocerlo y cultivarlo, para aprender a convivir
en equilibrio entre los diferentes poderes que hacen y constituyen la vida. De
ahí, que en el mundo indígena o vitalista lo más importante es el poder
interior, al contrario del mundo
occidental que solo trabaja el poder exterior: dinero, títulos, armas.
En este sentido, la izquierda no ha sido ni es una propuesta
revolucionaria alter-sistémica sino solamente intra-sistémica, de ahí que no
haya habido ningún cambio real y profundo hasta ahora en el mundo. Lo
revolucionario actualmente viene desde el pensamiento indígena o matricial o
alternativo u horizontal, a todo lo cual nosotros lo llamamos VITALISMO, con
sus versiones particulares de cada región de la madre tierra. Así en el caso de
los Andes, actualmente se lo denomina en lengua kichwa como sumak kawsay y en
aymara como suma qamaña. Si bien, la introducción de estos paradigmas en las
constituciones de Ecuador y Bolivia es un paso importante, no pueden quedarse
como simples enunciados sino que deben revolucionar todo lo construido por el
sistema civilizatorio, empezando por la forma de organización social y el
sistema de gobierno. Ahí será posible otro mundo y por ende una nueva vida.
ATAWALLPA OVIEDO FREIRE
.
[1] Es
un debate, en nuestra opinión, estéril: no hay democracia sin partidos y los
males de los partidos son, en parte, los mismos que aquejan a otros sectores de
la sociedad. DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA, Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique,
No. 241 Noviembre 2015