Entre la colonialidad del poder y la construcción de una propuesta alter-nativa
Por: Atawallpa Oviedo y Alfredo Espinosa R.
La última acción de Fanny Campos -Coordinadora Nacional de Pachakutik- de reunirse con la derecha de Guillermo Lasso y Lucio Gutiérrez, a pretexto de la consulta popular por la reelección indefinida para Presidente, fue la gota que derramó el vaso para la mayoría de las bases de este movimiento político. En cambio, para otros, Pachakutik ha tocado fondo pero no solo en relación a la actual Coordinadora, sino a muchos otros personajes y desde hace algunos años atrás. La reunión del 15 de abril, no es un caso aislado ni circunstancial, es el resultado o la consecuencia de innumerables traspiés que ha vivido Pachakutik en sus 19 años de vida política[1]. Sin dejar de reconocer sus grandes méritos y en la conciencia de que no es fácil actuar en el juego político partidista occidental, algo que es nuevo para el movimiento indígena y de estar inmersos en un proceso de 500 años de colonialismo externo e interno.
Por eso nos preguntamos, ¿Es necesario refundar Pachakutik? ¿Es esta la ocasión propicia para generar en su interior una verdadera revolución? Lejos de presentar nuestros argumentos como verdad absoluta –al más puro estilo del correísmo- nuestra intención es generar un debate abierto entre todos quienes nos identificamos con la cultura y filosofía andina, y en la creencia de que Pachakutik nos representa o de que queremos que nos represente. Caso contrario tendríamos que buscar otro referente y crear otra organización que esté en sintonía con el pensamiento milenario de los pueblos matriciales de los Andes y de toda la Pachamama. A continuación algunos elementos para el debate:
Una venda colonial en los ojos
El hecho de que la actual directiva de Pachakutik se ponga una venda en los ojos para mirar solo lo circunstancial o coyuntural y no ver todo el papel histórico de la derecha, especialmente la financiera en estos últimos tiempos, implica encubrir penosas realidades como la crisis financiera del 99, la migración desenfrenada a Europa, el papel de los organismo multilaterales de crédito en la economía nacional, etc. Y de otra parte, implica ocultar las propias luchas históricas del movimiento indígena, en especial de esta última etapa que toma auge con el levantamiento del año 90, hasta las movilizaciones que desencadenaron el derrocamiento de tres presidentes. En este sentido, no nos sorprende que la derecha utilice este tipo de estrategias geopolíticas en el escenario nacional, ni mucho menos que la izquierda electoral acepte con beneplácito formar parte de este juego al que históricamente se lo catalogó de componenda o troncha política.
Lasso puede parecer más “gentil” y “democrático” que Correa pero es extremadamente neoliberal. Lasso es un gran neoliberal en relación a Correa. ¿De qué sirve abrir el camino para que el “neoliberalismo gentil” de Lasso se instale en el poder, como supuesto referente de la democracia y la libertad? Al igual que Lasso, Sixto Durán Ballén era un “caballero” pero sus políticas fueron de las más neoliberales en la historia del Ecuador, basta recordar el intento de privatización de la Seguridad Social al que la mayoría de ciudadanos le dijo No en la Consulta Popular de 1995. Por otra parte, Correa se asemeja a Febres Cordero en su carácter y estilo violento, con la diferencia de que el primero fue conservador del capital y utilizó la violencia física contra sus adversarios; el segundo es modernizador del capitalismo e institucionalizó el miedo y el terror a partir del aparato jurídico del Estado.
Sin embargo, todos ellos son responsables de la crisis perenne del Ecuador, la misma que tuvo un paréntesis de 8 años debido al boom petrolero y que ahora continúa por la caída de los precios del crudo. Elemento importante para que el mitificado “milagro ecuatoriano” adquiera en la realidad concreta la categoría que le corresponde: la de espejismo. Por tanto, Lasso y Correa representan epistemológica y ontológicamente al mismo proyecto desarrollista del primer mundo, en sus variantes: la sociedad del bienestar (Correa) y la sociedad del progreso (Lasso).
La colonialidad del poder en el quehacer político de las dirigencias.
Si la CONAIE le llamó la atención a Fanny Campos, por qué no han hecho lo mismo con Humberto Cholango que acaba de organizarle un gran acto a Correa en Cayambe. Incluso habría que hacerlo con Churuchumbi que ahora reclama la destitución de Fanny Campos, cuando también estuvo en la recepción de Correa. ¿Está o no, Pachakutik en contra de las diferentes derechas? Si se coincide en un acto organizado por terceros se puede compartir, pero ahora reclamar la destitución de Fanny Campos cuando su asesor Humberto Cholango le dio la más grande bienvenida a Correa al pueblo de los Cayambis, es una gran inconsecuencia. ¿Acaso Churuchumbi le ha pedido la renuncia a Cholango por lo hecho, o considera que solo Lasso es de derecha y que Correa no lo es? Vemos tres tendencias, unos que solo miran a Lasso, otros únicamente a Correa, y otros a Lasso y Correa, como parte de la misma camada entre las distintas variantes de la derecha, desde la conservadora hasta la progresista.
Tanto en su praxis política como en el desarrollo de su línea argumentativa, las distintas dirigencias mantienen como pensamiento suyo al dualismo cartesiano de la modernidad capitalista, totalmente diferente a la paridad o armonía de complementarios de las ontologías comunitarias. Bajo esa lógica colonial y neocolonial, varios de sus dirigentes no vacilan en llamar democráticos a quienes se muestran favorables con la alianza entre esta organización y la derecha de Guillermo Lasso; mientras que la oposición de izquierda marxista y no marxista contraria a este acuerdo es homogenizada y mimetizada al ser catalogada de correísta. Es decir, así como para Correa no hay distinciones entre las izquierdas al estandarizar a todos bajo la figura del extinto partido MPD; para la dirigencia de Pachakutik, toda crítica de la oposición de izquierda es correísta, esto es, o se está en contra de Correa o se está en contra de Lasso, pero no es posible estar en contra de los dos. Para unos es hacerle el juego a la derecha, para otros es hacerle el juego al correismo. Y quién le hace el juego a un tercer sistema, al comunitarismo que está más allá de la dicotomía capitalismo/ socialismo?
Han pasado más de 500 años y aunque en Pachakutik confluyen indígenas y personas de diversas ethos; la mayoría de sus dirigentes continúan hablando, entendiendo y viendo a sus pueblos con el esquema del pensamiento europeo capitalista que se impuso en el siglo XVI. Mientras se mantenga en vigencia esta colonialidad del poder, seguirán armando las listas de sus candidatos provinciales y cantonales no solo con gente improvisada, sino buscando entre gallos y medianoche quién les pueda ofrecer más votos para visibilizarse en el juego de la realpolitik y el electorelismo[2]. ¿Quiénes son los más perjudicados? Las bases del movimiento indígena que ahora son víctimas de un nuevo tipo de colonialidad, la que imponen los dirigentes de su organización. Este colonialismo interno hace de las bases del movimiento indígena, nada más que meras masas de maniobra subsumidas al criterio de una dirigencia paternalista, que reproduce y mitifica el mismo discurso colonial que recibía del patrón con respecto a su hacienda: AMA QUILLA, AMA LLULLA, AMA SHUA.
Todo lo cual, ha provocado que en estos años surjan múltiples tendencias o expresiones al interior de Pachakutik, desde las racistas, por quienes se han visto traicionados por algunos personajes que se han servido del movimiento político (blanco-mestizos), hasta los que aprovechan de su fenotipo indígena para decir que luchan por ellos, pasando por otros que no han tenido mayor espacio en las izquierdas y que se han abierto a través de este partido.
Lo que se puede ver es que todavía hay muchos remanentes coloniales que afectan e infectan al movimiento indígena en general, desde influencias cristianas, marxistas, liberales, logocráticas, todas ellas provenientes de lo que Boaventura de Souza Santos llama las “epistemologías del norte”, o Aníbal Quijano cuando habla de la “colonialidad del saber y del poder” que se instaló en Amerindia desde que llegaron las ontologías de la “lucha de contrarios”.
Así por ejemplo, muchos todavía se manejan con el discurso clasicista de la izquierda marxista pero irónicamente burócratico del estalinismo, cuando desde las “epistemologías del sur” -entre ellas las andinas- las diferencias están mucho más allá de las clases sociales y alcanza niveles ontológicos y axiológicos entre paradigmas diversos, como el eurocentrismo y el indocentrismo, o el antropocentrismo y el vitalcentrismo. De otra parte, personajes que funcionan bajo categorías y parámetros lineales y desarrollistas, que son propias de la civilización occidental y opuestos a las visiones integrales y espirales de las culturas indígenas. Asimismo, se ha visto como muchos personajes realizan sus ceremonias y sus invocaciones a deidades occidentales, quedando relegadas las autóctonas. U otros que practican un sincretismo, que más raya en el folclorismo religioso que en un claro entendimiento de la divinidad tal como lo entendían los abuelos indígenas antes de la invasión. Y así podríamos dar múltiples referencias de la contaminación no-indígena, de la que ahora muchos practican luego de 500 años de colonización asimilada.
Sin con ello, pretender caer en purismos o esencialismos sino en saber diferenciar conscientemente lo uno y lo otro, especialmente entre quienes hablan de revolución y de la construcción de un Estado plurinacional pues, lo que vemos hasta ahora es la cooptación indígena al gran proyecto de Estado-Nación y en donde lo intercultural es solo integrismo al gran paraguas eurocentrista.
No se trata de vivir como hace 500 años o de regresar al pasado, sino de iniciar un tipo de problematización plurinacional que nos permita encontrar los mecanismos para vivir modernamente por fuera de la modernidad capitalista. Es decir pensar en un nuevo tipo de modernidad que reconfigure entre otros temas el quehacer político, pero también el académico y cotidiano. Por lo que el asunto es mucho más profundo de lo que se quiere ver, es raigal, lo que implica que Pachakutik y el movimiento indígena deban profundizar mucho más en su definición y en su proyecto de vida, luego de 5 siglos de colonialismo y en la que hoy es mucho más fuerte y se pretende dar la estocada final por la derecha progresista.
Indigenismo, cholismo e indianismo
Todo esto nos lleva a discutir qué es lo indígena, lo cholo y lo indiano. Consideramos que lo indígena está asociado con lo cultural, es decir, con aquellos pueblos ancestrales que manejaron una determinada cosmovisión. La misma, que luego de la invasión europea se ha ido resquebrajando o deformando, en unos más que otros, a medida que han ido digiriendo el paradigma dominador del conquistador (cholismo). En este sentido, algunos pueden ser considerados panzaleos, saraguros, tsachilas, etc., pero otros ya son ecuatorianos, en cuanto éste es una prolongación de la cultura europea en tierras equinocciales y que ha procedido a asimilar a algunos indígenas, especialmente a los que viven en las grandes ciudades por varias generaciones. Siendo ese el propósito de la derecha conservadora y progresista de conseguirlo en todo el Ecuador.
Esto quiere decir, que en el actual territorio del Ecuador conviven descendientes de las culturas originarias y descendientes de las culturas invasoras. Descendientes, no solo, ni principalmente en el sentido fenotípico o racial sino a nivel cultural y epistemológico. Por lo que después de 500 años existe gente con fenotipo de los pueblos ancestrales pero que son totalmente de mentalidad eurocéntrica-patriarcalista y que representan el cholismo[3], o gente con fenotipo europeo pero con una mentalidad andina (indianos). En este sentido, lo indígena no solo está en el fenotipo sino principalmente en las formas de concebir la vida. En otras palabras, no se trata de diferenciar a las personas por el color de la piel o sus características físicas como lo hace el eurocentrismo sino por sus cosmovisiones y filosofías de vida. Por lo que se puede distinguir indígenas cholos e indígenas indianos, como blancos cholos y blancos indianos.
Lo indio o indiano[4] surge con la llegada del invasor, quien califica de esa manera al poblador originario al creer haber llegado a la India. Término que llega a reunificar a todos aquellos que no son blancos. Como bien explica Aníbal Quijano, el indio, el capitalismo y la modernidad surgen con la llegada del europeo, que a la época no se llamaba así como tampoco América, las mismas que resultan creaciones posteriores y que son consecuencia del encuentro violento que suscita la colonización del mundo por parte de las monarquías europeas. A partir de la invasión de América, surge el racismo como el medio y el mecanismo que encuentra Europa para explicar su supuesta superioridad y procede a crear las razas superiores e inferiores, dejando al color blanco como el símbolo y el referente de la raza más avanzada creada por Dios. En este sentido, lo indiano es la respuesta de resistencia que surge desde los indígenas como de aquellos que fueron dominados por el conquistador monárquico.
El occidentalismo procedió a indianizar a todos aquellos pueblos del mundo que no se ajustaban a sus patrones y modelos de vida, por lo que surgió todo un apartheid racista cuya síntesis se resumía en: los blancos y los otros (no-blancos). Las epistemologías del invasor distinguían básicamente dos culturas existentes en América: la europea y la india, y en ciertos sectores la negra africana. Valga anotar, que al indígena amerindio no le dan un color, tan solo al europeo (blanco) y al africano (negro). Por ello, y a este momento histórico es el indianismo como paradigma de las epistemologías del sur el que se expresa como la resistencia y la alteridad a la colonización perenne por parte de las epistemologías del norte. El indianismo no es un proyecto exclusivo de los indígenas ni solo de Amerindia sino de la alteridad a lo que significa el colonialismo occidental antiguo y moderno, externo e interno. Esto quiere decir que al interior de occidente, aquellos que han venido resistiendo a sus elites y que se guían por sus paradigmas indígenas y cosmovisiones originarias también son parte del indianismo, o de la alteridad, o de cualquier otro nombre que se le quiera dar.
Se entendería que el movimiento político Pachakutik se inscribe en este proyecto indianista, que surge desde las cosmovisiones originarias pero que integra a todos quienes se identifican con esos paradigmas y principios de vida, comunes a muchos pueblos matriciales del mundo entero. Es decir, Pachakutik es parte de los movimientos alter-nativos y alternativos a los proyectos de derecha e izquierda cuyas fuentes nacen y se expanden desde occidente.
En este sentido, Pachakutik debe dilucidar qué mismo es su proyecto, si se maneja dentro de sus propias filosofías y hermenéuticas, manteniendo relaciones complementarias con la izquierda, mas no confundiéndose con ella. O, si simplemente es otro brazo de la izquierda y aunque ya no pretenda estar a la cola de los otros partidos de izquierda[5], se siga manejando y aliándose con parámetros que la izquierda no ha saneado todavía, como el patriarcalismo, el civilizacentrismo, el paternalismo, el positivismo, el logocratismo, el antropocentrismo, el productivismo, el economicismo, que gobiernan -en mayor o menor medida- a la izquierda en general.
Este es un momento especial que estamos viviendo, y el cual también tiene que ver con los mensajes o mitos que dejaran los abuelos andinos antes de la llegada del invasor, quienes dijeron que después de 500 años tendría que producirse el despertar de la cultura, saberes y cosmovisiones de los pueblos indígenas y matriciales. Siendo este el momento de las precisiones y definiciones, sino el movimiento Pachakutik puede terminar diluyéndose (como ya ha empezado Pachakutik de Chimborazo) en los conceptos neocoloniales, como el buen vivir correista, la interculturalidad integrista, o el mestizaje, todos ellos fenómenos del hibridismo eurocéntrico y que tienen como propósito colonizar a aquellos indígenas que todavía no lo han sido. Los mestizos y cholos son aquellos que ya se han descobijado de lo indígena y de lo indiano para asimilar las epistemologías del norte. El mestizo no se reconoce y reniega de lo indígena, pero que sí valora y aprueba lo eurocéntrico. Oficialmente y académicamente, las epistemologías indígenas son solo válidas para los indios, pues para los mestizos y los blancos está la modernidad occidental.
A estas alturas, las caretas o el ropaje que lleva cada ser humano no debería confundirnos, cuando el asunto es mirar a la conciencia epistémica de cada uno, es ahí donde se puede ver si alguien es indiano en resistencia, o es alguien en proceso de colonización, o ya es parte de los colonizados y a su vez convertido en colonialista de los que todavía no han sido cholados o mestizados. En otras palabras, entre aquellos que pueden ver a Rafael Correa, (como también Lasso, Gutiérrez, y demás), como el Pizarro de este tiempo que también dice que viene a salvar a los indios “pobres” y “atrasados” que todavía no disfrutan del capitalismo del siglo XXI, para producir la “segunda y definitiva independencia”, que es la definitiva colonización de los pueblos originarios a través de la superposición de sus epistemologías y ontologías propias, por las del primer mundo colonialista y centralista. Ahí está la raíz a reflexionar para que el indianismo se convierta en un proyecto transformador o sea simplemente cooptado por el proyecto civilizatorio. Pachakutik tiene la palabra.
[1] Después de 19 años comprendo que no logramos mantener procesos orgánicos porque al incursionar en la vida política institucional, los militantes que contábamos con la experiencia de lucha nos convertimos en diputados, concejales y alcaldes, y empezamos a atender al movimiento desde la institucionalidad porque respondíamos a nuestras funciones. En las organizaciones quedó un vacío dirigencial que hasta ahora no se logra superar. También hubo dirigentes con un deseo exagerado de ser autoridades y cayeron en malas prácticas. Lo que está pasando hoy en el movimiento es que cayó en la desesperación y abandonó su compromiso político e ideológico. Miguel LLuco, EL TELEGRAFO, 19 ABRIL 2015
[2] Con sorpresa observé que una ex alumna mía estaba de candidata de Pachakutik. Le contacté por Facebook y esto me respondió: Hola, veo q estas de candidata por Pachakutik, como así surgió, desde cuando estas en Pachakutik. Saludos… no mi profe, es coyuntural, apenas hace unos meses por apoyar a un amigo entré. Veo que el partido esta super desorganizado, cada uno lucha por su lado y no hay una guía buena.
[3] A mi regreso de Europa rompí con toda mi tradición intelectual y con toda mi producción cholista. Hubiese querido que no existiese… Es otra etapa, otro camino que he encontrado; y tengo otra meta en el horizonte. En mis obras de 1940 a 1960 yo buscaba la asimilación del indio por el cholaje blanco-mestizo. Y en las que publiqué de 1964 a 1970 buscaba la liberación del indio, previa destrucción del cholaje blanco-mestizo… y planteo la revolución india. Fausto Reinaga, La revolución india, 1969 (pág. 463).
[4] En Bolivia hay una larga reflexión sobre el indianismo, es resaltable el libro la Revolución India de Fausto Reinaga, en el Ecuador y Perú está recién abriéndose paso a través de nuestros escritos.
[5] “Estábamos cansados de ser un relleno en las papeletas electorales”, recuerda este último, refiriéndose a las invitaciones de los socialcristianos, roldosistas, incluso socialistas, para terciar como candidatos suplentes o últimos en las listas. Así no llegarían muy lejos. Miguel LLuco, EL TELEGRAFO, 19 ABRIL 2015