No sé si con los resultados que acaba de obtener la
izquierda, habrá cambios en su interior o seguirán los mismos errores que veo
desde hace más de 30 años y ninguna transformación de fondo.
Después de cada elección me he preguntado lo mismo. Esperaba
que la izquierda -ésta vez- si tomara conciencia e hiciera una revolución
interna si es que quieren guiar (no: hacer) una revolución popular, pero hasta
ahora nada. Hoy me motivo y me abro a esa posibilidad, pero quizás es una
utopía como las utopías de la izquierda en el mundo entero que han fracasado
rotundamente, y sin que haya nadie en quién apoyarse o sostenerse.
Esta desconfianza viene principalmente porque sigo viendo a
los mismos dirigentes de siempre, que eternamente siguen dirigiendo a sus
partidos políticos, a las organizaciones sociales, a las universidades, a las
ONGs, a la casa de la cultura, etc. Solo se turnan de un lado para otro para
aparentar que hay cambios.
Si hubiera una verdadera democracia en las izquierdas habría
alternabilidad a través de nuevos personajes y no solamente de nuevas ideas o
de cambios de puestos (como hace Correa con sus colaboradores), y que es uno de
los elementos fundamentales para que una organización se renueve y se
refresque. En eso la derecha es más alternante, cambiando sus dirigentes y
promoviendo nuevos personajes, a más de nuevas tácticas e ideas, lo que les ha
permitido seguir gobernando este país. Pero en el caso de la vieja izquierda,
ya están viejos y desgastados sus miembros, muchos de ellos han hecho su modo
de vida, inclusive tienen sueldos al interior. Y se aseguran su continuidad
pues si dieran paso a otra gente tendrían que ir a trabajar en la producción,
lo que no están dispuestos a hacerlo. Es más, algunas organizaciones funcionan
como en el Vaticano, solo cuando el Papa (el máximo líder) muere se cambia de
dirección.
Entonces, ya es hora de que den el paso a nuevas
generaciones, que ojalá así conduzca a nuevas ideas, pensamientos, propuestas.
Está comprobado y requeté comprobado que han fracasado sus tácticas,
estrategias, medidas, acciones. Pero este cambio de personajes debe
necesariamente ser de contenido y de contexto, caso contrario será seguir en lo
mismo, como es la experiencia hasta ahora.
Uno de esos pasos revolucionarios al interior -y no
solamente dar campo a nuevos cuadros- sería el de auto disolver a las
organizaciones que actúan electoralmente, para desde cero generar un nuevo y
amplio movimiento. Estos partidos electorales ya están quemados, pues son parte
de la “partidocracia” y en el imaginario del pueblo tienen una calificación de
“pérdida de año”. Tendría que pasar muchos años y con nuevos cuadros y
actitudes para que el pueblo les apoye algún día.
En ese caso lo más adecuado sería auto extinguirse y
convocar a la formación de un gran “Frente Revolucionario Democrático” a todos
los movimientos, partidos, grupos, asociaciones, de todas las tendencias de la
izquierda. Y en la que los viejos izquierdistas, máximo queden como asesores o
consejeros, pero ya no tengan una acción directa ni puntual en el
desenvolvimiento de esta nueva organización. Esa sería una gran prueba para ver
si están más allá de las elecciones y de sus egos personales y partidistas.
Pensar en unir fuerzas para que aspiren a ser gobierno con el apoyo consciente
y organizado del pueblo. Pero si no se disuelven, al menos cambiar totalmente y
de raíz a las directivas endogámicas que vienen dirigiendo las izquierdas, no
solo a nivel de las organizaciones electorales sino de aquellas “secretas y
selectas”.
Es decir, que para que sea posible ello, los eternos
personajes de la izquierda deben comenzar sanando su ego, es decir, su
conciencia de humildad y de revolución personal, para dar paso al cambio y que
sea ese cambio encarnado al interior el que abra un nuevo sendero para la
izquierda. Hay que aprender algunas cosas de Correa y no solo criticarle. Cada
cual se cree el más claro, el verdadero, el auténtico, el firme… Y en la que
todos aspiran ser presidentes o algo parecido, pues creen que están haciendo
carrera, y como toda carrera deben llegar a las máximas instancias de poder,
para decir que tuvieron éxito personal y que realmente hicieron algo grande por
la Patria. Eso es vanidad. Lo que ven en Correa lo tienen también casa adentro.
A esto es concomitante sanar su dogmatismo intelectual e
ideológico, en la que muchos son más marxistas que Marx, y otros son la
reencarnación de Marx, y piensan y actúan por él, como si Marx estuviera vivo
en nuestro tiempo. Esos son los autollamados intérpretes del pensamiento de
Marx a los nuevos tiempos. Incluso hay casos extremos en que prácticamente Marx
es su Dios, al extremo de que Marx es para ellos como Cristo para los
cristianos (antes de M y después de M), y de que hayan feligreses de Marx con
cofradías marxistas leninistas.
A estas “alturas del partido” ya no es necesario más
neo-marxistas, ni hace falta seguir resucitando a Marx. Fue importante para su
época y es un referente, pero no es el Todo, es una parte del todo.
Estamos en otro tiempo y cada generación tiene el deber de
dar su aporte y no seguir reproduciendo la biblia comunista y peor los
manifiestos de la izquierda primermundista, que también han fracasado.
Esto quiere decir que no solo hay que salir de ese
izquierdismo dogmático, sino del occidentalismo. Parece que hasta hora, algunos
no se han dado cuenta de que están en Amaruka (antiguo nombre de América) y
siguen pensando y actuando desde el occidente izquierdista, desde los moldes y
parámetros de la filosofía y epistemología occidental, como que fuera la única
y la mejor. Pero hay otros que si se han dado cuenta y han comenzado a mirar a
nuestras culturas ancestrales, aunque por el momento han creado el híbrido del
“socialismo del buen vivir” o del buen vivir, lo cual es peligroso.
Lo que están haciendo es denigrar al socialismo y al sumak
kawsay, ya que cada cual debe marchar por sí mismo, y quizás podrían ser
complementarios el uno del otro, más no lo mismo (juntos pero no revueltos).
Esto implica el desafío para nuestros revolucionarios de aprender a pensar y
actuar como andinos, es decir, en comprender y enraizar las epistemologías,
ontologías, axiologías, hermenéuticas de raigambre andina.
Para en base ello recrear nuevas organizaciones y nuevas
acciones, como las siguientes categorías y principios:
1. FACILITADORES: No necesitamos más “líderes” que nos
vengan a decir cómo pensar y “qué hacer”. No hace falta más profesores que
vengan a imponer abierta o sutilmente sus teorías, sino facilitadores que
acompañen procesos de empoderamiento, animadores que apoyen la construcción de
proyectos generales, guías que promuevan participaciones activas y
re-creativas, activadores que despierten las capacidades innatas de la
población. No un sistema escolar de tipo vertical, piramidal, patriarcalista,
de quienes se creen los “intelectuales de clase”, los que se sienten donados de
clarividencia para ver el futuro y nos dan las instrucciones de cómo hay que
seguirles para lograr el paraíso. Basta de mesianismo, de paternalismo, de
caudillismo, de clientelismo.
Ustedes critican eso de Correa, pero sus acciones
históricamente han estado manejadas en ese sentido. Creyéndose que son lo más
avanzado del pueblo, la clase política más esclarecida. Este tiempo reclama de
gente humilde, de maestros que estimulen, despierten, abran, generen, enciendan
las potencialidades de los otros, y no buscar que los sigan sino que cada cual
sea su propio maestro.
2. HORIZONTALIDAD: Critican la dictadura de Correa pero sus
organizaciones y sus propuestas han estado guiadas por principios y formas
enmarcadas en conceptos como la dictadura del proletariado, la dictadura de
clase, el partido único, etc. Tanto es así que sus instituciones están
organizadas y funcionan en una forma vertical, centralizada y estratificada,
todo lo cual en el fondo es dictatorial, pues se concentra en una o pocas
cabezas todo el poder, las cuales deciden y simplemente riegan sus deseos para
que los demás las ejecuten.
No hay democracia y peor consenso al interior. Y todo eso
viene desde la misma estructura de configuración y funcionamiento de tipo
patriarcal, absolutista, uniformadora.
Uds. critican el totalitarismo de Correa pero en sus
organizaciones sus acciones buscan la homogenización y la centralización desde
y hacia los dirigentes. Las cuales son la última palabra y si alguien se atreve
a cuestionar su genialidad intelectual terminan descalificados como
revisionistas, atrasados, enemigos de clase, pequeño burgueses, etc. Correa es
el espejo de Uds. y como se reconocen, se pelean, aunque les resulte difícil admitirlo
de que están “cortados por la misma tijera”, ya que en el fondo son lo mismo o
vienen de la misma “patriz” (no: matriz).
Entonces, es hora, de salir de esas visiones dictatoriales:
rígidas, fijas, mecánicas, de arriba hacia abajo; para construir organizaciones
horizontales, participativas, directas, y en la que no sea la imposición de las
mayorías sino el consenso su baluarte y solo en caso extremo se imponga la
mayoría, la cual debe ser de todos los miembros y no de la cúpula centralizada,
que en última instancia decide todo. Esto significa, reaprender a convivir en
forma armónica, lo que no quiere decir que no hayan jerarquías, las cuales
deben haber, pero NO dentro de un sistema piramidal de organización y
funcionamiento sino en un nivel horizontal, esa la gran diferencia. ¿Cómo
quieren construir una sociedad equitativa si sus organizaciones funcionan
verticalmente, es decir, inequitativamente?
3. COMPLEMENTARIEDAD: La riqueza es la diversidad, la
variedad, la diferencia, la oposición, tal como es la vida y las diferentes
sociedades y expresiones humanas, las cuales son necesarias e imprescindibles
para la armonía y equilibrio de la vida. La heterogeneidad, la simbiosis, la
sinergia, la homeostasis, son el nuevo paradigma científico de la “onda-partícula”.
Siendo la clave de su funcionamiento creativo y reproductivo la
complementariedad, la reciprocidad, la correspondencia. No la anulación del
otro, de la alteridad, del espejo, caso contrario se produce el monismo, el
extremismo, el fundamentalismo, y toda forma de parcialización. En cambio, en
la complementariedad hay la capacidad de convivencia, de respeto, de
cooperación, de apoyo paralelo. Todo lo cual permite que se mantenga la
variedad, la diversidad, por ende la riqueza de la vida, y la posibilidad del
cambio y no la inflexibilidad, la moldura, la esquematización, que es lo que
hemos visto y vivido con todas las experiencias izquierdistas y derechistas en
el mundo entero.
En palabras concretas, significa dar el salto revolucionario
quántico de la teoría de “lucha de contarios” a la visión de armonía de
complementarios, tal como funciona la naturaleza, es decir, la vida.
Todo esto trastoca sus formas y visiones endémicas bajo las
que se han manejado por años y no les ha permitido ser ejemplo para la
sociedad. En el fondo sus organizaciones son guetos, envueltos en una salmodia
que les ha estancado y hasta en algunos casos en estado de putrefacción. Todo
lo cual implica salir del “partidismo” para no seguir en el sistema de la
partidocracia. Hay que refundar el sistema organizativo de partidos, para
fundar movimientos, y de estos movimientos (en constante cambio dinámico)
promover un sistema electoral directo, y no uno -como el actual- en donde ganan
los que tienen dinero o los que hacen mejor el show.
Intelectuales -como Alberto Acosta- que no tienen
capacidades circenses y que no son malabaristas de la palabra, no pueden llegar
al poder. Y así cantidad de personajes con una gran formación y capacidad pero
que no son ni cantantes ni actores de televisión, ni deportistas, ni miembros
de la “farándula politiquera”… no participan de las elecciones, porque en una
campaña serían muy aburridos. Salir de la creencia de que la parafernalia de
las elecciones mediáticas es la democracia. Pero si hubiera una democracia
directa donde se elijan a las personas por sus condiciones probadas de
capacidad y de trabajo, primero en el ejercicio de su dirección zonal, para que
luego pasen a instancias más grandes por cooptación y lleguen a las máximas
esferas gracias a su camino de servicio, y no, por un salto mediático,
publicitario o de marketing.
Eso sería a nuestro parecer- algo revolucionario, realmente
transformador, que implica cambiar una serie de nociones y valores a nivel
personal, grupal, asociativo y societal. Pero eso comienza a nivel individual,
que son los que constituyen las asociaciones y las mancomunidades.
Este es un buen momento para depurar a todo nivel, y pienso
que la persona más indicada para impulsar este nuevo Frente es Alberto Acosta,
que en las elecciones primarias internas ganó y es de las personas más
confiables por su recorrido, su coherencia y su temple. Veamos si se puede
creer en Uds. Hoy nuestro pueblo no cree en Uds.
Pongo un voto de optimismo de que se puede llegar a creer en
las izquierdas, como una alternativa.
ATAWALLPA OVIEDO FREIRE
Movimiento Vitalista
Por la construcción del Sumakawsay