lunes, 22 de junio de 2015

“PREFIERO QUE ME GOBIERNE UN LEON QUE UN CHUPAPLATAS”



Cuando se gobierna visceralmente a un país, los tiros les salen por la culata a los caudillos. Esa la historia mundial del populismo, que actúa según las emociones o la soberbia salvadora del momento. En su demagogia justiciera el caudillo intenta salvar a los pobres con la prepotencia del patrón que cree que les está haciendo un favor, y cuando pretende hacer lo mismo con los ricos se olvida que ellos son los que tienen la sartén por el mango.
Correa no se ha dado cuenta que mientras cumplía la función de “poner en orden” a los movimientos sociales, los ricos le podían soportar todas sus bravuconadas pero cuando pretende hacerlo con ellos, se levantan y le ponen al atrevido en su puesto para que no olvide quién manda. Lo hicieron con los justicieros de Abdalá y de Lucio, pero el “inteligente” de Correa no ha aprendido todavía que el verdadero poder está en el pueblo y que él es el único que le puede poner en su lugar a los ricos y no sus ínfulas personales. Él, en su visión paternalista creyó que haciendo sus “obritas emblemáticas”, el pueblo ya estaba consciente y listo para defenderle. La típica vanidad de los caudillos.
El justiciero de Correa pretendía ordenar y modernizar el capitalismo para beneficio del capital empresarial, pero a través de coartar las herencias de las familias más poderosas del Ecuador. Quería también limitar la especulación de la tierra subiendo la plusvalía. Cuando las herencias y la plusvalía son los dos pilares que les ha permitido a ese 2% de familias –del que habla Correa- mantenerse y consolidarse en el poder. Sin que haya hecho algo en estos 8 años para desconcentrar la riqueza acumulada en ese 2% -del que ahora se queja-, mas por el contrario en estos 8 años esas pocas familias se han enriquecido como nunca con sus políticas neo-desarrollistas y extractivistas. Él que se creía que estaba sobre el bien y el mal, que creía que tenía el poder o que el poder estaba en él, se olvidó quienes son los que mandan en última instancia dentro de este sistema.
Durante 8 años la derecha le permitió que siga golpeando a los movimientos sociales, a la izquierda radical, tan solo esperando que cometa un error para utilizar a ese mismo pueblo vilipendiado en contra suyo. En eso se encuentran ahora, listos para aprovechar de las revueltas populares para pescar a rio revuelto, como lo han hecho en estos 500 años en que luego de cada rebelión se enquistaron más en el poder. Los populistas y ciertos izquierdistas se “olvidaron” una vez mas que la derecha tiene mucha experiencia y muchos recursos, de que no se trata de la “toma del poder” sino de la toma de conciencia para generar las nuevas condiciones.
¿Dónde está el pueblo para que defienda la “revolución ciudadana”? No se trata solo de decir “ahora gobierna el Pueblo”, sino de efectivamente organizar al pueblo para que el mismo se gobierne. Él se creía el pueblo y pensaba que el pueblo era él: “se bien que yo ya no soy yo, soy todo un pueblo” –decía-. Es decir, ochos años desperdiciados en organizar política y económicamente al pueblo para que él mismo se haga su propia revolución, pero los salvadores creían que ellos tenían que darles haciendo la revolución, de arriba hacia abajo, una revolución desde sus ansiedades y sueños personales.
Hemos hecho una revolución en democracia y de forma pacífica –decían-, sin darse cuenta que la derecha es muy hábil y pueden virar la tortilla en cualquier momento pues todavía mantienen el control  ideológico de la sociedad.  Pueden lograr que los pobres -económica y políticamente- asomen defendiendo las tesis eternas de la derecha y que han sido machacadas  por 500 años: “tradición, familia y propiedad”.  O como decía un cartel en la av. Shyris: “Prefiero ser hijo de León y defender a mi país con garras y colmillos que ser hijo de una rata”.
Así, los ricos aparecen defendiendo el esfuerzo que han hecho los pobres por tener su “cualquier cosita”. Se presentan como supermans que defienden a los jubilados, a los maestros, a los indígenas, a los trabajadores… que han sido mancillados y abusados por el tiranuelo. Emergen como abogados de la clase media y de sus pequeños ahorros que han logrado con el “sudor de su frente”. A su vez, los pobres defendiendo el derecho de propiedad, el emprendimiento, la inversión privada, el ahorro, la competencia, la innovación, las oportunidades… en un sistema que está diseñado para que solo unos pocos logren “el éxito”, pero que el pueblo aspira conseguir algún día ser “rico y famoso”, tal como promueven las telenovelas y los reality de los hombres exitosos.
Los pobres y ricos en contra de la prepotencia del caudillo, pero los que se llevan el festín son los dueños del circo, que de paso les recuerdan al pueblo quienes son los que mandan, quienes son los que crean las fuentes de trabajo, quienes son los que crean la riqueza, quienes son los emprendedores, quienes son los que arriesgan, en otras palabras, quienes son los patrones y quienes son los peones. Con ello el pueblo al que le vendieron una “revolución popular” que ahora ha fracasado, cree que no le toca más remedio que hacer como Jesús y dar la otra mejilla.
En eso nos encontramos, en que los ricos se alistan para retomar el timón del poder que el prepotente se había atrevido a creer que era suyo. Que se había olvidado que el déspota puede ser tirano con el pueblo, pero con los ricos tiene que ser su siervo. Eso le están recordando a Correa: Sigue disciplinando al pueblo, pero no te metas con nosotros y más bien síguenos dando más contratos pero con menos impuestos. Si no continúas -como hasta ahora- combatiendo a los movimientos populares, te vamos a quitar el superfluo poder que te dimos pues como has visto somos nosotros los que lo tenemos verdaderamente. Prohibido olvidar.
Te damos un plazo para que retires los proyectos que has enviado a la Asamblea o te mandamos como hicimos con el Abdala, el Lucio. Retira esos diabólicos proyectos y preocúpate de seguir adoctrinando al pueblo con el Papa Francisco. Concéntrate en seguir utilizando a la religión como medio de aborregamiento. Caso contrario te haremos caer, si es que no hacemos que el pueblo te linché como lo hicimos con el indio caudillo del Eloy Alfaro. Y retira rápido antes que nos enervemos más. Sigue adiestrando al pueblo y a los movimientos sociales, que eso si lo estás haciendo muy bien y ahí te mantendremos en el gobierno. Pero no te olvides quién manda y quién tiene el poder.