Cuando se gobierna visceralmente a un país, los tiros les
salen por la culata a los caudillos. Esa la historia mundial del populismo, que
actúa según las emociones o la soberbia salvadora del momento. En su demagogia
justiciera el caudillo intenta salvar a los pobres con la prepotencia del
patrón que cree que les está haciendo un favor, y cuando pretende hacer lo
mismo con los ricos se olvida que ellos son los que tienen la sartén por el
mango.
Correa no se ha dado cuenta que mientras cumplía la función
de “poner en orden” a los movimientos sociales, los ricos le podían soportar
todas sus bravuconadas pero cuando pretende hacerlo con ellos, se levantan y le
ponen al atrevido en su puesto para que no olvide quién manda. Lo hicieron con
los justicieros de Abdalá y de Lucio, pero el “inteligente” de Correa no ha
aprendido todavía que el verdadero poder está en el pueblo y que él es el único
que le puede poner en su lugar a los ricos y no sus ínfulas personales. Él, en
su visión paternalista creyó que haciendo sus “obritas emblemáticas”, el pueblo
ya estaba consciente y listo para defenderle. La típica vanidad de los
caudillos.
El justiciero de Correa pretendía ordenar y modernizar el
capitalismo para beneficio del capital empresarial, pero a través de coartar
las herencias de las familias más poderosas del Ecuador. Quería también limitar
la especulación de la tierra subiendo la plusvalía. Cuando las herencias y la
plusvalía son los dos pilares que les ha permitido a ese 2% de familias –del que
habla Correa- mantenerse y consolidarse en el poder. Sin que haya hecho algo en
estos 8 años para desconcentrar la riqueza acumulada en ese 2% -del que ahora
se queja-, mas por el contrario en estos 8 años esas pocas familias se han enriquecido
como nunca con sus políticas neo-desarrollistas y extractivistas. Él que se
creía que estaba sobre el bien y el mal, que creía que tenía el poder o que el
poder estaba en él, se olvidó quienes son los que mandan en última instancia dentro
de este sistema.
Durante 8 años la derecha le permitió que siga golpeando a
los movimientos sociales, a la izquierda radical, tan solo esperando que cometa
un error para utilizar a ese mismo pueblo vilipendiado en contra suyo. En eso
se encuentran ahora, listos para aprovechar de las revueltas populares para
pescar a rio revuelto, como lo han hecho en estos 500 años en que luego de cada
rebelión se enquistaron más en el poder. Los populistas y ciertos izquierdistas
se “olvidaron” una vez mas que la derecha tiene mucha experiencia y muchos
recursos, de que no se trata de la “toma del poder” sino de la toma de
conciencia para generar las nuevas condiciones.
¿Dónde está el pueblo para que defienda la “revolución
ciudadana”? No se trata solo de decir “ahora gobierna el Pueblo”, sino de
efectivamente organizar al pueblo para que el mismo se gobierne. Él se creía el
pueblo y pensaba que el pueblo era él: “se bien que yo ya no soy yo, soy todo
un pueblo” –decía-. Es decir, ochos años desperdiciados en organizar política y
económicamente al pueblo para que él mismo se haga su propia revolución, pero
los salvadores creían que ellos tenían que darles haciendo la revolución, de
arriba hacia abajo, una revolución desde sus ansiedades y sueños personales.
Hemos hecho una revolución en democracia y de forma pacífica
–decían-, sin darse cuenta que la derecha es muy hábil y pueden virar la
tortilla en cualquier momento pues todavía mantienen el control ideológico de la sociedad. Pueden lograr que los pobres -económica y
políticamente- asomen defendiendo las tesis eternas de la derecha y que han
sido machacadas por 500 años: “tradición,
familia y propiedad”. O como decía un
cartel en la av. Shyris: “Prefiero ser hijo de León y defender a mi país con
garras y colmillos que ser hijo de una rata”.
Así, los ricos aparecen defendiendo el esfuerzo que han
hecho los pobres por tener su “cualquier cosita”. Se presentan como supermans
que defienden a los jubilados, a los maestros, a los indígenas, a los
trabajadores… que han sido mancillados y abusados por el tiranuelo. Emergen
como abogados de la clase media y de sus pequeños ahorros que han logrado con
el “sudor de su frente”. A su vez, los pobres defendiendo el derecho de
propiedad, el emprendimiento, la inversión privada, el ahorro, la competencia,
la innovación, las oportunidades… en un sistema que está diseñado para que solo
unos pocos logren “el éxito”, pero que el pueblo aspira conseguir algún día ser
“rico y famoso”, tal como promueven las telenovelas y los reality de los
hombres exitosos.
Los pobres y ricos en contra de la prepotencia del caudillo,
pero los que se llevan el festín son los dueños del circo, que de paso les recuerdan
al pueblo quienes son los que mandan, quienes son los que crean las fuentes de
trabajo, quienes son los que crean la riqueza, quienes son los emprendedores,
quienes son los que arriesgan, en otras palabras, quienes son los patrones y
quienes son los peones. Con ello el pueblo al que le vendieron una “revolución popular”
que ahora ha fracasado, cree que no le toca más remedio que hacer como Jesús y dar
la otra mejilla.
En eso nos encontramos, en que los ricos se alistan para
retomar el timón del poder que el prepotente se había atrevido a creer que era
suyo. Que se había olvidado que el déspota puede ser tirano con el pueblo, pero
con los ricos tiene que ser su siervo. Eso le están recordando a Correa: Sigue
disciplinando al pueblo, pero no te metas con nosotros y más bien síguenos
dando más contratos pero con menos impuestos. Si no continúas -como hasta ahora-
combatiendo a los movimientos populares, te vamos a quitar el superfluo poder
que te dimos pues como has visto somos nosotros los que lo tenemos verdaderamente.
Prohibido olvidar.
Te damos un plazo para que retires los proyectos que has
enviado a la Asamblea o te mandamos como hicimos con el Abdala, el Lucio.
Retira esos diabólicos proyectos y preocúpate de seguir adoctrinando al pueblo
con el Papa Francisco. Concéntrate en seguir utilizando a la religión como
medio de aborregamiento. Caso contrario te haremos caer, si es que no hacemos
que el pueblo te linché como lo hicimos con el indio caudillo del Eloy Alfaro. Y
retira rápido antes que nos enervemos más. Sigue adiestrando al pueblo y a los
movimientos sociales, que eso si lo estás haciendo muy bien y ahí te
mantendremos en el gobierno. Pero no te olvides quién manda y quién tiene el
poder.