En los Andes existe una planta sagrada llamada Kuka mas vulgarmente conocida como Coca, la cual ha sido transformada o descuartizada por el proyecto contranatural o civilizatorio de la naturaleza y del hombre en cocaína; como el opio del Asia en morfina y en heroína. La coca es una planta que reúne dentro de sí todas las vitaminas que existen y que otras plantas la tienen parcialmente. Absorbe de la tierra todos sus nutrientes que después ésta queda desfallecida y necesita tiempo para recuperarse, de ahí las propiedades curativas, alimenticias y energéticas que esta planta tiene.
Por eso los pueblos
andinos la denominan Cocamama, porque es como una madre nutricia que alimenta y
provee de vida a todos sus hijos. Pero el programa domesticador occidentalista (grupo elitista que
domina a Europa, EEUU y casi todo el mundo) se encargó de irla reduciendo a la hoja de coca hasta
obtener sus principios activos y de ahí obtener lo que denominaron cocaína.
Droga que se convirtió en sofisticada y de la clase adinerada por los precios
caros que tiene en su comercialización. La cocaína es de los grupos “altos” y
la heroína de los “bajos”.
Durante estos últimos
500 años de colonialismo, el gueto occidentalizador ha hecho su camino de vida
el destrozar y reducir (separar, dividir, fragmentar) a todos los saberes,
culturas, ciencias, cosmocimientos, filosofías de los pueblos andinos, de Amaruka
(América) y de todo el mundo. Recorrido que empezó en sus propios lugares de
origen hace 2000 años (cultura Greco-romana). Durante este tiempo hemos vivido:
etnocidios, genocidios, ecocidios, teocidios, ginocidios, etc., bajo el
argumento de civilizar, culturizar, evangelizar, catequizar, evolucionar,
desarrollar, progresar a los pueblos bárbaros, salvajes, atrasados, primitivos,
lentos, subdesarrollados, tercermundistas… Su último “culturacidio” ha sido con el
sistema milenario de vida de los pueblos andinos denominado como Sumak Kawsay. Como
buenos súbditos de la monarquía monoteísta -y en especial del rey Midas- todo
lo transforman en oro de sufrimiento y dolor, al igual que lo ha hecho la
cocaína, la heroína, y otras drogas hedonistas (anorexia) y robóticas
(hikikomori) creadas por la identidad occidentalista (occidentalidad).
Al Sumak Kawsay le
han denominado o traducido en español como Vivir Bien o Buen Vivir y le han
puesto a la cola del socialismo. Y por otro lado, asociándole y mezclándole con
el clásico buen vivir griego (Sócrates, Platón, Aristóteles) y romano (Constantino,
Teodosio), que justamente son la “patriz” originaria o germinadora del
paradigma de la occidentalidad. Identidad monoteísta-monárquica que acabara
paulatinamente con las culturas vitalistas ancestrales de Europa y sus colonias,
a pretexto de combatir el paganismo o la idolatría e imponer con la cruz y la
espada el cristianismo (el dios único y verdadero). El buen vivir griego-romano
es excluyente del ancestral sistema vitalista solar euroasiático (sol invictus)
y del solar andino (intiwatana) denominado genéricamente como sumakawsay o convivir en armonía. Son dos sistemas
totalmente disparejos desde su raíz fundacional, por lo que no pueden ser
integrados dentro del mismo paraguas porque es atentar contra las cualidades y
condiciones de cada sistema. Meterle en el mismo saco al “buen vivir” andino
con el vivir semita-helénico es simplemente creer que es lo mismo la coca que
la cocaína o pretender mezclar el agua con el aceite; pues son dos ontologías,
epistemologías, hermenéuticas, axiologías, simbolismos… de diferente
construcción, relación y realidad. Nosotros denominamos a esta posición o
visión llamada posmodernamente como “buen vivir/vivir bien” como sumacaína, en la misma dimensión de la
coca y la cocaína y así contraponer la exclusión entre sumakawsay y sumacaína.
Ante el fracaso y
desgaste del marxismo y del socialismo “real” en el mundo entero, la izquierda
busca siempre remozarse y presentarse como refrescante alternativa. Así se han
ido rebautizando de socialistas marxistas-leninistas a socialistas
revolucionarios, socialistas democráticos… hasta su último invento socialistas
del siglo XXI. Siendo éstos últimos los que han despertado al sumak kawsay pero
que en realidad es un compuesto creado en el laboratorio de la meritocracia de
la excelencia de la izquierda del siglo XXI, o como también ellos le llaman: socialismo
del sumak kawsay o socialismo del buen vivir.
Los socialistas del
siglo XXI han tenido siquiera el mérito (si podemos llamarlo así) de posar sus
ojos en las tradiciones andinas, lo que implica de alguna manera una valoración
y reconocimientos a los pueblos ancestrales que siguen viviendo en los Andes. Algunos
de los cuales viven dentro de los mismos principios y formas de vida desde
miles de años (los mal llamados no contactados), otros con ciertas inclusiones
civilizatorias domesticadoras (campesinos), y otros civilizacionados profundamente
(urbanos). Por su parte, los autodenominados “socialistas auténticos” todavía
siguen menospreciando a las culturas ancestrales y las ven como culturas
básicas. Para ellos el único pensamiento científico es el materialismo dialéctico
o pensamiento marxista. Todo lo demás es folclor o subjetivismo o idealismo
burgués, en la que está incluida la filosofía o cosmovisión andina (leer el
libro El discurso de la cosmovisión andina, una lectura marxista del mundo
andino de Jorge Sosa Soruco). No pueden concebir que los pueblos ancestrales de
ninguna parte del mundo hayan elaborado un sistema de pensamiento elaborado de
la realidad. Para ellos la historia de la humanidad es antes y después de Marx,
como de igual manera para los cristianos para quienes el pensamiento de Cristo
es el único verdadero. Los dos más grandes dogmas de la identidad
occidentalista (occidentalidad) son el cristianismo y sus ramificaciones
monárquicas, monoteístas (derecha), y el marxismo y sus ramificaciones
materialistas, reduccionistas (izquierda); que son las dos caras de la misma
moneda (el social-cristianismo y el social-marxismo).
Paradójicamente estos
dos hombres son considerados los salvadores de la humanidad por ambas
tendencias. Ambas posiciones tienen características mesiánicas, y su propósito
es llegar al cielo o al poder político (ambos arriba) para ahí encontrar su
fuente gestora de vida sobre las masas sufridas. Las dos son posiciones
verticalistas, patriarcalistas, dialécticas, redentoras, paternalistas. Tanto
para los cristianos como para los marxistas su aspiración es redimir, por un
lado al pueblo del pecado y por el otro lado de la explotación de clase.
Recordemos que en los postulados de Marx hay una clara tendencia mesiánica
fruto de su ascendencia judía, como lo señalan muchos estudiosos de Marx. Y la
práctica de la izquierda ha tenido igual sentido de accionar a través de las
experiencias emancipatorias, guerrilleras, liberacionistas… que se han vivido
en todo el mundo. Unos cuantos ethos (pequeño-burgueses como dirían los
marxistas) convertidos en las heroicos salvadores del pueblo, a costa y a pesar
de ellos, pues son los únicos que saben qué
hacer y a dónde ir. O los partidos comunistas en el poder quienes mediante
decreto y por la fuerza de la burocracia han querido imponer al Dios Estado
como igual los neoliberalistas al Dios Mercado. De ahí el fracaso de la
izquierda (como de la derecha) en todo el mundo, no existe ninguna experiencia
rescatable tanto a nivel nacional como local o institucional. Todos se dan
cuenta menos ellos mismos, tanto que ni siquiera han podido cambiar a sus
propias familias. Alguien nos da un ejemplo de una familia socialista estable?
Irónicamente los más
críticos con la filosofía andina son los marxistas ortodoxos para quienes todo
intento de asentamiento en la identidad o filiación milenaria de los pueblos
andinos es simplemente bofeteado con el argumento de que se quiere regresar al
pasado. Así de simple echan por la borda toda iniciativa de guiarnos por
nuestras propias leyes ancestrales, de pretender ser nosotros mismos, de actuar
y convivir bajo los principios culturales generados en un proceso de más de
10.000 años de existencia. De un solo plumazo califican de retrógrados y con
eso pretenden cortar toda posibilidad de ser diferentes. Hay que ser como ellos
o no se es nada, o como ellos dicen: simple ilusionismo burgués (anatopismo).
Los dogmáticos
izquierdistas dicen que luchan por el pueblo pero su miopía no les permite ver
la totalidad sino solo al marxismo y son más marxistas que el propio Marx. Quién,
si pudiera decir algo, creo que diría que prefiere ser olvidado a que hayan
convertido a su pensamiento en una nueva religión materialista, como han hecho
los cristianos con Cristo. Marx habló de comunismo primitivo con respeto y
ejemplo a reproducir, pero para los marxistas las sociedades ancestrales eran
sociedades primitivas atrasadas, por eso dicen que no hay que regresar al pasado,
que el pasado es de atraso. Y llanamente dicen que no hay nada que destacar ni
valorizar y peor retomar o recuperar, pues creen que todo está perdido y
simplemente hay que volverse marxistas.
Creo que algunos
socialistas del siglo XXI y marxistas-leninistas (en el caso del Ecuador pues
en Bolivia es revisionismo) se han levantado con “buenas intenciones” a mirar a
los pueblos ancestrales, pero no es suficiente mirar desde la occidentalidad de
izquierda. Y más bien puede ser peligroso y salir el tiro por la culata, más
que a ellos mismos contra los pueblos andinos por quienes dicen luchar y
defender su cultura (interculturalidad, plurinacionalidad). Pues el Sumak kawsay
es de ellos y si es mal utilizado será puesto por la intelectualidad académica como
un desecho al milenario vitalismo andino. Como de hecho algunos ya lo están
haciendo sin siquiera conocer de qué se trata exactamente, solo se rigen por lo
que han hecho Morales y Correa, lo cual es Vivir Bien/Buen Vivir pero NO Suma
Qamaña o Sumak Kawsay. De ahí la imperiosa necesidad de poner a tiempo cada
cosa en su lugar, y no confundir lo uno con lo otro: Buen Vivir o Sumak Kawsay,
son dos entidades diferentes.
En este sentido, los
socialistas del siglo XXI pudieran ser más contraproducentes para la tradición
andina que los mismos marxistas radicales, si es que no reaccionan a tiempo.
Estos últimos, por ahora solo pierden el tiempo escribiendo en contra de la
cosmoconciencia andina, aunque atacarán en su debido tiempo, como han hecho los
guerrilleros en Colombia, Perú, Vietnam… con los pueblos campesinos,
utilizándolos de carne de cañón pues solo la clase obrera y el partido, sirven
para ellos. Sin embargo se podría confiar que algunos miembros de los
socialistas del siglo XXI pudieran ser aliados verdaderos a largo plazo. Aunque
habrá que manejarse con mucho tino, especialmente con los intelectuales que
ahora andan escribiendo sobre el sumak kawsay como buen vivir-vivir bien.
Hablar de lo andino sin haberse curado de la occidentalidad y de haber
encarnado la cosmoconciencia andina y el sumak kawsay en su vida diaria, para
pretender hablar por los pueblos nativos de su sistema ancestral de vida, es
riesgoso y atrevido. Y más adelante no solo lo podrían transformar en sumacaína
sino en sumacancerígeno.
En todo caso
valoramos a esta izquierda no dogmática que se deja influenciar por el ecologismo,
ambientalismo, humanismo, indigenismo, feminismo, culturalismo, misticismo, relativismo,
sensorialismo, sensitivismo a diferentes niveles. Es plausible que vayan
despertando poco a poco y quizás algunos retomen ampliamente el camino
milenario natural o vitalismo (no confundir ismo con centrismo, éste último se
asume como único y verdadero). Pero es importante no perder la mirada a la
esencia y ver que todos sus presupuestos están asentados y acentuados en los
patrones fundacionales de la identidad monista u occidentalidad y solo han
incorporado ciertos matices de las corrientes holísticas, integrales y
sistémicas. Siendo ese el problema de fondo, que la distancia entre el capitalismo-socialismo
y el sumakawsay-vitalismo (no: vitalcentrismo) no es simplemente a nivel de las
ramas y peor de los frutos, sino de la raíz del sistema. No se trata de que el
socialismo integre superficialmente ciertos nuevos componentes de las culturas
vitalistas como la complementariedad, la reciprocidad, la alternabilidad, la
armonía, la estabilidad… sino que el socialismo debe ir al fondo de su episteme
fundacional para desde ahí replantear todas sus creencias.
Es decir, que la
transformación no puede salir del mismo sistema explotador occidentalista sino
desde fuera. No se trata de hacer ajustes al sistema occidentalista de derecha para
cambiarlo al de izquierda, sino salir del mismo. Quienes han creado esto no
pueden cambiarse a sí mismo, tiene que ser de otro sistema que no sea la occidentalidad,
sin que importe si es de izquierda o de derecha pues son los dos brazos y
piernas del mismo cuerpo, aunque se anulen entre ellos. Pero todo esto implicaría
contradecir a Marx, Lenin, Stalin, Mao, Fidel… por lo que es un anacronismo
hablar de socialismo con identidad, socialismo comunitario, socialismo andino
amazónico, etc. Es decir, cambiar los apellidos para decir que es un socialismo
diferente.
Pero lo más grave
actualmente, es que los socialistas del siglo XXI han convertido al Sumak Kawsay
en un modelo de desarrollo económico y en un modelo social, todo lo cual son
anacronismos. Primero, porque no es nada de ello y después porque es más que
todo ello, pero principalmente porque el vitalismo andino es un camino propio,
con sus particulares principios, estructuras, metodologías, estrategias, etc. No
puede ser convertido en un apéndice del socialismo, fundamentalmente porque es
excluyente del socialismo y después porque el vitalismo es una vía diferente y
disímil a toda la identidad civilizatoria u occidentalista, que en la mayoría
de ambos planteamientos son excluyentes antes que complementarios y peor
integrativos.
Lo que debe quedar
claro es que es otra vía, una vía particular, original. De la que pueden o no
estar de acuerdo los izquierdistas en general y los derechistas en particular
(lo cual es obvio y así debe ser). Y al menos debería ser respetado como otra
vía y no incorporarlo al socialismo como un brazalete indigenista para dizque
actualizarse o utilizarlo como trampolín para sus intereses de poder. Y en
esto, los más resbaladizos son los indígenas izquierdistas que ahora dirigen la
mayoría de organizaciones indígenas, que son indígenas de cara, socialistas de
corazón, y hasta algunos de mente capitalista. Como igual hay al revés, gentes
de rostro europeo pero de corazón andino o tawantinsuyano, por lo que creemos
que algunos socialistas podrían despertar el vitalismo que ha existido en todas los pueblos del mundo y que
subsiste en el inconsciente colectivo.
Para ello lo básico a
comprender, es que el vitalismo es un paradigma que no funciona en la lucha de
contrarios, ya sea la lucha de clases o la lucha del mercado (competencia). El
sistema civilizatorio está estructurado dentro de esa categoría de lucha y
todas sus instituciones de derecha o izquierda están orientadas dentro de ese
mismo propósito. La fuente del vitalismo es la armonía de complementarios u
oposición de contrarios incluyentes. No negamos que existe la lucha de clases
dentro del paradigma occidentalista pero eso no significa que es el prototipo
de todas las culturas del mundo y de que todos han funcionado así y que todos deben
guiarse por ese principio. Valga clarificar que el vitalismo no propugna la
eliminación de “clases” o de grupos. Los pueblos andinos están de acuerdo en la
diferencia y en la jerarquía, aunque no como una forma de explotación y de
domino como en el modelo civilizatorio, sino como una forma de organización y
de redistribución de acuerdo a las diferencias naturales y evidentes. No se pretende un igualitarismo o cosa
parecida, por el contrario se valoriza la diferencia y se pretende la equidad,
la cual permite una sociedad práctica y funcional y no una utopía como es el
dogma comunista. Los pueblos andinos practicaban más claramente el “DE CADA
CUAL SEGÚN SU CAPACIDAD A CADA CUAL SEGÚN SUS NECESIDADES”, que los marxistas
actuales.
Somos culturas
asentadas en lo concreto, en la realidad, y eso no significa considerar que
unos seres humanos sean mejores que otros sino saber que hay diferencias y que
hay que mirar globalmente y no absolutamente como actúan los marxistas. Las
jerarquías andinas no eran clases de una sobre otra, sino formas de
organización que permitía el funcionamiento de la cosmunidad a diferentes
niveles y grados. Tal como sucede en la biosfera donde hay jerarquías en las
que sistemas más complejos sostienen a otros menos complejos y así en forma
sucesiva para ayudarse y reciclarse mutuamente. No era un sistema absolutista
en donde una persona llamada rey manejaba a su antojo, era un sistema cosmunitario
donde solo podía existir y funcionar por la cosmunidad y no por el absolutismo
de un monarca o de un dios o de una clase progresista.
La prueba contunde es
que el conquistador encontró un pueblo lleno de riquezas y de gran organización,
lo que no quiere decir que todo era perfecto pero nada comparable con las
sociedades de la edad media europea. Incluso tanto les impresionó a algunos que
escribieron al respecto y otros buscaron emular para una Europa utópica. El
mismo Marx lo sabía al hablar de las antiguas culturas que vivían en lo que él
denominó el comunismo primitivo. Y ese sistema hoy los socialistas marxistas
del siglo XXI lo quieren revivir, primero sin darse cuenta de que no estaba
muerto sino de que está vivo y luego sin tomar conciencia de que tiene su
propio recorrido y experiencia, con sus propios postulados y doctrinas, las
cuales hay que conocerlas para pretender retomar el Sumak kawsay, y no solo
querer utilizar el nombre o el estribillo general para adornarle de una nueva
forma a un socialismo posmoderno.
En este sentido, la
sumacaína termina resultando una nueva maniobra que se integra a la lista
salvadora y civilizadora de la izquierda, llámese: desarrollo, crecimiento,
progreso, reducción de la pobreza, interculturalidad, plurinacionalidad,
identidad, y ahora Buen Vivir/Vivir Bien. La incapacidad de la izquierda por
tejer su propio camino le ha llevado por múltiples acomodos durante todo su
proceso histórico, no porque lo quieran sino porque el problema está en sus
creencias de base: el occidentalismo civilizatorio. Algo de lo que no se dan
cuenta y siguen en el mismo disco rayado, destruyéndose intelectualmente entre
izquierdistas, mientras el pueblo sigue sin entenderles y peor seguirles. Ni
siquiera la clase obrera les apoya, solo unos cuantos que lucran de las
organizaciones sindicales e incluso hasta llegan a ser presidentes
(Walesa-Lula) y no pasa nada.
Seguro que los
izquierdistas quieren un cambio para la humanidad pero sus postulados están
configurados por el mismo esquema que en la base sostiene a la derecha. Eso no
pueden percibir y siguen empantanados en lo mismo, y podrán pasar otros 500
años y quizás no entenderán que el asunto fundamental no es entre izquierdismo
y derechismo sino entre centro: patriarcalismo-reduccionismo-racionalismo-materialismo-separatismo-objetivismo-monoteísmo-monarquismo-monopolismo-monotonismo
y todos los monocentrismos habidos y por haber, en exclusión y diferencia con
el vitalismo milenario de todas las culturas solares y lunares del mundo entero
(sinergia, simbiosis, homeostasis, correlación, espiralidad, consenso,
concordancia, conciliación…). La prueba clara es que todos los proyectos
izquierdistas (y viceversa) han sido adoptados fácilmente también por la derecha
pues ambos tienen la misma raíz y solo se diferencian por los apellidos de uno
y otro para así intentar diferenciase (democracia proletaria-democracia
representativa, desarrollo económico-desarrollo sustentable, libertad de organización-libertad
de mercado…). En este sentido, esta diferencia es una contradicción (o lucha en
su caso) pero dentro del mismo paradigma constituyente, y el vitalismo es un
arquetipo totalmente fuera de éste.
Y esto se puede ver
en todo el proceso histórico autodemoninado libertario que no ha conducido a
ninguna liberación real. Por ejemplo, tanto izquierdistas como derechistas
resaltan y conmemoran la gesta independentista de Bolívar, Sucre, San Martin,
etc., o de ciertas denominadas revoluciones liberales como de Alfaro, Sandino,
etc. Pero ninguna de ellas ha terminado con la explotación o la dominación,
simplemente han sido procesos de recambio y reacomodo de las mismas posiciones
de poder de ciertos grupos económicos en nuevas formas y nuevos métodos. Acaso
alguno de los personajes citados y hoy tan renombrados por los socialistas del
siglo XXI y por los “auténticos” revolucionarios, cuestionaron o criticaron a
la occidentalidad. Lo único que hicieron fue reproducir en América lo que
hicieron los republicanos franceses inaugurando la división social en los tres
poderes. Y así en todo, lo único que hay hecho nuestros izquierdistas y
derechistas es repetir lo que han hecho los unos y los otros en Europa, nada
más. Alguien me da excepciones? Alguno ha hecho algo desde la tradición
amarukana ancestral? El único personaje resaltable que cuestionó a algunos
elementos de la “patriz” occidentalista fue José Martí, quién en su propuesta
de “Nuestra América” reivindicó -de alguna manera- al paradigma de los pueblos
ancestrales, hablando de la necesidad de tomar en cuenta los principios y
percepciones de los antiguos pueblos de América y no solamente los postulados
europeos. Todos los demás siguieron al ilustrismo europeo y luego al
positivismo y al marxismo eurocentrista, y así en todas las ciencias,
economías, políticas… (anatopismo)
Los únicos y primeros
que ahora en Europa cuestionan al occidentalismo y que van al fondo (aunque no
lo ven precisamente así), son algunos como Dominique Temple, Stanislav Grof,
James Lovelook, Josef Estermann, incluso el mismo Einstein y Max Planck con sus
teorías relativistas y quánticas. Ellos son verdaderamente revolucionarios en
occidente, el marxismo solo lo fue del capitalismo, el vitalismo europeo ancestral
(no confundir con el vitalismo de Nietzsche, Bergson o Schopenhauer) lo es del
paradigma monista a través de sus planteamientos de holisticidad, integralidad,
sistemicidad, complementariedad, reciprocidad, vitalidad, tetralidad… que
también son andinos aunque con ciertas oposiciones pero dentro de la misma
matriz (leer Mirar con los dos ojos de Javier Medina).
Nuestros socialistas
han sido incapaces de hacer un socialismo americano, solo ciertos personajes
como Mariátegui lo intentaron, lo cual es plausible para su época pero no para
hoy seguir visiones neomariateguistas y hablar de socialismo indigenista. Como
hoy otros que comienzan a hablar de bolivarianismo, (alfarismo en Ecuador) y le
colan a marxismo y hasta indigenismo andinista (Chávez, Morales, Correa).
Estuvo importante para su momento, como igual las acciones de los movimientos
indígenas en sus inicios guiados por la izquierda, pero a esta “altura del
partido” con los cambios y experiencias suscitadas no podemos seguir a la cola
del socialismo internacional y peor poner a la tradición andina y su sistema
del sumakawsay como un brazalete nacionalista o indigenista del socialismo
(buen vivir), para que fracase como todo el proyecto izquierdista en su
totalidad y el derechista (vivir mejor), evidentemente.
De ahí que es
importante diferenciar entre el sumakawsay y la sumacaína, como entre la coca y
la cocaína, aunque para la occidentalidad no hay diferencia, la coca y la
cocaína son drogas y punto. Ese ha sido su accionar y lo que han hecho es
utilizar a los pueblos ancestrales desde siempre, ya sea por los independistas
de la colonia que querían ya no seguir trabajando para los reyes de España pero
si seguir guardando el poder y dejar todo como estaban las cosas. O es que
acaso hubo algún cambio para el pueblo y a la final todo se mantuvo como estaba
para las mayorías, especialmente para los pueblos ancestrales, y ahora nos
quieren hacer que alabemos a una supuesta independencia cuando fue más de lo
mismo. E igual han hecho los izquierdistas con las comunidades en su pretendida
imposición del socialismo occidentalista, que no son más que cantos de sirena
para que les apoyen en su lucha por la toma del poder y crear una burocracia
estatal como es ahora la burocracia partidista, y como demuestra la vivencia de
los partidos comunistas en el poder y su partido único (monismo). Lo que nos
queda claro es que no están queriendo instaurar el vitalismo andino
(sumakawsay) sino el socialismo, como ellos mismos lo señalan, y al menos en
eso estamos de acuerdo. Por lo que solo va a quedar como una otra artimaña el
indigenismo y el pachamamismo que ahora les ensalza y dizque les conmueve a los
socialistas del siglo XXI y a ciertos marxistas-leninistas.
EL CAMINO Y EL
CAMINANTE
Sobre el pachamamismo
es importante señalar que no hay que confundir el camino con el caminante. Si
bien es una maniobra de esta izquierda el utilizar a la ecología y la tradición
andina como pachamamismo o al Sumak Kawsay como sumacaína, no quiere decir que la
Filosofía Andina o el Sistema de Vida Andino no sean una alternativa real y una
experiencia comprobada en cientos de años y que sigue latente para los pueblos
andinos. Postulados que son un absurdo para la occidentalidad y los
occidentalizados de los dos carriles, pero no para los andinos. Y no nos
amargamos por ello pues cada cual puede hacer su camino y respetamos la
diferencia, la variedad, la diversidad por más excluyente y tormentosa que sea.
En este sentido, el sumakawsay
o vitalismo andino no es una nueva aventura para los pueblos andinos aunque si
para los socialistas del siglo XXI que le han incorporado a las constituciones
de Bolivia y Ecuador como algo nuevo, cuando es algo vivo a diferentes niveles
en los pueblos andinos. Dejamos bien en claro que el vitalismo andino no es
algo del pasado y por ende no queremos regresar al pasado como acusan algunos
detractores del arte de vivir en armonía (sumakawsay). El sistema andino está
vivo y reluciente en algunos pueblos que decidieron alejarse de la civilización
a sabiendas de lo que implicaba su relación en cualquier sentido. Sabiamente se
escondieron, en muchos casos en lugares impenetrables para el conquistador y
sus descendientes. Algunos hoy han sido ubicados y son calificados eufemísticamente
de “pueblos aislados” pues antes les denominaban pueblos primitivos o salvajes
por no querer dejarse “civilizar y culturizar”. Pero hay otros pueblos que
todavía permanecen totalmente ocultos y guardan la tradición y el sistema en su
pureza ancestral. Y también subsiste en algunas cosmunidades (no: comunidades) y
familias bien alejadas del mundo occidentalista. Las cosmunidades que están más
alejadas del “desarrollo civilizatorio” viven en el sistema ancestral, mientras
las comunidades cercanas o dentro del sistema occidentalista lo tienen guardado
en la memoria genética (ADN) y en el inconsciente colectivo, por lo que tampoco
en estos sectores ha desaparecido completamente. Solo desaparecería si les
extinguieran físicamente como hiciera la corona occidentalista inglesa en Norteamérica
o la española en Uruguay y parte de Argentina y Chile.
Por lo tanto no es
pasado sino algo vivo, solo para ciertos antropólogos y pensadores futuristas,
las culturas ancestrales son cosas del pasado, de museo o del folklor. Esto no
significa que queremos vivir del pasado ni de algo mítico sino que pretendemos
que la experiencia acumulada y que vive en el presente a distintas maneras,
aporte y contribuya a reformular nuestra vida y a reinstaurar un mundo nuevo de
relación armónica. Estos pueblos -aunque hoy pequeños en cantidad numérica-
tienen mucho que aportar con sus principios y conceptos de calidad y calidez de
vida. Hoy son una propuesta diferente si es que no se los quiere ver como una
alternativa por aquellas mentes elegidas que se creen las únicas con
inteligencia y conocimiento social. El vitalismo tiene un planteamiento
diferente y por lo menos los académicos si se dicen investigadores serios
deberían abrirse para estudiar, aunque lo ideal sería enraizar en su ser para
saber si es factible o no concebir otro mundo desde otras categorías y
relaciones (leer Complementarismo Andino y Modernismo de Reynaldo Vilela Diez
de Medina).
Y lo principal a
encarnar, está en el principio de relacionalidad complementaria del ser humano
con los demás seres de la vida. Para el vitalismo la única posibilidad de un
cambio armonizador está en replantearse la relación con la naturaleza
extrahumana. Esto es, que mientras la percepción y acción sobre la naturaleza
sea de cosificación (medios de producción) y de consumo (recursos naturales)
todo seguirá igual, solo habrán cambios de ropaje pero el sistema será el
mismo. Esto implica replantear la vida desde replantear una relación de respeto
y conservación de la naturaleza, pero principalmente de una convivencia
estrecha con sus leyes y principios. No sirve de nada una simple posición
ecologista si no se modifica de raíz el sistema y éste NO empieza por modificar
la relación dialéctica entre capital y trabajo o de eliminar la explotación del
trabajo, si no de terminar con la explotación y acumulación de la naturaleza
para que se produzca todo lo demás (conciencia vitalista). Es decir, el
problema no está en salir de la pobreza (reducción de la pobreza) sino en salir
de la riqueza (concentración de la riqueza), ahí la gran diferencia entre el
proyecto de la occidentalidad de derecha (austeridad) e izquierda (crecimiento)
y el vitalismo (estabilidad).
Acaso en aquellas
comunidades donde han entrado con proyectos de desarrollo y que se han
integrado al mercado de consumo, ellas han tomado una conciencia y vida
holística?. A lo mucho una posición ecologista pero básicamente para satisfacer
a cierto mercado ecologista, pero de ahí siguen siendo parte del sistema, ya no
son pobres son nuevos re-construidores del mismo sistema. La caridad no cambia
solo acentúa a otras formas más sutiles de dependencia. Acaso algunos de ellos
hoy hacen algo por trastrocar el sistema sino contradictoriamente algunos ahora
explotan a otros miembros de sus comunidades o de otras vecinas. Son solo
nuevos productores y consumidores del mismo sistema.
En todo caso deberá
ser una acción paralela de replantear la relación económica entre capital y
trabajo y entre los dos con la naturaleza. Es decir, no es suficiente llegar al
gobierno con discursos ecologistas y pachamamistas para luego seguir con
políticas extractivistas a pretexto de satisfacer necesidades inmediatistas
para dizque salir de la pobreza y entrar al desarrollo. Lo único que se
acentuará es la dependencia y el endeudamiento a los grupos monopólicos y al consumismo
mundial, no solo de la derecha si no de la izquierda (China). Esto significa
continuar con lo mismo y principalizando lo economicista y productivista por
todo lo demás. Ello determina salir de la economía como un fin de vida para
convertirlo en solo un medio, es decir, la economía solo como un instrumento y
no como algo absoluto y objetivo de vida. En este sentido, el propósito no será
la acumulación para el crecimiento económico incesante sino la recreación
constante de estabilidad integral o
multidisciplinaria. En la cual la economía será una parte del todo y no el
todo como es ahora, y ésta deberá ser “equitable” o mutualista comunitarista
para que funcione dentro del sistema vitalista sino será un reacomodo dentro
del mismo sistema con cierto discurso vitalista y andinismo.
Tanto en la teoría
del crecimiento económico de derecha (privatista) o de izquierda (estatista) se
habla simplemente de más producción y lo que hemos visto, es que esa mayor
producción no es mayor redistribución sino mayor concentración en un grupo o
sector, el cual crece y crece solo para sí mismo. Así lo explica la experiencia
vivida, particularmente el sistema financiero es el que más ha crecido y como
consecuencia se dice que un país está creciendo, lo que es un eufemismo pues no
porque crece un grupo está creciendo todo el país. O cuando se señala que ha
habido crecimiento macroeconómico, cuando lo único que refleja es que una élite
es cada vez es más rica y los otros un poco menos pobres. Si bien crece el
empleo, lo que en realidad está creciendo es el aprovechamiento de la mano de
obra barata. Hay gente que se incorpora al movimiento productivo pero los que
crecen exageradamente son los inversores pues el crecimiento de los
trabajadores es mínimo. Lo único que están haciendo, es soltar lo mínimo
necesario para que puedan recuperar su fuerza laboral y de consumo para que
sigan produciendo y enriqueciendo más a sus “benefactores”.
Crecen las empresas
grandes quienes por autofagia se comen a las más pequeñas (competencia), hasta
cuando la concentración llega al límite y se producen las crisis. Las empresas
pequeñas quiebran, despiden a sus trabajadores y las compañías grandes las
absorben y toman el puesto que éstas tenías en el mercado (la China socialista
está haciendo eso también). Pero luego, bajo los criterios de eficiencia y de la
tecnologización rápida que se está produciendo, se van reduciendo el empleo y
los costos, a medida que las empresas grandes se van inflando cada vez más.
Compiten (lucha mercantil) por ser la empresa más grande, y en su ambición
recurren a la especulación bursátil en la que si juegan acertadamente la
empresa sigue creciendo caso contrario quiebra, como sucedió con la crisis
financiera del 2008 y 2010. Hasta que estalla una gran crisis, en la que
hábilmente se reacomoda el juego y se reproduce lo mismo de una nueva manera,
así han logrado los capitalistas sobrellevar todo, especialmente durante los
últimos 200 años. Ellos aplican más hábilmente para sus intereses el
materialismo dialéctico que los socialistas marxistas.
Pero, ¿es que ahora
podrán superar la crisis con lo que sucede en Grecia, España, Portugal, Italia
y con el ejemplo de Islandia? Me parece que esta vez será el fin, especialmente
si los socialistas no vuelven a salvar el sistema con sus prácticas equivocadas
o con sus luchas revolucionarias que transforman al capitalismo privado en un
simple capitalismo estatal o socialismo democrático, siendo eso lo máximo que
han logrado y que podrían lograr mientras sigan imbuidos de la misma identidad
occidentalista (leer Qué es el Sumakawsay de Atawallpa Oviedo).
En todo caso, es obvio
que la humanidad en su conjunto no va a cambiar por sí misma ni por la llegada
al poder de unos cuantos iluminados e ilustrados de derecha o de izquierda sino
que vendrá desde abajo, desde las bases, las comunidades, las cosmunidades y las
familias que viven así por cientos de años. Las que deberán ser ejemplo, para
que el colibrí expanda el polen del vitalismo por todos los rincones y reflorezca
en la cotidianeidad, en la recreación diaria de otro tipo de familia y cosmunidad.
De esta manera, replantearse el de dejar de ser humano (conciencia individual)
para ser humanidad (conciencia colectiva), y de ser humanidad para ser tierra
(conciencia vitalista), y de ser tierra para ser cosmos o totalidad (conciencia
integral). Solo cuando madure la conciencia colectiva habrá un replanteamiento
a nivel de la superestructura y ésta será por educación y principalmente por
acción directa de la madre naturaleza.
La conciencia del Ser
Tierra que es toda la inteligencia de todos quienes hacen el planeta como del
cosmos en su conjunto están interviniendo día a día. De la misma manera que el
ser humano está cambiando desde hace más de 500.000 años por acción natural, nosotros
estamos siendo reconfigurados por la conciencia de la tierra y el sol. Los
cambios sociales y tecnológicos no son nada en relación a los grandes cambios
que produce la naturaleza en nosotros. Hoy somos lo que somos principalmente
por efecto de la naturaleza en un trabajo de millones de años que por efecto
humano. Este gran y profundo cambio no se ha debido fundamentalmente al trabajo
humano (teoría marxista) sino al efecto que ejerce en nosotros la luz. Los
circuitos cerebrales se activan a medida que integran más luz. El sol
sucesivamente en su proceso propio de recalentamiento es cada vez más fuerte.
El sol de ahora es mucho más intenso que el sol de hace un millón de años
atrás. Y cada salto del sol en su ciclo propio y natural afecta a todos quienes
viven de él.
Hoy sabemos por la
física quántica, que ese campo que Eisntein le denominaba unificado y que
nosotros preferimos en llamarlo campo interrelacionado, es el campo matriz o
generador de la vida en la tierra y de toda su conciencia (biosfera). O lo que
James Lovelock llamó la teoría Gaia o el gran organismo unificado entre todas
sus partes o componentes que se sostienen uno al otro. Ese campo magnético que
genera el sol y abraza a todos sus planetas no es un campo muerto sino que a
través de las supercuerdas -que funciona como una telaraña- enlaza a todos los
miembros que hacen la vida. Cada uno de los seres en particular están
conectados a ese gran sistema electromagnético, el cual es más fuerte que los
individuos en particular e influenciándole en una determinada forma (leer
Caminantes del arcoíris de Atawallpa Oviedo F).
Entonces el ser racional
que se creía objetivo y que dominaba sus emociones, hoy sabemos que era el
hombre que reprimía su humanidad y despertaba su lado perverso, dogmático y
esquemático, que es el hombre logicista, mecanicista, individualista y egoísta
en que se convirtió al alejarse de la naturaleza, al momento de considerarla
como inferior. Desde Platón se configuró el sistema civilizatorio contranatural
u occidentalidad, y se ha ido perfeccionando o desarrollando hasta el marxismo
en todos estos 2000 años, llegando al momento actual donde está en juego la
vida misma del hombre sobre el planeta tierra. Ésta la gran ironía, hoy con
todo el armamento químico existente se podría terminar con toda la especie
humana, pero muchas especies animales sobrevivirían destronando al rey de la
creación de Descartes o Newton o Darwin o Bacon. Quizás no suceda, pero lo
cierto es que es un posibilidad real la que ha creado el hombre cientificista.
Entonces el asunto
todavía es mucho más de fondo, que algo simplemente social o económico. La
ruptura está en la división de nuestro cerebro racional (masculino) e intuitivo
(femenino), lo que ha ocasionado la separación ilusoria con su sistema
divisorio de la realidad que nos ha conducido a este mundo despersonalizado,
consumista, depredador. Sistema que lo único que busca es dominar el mercado,
la ciencia, las mentes y almas de los seres humanos para sentirse un hombre de
éxito, meritocrático, triunfador, y creador de la excelencia académica. Por
tanto el misterio es más profundo todavía de lo que creen nuestros capitalistas
y socialistas, está en el nivel quántico algo que es incomprensible para ellos,
especialmente para los economistas y los políticos.
Algunos ortodoxos
racionalcentristas (machismo) que desprecian otras formas de cosmocimiento (no
las únicas ni mejores) como el sentimiento, la sensorialidad, la intuición, la
percepción, en otras palabras la feminidad (leer el libro La Racionalidad Andina
de varios autores), pensarán que me pasé a un discurso esotérico, como de
alguna manera dijeron al principio de Einstein y de otros revolucionarios
relativistas y quánticos. Pero, así no lo crean el Ser Tierra piensa y siente,
eso lo han dicho siempre los pueblos de tradición, y lo siguen repitiendo insistentemente.
Estamos en un mundo vivo y no en mundo mecánico, en el cual los marxistas y
antipachamamistas siguen creyendo todavía que la vida funciona por la ley de
causalidad y por el materialismo dialéctico (leer la Delusión Dialéctica de
Javier Ruiz García). Solo cuando la física quántica resuelva algunas preguntas
que todavía están pendientes lo creerán los cientificistas y quizás sea
demasiado tarde para ellos. Y lo que en el fondo están haciendo los quánticos
es confirmar lo que han dicho los maestros de todas las culturas ancestrales vitalistas
de toda la humanidad. Por tanto demostrando el desfase de la ciencia occidental
en dos mil años, tal como ha demostrado científicamente Javier Amaru Ruiz con
la yupana, instrumento de conteo que puede hacer operaciones matemáticas de más
de 5.000 dígitos. ¿A dónde estuviéramos ahora si no hubiera habido este corte
de 500 años?
Pero si quieren ser
cortoplacistas e inmediatistas objetivistas nos podemos quedar en la situación
eminentemente política y economicista para no ofender a su ilustrismo europeo y
positivismo académico (anatopismo), para señalar una vez más que mientras se
siga especulando intelectualmente con múltiples modelos de nuevo cuño y estampa
dentro del mismo sistema primigenio todo será una nueva aventura, moda y droga
como las que hemos vivido en estos 2000 años. Ahora es la opción de cada cual
de seguir en la cocaína capitalista (vivir mejor) y el cigarro socialista
(vivir bien), o dar un salto total (pachakutik) y reaprender a convivir en
armonía y equilibrio. Despertar o reactivar el vitalismo solar que vive en
todos los seres humanos en su inconsciente colectivo y en su memoria genética, y
que se formó en más de 100.000 años pues apenas el sistema civilizatorio u
occidentalidad tiene máximo 5000 años de existencia. Estamos a tiempo.